Se cree que la composición de los
varios libros comenzó alrededor de 1000 A. C., y que
continuó durante más o menos 1,100 años. Se incluyó mucho
material oral. Éste fue repetido de padres a hijos, revisado
una y otra vez, y luego puesto en forma escrita por varios
editores. A menudo, estos editores trabajaban en diferentes
lugares y durante diferentes períodos de tiempo, y con
frecuencia, no conocían la existencia los unos de los otros.
Su trabajo estaba destinado principalmente a uso local y es
improbable que cualquier autor previera que su trabajo sería
incluido en una "Biblia".
No existe ningún manuscrito
original. Probablemente, no hay ni un solo libro que
sobreviva en nada que se asemeje a su forma original. Hay
cientos de diferencias entre los manuscritos más antiguos de
cualquier libro en particular. Estas diferencias indican que
varios autores, editores, y copistas hicieron numerosas
adiciones y alteraciones a los originales, algunas
accidentales y algunas a propósito.
Muchos autores bíblicos son
desconocidos. Cuando un autor ha sido nombrado, algunas
veces ese autor ha sido elegido por creyentes
piadosos, más bien que dado por el autor mismo. Los cuatro
evangelios, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, son ejemplos de
libros que no llevaban los nombres de sus autores reales;
los nombres actuales fueron asignados mucho después de que
estos cuatro libros fueron escritos. Y - a pesar de lo que
los autores de los evangelios dicen - los eruditos bíblicos
actualmente concuerdan, casi unánimemente, en que ninguno de
los autores de los evangelios fue discípulo de Jesús, y ni
siquiera testigo de ministerio.
Aunque tradicionalmente algunos
libros de la Biblia son atribuidos a un solo autor, muchos
son en realidad obra de múltiples autores. Génesis y Juan
son dos ejemplos de libros que reflejan una autoría
múltiple.
Muchos libros bíblicos tienen las
señales de la ficción. Por ejemplo, a menudo, conversaciones
privadas se relatan cuando no estaba presente ninguna
persona que pudiera reportarlas. Se registran conversaciones
entre Dios y varios individuos. Se relatan sucesos
históricos con gran detalle. Cuando un relato es contado por
más de un autor, hay por lo general importantes diferencias.
Muchos relatos - que, en su contexto original, son
considerados ficticios hasta por cristianos - fueron tomados
prestados por los autores bíblicos, adaptados para sus
propios fines, les fue dado un escenario histórico, y luego
fueron declarados hechos históricos.
El relato del diluvio es un
ejemplo de esta clase de adaptación. La pista de su
migración desde la más antigua ocurrencia en Sumeria,
alrededor de 1600 A. C., de un lugar a otro y eventualmente
hasta la Biblia, puede seguirse históricamente. Cada vez que
el relato era usado nuevamente, era alterado para que
tratara de dioses y héroes locales.
Pero, ¿es la Biblia, sin embargo,
la obra de Dios? ¿Es una guía válida? ¿Cómo podemos saberlo?
Si la Biblia fuera realmente la
obra de un Dios perfecto, todopoderoso, y amoroso, uno
esperaría razonablemente que fuera obviamente superlativa en
todo respecto - precisa, clara, concisa y consistente de
extremo a extremo - en comparación con cualquier cosa que
posiblemente sea concebida solamente por el intelecto
humano.
En realidad, los fundamentalistas
consideran esto como cierto. Usando un argumento circular,
dicen que, puesto que la Biblia no tiene ni errores ni
inconsistencias, debe ser la obra de Dios, y puesto que es
la obra de Dios, no debe tener ni errores ni
inconsistencias. No parece importar cuál proposición ocurre
primero, se piensa que la otra la sigue.
Sin embargo, a pesar de la
posición de los fundamentalistas, la Biblia sí contiene
cierto número de problemas serios. Y algunos de esos
problemas son absolutamente fatales para su credibilidad.
Muchos pasajes relatan
atrocidades ordenadas por Dios; tales pasajes son indignos
del Dios cristiano. Algunos preceptos bíblicos son tanto
irrazonables como improbables pues están obviamente en
desacuerdo con el sentido común y las cualidades de carácter
que se atribuyen a Dios. Algunas afirmaciones bíblicas son
absurdas en que representan creencias muy primitivas. La
credibilidad de muchos relatos bíblicos - relatos que son
cruciales para el cristianismo - son desacreditados por
numerosas inconsistencias. El escenario se complica aun más
por las muchas diferentes y conflictivas interpretaciones
que a menudo le dan a un pasaje específico creyentes
sinceros y bien intencionados.
Si bien los biblicistas son capaces de
ofrecer alguna suerte de explicación a casi cualquier
problema bíblico que aparezca, tales explicaciones
deberían ser innecesarias. El punto no es si se
puede concebir alguna explicación, sino más bien que un Dios
perfecto, todopoderoso y amoroso ciertamente podría,
debería, y haría algo mucho mejor si tuviera algo que ver
con escribir un libro.
La evidencia que sigue, tomada de
la Biblia misma, no es sino una pequeña porción de la que
existe. Esta evidencia demuestra que la Biblia no puede ser
la obra literal, completa, inerrante y perfecta de un Dios
perfecto, todopoderoso y amoroso. También demuestra que la
Biblia no es especialmente útil ni siquiera como guía.
Además, puesto que la Biblia refleja cada una de las
creencias importantes del cristianismo tradicional, el
fundamento del cristianismo mismo descansa en suelo
inestable.
Nota al lector: Esta introducción
no es sino uno de ocho capítulos que originalmente componían
un solo documento unificado. Para fines de mayor
compatibilidad con Internet, el documento fue dividido en
ocho archivos separados. La evidencia a la que se alude
arriba puede hallarse en los archivos relacionados usando
los links que
aparecen más abajo.
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