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Resumen
El concepto de libertad de Fromm
La libertad en la historia
Escapar de la libertad
La libertad en el siglo 20
Resumen
El
concepto de libertad de Fromm
Fromm distinguía entre 'ser libre
de' (libertad negativa) y 'ser libre para' (libertad positiva). La
anterior se refiere a emanciparse de restricciones, como las
convenciones sociales impuestas sobre otros individuos o
instituciones. Esta es la clase de libertad tipificada por el
existencialismo de Sartre, y para la cual a menudo se ha combatido
históricamente. Sin embargo, para Fromm, por sí misma, puede ser
una fuerza destructiva, a menos que esté acompañada por un
elemento creativo - 'libertad para' - el uso de la libertad para
emplear la total personalidad integrada para actos creativos.
Esto, arguye él, necesariamente involucra una verdadera conexión
con los demás, que va más allá de los lazos superficiales de un
intercambio social convencional: "... en la espontánea realización
del yo, del hombre que se une a sí mismo nuevamente con el mundo
...".
En el proceso de liberarnos de la autoridad, a menudo nos queda
una sensación de desesperanza (él compara este proceso con la
individualización de bebés en el curso normal del desarrollo del
niño), que no cede sino hasta que usamos nuestra 'libertad para' y
desarrollamos alguna forma de libertad para reemplazar el antiguo
orden. Sin embargo, un sustituto común para ejercer la "libertad
para" o la autenticidad es someterse a un sistema autoritario que
reemplace el antiguo orden con otro de diferente aspecto externo
pero idéntica función para el individuo: eliminar la incertidumbre
prescribiendo lo que se debe pensar y cómo actuar. Fromm
caracteriza esto como un proceso histórico dialéctico en el cual
la situación original es la tesis y la emancipación de ella es la
antítesis. La síntesis se alcanza solo cuando ha reemplazado el
orden original y ha proporcionado a los seres humanos una nueva
seguridad. Fromm no indica que el nuevo sistema hace necesario un
mejoramiento. De hecho, Fromm indica que esto solo romperá el
interminable ciclo de libertad negativa al cual se somete la
sociedad.
La libertad en la historia
La libertad - arguye Fromm - se
convirtió en un importante problema en el siglo veinte, habiendo
sido vista como algo por lo cual luchar y algo que defender. Sin
embargo, no siempre ha ocupado un lugar tan prominente en el
pensar de la gente y, como experiencia, no es necesariamente algo
inequívocamente disfrutable.
Un capítulo principal del libro
trata del desarrollo de la teología protestante, con una discusión
sobre la obra de Calvino y Lutero. El derrumbe de un antiguo orden
social y el surgimiento del capital condujeron a una percepción
más desarrollada de que las personas podían ser seres autónomos
separados y dirigir su propio futuro, antes que simplemente
desempeñar un papel socioeconómico. A su vez, introdujo un nuevo
concepto de Dios que debía explicar la nueva libertad mientras
proporcionaba algo de autoridad moral. Lutero pintaba un cuadro de
la relación de Dios, que era personal e individualizada, y libre
de la influencia de la iglesia, mientras que la doctrina de
Calvino de la predestinación sugería que la gente no podía
trabajar por la salvación, sino que, en su lugar, era escogida
arbitrariamente antes que pudieran hacer alguna diferencia. Ambas
- argumentaba Fromm - eran reacciones a una situación económica
más libre. La primera da a los individuos más libertad para
encontrar la santidad en el mundo alrededor de ellos sin una
compleja estructura eclesiástica. La segunda, aunque
superficialmente daba la apariencia de una clase de determinismo,
en realidad proporcionaba una vía para que la gente trabajara por
su salvación. Aunque las personas no podían cambiar sus destinos,
sí podían descubrir el alcance de su santidad dedicándose al
trabajo duro y la frugalidad, y ambos rasgos se consideraban
virtuosos. En realidad, esto hacía que la gente trabajara más duro
para 'demostrarse' a sí misma que estaba destinada para el reino
de Dios.
Escapar de la libertad
Puesto que 'escapar de' no es una experiencia de la cual
disfrutamos en sí misma, Fromm sugiere que muchas personas, en
lugar de usarla con éxito, intentan minimizar sus efectos
negativos desarrollando pensamientos y conductas que proporcionan
alguna forma de seguridad. Éstas son como sigue:
1. Autoritarismo:
Fromm caracteriza la personalidad autoritaria como contentiva de
elementos tanto sádicos como masoquistas. El autoritario desea
obtener el control de otras personas en un intento por imponer
sobre el mundo alguna clase de orden, pero también desea someterse
al control de alguna fuerza superior que pueda presentarse en la
forma de una persona o una idea abstracta.
2. Destructividad.
Aunque ésta es similar al sadismo, Fromm arguye que el sádico
desea obtener control por encima de algo. Una personalidad
destructora desea destruir algo que ella no puede controlar.
3. Conformismo. Este
proceso se ve cuando las personas inconscientemente incorporan y
experimentan como propios las creencias normativas y los
procesos de pensamiento de su sociedad. Esto les permite
evitar el libre pensamiento, lo cual probablemente causaría
ansiedad.
La libertad en el siglo 20
Fromm analiza la naturaleza de la ideología nazi y sugiere que las
condiciones psicológicas de Alemania después de la primera guerra
mundial alimentaron un deseo de alguna forma de nuevo orden para
restablecer el orgullo nacional. Esto vino en la forma del
nacionalsocialismo y la interpretación de Main Kampf por parte de Fromm
sugiere que Hitler tenía la estructura de una personalidad
autoritaria que, no solo le hacía querer gobernar Alemania en el
nombre de una autoridad superior (la idea de una raza maestra),
sino que también lo convertía en un atractivo candidato para una
insegura clase media que necesitaba algún sentido de orgullo y
certeza. Fromm sugiere que hay una propensión a someterse a
regímenes autoritarios cuando las naciones experimentan
libertad negativa. Fromm, sin embargo, emite una nota
positiva cuando afirma que, hasta ahora, la obra de la evolución
cultural no ha podido ser deshecha, y el nazismo no ha
proporcionado una unión legítima con el mundo.
Fromm examina la democracia y la libertad. La democracia moderna y
las naciones industrializadas son modelos que él alaba, pero hace
énfasis en que la clase de libertad externa que esta clase de
sociedad proporciona nunca podrá utilizarse a plenitud sin una
equivalente libertad interior. Fromm sugiere que, aunque estamos
libres de la influencia totalitaria de toda clase en esta clase de
sociedad, todavía estamos dominados por el consejo de expertos y
la influencia de la propaganda. El camino para ser libres como
individuos es ser espontáneos en nuestra autoexpresión y en la
manera en que nos comportemos. Esto queda cristalizado en su
declaración existencial: "la vida tiene un solo significado: el
acto de vivirla". Fromm se opone a los que dicen que esto podría
conducir al caos social afirmando que estar verdaderamente en
contacto con nuestra humanidad es estar genuinamente en contacto
con las necesidades de aquéllos con los cuales compartimos este
mundo.
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