"Pero ahora estamos libres de la ley, por haber
muerto para aquélla en que estábamos sujetos, de modo que
sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el
régimen viejo de la letra". (Rom. 7:6).
Tenemos que entender el papel central que el Espíritu Santo
desempeña en el nuevo pacto. Sin esta comprensión, nos
quedarían preguntas persistentes. Si el Espíritu no mora en
nosotros, ¡seguiremos añorando el Sinaí! Cuando Jesús inició
su ministerio como el Mensajero del pacto, fue bautizado en
agua por Juan, y
"... mientras oraba, se abrió el cielo, y el Espíritu Santo
bajó sobre él en forma de paloma" (Luc. 3:21, 22).
Desde ese punto en adelante, vemos a Jesús siendo guiado por
el Espíritu y demostrando todos los dones del Espíritu.
Lleno del Espíritu Santo,
Jesús era guiado por el Espíritu por dondequiera que iba
(Luc. 4:1)
Y Jesús regresó a Galilea
en el poder del Espíritu (Luc. 4:14).
El Espíritu del Señor está
sobre mí (Luc. 4:18).
Después del derramamiento del Espíritu en el día de
Pentecostés, vemos el papel central que el Espíritu Santo
desempeñó en la iglesia, el pueblo del nuevo pacto de Dios. En
su sermón, Pedro cita a Joel diciendo:
"Sucederá que en los últimos días - dice Dios - derramaré mi
Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas
de ustedes profetizarán, tendrán visiones los jóvenes y
sueños los amcianos. En esos días derramaré mi Espíritu aun
sobre mis siervos y mis siervas, y profetizarán" (Hechos
2:17, 18).
Pedro le dijo a la gente:
"Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre
de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don
del Espíritu Santo. En efecto, la promesa es para ustedes,
para sus hijos y para todos los extranjeros, es decir, para
todos a los que el Señor nuestro Dios quiera llamar" (Hechos
2: 38, 39).
La historia de la iglesia del nuevo pacto es una historia de
las actividades del Espíritu Santo. "Llenos del Espíritu
Santo, comenzaron a hablar la palabra de Dios sin temor
alguno" (Hechos 4:31). Los diáconos estaban "llenos del
Espíritu Santo" y hacían "grandes maravillas y señales entre
el pueblo" (Hechos 6:3, 8). "El Espíritu le dijo a Felipe: 'Vé
y júntate a ese carro'" (Hechos 8:29). "El Espíritu del Señor
arrebató a Felipe" (Hechos 8:39). Ananías puso la mano sobre
Saulo y éste fue lleno del Espíritu Santo (Hechos 9:17). Los
discípulos fueron consolados por el Espíritu (Hechos 9:31).
Por el Espíritu, predijeron sucesos venideros (Hechos 11:28).
El Espíritu habló a la iglesia (Hechos 13:4). Pablo fue
"enviado por el Espíritu Santo" (Hechos 13:4). Fueron llenos
del gozo del Espíritu Santo (Hechos 13:52). Por el poder del
Espíritu Santo, los enfermos eran sanados, los muertos
resucitaban, los demonios eran echados fuera, y el poder del
enemigo era quebrantado. Aquí vemos el cumplimiento de la
promesa de Jesús:
"... Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego"
(Luc. 3:16).
"Y yo le pediré al Padre, y
él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre:
el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar
porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen,
porque vive con ustedes y estará en ustedes" (Juan 14:16,
17).
"Cuando venga el
Consolador, que yo les enviaré de parte del Padre, el
Espíritu de verdad que procede del Padre, él testificará
acerca de mí" (Juan 15:26).
"Pero cuando venga el
Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad,
porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá sólo
lo que oiga y les anunciará las cosas por venir" (Juan
16:13).
Un conocimiento preciso del papel del Espíritu Santo es
fundamental para entender correctamente el nuevo pacto, y es
también necesario para una correcta interpretación del sábado.
El papel que la ley desempeñaba en el pacto antiguo está
desempeñado por el Espíritu Santo en el nuevo pacto. La
Escritura compara y contrasta la ley con el Espíritu de muchas
maneras. Un sutil ejemplo de esto se ve en los sucesos que
rodearon la entrega de ambos pactos. Después de que se entregó
la ley, los hijos de Israel cayeron inmediatamente en
desobediencia y en condenación. Fabricaron un becerro de oro,
lo adoraron, le ofrecieron sacrificios, y dijeron: "Éste es tu
Dios, oh Israel, que te sacó de la tierra de Egipto" (Éx.
32:8). A causa de este pecado, "aproximadamente tres mil de
entre el pueblo cayeron aquel día" (Éx. 32:28). Estos tres mil
fueron muertos por sus hermanos obedeciendo la orden de Dios.
Por otra parte, cuando se dio el Espíritu en el nuevo pacto,
encontramos un desenlace diferente y mejor. "Se añadieron a la
iglesia aquel día como tres mil almas" (Hechos 2:41). Creo que
estas cifras se registran para señalar la naturaleza
contrastante de los dos pactos, y mostrar la relación entre la
ley y el Espíritu.
Obsérvese reflexivamente cómo el Espíritu Santo toma el lugar
de la ley en las comparaciones y los contrastes que Pablo hace
entre el pacto antiguo y el nuevo en 2 Cor. 3:3-18.
EL
PACTO ANTIGUO
|
EL
NUEVO PACTO
|
Escrito
con tinta
|
Escrito
con el Espíritu
|
En
tablas de piedra
|
En
tablas del corazón
|
No
de la letra
|
Sino
del Espíritu
|
La
letra mata
|
El
Espíritu da vida
|
Ministerio
de muerte
|
Ministerio
del Espíritu
|
Ministerio
de condenación
|
Ministerio
de justicia
|
Vino
con gloria
|
Abunda
en gloria
|
Gloria
que se desvanece
|
Gloria
que permanece
|
A menos que el cristiano del nuevo pacto entienda el papel del
Espíritu Santo y experimente su presencia, sentirá nostalgia
por Sinaí. Es sólo cuando el Espíritu Santo mora en
nosotros y nos confiere poder que él, el Espíritu, puede
escribir los principios de la ley de amor del nuevo pacto en
nuestros corazones, para que tengamos una Persona siempre
presente que nos enseñe todas las cosas (Juan 14:26), nos guíe
a toda verdad (Juan 16:13), y nos testifique de Cristo (Juan
15:26). La ley del viejo pacto era externa - escrita en
piedra. La ley del nuevo pacto es interna - escrita en
nuestros corazones. El Legislador del nuevo pacto está
presente en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo.
"El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre le amará, y
haremos nuestra vivienda en él" (Juan 14:23).
El
Espíritu y la Palabra
En alto grado, la iglesia ha adoptado en la actualidad la
posición del mundo occidental, que elimina lo sobrenatural.
Esa no es la posición de la Escritura. El libro de Hechos, así
como la totalidad de la Escritura, está llena de las
actividades sobrenaturales del Espíritu Santo. Es mi creencia
que el cristiano del Nuevo Testamento que rechaza los dones
actuales del Espíritu Santo no está experimentando la plenitud
del nuevo pacto: una relación personal con el Cristo que mora
en el interior,
"... que puede hacer
muchísimo más que todo lo que podamos imaginar o pedir, por
el poder que obra eficazmente en nosotros" (Efe. 3:20).
La Biblia deja bien claro que el Espíritu Santo prefiere
trabajar por medio de la palabra de Dios, la Biblia. Creemos
que la Biblia es la palabra de Dios inspirada por el Espíritu
Santo y que, por lo tanto, el Espíritu Santo toma esta palabra
escrita (logos) y nos habla la palabra viva (rhema) de Dios,
mientras la leemos y la estudiamos con oración.
"Tomen el yelmo de la
salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de
Dios" (Efe. 6:17).
Los que intentan vivir según los "impulsos del Espíritu Santo"
sin un correspondiente estudio de la palabra de Dios se
colocan en una posición en que creen que están recibiendo
dirección especial del Espíritu Santo cuando, en realidad,
están escuchando su propia mente subconsciente o sus propias
ilusiones. A veces, oímos decir a la gente "Dios me dijo esto"
o "Dios me dijo aquello", y después de estos comentarios,
hacen afirmaciones que son incongruentes con la palabra
escrita.
Aunque la obra del Espíritu Santo no puede ser puesta como en
un recuadro ni descrita perfectamente, es importante que el
cristiano no trate de vivir por la palabra escrita sin el
Espíritu Santo como guía para interpretarla, ni vivir por el
Espíritu Santo sin permitir que el Espíritu Santo hable por
medio de la palabra escrita.
¿Cómo
viviremos, pues?
En el libro de Gálatas tenemos la más clara enseñanza sobre el
reino de la ley. Vino con Moisés y cesó con Cristo (1). Bajo
la guía directa del Espíritu Santo, Pablo previó las preguntas
que harían algunos cristianos inmaduros de Galacia que habían
sido desviados por un "evangelio" enfocado en la ley. Por lo
tanto, tenemos su clara respuesta a la pregunta implícita:
"Pablo, si ya no estamos bajo la ley, ¿cómo viviremos?" Su
respuesta es clara, poderosa, y relevante para aquellos de
nosotros que venimos de una religión centrada en la ley. Lea
esta sección por completo en contexto y entonces explicaremos
lo que se enseña.
"Así que les digo: Vivan
por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza
pecaminosa. Porque ésta desea lo que es contrario al
Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella.
Los dos se oponen a ella, de modo que ustedes no pueden
hacer lo que quieren. Pero si los guía el Espíritu, no están
bajo la ley. Las obras de la naturaleza pecaminosa se
conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje;
idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de
ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia;
borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto
ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas
no heredarán el reino de Dios. En cambio, el fruto del
Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad,
bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que
condene estas cosas. Los que son de Cristo Jesús han
crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y
deseos. Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el
Espíritu. No dejemos que la vanidad nos lleve a irritarnos y
a envidiarnos unos a otros" (Gál. 5:16-26).
La sección que antecede es tan importante que quiero comentar
cada elemento clave:
La afirmación de Pablo: "Si ustedes son guiados por el
Espíritu, no están bajo la ley" concuerda perfectamente con lo
que hemos descubierto hasta ahora. Ser guiado por el Espíritu
es seguir justo a donde el Espíritu nos conduce. Si el
cristiano anda con el Epíritu Santo y se alimenta de la
Palabra de Dios, ya no
necesita una serie de reglas externas.
La lucha no es entre el cristiano y la ley, como lo presenta
Romanos 7:7-24, donde Pablo describe cómo es la vida para el
cristiano que vive según el pacto antiguo. Más bien, la guerra
que el cristiano tiene que librar es entre el Espíritu y la
carne. El resultado es determinado por quién es el amo de
nuestras vidas: El Espíritu o la carne.
Pablo no define el mal como transgresión de la ley porque los
cristianos están libres de la ley. Más bien, Pablo define el
mal como las obras de la carne. Estas obras son el desarrollo
normal si obedecemos los impulsos de nuestra naturaleza caída.
Dice Pablo que estas "obras de la carne son evidentes". El
cristiano maduro y lleno del Espíritu (2) no necesita que se
le diga que estas obras son malas. El Espíritu Santo operando
en la conciencia del creyente fundamentado en la Escritura es
una guía suficiente.
Las
obras de la carne
Ahora consideremos la lista de Pablo de las obras de la carne,
una lista que puede ser subdividida en cinco categorías (3):
Pecados
sexuales:
"Inmoralidad sexual"
incluiría el adulterio, las relaciones sexuales fuera del
matrimonio, o podríamos decir, los "pecados sexuales
naturales".
"Impurezas" incluirían los
pecados sexuales no naturales, como la homosexualidad, el
lesbianismo, el incesto y la bestialidad.
"Libertinaje" alude a
tener, aun en público, una actitud de indiferencia o
incorrección hacia los pecados y deseos sexuales.
Pecados
de fidelidad:
"Idolatría" es
encapricharse y enamorarse de cualquier cosa o cualquier
persona aparte del Dios Todopoderoso. Este pecado está muy
difundido en el mundo occidental y en la iglesia.
"Brujería" tiene
dos connotaciones básicas. La raíz de la palabra implica el
uso de drogas. Más tarde, el uso de esta palabra se aplicó a
cualquier actividad relacionada con los poderes del mal,
incluyendo reuniones secretas con espíritus malignos. Hoy
día, el significado incluiría un vasto número de actividades
asociadas con lo oculto. Practicar la brujería es buscar el
poder o la guía de alguna fuente maligna o una fuente
diferente de Dios y el Espíritu Santo. Esto incluiría los
tableros de Ouija, los horóscopos, la predicción de la buena
suerte, los libros sobre percepción extrasensorial, etc. ¡No
todo el poder es de Dios!
Pecados
sociales o de relación:
"Odio" consiste de
sentimientos hostiles o negativos.
"Discordia"
se refiere a ser parcial, hacer guerra de palabras, formar
camarillas, y cometer actos faltos de amor.
"Celos"
ocurren cuando envidiamos a otros y a menudo les odiamos en
secreto porque les consideramos mejores que nosotros.
"Arrebatos
de ira" son palabras hirientes pronunciadas
apresuradamente cuando están presentes el odio y la
discordia.
"Rivalidades"
se refiere a argumentos en cuanto a quién tiene razón y
quién está equivocado.
"Disensiones"
reflejan división, deslealtad, y actitudes negativas.
"Sectarismo"
nace de las anteriores obras de la carne. Ocurre cuando la
gente se forma en grupos, y éstos entonces hacen campaña
para defender sus propias agendas sin consideración por los
demás.
"Envidia"
es el deseo desordenado de poseer lo que tienen otros, como
riqueza, popularidad, prestigio, posición y poder, etc.
Pecados
de autocontrol:
"Borrachera" es
abusar de cualquier substancia hasta el grado de que afecta
la propia capacidad para pensar y/o hace daño a la propia
persona o a los demás.
"Orgías"
se refiere a actividades como fiestas desenfrenadas, que a
menudo se asocian con personas fuera de control y donde
están presentes tentaciones innecesarias y el mal.
"Y
cosas como éstas". Aquí Pablo da a entender que
esta lista podría ampliarse mucho más. Sin embargo, ha sido
lo bastante específico como para que sus lectores puedan
entender lo que él quiere decir.
También debemos observar la clara advertencia de Pablo contra
los que acostumbran ceder a las obras de la carne. Pablo no
dice que irán al cielo, sino sólo que no recibirán la misma
recompensa que los que no hacen tales obras de la carne. Más
bien, dijo, "como les he advertido, los que practican tales
cosas no heredarán el reino de Dios". En otras palabras, los
que acostumbran hacer las obras de la carne no son criastianos
genuinos. No son controlados por el Espíritu Santo. Tienen
otro señor y amo. Dentro del nuevo pacto hay ninguna puerta
abierta para "vivir en pecado" y tener la certeza de la
salvación. Es verdad que todos fallamos, pero nuestra lealtad
a Dios se ve en que andamos al paso del Espíritu Santo que
mora en nuestras vidas, y no andamos tras la carne.
El
fruto del Espíritu
Habiendo bosquejado las obras de la carne, Pablo se vuelve
ahora al fruto del Espíritu, que será manifiesto en la vida
del cristiano genuino.
"Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No
hay ley que condene estas cosas" (Gál. 5:22,23).
Aquí hay otro discernimiento que vale la pena subrayar. La ley
del nuevo pacto puede resumirse en un principio básico y
abarcante:
"Y éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros,
como yo los he amado" (Juan 15:12).
En Gálatas encontramos que el fruto (singular) del Espíritu se
manifiesta primero en amor. Amamos porque Él nos amó primero.
¡He aquí la guía para vivir en el nuevo pacto! Mientras que
los "dones" del Espíritu se dan individualmente como el
Espíritu quiere, todos deben participar en el fruto del
Espíritu. Estas virtudes son una mayor evidencia del control
del Espíritu que cualquiera de los más espectaclares dones
mencionados en 1 Corintios 12-14. Examinemos esta cosa
maravillosa llamada el fruto del Espíritu. Observaremos que
todos los aspectos del fruto del Espíritu son sobrenaturales y
están fuera del ámbito de los logros personales sin el poder
del Espíritu Santo morando en el interior de la persona.
"Amor" es amor ágape - un amor desinteresado que ama,
no por amor a sí mismo, sino por amor a la otra persona que
necesita nuestro amor. Es un amor de sacrificio, un amor
incondicional, un amor que no termina nunca. Es una actitud
íntegra hacia los demás, que resulta en acciones positivas, y
cuyo modelo supremo es Cristo.
"Pero Dios demuestra su
amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos
pecadores, Cristo murió por nosotros" (Rom. 5:8).
"Lleven una vida de amor,
así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros ..." (Efe.
5:2).
Este amor no es un amor natural que puede ser despertado. Es
verdaderamente un "fruto del Espíritu".
"... Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el
Espíritu Santo que nos ha dado" (Rom. 5:5).
"Gozo" es una actitud interior de alegría que no
depende de las circunstancias. Es un gozo sobrenatural, que a
menudo se expresa en presencia misma de la persecución y las
dificultades.
"Pero los judíos incitaron
a mujeres muy distinguidas y favorables al judaísmo, y a los
hombres más prominentes de la ciudad, y provocaron una
persecución contra Pablo y Bernabé. Por tanto, los
expulsaron de la región. Ellos, por su parte, sacudieron el
polvo de sus pies en señal de protesta contra la ciudad, y
se fueron a Iconio. Y los discípulos quedaron llenos de
alegría y del Espíritu Santo" (Hechos 13:50-52).
"Y aunque mi vida fuera
derramada sobre el sacrificio y servicio que proceden de su
fe, me alegro y comparto con todos ustedes mi alegría" (Fil.
2:17.
"Paz"
es contento interior y serenidad mental. Es lo que yo llamo
"vivir la clase de vida eterna". Es saber que somos salvos y
que, no importa lo que nos suceda, estaremos con Cristo. Es
experimentar la vida eterna AHORA. Paz es la certeza de que
todo está bien entre nosotros y Dios. Es un don sobrenatural
del evangelio. Es paz con Dios.
"En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la
fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo" (Rom. 5:1).
Es también la paz de Dios.
"Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará
sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús" (Fil.
4:7).
"Paciencia"
es el soportar pacientemente y esperar con esperanza el tiempo
de Dios. Es una cualidad divina que nos permite soportar a
otras personas y sus acciones ofensivas sin que estas
circunstancias desencadenen las obras de la carne y nos hagan
vengarnos. Es ver a los que nos causan frustración o verdadero
daño como necesitados de nuestro ofrecimiento de perdón y
nuestra oración de estímulo.
"El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden
algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con
ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos
se arrepientan" (2 Pedro 3:9).
"Y un siervo del Señor no debe andar peleando; más bien,
debe ser amable con todos, capaz de enseñar y no propenso a
irritarse" (2 Tim. 2:24).
La paciencia es puesta a prueba no sólo cuando tenemos que
esperar algo. La paciencia se demuestra cuando nos han hecho
algo malo y no reaccionamos contra el que nos lo ha hecho.
"Amabilidad"
es no sólo una actitud que desea lo bueno para los demás, sino
también una cualidad divina que nos mueve a acciones positivas
que son apreciadas por otros.
"¿No ves que desprecias las riquzas de la bondad de Dios, de
su tolerancia y de su paciencia, al no reconocer que su
bondad quiere llevarte al arrepentimiento?" (Rom. 2:4).
La amabilidad será la cualidad sobrenatural expresada a otros
que les señale a nuestro amable Dios.
"Bondad"
es una cualidad divina que nos motiva a ser buenas personas.
Las buenas personas evitan hacer mal a otros y procuran el
bien de todos.
"El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón
saca el bien, pero el que es malo, de su maldad saca el mal"
(Mat. 12:35).
En la cita de Jesús que antecede, está claro que el corazón
debe ser renovado por el Espíritu Santo. Es el "nuevo hombre"
el que debe estar presente en el interior antes de que podamos
sacar algo bueno del corazón. En su condición irregenerada, el
corazón es desesperadamente malvado e impuro.
"Humildad"
es una cualidad divina que tiene cuidado de no causar
perjuicio o daño. Es una cualidad que se necesita cuando
tratamos de restaurar a otros.
"Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que
son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde.
Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado"
(Gál. 6:1).
La humildad es de largo alcance; aunque alguien sea
sorprendido en cualquier violación, él o ella debe ser tratado
con espíritu de humildad.
"Dominio
propio" es una virtud abarcante proporcionada por el
Espíritu. Una persona que tiene dominio propio no tiene
arrebatos de ira ni disputa. El dominio propio le permite a
uno ser verdaderamente libre - libre para decidir cómo él o
ella responderá a circunstancias variadas y adversas, más bien
que ser controlado por pasiones y deseos desenfrenados.
Una persons con dominio propio es una persona madura, que
necesita pocas leyes externas, si es que necesita alguna, para
gobernar su conducta.
Pablo concluye esta sección diciendo:
"... contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de
Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu"
(Gál. 5:22, 23).
Es claro y evidente que el que anda por el Espíritu no
necesita la ley del pacto antiguo para que gobierne su
conducta externa porque tiene la guía interna y el poder del
Espíritu Santo. La vida en el Espíritu es vida madura - una
vida que se vive por unos pocos principios abarcantes
enseñados por Cristo e interpretados y aplicados por la gracia
y el poder del Espíritu Santo. Examine reflexivamente la lista
de obras de la carne y el fruto del Espíritu. ¡No pueden
coexistir! Ambos son expresiones del hombre interior, el
corazón. O es motivado por la carne o por el Espíritu. Sí. ¡La
verdad es que la vida en el Espíritu produce justicia mucho
más allá de la ley! ¡Ahora está claro cómo y por qué el
Espíritu reemplaza la función del viejo pacto en la vida del
creyente!
Resumen
- El Espíritu Santo desempeña un papel indispensable en
la vida del cristiano, enseñándole "todas las cosas",
"testificando de Cristo", "guiándonos a toda verdad", y
"revelando lo que ha de venir".
- En el nuevo pacto, el Espíritu Santo desempeña en
gran medida el mismo papel que desempeñó la ley en el
pacto antiguo.
- El Espíritu Santo habita realmente en el creyente, y
allí reside el secreto de la vida en el Espíritu.
- Si un cristiano es guiado por el Espíritu, él/ella
no está bajo el dominio de la ley del pacto antiguo.
- Pablo define el mal, no como transgresión de la ley,
sino como las obras de la carne.
- Las obras de la carne son "evidentes" para un
cristiano guiado por el Espíritu.
- El fruto del Espíritu es una manifestación
sobrenatural de las cualidades del amor.
- El Espíritu Santo morando en el creyente es una guía
mejor para una vida justa que la ley del pacto antiguo.
- El Espíritu Santo trabaja en unión con la Palabra de
Dios, la Biblia.
- El Espíritu Santo no sólo guía al creyente sino que
proporciona el poder para vivir la vida cristiana.
(1) Gál. 3:15-29.
(2) El cristiano genuino que permite que el Espíritu Santo
reine en su vida.
(3) Algunas de las reflexiones presentadas aquí fueron
reunidas del excelente juego de cintas "The Christian and the
Mosaic Law", por Clinton Chisholm, y están disponibles en Life
Assurance Ministries.
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