Una de las doctrinas de los
adventistas del séptimo día por la cual yo solía abogar
apasionadamente es la idea de que, al morir, la persona no va
ni al cielo ni al infierno ni a un lugar intermedio, sino que
permanece en la tumba, a esperar la resurrección. "¿Hay vida
después de la muerte?", solía yo preguntar a mi auditorio
evangelista, y luego contestaba diciendo: "Sí, pero no antes
de la resurrección". Esta doctrina se conoce formalmente como
condicionalismo, o sueño del alma, es decir, la inmortalidad
es condicional, no inherente, concedida divinamente a los
redimidos en la resurrección general. Los muertos están
inconscientes.
Los adventistas del séptimo día consideran esto como uno de
los pilares cruciales de su sistema teológico. El adventismo
actual expresa este punto de vista con estas palabras:
La paga del pecado es muerte. Pero Dios, el único que es
inmortal, concederá vida eterna a los redimidos. Hasta que
llegue ese día, la muerte es un estado inconsciente para
todo el mundo. Cuando Cristo, que es nuestra vida, aparezca,
los justos resucitados y los justos vivos serán glorificados
y arrebatados en el aire para encontrarse con su Señor. La
segunda resurrección, la resurrección de los impíos, tendrá
lugar mil años más tarde (1).
Quizás más directamente, la Enciclopedia Adventista del
Séptimo Día señala que, puesto que los seres humanos son una
"unidad integral", cuando mueren, con la desintegración de
esta unidad, "la existencia consciente ya no es posible".
Además, la inmortalidad, el estado sin muerte, es "condicional
a la aceptación de Cristo", y será "concedida simultáneamente
a todos los salvos de todas las edades a la segunda venida de
Cristo" (2). De manera similar, "la muerte no es la
aniquilación completa", observa Los Adventistas del Séptimo Día Creen: " ...
es sólo un estado de inconsciencia temporal mientras la
persona espera la resurrección" (3).
Mientras yo era estudiante de primer año en lo que ahora es
Southern Adventist University, recuerdo que hice una
investigación para una tesis de fin de trimestre sobre este
tema, y pasaba horas en la biblioteca examinando pilas de
periódicos para una investigación sobre literatura. Uno de los
artículos que leí comentaba una reciente investigación
científica sobre parapsicología, que intentaba establecer el
peso de las personas tanto antes como después de la muerte,
para ver si había alguna diferencia en el peso del cuerpo (4).
La teoría era que quizás algo - ¿el "espíritu" o el "alma"? -
partía, dejando el cuerpo con menos substancia (5). Suspiré
aliviado cuando el artículo llegó a la conclusión de que no
había ninguna evidencia de que nada medible había abandonado
el cuerpo al morir. Esto confirmaba mi fe adventista. Años más
tarde, cuando Raymond Moody, M. D., comenzó a escribir sobre
experiencias "fuera del cuerpo" de personas que habían sido
resucitadas después de que se creía que habían muerto, me
encogí, aunque me daba cuenta, sin embargo, de que, aunque
estas experiencias debían ser explicadas, involucraban a
personas vivas. Aunque el jurado todavía está fuera, parecía
que la ciencia respaldaba la posición adventista (6). Hasta
ahora, bien.
No fue sino hasta que comencé a leer la Biblia más
detenidamente que comencé a notar alguna información
perturbadora. Constantemente tropezaba con pasajes que
implicaban alguna forma de vida, aun un estado consciente,
después de la muerte. Por supuesto, muchos de estos textos se
encuentran en poesía, pero la sugerencia de tal estado
consciente es clara. En la tumba (Seol), dice el poeta que
escribió el libro de Job,
ellos [los muertos] sólo sienten el dolor de sus propios
cuerpos, y sólo se duelen de sí mismos (7). Job 14:22.
El libro de Isaías contiene una endecha burlona contra el rey
de Babilonia, imaginando que el rey entra al lugar de los
muertos, el Seol:
El Seol abajo se espantó de ti; despertó muertos que en tu
venida saliesen a recibirte, hizo levantar de sus sillas a
todos los príncipes de la tierra, a todos los reyes de las
naciones. Todos ellos darán voces, y te dirán: ¿Tú también
te debilitaste como nosotros, y llegaste a ser como
nosotros? Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus
arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán. Isa.
14:9-11.
Ezequiel pinta un cuadro aun más vívido cuando describe el
descenso de Faraón al Seol:
Hijo de hombre, endecha
sobre la multitud de Egipto, y despéñalo a él, y a las hijas
de las naciones poderosas, a lo profundo de la tierra, con
los que descienden a la sepultura. Porque eres tan hermoso,
desciende y yace con los incircuncisos. ... A éstos verá
Faraón, y se consolará sobre toda su multitud. Faraón muerto
a espada, y todo su ejército, dice Jehová el Señor. ...
También Faraón y toda su multitud yacerán entre los
incircuncisos con los muertos a espada, dice Jehová el
Señor". Ezequiel 32:18-32.
¿Son todos estos poemas meras descripciones simbólicas o
míticas? ¿O indican que algunos escritores del Antiguo
Testamento, y presumiblemente sus oyentes, no creían que los
muertos estuviesen enteramente desprovistos de vida o de un
estado consciente?
Un ejemplo conspicuo de esta aparente anomalía es la
extraordinaria historia del encuentro de Saúl con la médium
espiritista en un lugar llamado Endor (1 Sam. 28:3-25). Cuando
yo enseñaba Antiguo Testamento en la Southern Adventist
University, este pasaje siempre nos perturbaba muchísimo a mí
y a la mayoría de los estudiantes de la clase.
El incidente de 1 Samuel 28 ocurre en el cenit del ascenso de
David a la prominencia en Israel, que comienza en 1 Samuel 16
y concluye en 2 Samuel 5:10 con las palabras: "Y David iba
adelantando y engrandeciéndose, y Jehová Dios de los ejércitos
estaba con él". El enfoque de la sección inmediata (1 Sam.
28:3-2 Sam. 1:27) es la caída final y la muerte de Saúl. La
muerte de Saúl ocurre en el centro mismo de esta sección.
1 Samuel 28 es la única narración de una sesión espiritista,
una narración de la aparición de muertos. En este sentido, es
única. Su paralelo más cercano ocurre en el Nuevo Testamento,
en la narración de la transfiguración, cuando Elías y Moisés
aparecen con Jesús en el monte (Mar. 9:2-8** Mat. 17:1-8; Luc.
9:28-36).
Desesperado por la amenazadora cercanía de los ejércitos
filisteos, Saúl procura la dirección divina. Puesto que Samuel
está muerto (v. 3), Saúl inquiere del Señor, sin duda usando
las sagradas piedras sacerdotales, Urim y Tummim (8). No
recibe ninguna respuesta, ni por las suertes sagradas, ni por
medio de sueños, ni por medio de los profetas (v. 6). Esto
fuerza la mano de Saúl, obligándole a buscar una alternativa
en una médium de Endor, no lejos de Gilboa, contrariamente a
la ley escrita de Israel (Deut. 18:10-11; Lev. 19:31; 20:6,
27) y contra su propia política (1 Sam. 28:7).
Asustada y un poco renuente, la médium conjura la aparición de
Samuel, a quien Saúl reconoce por su vieja capa (vs. 8-14).
Luego, Samuel pronuncia un oráculo de condenación (vs. 15-19).
Le recuerda a Saúl que éste está en esta situación porque
"Jehová se ha alejado de tí y se ha convertido en tu enemigo"
(v. 16). Saúl y sus hijos se reunirán con Samuel en el Seol,
el lugar de los muertos, dice, al día siguiente. Saúl
inmediatamente cae postrado al suelo, aterrorizado. Luego,
después de haber sido instado a comer, se escurre fuera de la
tienda en la noche (vs. 20-29) (9).
Esta extraña experiencia no tiene precedentes en la Biblia.
Lord Byron llamó a este relato "la más excelente y consumada
escena de brujería que jamás se escribió o se concibió ... Es
superior a todas las escenas de fantasmas que jamás leí (10)".
Aunque, por sí misma, no está enfocada en el tema de la vida
después de la muerte, indirectamente refleja actitudes
relativas a la vida que pueden haber sido comunes en Israel en
esta coyuntura particular, y que deben ser tomadas en cuenta
si hemos de configurar una teología bíblica plena de la
condición humana en la muerte.
¿Quién o qué es la médium consultada por Saúl? La expresión
hebrea usada para ella (v. 7), .eshet bahalat-,ob, "mujer señora de la
nigromancia" (11), aparentemente se deriva de la raíz ,b, "padre, antepasado",
y denota a alguien que se comunica con los espíritus de los
antepasados (12). En el v. 3, esta misma palabra se usa junto
con yidde'oni,
"espíritu familiar", es decir, alguien que a la vez tiene
conocimiento del mundo invisible y está estrechamente
familiarizado con los adivinos (13). Obviamente, estos
términos son expresiones sinónimas para describir lo que
nosotros llamamos un "médium", una persona a través de la cual
se supone que son transmitidos mensajes de los muertos.
Actualmente, la televisión por cable presenta a un médium de
nombre John Edward en un programa llamado "Crossing Over"
(14). En cada episodio, se supone que Edward se comunica con y
transmite mensajes de los conocidos y parientes fallecidos de
los presentes en el auditorio, que están con él en el estudio
(15). La mujer a la que Saúl consultó debe haber sido, en
ropaje antiguo, una persona similar a ésta. Tanto Levítico
como Deuteronomio prohibían consultar a tales personas, y Saúl
mismo había tratado de extirpar esta práctica (1 Sam. 28:9).
Sin embargo, a pesar de la naturaleza clandestina de la
experiencia, Samuel se le aparece a Saúl. Este episodio ha
sido el centro de considerable controversia, en particular
acerca de la naturaleza de la aparición de Samuel. ¿Fue
realmente el espíritu de Samuel lo que apareció? Y, si es así,
¿cómo es que pudo ser invocado por una médium? Si la aparición
era el diablo, o alguna clase de espíritu malo que se hacía
pasar por Samuel, ¿cómo es que pudo anunciar una profecía que
resultó verdadera? (16). A causa de su posición acerca de la
muerte, los adventistas afirman rápidamente que esta figura no
es en realidad Samuel en absoluto, sino un espíritu malo que
se hace pasar por Samuel. Arguyendo que Dios jamás se habría
involucrado en algo prohibido, como la nigromancia, Leroy
Froom, a quien podemos considerar representante de la posición
adventista, afirma que la experiencia de Saúl "fue un burdo
engaño, una simulación de Samuel por parte de un 'espíritu'
depravado, que le colaron a un rey desesperado y apóstata"
(17).
Sin embargo, el texto no parece ser tan seguro de esto como
Froom. "He visto dioses [élohim]
que suben de la tierra", dice la médium, usando un término que
normalmente denota "dios" o "Dios" en sus 2,570 ocurrencias en
el Antiguo Testamento. Aquí la palabra parece describir a un
ser no humano o sobrenatural de alguna clase (18). La médium
observa (v. 14) que la aparición tiene puesto un "manto" (me'il), la misma palabra
usada para describir el manto que Ana traía anualmente a
Samuel a Siloh (2:19), y evidentemente la misma prenda de
vestir que distinguió a Samuel durante su carrera. Samuel
llevaba este manto en ocasión del rechazo de Saúl (15:27).
La mención del manto permite a Saúl identificar la aparición.
"Saúl entonces entendió que era Samuel" (28:14). En la
siguiente escena, Samuel le habla a Saúl (vs. 15-19). No hay
ninguna indicación de parte del narrador de que esta
aparición, por extraña que sea, es alguien aparte de Samuel.
Un lector desinteresado de esta historia tiene la clara
impresión de que aquí se debe entender que se refiere al
verdadero Samuel. Anuncia un mensaje a Saúl consistente con lo
que Samuel le había dicho mientras estaba vivo (ver 15-27). Es
llamado "Samuel" sin ninguna reserva (vs. 14-15, 20). Sólo en
las fases iniciales del encuentro espiritista, cuando la
sombría figura, el élohim,
se materializa, hay alguna duda. El escritor se propone dar la
impresión de que es Samuel el que aparece del Seol, el "lugar
de silencio y quietud donde la impotencia de las sombras hace
completamente imposible al vigor exuberante de la vida real"
(19), Esta era, no sólo la intención del escritor, sino
también la creencia de los lectores implícitos de este relato
(20). En una clase sobre Samuel, que yo enseño actualmente en
el Columbia Theological Seminary en Decatur, Georgia, un
estudiante de una de las iglesias adventistas o milleristas
relacionadas, la Conferencia General de la Iglesia de Dios,
tenía dificultades con este sentido natural del pasaje (21).
Habiéndole pedido un día en clase que tradujera el hebreo de
una porción de Samuel 28 que menciona el regreso de Samuel de
entre los muertos, noté que titubeaba. "¿Tiene usted algún
problema con este pasaje?", le pregunté. "Sí", respondió con
timidez. "Yo no creo que los muertos pueden regresar de la
tumba".
Descubrí que, como otras culturas antiguas, los hebreos creían
que, cuando una persona moría, aunque su vida terrenal había
terminado, no abandonaba por completo la existencia o el
sentido consciente. En vez de eso, permanecía en un lugar
debajo o fuera de la tierra, que sólo Dios conocía, ajena a su
vida anterior (22). Desde el Seol, los espíritus individuales,
conocidos como élohim o numina, podían ser invocados para
consultarles. En esto, los hebreos simplemente reflejaban los
conceptos tradicionales que conocemos en la literatura
mesopotámica y cananea (23). Mucho más tarde en la tradición
(siglo segundo A. C.), en su alabanza de los antiguos
ciudadanos respetables del pueblo hebreo, Ben Sira escribe
acerca de Samuel:
Aun después de haber
dormido, profetizó y anunció al rey su muerte, y alzó su voz
desde la tierra en profecía, para borrar la maldad del
pueblo. Sirach 46:20.
Por lo tanto, junto con la tradición hebrea, el escritor de 1
Samuel 28 entiende que esta aparición de entre los muertos era
el profeta Samuel en un estado post-mortem. Además, el
escritor cree que Samuel ha sido "·perturbado", es decir,
despertado del estupor de la muerte (24). Por lo tanto, si
tomamos la experiencia de Saúl a pie juntillas, como
aparentemente lo hace el narrador, ¿qué indica este relato
sobre el sueño del alma o la posición condicionalista de los
seres humanos en la muerte? Me encontré rumiando esta pregunta
más y más mientras mis estudiantes de Antiguo Testamento se
concentraban en este incidente, exigiendo una respuesta
consistente con el adventismo y dejándome frustrado, sin una
explicación que realmente tuviese sentido.
Primera Samuel 28 corre a contrapelo de la idea absolutamente
crítica para la teoría condicionalista de que los muertos
están inconscientes, siempre y en todas las circunstancias.
Si, al morir, ocurre una completa disolución, como suponen los
condicionalistas, entonces no habría nada que sirviera de
intermediario para el estado consciente, como este pasaje
parece requerir. La única respuesta posible del
condicionalismo, sin introducir ninguna idea extraña en el
texto, sería decir que Yahvé, en estas inusuales
circunstancias, trajo milagrosamente a Samuel a alguna forma
de conciencia y le permitió reiterarle a Saúl lo que le había
dicho cuando estaba vivo. Pero esta no es la reacción
adventista (25). En vez de eso, el adventismo se aferra a la
teoría de que la aparición no es realmente Samuel -
contrariamente a la claridad del texto - y de que el diablo
está engañando a Saúl. Ellen White explica que la médium
"había entrado en un pacto con Satanás para entregarse a su
control", de modo que la aparición no podría haber sido
Samuel. "Samuel no estaba presente en esa guarida de espíritus
malos. Esa aparición sobrenatural fue producida solamente por
el poder de Satanás" (26).
¿Cómo podría ser esto así?, seguía yo preguntándome. El texto
no permite nada ni remotamente similar a esta interpretación.
Si sólo tuviéramos este texto, no podríamos nunca llegar a la
conclusión de que esta era una personificación impía de
Samuel. El pasaje dice claramente: "Y Samuel le dijo a Saúl
..." (v. 15, traducción del autor). Sin embargo, yo sabía que
el adventismo no tenía más opción que ofrecer esta
explicación. Su doctrina sobre la muerte no permite ninguna
otra posibilidad.
El adventismo parece haber adquirido la creencia
condicionalista del predicador millerista George Storrs
(1796-1879), que la había desarrollado para 1841 antes de
ingresar al grupo de milleristas. Storrs, un exiliado tanto
del congregacionalismo como del metodismo, había estudiado las
Escrituras cuidadosamente y llegado a la conclusión de que los
seres humanos no poseen inmortalidad inherente, sino que la
reciben sólo como un don por medio de Cristo Jesús (27). Los
impíos, habiendo rehusado el don, serán extinguidos
completamente. Aunque William Miller se oponía al punto de
vista de Storrs, igual que Josiah Litch, el punto de vista
permaneció, y recibió su primer tratamiento completo
adventista del séptimo día con D. P. Hall. Hall, que más tarde
quedó envuelto en la defección de la facción de los mensajeros
del adventismo en la década de 1850, parece ser el primer
adventista en razonar que, puesto que los seres humanos son
una unidad, cuando una persona muere, el todo también muere.
Por lo tanto, el alma no puede ser inherentemente inmortal.
Hall también reconocía las implicaciones de la posición de la
inmortalidad del alma para la Segunda Venida, la resurrección,
y el destino final de los impíos. Si las almas van
inmediatamente a estar con Cristo, ¿de qué sirven la Segunda
Venida o la resurrección? Hall escribió: "Nuestro punto de
vista sobre la naturaleza del hombre dará forma y color, hasta
un alto grado, a nuestro punto de vista sobre la vida, la
muerte, la resurrección, el cielo, el infierno y, de hecho, a
todos los otros temas de la revelación" (28). Así es.
La doctrina llegó a adquirir una especie de status "canónico",
instalada como una de las creencias fundamentales del
adventismo. En 1889, Ellen White la incluyó en los que ella
llamó los "hitos" del movimiento adventista. Estos hitos eran
la "purificación del santuario", los mensajes de los tres
ángeles, el sábado, y "la no inmortalidad de los impíos" (29).
Declaró, además, que la "inmortalidad del alma era una de esas
falsas doctrinas que Roma tomó prestadas del paganismo e
incorporó en la religión del cristianismo". Descansa en la
"doctrina de la conciencia en la muerte", una idea que "se
opone a las enseñanzas de las Escrituras, los dictados de la
razón, y nuestros sentimientos de humanidad". La idea de la
inmortalidad inherente será uno de los engaños de Satanás en
los últimos días - una "obra maestra del engaño", termina
diciendo (30).
Palabras fuertes, éstas. Pero yo no podía sacudirme la más
obvia enseñanza de 1 Samuel 28 y los otros pasajes del Antiguo
Testamento que parecían ir en dirección contraria. Es verdad
que había muchos textos que indicaban el sueño del alma (31),
pero también estaban los otros. Las dos ideas de "sueño" y la
conciencia parecen haber coexistido en el pensamiento hebreo,
sin ningún intento de reconciliación (32). ¿Cuál transmitía la
verdad? ¿De qué lado debe estar una persona? ¿Cuál es la
condición exacta de una persona en la muerte? La presentación
bíblica de la muerte parecía mucho más compleja que la teoría
adventista del condicionalismo.
Reconociendo que las creencias cambian con el tiempo, me volví
al así llamado período intertestamentario, la época entre el
Antiguo Testamento y el Nuevo (c. 300 A. C. - 50 D. C.) para
ver qué podía encontrar acerca de los puntos de vista sobre la
muerte antes de la llegada del cristianismo. Lo que encontré
fue igualmente perturbador. La Sabiduría de Salomón, un libro
de sabiduría escrito a mediados del siglo primero A. C.,
comenta:
Las almas de los justos
están en las manos de Dios, y ningún tormento les tocará
jamás ... Porque, aunque a la vista de los demás, fueron
castigadas, su esperanza está llena de inmortalidad.
Sabiduría 3:1,4.
Aun más explícitamente, el libro 4 de Macabeos, una
conferencia sobre el dominio de las pasiones por la razón
religiosa, escrita en algún momento entre c. 63 A. C. y la
destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 D. C., cuenta
el martirio de Eleazar, sus siete hermanos, y su madre bajo el
régimen de Antíoco IV Epífanes (175-163 A. C.). El "premio" de
estos mártires judíos, después de la muerte, fue la
"inmortalidad en la vida eterna" (17:12). Hasta Antíoco "se
maravilló de su resistencia, a causa de la cual ellos están
ahora delante del trono divino y viven la vida de la eterna
bienaventuranza" (v. 17). Por este y otros crímenes, Antíoco
"fue castigado en la tierra y está siendo castigado después de
su muerte" (18:5) (33). A pesar de tener que sufrir aquella
muerte con tortura, estos mártires, junto con sus antepasados
"han recibido de Dios almas puras e inmortales" (v. 23).
En el período intertestamentario, como en el Antiguo
Testamento, la idea de alguna forma de conciencia después de
la muerte parece haber coexistido en el judaísmo primitivo
junto con las ideas del sueño del alma y la resurrección. El
primero, según Otto Kaiser, tiene raíces, no sólo en la
creencia popular, sino también en las influencias persas y
griegas sobre el pensamiento hebreo; la segunda es una
solución claramente judía conectada con la expectativa de un
juicio final (34).
Volviendo al Nuevo Testamento, encontré esencialmente la misma
tensión. Un grupo de textos parece considerar a los muertos
como inconscientes, en reposo hasta la resurrección (35);
otro, que los muertos están conscientes de alguna manera
inmediatamente después de la muerte, posiblemente en el
paraíso o en el infierno. En este último caso, Hebreos se
refiere a "los espíritus de los justos hechos perfectos" que
ya están en el cielo (12:23). Nótese también la referencia
apocalíptica a las almas bajo el altar en el cielo, los
mártires para Cristo, que claman: "Soberano Señor, santo y
verdadero, ¿cuánto tiempo pasará antes de que juzgues y
vengues nuestra sangre?" (Apoc. 6:9.10). Considérese, también,
la parábola de Jesús sobre el rico y Lázaro. En el Hades, el
rico "alzó sus ojos y contempló a Abraham a lo lejos con
Lázaro a su lado" (Luc. 16:23). Varios otros pasajes en el
Nuevo Testamento indican la misma creencia (2 Cor. 4:16-5:10;
Fil. 1:21-23)(36). Un pasaje introduce ideas aun más
desusadas. Me refiero al extraño pasaje en 1 Pedro que dice
que Cristo fue y predicó a los "espiritus encarcelados", en el
ámbito de los muertos (3:19-20):
Cristo ... muerto en la
carne pero vivificado en espíritu, en el cual también fue y
predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo
desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios
en los días de Noé, mientras se preparaba el arca. 1 Pedro
3:19-20.
Este enigmático pasaje ha ocasionado mucho debate a lo largo
de los siglos (37). ¿Cuándo hizo esto Cristo? ¿Cuáles
espíritus? ¿Cómo lo llevó a cabo? Se han ofrecido tres
interpretaciones substanciales. La primera insiste en que,
antes de su encarnación, Jesús predicó a los desobedientes en
los días de Noé. La segunda, que sigue el texto casi
literalmente, supone que, entre su muerte y su resurrección,
Jesús bajó al lugar de los muertos y les predicó a los
espíritus de las personas que habían muerto en los días de
Noé. La tercera interpretación también supone una acción entre
la muerte y la resurrección, pero en vez de a los
desobedientes del diluvio, Jesús proclamó su victoria sobre
todos los principados y potestades a los ángeles malos que se
mencionan en Gén. 2-4.
¿Cuál interpretación es correcta? La frase prepositiva
inicial, en hoi,
debe ser tomada como "en qué circunstancias", "mientras", o
"cuándo" (38). Si esto es así, entonces el pasaje se refiere a
un tiempo inmediatamente después de la muerte de Jesús. Esto
parecería eliminar la típica respuesta adventista, es decir,
que esto se refiere a la proclamación en los días de Noé (39).
Entonces, ¿quiénes son estos espíritus? Uno no puede descartar
la posibilidad de que son los espíritus de los impíos muertos
que están encarcelados en el lugar de los muertos. En este
punto, uno puede detectar algo similar a las ideas griegas y
romanas sobre el Hades (40). Por lo menos, este pasaje
concuerda con los del Antiguo Testamento que ven la tumba como
un lugar sombrío en el cual permanece alguna forma de
conciencia.
Para cuando llegué al final de mi estudio, ya había visto
suficiente. Se me ocurrió que la posición adventista sobre la
naturaleza de la muerte, como muchos otros dogmas de la
iglesia, había fracasado en el manejo de la complejidad de la
información bíblica. En vez de tratar realística y maduramente
el difícil material de la Biblia, aunque no fuese capaz de una
síntesis, la iglesia, en sus años formativos, había ignorado
parte de ese material y llegado apresuradamente a la
conclusión de que el condicionalismo se enseñaba
consistentemente en la Escritura, y de que, además, esta idea
debía ser una creencia fundamental y una prueba de discipulado
para los cristianos. En otras palabras, la iglesia echó mano
de pasajes que apoyan el sueño del alma y minimizó la
importancia de otros que ofrecen una perspectiva diferente.
Quizás en algún siglo de aquí en adelante el adventismo
reconozca este juicio apresurado y modifique su postura
dogmática para permitir más de un punto de vista sobre este
tema.
¿Por qué echó mano el adventismo de la interpretación
condicionalista y la convirtió en una prueba ácida para los
cristianos? No siendo sociólogo, sólo puedo especular. Como el
adventismo difería significativamente de las iglesias
establecidas del siglo diecinueve, echó mano ávidamente de
métodos para justificar su distinción. Naturalmente, la
enseñanzas diferenciadoras, como el sábado, los mensajes de
los tres ángeles, y el estado de los muertos se convirtieron
en símbolos de identidad. De aquí que estos símbolos
eventualmente evolucionaran hasta convertirse en pruebas de lo
que significa ser adventista del séptimo día. En la
actualidad, los evangelistas adventistas habitualmente
consideran estos símbolos como "verdades de prueba" porque
tienden a separar los que quieren ser adventistas de los que
no quieren serlo. Los adventistas todavía se aferran a estos
puntos de identidad, porque no quieren ser clasificados a la
ligera junto con otros cristianos.
Sin embargo, tanto los adventistas, con su idea de la no
inmortalidad del alma, como los que se adhieren a la
inmortalidad del alma, apelan sinceramente a la Biblia en
busca de apoyo. La evidencia bíblica no puede, sin distorsión,
ser reducida completamente a ninguna de las dos posiciones. La
Biblia no puede ser forzada completamente hacia ninguno de los
dos campos. Su presentación de la muerte trasciende tanto el
condicionalismo como la inmortalidad del alma. ¿Por qué no
resuelve este punto la Biblia? En mi opinión, no es el
propósito de la revelación bíblica revelar la naturaleza
exacta del estado de la muerte, no más de lo que se propone
revelar la forma esférica de la tierra o los orígenes del
universo. Puede que, en algunos de estos temas, los escritores
bíblicos meramente reflejen la interpretación de su tiempo.
Esto hace que sea aun más sorprendente que los adventistas
hayan decidido hacer de su posición sobre la muerte una prueba
de comunidad cristiana. Si una persona cree en la inmortalidad
del alma, o en la conciencia más allá de la muerte, él o ella
no puede continuar siendo adventista de buena reputación y
miembro regular de la iglesia (41). A mi juicio, es
irrazonable tomar este asunto - que no ha sido aclarado en la
Escritura - e insistir en que un cristiano tome una posición
en una dirección o en otra. "La confesión de ninguna persona
debería tener jamás fuerza obligatoria para otra persona",
aconseja sabiamente Kirby Godsey. "No sabemos lo suficiente
para hacer eso. Una confesión es un don, no una prueba" (42).
Mis propios pensamientos han andado un largo camino desde los
encuentros alrededor del significado de 1 Samuel 28 y la
experiencia de Saúl en las clases de Antiguo Testamento en la
Southern Adventist University. Todavía soy condicionalista -
apenas - sin duda a causa de mi herencia adventista. Pero
ahora reconozco cuán tenue es ese modelo realmente, y cuán
incapaz es de mantener junta toda la información dentro de la
Biblia. Y el registro bíblico es aun más complejo de lo que yo
he indicado aquí. No tengo todas las respuestas. Tengo aun
menos de las que una vez creí que tenía. Pero me doy cuenta de
que mi salvación no depende de tener todas las respuestas.
Depende de Cristo Jesús, que dijo: "Yo soy la resurrección y
la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el
que vive y cree en mí no morirá jamás" (Juan 11:25).
(1) Creencias Fundamentales, número 25,
citada en el Manual de la
Iglesia Adventista del Séptimo Día (Edic. rev.;
Washington: General Conference of the Seventh-day Adventists,
1986), p. 31. La siguientes referencias bíblicas están citadas
en apoyo de esta creencia: Rom. 6.23; 1Tim. 6:15-16; Ecle.
9:5-6; Sal. 146:3-4; Juan 11:11-14; Col. 3:4; 1 Cor. 15:51-54;
1 Tes.4:13-17; Juan 5:28-29; Apoc. 20:1-10.
(2) (Washington: Review and
Herald, 1966), p. 333.
(3) (Washington: Review and
Herald, 1988), p. 352.
(4) La parapsicología es una rama de la psicología que trata
de fenómenos psíquicos, como la clarividencia, la telepatía,
la percepción extrasensorial, y otros temas ocultos.
(5) Esto me recuerda la famosa pregunta de Eclesiastés:
"¿Quién sabe si el espíritu de los seres humanos va hacia
arriba y el espíritu de los animales va hacia abajo, a la
tierra?" (3:21). A menos que se indique lo contrario, todos
los textos bíblicos son de la Nueva Versión Satandard Revisada, copyright
©1989, División de Educación Cristiana del Concilio Nacional
de Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América, y
usados con permiso.
(6) Para una discusión de recientes experimentos científicos
en parapsicología y su relación con la muerte, véase, de John
Hick, Philosophy of
Religion (3a. ed.; Englewood Cliffs: Prentice-Hall,
1983), pp. 122-132).
(7) Compárese esto con el dolor del joven rico en la parábola
de Jesús: "En el Hades, donde estaba siendo atormentado, alzó
los ojos y vio a Abraham a lo lejos con Lázaro a su lado"
(Luc. 16:23).
(8) Se dice que estas piedras estaban sobre el pectoral del
juicio del sacerdote. Aparentemente, era una bolsa que
contenía las suertes sagradas (véase Éx. 28:30).
(9) Compárese con la partida de Judas "de noche" durante la
última cena (Juan 13:30).
(10) Citado en T. Ashton, ed., Bryan´s Hebrew Melodies (1972).
(11) Francis Brown, S. R. Driver, and C. A. Briggs, ed., A Hebrew and English Lexicon of
the Old Testament (Oxford: Clarendon, 1907), p. 15.
(12) J. Lust, "On Wizards
and Prophets", en Studies in Prophcy, VTSup 26, Leiden: E.
J. Britt, 1974), pp. 133-142.
(13) Brown, Driver, Briggs, p. 396.
(14) Este show se
transmite por televisión tarde en la noche por el canal de
CienciaFicción.
(15) Mientras miraba el show
de Edward, noté que la información transmitida no siempre era
exacta, y podía ser malinterpretada fácilmente por una persona
que no estuviese alerta , pero ansiosa por oír algo de un
familiar difunto. El espacio para el engaño directo es
potencialmente enorme.
(16) Para un examen de esta controversia hasta el año 800 D.
C., véase de K. Smelik, "The Witch of Endor: 1 Samuel 28 in
Rabbinic and Christian Exegesis till 800 D. C.", Vigiliae Christianae 33
(1979): 160-179.
(17) The Conditionalist
Faith of Our Fathers (2 vols.; Washington: Review and
Herald, 1966), vol. 1, p 179. De manera similar, el Seventh-day Adventist Bible
Commentary arguye que, puesto que la nigromancia
había sido prohibida por la ley levítica, "la comunicación
debe haber procedido de alguna otra fuente" diferente de Dios.
Esa fuente era una "personificación satánica de Samuel" (ed.
F. D. Nichol [7 vols.; Washington. Review and Herald, 1954],
vol. 2, pp. 586-587).
(18) Helmer Ringgren, "------," Theological Dictionary of the Old Testament,
ed. G.J. Botterweck y H. Ringgren (Grand Rapids: Eerdmans,
1974), vol. 1, p. 282. Isaías 8:19 usa la palabra de manera
similar.
(19) Walther Elchrodt, Theology
of the Old Testament (2 vols, Philadelphia:
Westminster, 1961-1967), vol. 2, p. 211. Para información
adicional sobre la naturaleza del Seol en el Antiguo
Testamento, véase Deut. 26:14; Isa. 14:9-11. En los apócrifos,
véase Sirach 30:18; Tobit 4:17.
(20) Es difícil fechar el libro de Samuel con exactitud. La
forma final del libro no podría haber tenido lugar antes de la
época de Salomón (siglo décimo A. C.) y probablemente ocurrió
más tarde, quizás en algún momento en el siglo sexto A. C. Se
cree que el reinado de Saúl debe haber tenido lugar circa
1020-1000 A. C.
(21) La idea de que los muertos están inconscientes hasta la
resurrección puede encontrarse todavía en otros grupos que se
formaron del movimiento millerista, como la Iglesia Cristiana
del Advenimiento y la Conferencia General de la Iglesia de
Dios (véase de Frank S. Mead, Handbook of Denominations in the
United States [10a. ed. rev. Samuel S. Hill; Nashville:
Abingdon, 1995], pp. 35-37).
(22) Véase Job 14:22; Sal. 22:29; 139:7-8.
(23) Un texto ugarítico del siglo quince A. C. describe el
lugar de los muertos como una ciudad, cuyo gobernante tiene
que alimentarse de lodo y beberlo "por copas y barriles".
Véase de T. H. Gaster, "Dead, Abode of the", Interpreter´s Dictionary of the
Bible, ed. G. A. Buttrick (5 vols; Nashville:
Abingdon, 1962-1976), vol. 1, p. 787.
(24) G. B. Caird, "The First and Second Books of Samuel", Interpreter´s Bible, ed.
G. A. Buttrick (12 vols.; Nashville: Abingdon, 1953), vol. 2,
p. 1029. La palabra hebrea traducida como "perturbar" es ragaz, "sacudirse,
ser perturbado, excitarse".
(25) "Sería contrario a todo principio de justicia imaginar
que la autoridad divina sea dada a un nigromante para que haga
venir a Samuel de su lugar de reposo. Pensar que Dios, que
había prohibido la nigromancia (Deut. 18:10-21), cedería a la
solicitud de una médium y perturbar a un santo que dormía
sería enteramente inconcebible" (Adventist Bible Commentary, vol. 2, pp.
587-588).
(26) Patriarchs and
Prophets (Mountain View, CA: Pacific Press, 1958),
pp. 676, 679.
(27) An Enquiry; Are the
Souls of the Wicked Immortal? In Three Letters
(Albany, NY, 1842).
(28) Man Not Immortal: The
Only Shield Agaisnt the Seductions of Modern Spiritualism
(Battle Creek: Steam Press, 1854), p. 3. Citada en Malcolm
Bull y Keith Lockhart, Seeking
a Sanctuary: Seventh-day Adventism & the American Dream
(San Francisco: Harper & Row, 1989), p. 74.
(29) Counsels to Writers
and Editors (Nashville: Southern Publishing
Association, 1946), p. 30. La referencia a la "no inmortalidad
de los impíos" debe referirse al hecho de que la muerte será
completa para los impíos, mientras que los justos recibirán la
inmortalidad de Dios como un don a la resurrección.
(30) The Great Controversy
(Mountain View, CA: Pacific Press, 1911), pp. 549, 545, 561.
(31) Es decir, Sal. 6:5; 30:9; 88:10; 115:17; 146:4; Ecle.
9:5-10. Puesto que es bien sabido por el lector, en este
artículo no me propongo discutir esta interpretación por
completo.
(32) "Las dos posibilidades, la comunión de los que han
desaparecido en otro lugar y la profunda inconsciencia de los
difuntos, más bien coincidió para ellos, en la sombría
existencia del mundo de los muertos" (Otto Kaiser y Eduard
Lohse, Death and Life,
trad. J. E. Steely [Nashville: Abingdon, 1977], p. 33). Job
14:21-22 contiene tiene ambas ideas, una al lado de la otra.
(33) Al prepararse para torturarles, los hermanos le dicen a
Antíoco: "Por medio de este severo sufrimiento y esta
resistencia, nosotros tendremos la recompensa de la virtud y
estaremos con Dios, por cuya causa sufrimos; pero tú, por ser
sanguinario hacia nosotros, merecidamente sufrirás el eterno
tormento por el fuego de la justicia divina" (9:8-9).
(34) Death and Life,
p. 91.
(35) Juan 5:28-29; 11:11-14; 1 Cor. 15:50-57.
(36) Por supuesto, los adventistas han tratado de soslayar la
fuerza de estos pasajes. Véase Seventh-day Adventists Answer Questions on Doctrine
(Washington: Review and Herald, 1957), pp. 511-609. Sin
embargo, las explicaciones sólo sirven para confirmar la
ambigüedad esencial del registro bíblico sobre esta cuestión.
(37) Por lo que sigue, estoy en deuda con David Bartlett, "The
First Letter of Peter", New
Interpreter´s Bible, ed. L. Keck (12 vols; Nashville:
Abingdon, 1998), vol. 12, pp. 293-295.
(38) Véase de F. Blass y A. Debrunner, A Greek Grammar of the
New Testament and Other Early Christian Literature, trad. y
rev. R. W. Funk (Chicago: University of Chicago, 1961)
par219(2). Blass y Debrunner citan a Rom. 2:1; 8:3; Heb. 2:18
como otros ejemplos.
(39) El Adventist Bible
Commentary sugiere que el pasaje se refiere bien a
que Cristo predicó a la gente de los días de Noé en su estado
pre-existente o por medio del Espíritu Santo. La idea de que
Cristo predicó a los espíritus de los desobedientes que
entonces estaban cautivos en el Hades significaría que habían
recibido una segunda oportunidad después de la muerte, algo
que no se le concede a nadie más en la Escritura (vol. 7, pp.
574-576).
(40) Véase 2 Ped. 2:4, donde
se dice que Tártaro, el lugar infernal de castigo, es la
morada de los ángeles que pecaron.
(41) La doctrina de la no inmortalidad del alma aparece, como
hemos observado más arriba, en las Creencias Fundamentales de
la Iglesia. Una persona queda sujeta a la disciplina de la
iglesia, que incluye la excomunión, por "negar la fe en los
fundamentos del evangelio y en las doctrinas cardinales de la
iglesia, o enseñar doctrinas contrarias a ella" (Adventist Church Manual,
p. 162).
(42) When We Talk About God
... Let´s Be Honest (Macon, Ga; Smyth & Helwys,
1996), p. 6.