CUANDO LA RELIGIÓN CAUSA
UN TRAUMA PSICOLÓGICO EN EL ALMA
Dr. J. LeBron McBride,
Ph. D. *
La religión saludable tiene un gran potencial para el bien, pero
la religión corrupta puede traer gran inquietud al alma. De
hecho, ocurren muchas bajas espirituales y lesiones traumáticas
de la psiquis durante viajes religiosos. Este artículo se
enfocará en algunas de las maneras en que la religión mala
resulta en un trauma psicológico hasta para los que huyen de su
absorbente control.
En décadas más recientes, hemos llegado a
observar el impacto de experiencias traumáticas en personas que
las han sufrido. Hasta tenemos un desorden psicológico que se
reconoce como resultado de un horrendo trauma. Se llama desorden
de estrés post-traumático. Aunque ciertamente no deseo minimizar
en modo alguno las terribles experiencias que muchos tienen con
varias formas de abuso, violencia, y guerra, he descubierto que
hay algunos paralelos menos intensos en los que experimentan el
trauma de la religión destructora. También he descubierto que un
enfoque puramente teológico al sanamiento de tales personas,
aunque es vital, no es tan útil como una aproximación holística
que incluya también los aspectos teológicos y relacionales.
Las personas que despiertan salen de un
sistema religioso por varios caminos. A menudo, despiertan
gradualmente o se dan cuenta de que, sin alguna maniobra molesta
y evasiva, los trozos de la estructura teológica simplemente ya
no encajan para ellos. Para los que han sido "verdaderos
creyentes", este despertar puede convertirse en confusión,
desorganización, y un incómodo estado psicológico porque las
cosas ya no ajustan entre sí como en un paquete bien envuelto.
Tal estado psicológico se ha llamado disonancia cognoscitiva a
causa de los conflictos internos que presenta.
Ambivalencia y confusión
La mayoría experimentará una lucha hacia
atrás y hacia adelante o ambivalencia al luchar con lo que
siempre se les ha enseñado y lo que están comenzando a entender.
Un ejemplo de esto es la persona que me escribió lo siguiente:
Debo admitir que a veces no estoy seguro de
lo que pasa en mi cabeza. Todo lo que sé es que, cuando pienso
en regresar a la "experiencia religiosa" de años pasados, no
puedo soportar la idea. He encontrado una libertad y un gozo que
nunca antes conocí, y mientras más aprendo, mejor me siento
acerca de ello. Sin embargo, uno no puede haber crecido en "la
vieja escuela" y no temer, de tanto en tanto, ser un hereje y
una "señal del fin".
Esta ambivalencia y esta confusión pueden
ser extremadamente intensas al darse cuenta la persona de que
muchas de las suposiciones y creencias que se le han enseñado y
que ha creído por años no son correctas. Puede haber una
sensación de indefensión, desorientación, y de ser abrumada, que
son también experiencias comunes de los que pasan por un trauma.
Depresión, ansiedad, rigidez, o conductas impulsivas pueden
volverse evidentes. Pueden experimentarse ira, desesperación,
vergüenza, culpa, desconfianza, furia, temor, e irritación. Ya
nada parece normal ni seguro. El cuestionamiento espiritual
puede convertirse en una obsesión. El trastorno puede ser
horrible.
Zona psicológica de peligro
Como me dijo un cliente: "Mi fe ha sido
sacudida hasta los cimientos". Cuando las suposiciones y
creencias de uno caen y caen, se crea una zona psicológica de
peligro. Los peligros pueden incluir los siguientes:
- el peligro de regresar a la antigua
estructura de creencias, no porque ya no es válida, sino a
causa de una seguridad y una confianza que acaban por ser
falsas
- el peligro de creer que hay que rechazar
todo lo espiritual o religioso - "botar al bebé junto con el
agua de la bañera"
- el peligro de irse a los extremos de la
vida, como abusar de sustancias psicotrópicas, adoptar alguna
otra conducta adictiva para entumecer el dolor, o recurrir a
la automedicación
- el peligro de negar todo concepto nuevo o
excluir cualquier forma de pensar que produzca un conflicto
interno
- el peligro de adaptarse y reprocesar
cualesquiera verdades nuevas hasta el punto de que se
comprometa la integridad
- el peligro de tratar de manera no cristiana
a los que no captan las perspectivas teológicas recién
encontradas
- el peligro de enredarse de tal modo en
sutilezas teológicas que se descuide la relación con Cristo y
las enseñanzas centrales como la de la gracia, la libertad en
el evangelio, y el amor.
Muchos que siguen adelante hasta volverse
más equilibrados puede que se aproximen a algunos de estos
peligros durante un tiempo. Sin embargo, son peligros muy reales
y pueden conducir a la destrucción, especialmente si se continúa
en ellos por demasiado tiempo. A veces, comprometen mucho la
psiquis y el alma al apagar las personas partes importantes de
sí mismas y existir como robots mecánicos para poder suprimir el
dolor. Por supuesto, es importante no juzgar la manera básica o
la rapidez con que una persona puede progresar en su lucha con
el cambio. Esto puede ser un asunto altamente individual, y
puede depender hasta cierto punto de la cantidad de
adoctrinamiento que uno haya recibido de niño en la estructura
religiosa que uno intenta abandonar.
Pérdida y dolor
La pérdida que se asocia con el abandono de
un sistema religioso o una cultura religiosa puede ser otro
aspecto del trauma. Para muchos, mientras más apretada es la
trama de la subcultura del sistema religioso y mientras mayor
sea el aislamiento de la sociedad ampliada, mayor será la
pérdida. Cuando toda la red social y los miembros de la familia
están en el antiguo sistema, el aislamiento puede crear una gran
tensión relacional y psicológica. Hay amplia evidencia de la
importancia de la red social de uno para todas las áreas de
salud, y cuando se quitan la red social y el apoyo, la persona
queda en una posición muy precaria. Otro factor que puede entrar
a operar es que, una vez que uno ha creído que él o ella es del
"remanente" o está en "la verdadera iglesia", para algunos hay
una pérdida por no estar en ese grupo especial. Puede haber
también la necesidad de encontrar otra "iglesia perfecta",
teológicamente hablando, que, por supuesto, nunca existió en
primer lugar.
Consideraciones importantes
Lo que antecede ha bosquejado brevemente y
de modo general cómo los sistemas religiosos, que son
destructivos, pueden precipitar el trauma psicológico cuando una
persona intenta mudarse a otra orientación religiosa. Las
siguientes son algunas consideraciones para mantener la salud
psicológica en medio de una expericncia tan traumática:
- Permanezca enfocado en el evangelio y en una
relación con Cristo. En Él encontramos nuestra condición de
especiales y nuestro propósito para la tolerancia.
- Muévase a su propia velocidad; que nadie más
le dicte cuándo necesita cambiar una creencia o abandonar una
iglesia. Usted es el que tiene que vivir con su decisión.
- Busque el consejo de personas de confianza,
y posiblemente el de un consejero pastoral. Muchos consejeros
pastorales pueden entender muchas de sus luchas hasta cierto
punto. Tales luchas ocurren en muchos sistemas religiosos.
- Comience inmediatamente a ampliar su red
social si está aislado. Requerirá tiempo, y puede que no tenga
el mismo nivel de comodidad que la cercanía que experimentó
con los que ha conocido por años, y con los cuales usted tenía
un común sistema de creencias.
- Ejerza y conserve el equilibrio en su vida.
Usted no puede, y no debe, estudiar los puntos en disputa todo
el tiempo. Necesitará alguna diversión y distracciones
saludables.
- Tenga cuidado de no irse a los
extremos. Su ancla ha sido levada, y usted estará a la deriva
por un tiempo. La moderación es una clave para la salud.
- Mantenga su pasión, pero lamente la pérdida
de algo de su idealismo. No existe ninguna estructura
religiosa perfecta. Sin embargo, a su tiempo encontrará gran
satisfacción al estar en un honesto peregrinaje espiritual, en
que puede discutir con itegridad y franqueza.
- Vuelva a enfocarse sobre el desafío de
nuevas aventuras de fe y en cómo su vida puede ser ejemplo de
la continua renovación y reforma a la que Cristo nos llama en
su discipulado. Cristo no nos llama a quedarnos como estamos.
- Sea prudente y cuidadoso con quién comparte
sus recién hallados puntos de vista. No hay ningún mérito en
causar más agitación y conflicto del que es necesario.
- Dése cuenta nuevamente de que Dios es más
grande y mejor que cualquier sistema religioso, y que su
salvación depende de una relación con Él, no con ninguna
estructura organizada.
Hay un mito en algunos sistemas religiosos
destructivos de que una persona que abandona una organización no
sobrevivirá ni espiritual ni psicológicamente. Este mito hace
más difícil para algunos abandonar los sistemas religiosos
opresivos. Sin embargo, este mito es realmente un mito. Hay
multitudes que disfrutan de la libertad de maneras recién
encontradas de servir y adorar a Cristo en un espíritu de
libertad, y que se han sobrepuesto al trauma psicológico de un
sistema religioso tóxico.
* El Dr. McBride es ex-ministro ordenado de la ASD.
Actualmente, es ministro principal de la Primera Iglesia Cristiana
(Discípulos de Cristo) en Rome, estado de Georgia, y Director de
Medicina de la Conducta en la Práctica de Residencia Familiar en
el Centro Médico Floyd. Es terapeuta familiar con licencia; autor
del libro Spiritual Crisis: Surviving Trauma to the Soul
(disponible por medio de Life Assurance Ministries Publications) y
Disappointment with the Church (ISBN 0-595-13060-7).
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