POR QUÉ DEBE
EVITARSE LA SOYA
Sally Fallon y Mary G. Enig, Ph. D.
Traducido de Optimal
Wellness
Center
II
La soya y el cáncer
La nueva ordenanza de la FDA no permite poner ninguna
declaración sobre prevención del cáncer en las etiquetas de los
envases de alimentos, pero eso no ha impedido que la industria y
sus especialistas en mercadeo las hagan en su literatura de
propaganda.
"Además de proteger el corazón", dice el
folleto de un fabricante de vitaminas, "la soya ha demostrado
poseer poderosos beneficios contra el cáncer ... los japoneses,
que comen 30 veces más soya que los norteamericanos, tienen una
menor incidencia de cáncer del seno, del útero, y de la
próstata". 37
Ciertamente. Pero los japoneses, y los
asiáticos en general, tienen tasas mucho mayores de otros tipos
de cáncer, en particular cáncer del esófago, el estómago, el
páncreas, y el hígado. 38 En todo el mundo, los asiáticos
también tienen una alta tasa de cáncer de la tiroides. 39 La
lógica que enlaza la baja tasa de cánceres del aparato
reproductor con el consumo de soya requiere que se atribuyan las
altas tasas de cáncer de la tiroides y del tracto digestivo a
los mismos alimentos, en particular porque la soya causa estos
tipos de cáncer en ratas de laboratorio.
¿Exactamente cuánta soya comen los
asiáticos? Una encuesta de 1998 descubrió que la cantidad diaria
promedio de proteína de soya consumida en Japón era como de ocho
gramos para los hombres y siete para las mujeres - menos de dos
cucharaditas. 40 El famoso Estudio Cornell de China, dirigido
por Colin T. Campbell, descubrió que el consumo de legumbres en
China variaba desde 0 hasta 58 gramos por día, con una media de
aproximadamente doce. 41.
Suponiendo que dos tercios del consumo de
legumbres sea soya, entonces el consumo máximo es de como 40
gramos, es decir, menos de tres cucharadas por día, con un
consumo promedio de como nueve gramos, o menos de dos
cucharaditas. Una encuesta llevada a cabo en la década de 1930
rfeveló que los alimentos de soya representaban sólo 1.5 por
ciento de las calorías en la dieta de los chinos, en comparación
con el 65 por ciento de las calorías procedentes de la carne de
cerdo. 42 (¡Tradicionalmente, los asiáticos cocinaban con
manteca, no con aceite vegetal!)
Los alimentos de soya tradicionalmente
fermentados producen una sazón deliciosa y natural que puede
proporcionar importantes factores nutritivos en la dieta de los
asiáticos. Pero, excepto en tiempos de hambruna, los asiáticos
consumen productos de soya sólo en pequeñas cantidades, como
condimento, y no como reemplazo de alimentos animales - con una
excepción. Los monjes célibes que viven en monasterios y que
llevan una vida vegetariana encuentran los alimentos a base de
soya bastante útiles porque aplacan la líbido.
Fue un meta-análisis de 1994, efectuado por
Mark Messina, y publicado en Nutrición y Cáncer, lo que avivó la
especulación sobre las propiedades anticarcinógenas de la soya.
43 Messina observó que, de 26 estudios sobre animales, 65 por
ciento informaron efectos protectores de la soya.
Convenientemente, se olvidó de incluir por lo menos un estudio
en el cual la alimentación con soya causó cáncer del páncreas, a
saber, el estudio que llevó a cabo Rackis en 1985. 44 En los
estudios humanos que él listó, los resultados fueron mixtos.
Algunos de estos estudios mostraban algún
efecto protector, pero la mayoría no mostraron en absoluto
ninguna correlación entre el consumo de soya y la tasa de
cáncer. Rackis llegó a la conclusión de que "los datos en esta
revisión no pueden usarse como base para afirmar que la ingesta
de soya disminuye el riesgo de cáncer". Pero, en su libro
subsiguiente, The Simple Soybean and Your Health [El sencillo
frijol soja y su salud], Messina hace justamente esta
afirmación, recomendando una taza de 230 gramos de productos de
soya por día en su dieta "óptima" como medio de evitar el
cáncer.
Miles de mujeres están ahora consumiendo
soya en la creencia de que ésta les protege contra el cáncer del
seno. Pero, en 1996, los investigadores descubrieron que las
mujeres que consumían aislado de proteína de soya tenían una
tasa mayor de hiperplasia epitelial, una condición que presagia
el cáncer maligno. 45 Un año más tarde, se encontró que la
genisteína de dieta estimulaba las células mamarias para entrar
al ciclo celular - un descubrimiento que llevó a loss autores
del estudio a llegar a la conclusión de que las mujeres no deben
consumir productos de soya para evitar el cáncer del seno. 46
Fitoestrógenos: ¿Panacea o
veneno?
El macho de las aves tropicales tiene,
cuando nace, el plumaje pardo de la hembra, y se "colorean" a la
madurez, lo cual ocurre entre los nueve y los 24 meses.
En 1991, Richard y Valerie James, criadores
de aves de Whangerai, Nueva Zelanda, compraron una nueva clase
de alpiste para sus aves - basado mayormente en proteína de
soya. 47 Cuando se usó alpiste con base de soya, el plumaje de
las aves se "coloreó" después de sólo unos meses. En realidad,
un fabricante de alpiste afirmó que este desarrollo adelantado
era una ventaja impartida por el alpiste.
Un anuncio de 1992 de la fórmula del
alpiste Roudybush mostraba a un rosela carmesí macho, un loro
australiano que adquiere su hermoso plumaje rojo entre los 18 y
los 24 meses, y que ya aparece coloreado a las 11 semanas.
Desafortunadamente, en los años
subsiguientes, hubo una menor fertilidad en las aves, con
madurez precoz, y pichones deformes, atrofiados, y prematuros, y
muertes prematuras, especialmente entre las hembras, con el
resultado de que la población total en los aviarios entró en
franca declinación.
Las aves sufrían de deformidades del pico y
de los huesos, bocio, desórdenes del sistema inmunológico, y
conducta patológica, agresiva. La autopsia reveló que los
órganos digestivos estaban en estado de desintegración. La lista
de problemas correspondía a muchos de los que los James habían
encontrado en sus dos hijos, a los cuales se les había dado
fórmula para bebés con base de soya.
Alarmados, horrorizados, furiosos, los
James contrataron al toxicólogo Mike Fitzpatrick, Ph. D., para
que investigara más. La literatura del Dr. Fitzpatrick en forma
de una revista reveló evidencia de que el consumo de soya está
ligado a numerosos desórdenes, que incluyen infertilidad, mayor
tasa de cáncer y leucemia infantil; y, en estudios que databan
de la década de 1950, 48 que la genisteína en la soya causa
trastornos endocrinos en animales.
El Dr. Fitzpatrick también analizó el
alpiste y descubrió que contenía altos niveles de
fitoestrógenos, especialmente genisteína. Cuando los James
dejaron de usar el alpiste con base de soya, la bandada regresó
gradualmente a sus hábitos y su conducta normales.
Los James se embarcaron en una cruzada
privada para advertir al público y a los funcionarios
gubernamentales acerca de las toxinas en alimentos de soya, en
particular las isoflavonas, que causan trastornos endocrinos, la
genisteína, y el diadzén. Protein Technology International
recibió su material en 1994.
En 1991, unos investigadores japoneses
informaron que el consumo de apenas 30 gramos o dos cucharadas
de frijol soya por día durante sólo un mes había dado como
resultado un significativo aumento de la hormona que estimula la
tiroides. 49 En algunos sujetos apareció bocio difuso e
hipertiroidismo, y muchos se quejaron de constipación, fatiga y
letargo, aunque la ingesta de yodo había sido adecuada.
En 1997, unos investigadores del Centro
Nacional para Investigación Toxicológica de la FDA hicieron el
embarazoso descubrimiento de que los componentes bociogénicos de
la soya eran las isoflavonas mismas. 50
Veinticinco gramos de aislado de proteína
de soya, la cantidad mínima que PTI afirmaba que tenía efectos
reductores del colesterol, contiene entre 50 y 70 mg de
isoflavonas. Sólo se necesitaron 45 mg de isoflavonas en mujeres
premenstruales para obtener significativos efectos biológicos,
incluyendo una reducción de las hormonas necesarias para la
adecuada función de la tiroides. Estos efectos permanecieron
durante tres meses después de haberse descontinuado el consumo
de soya. 51
Cien gramos de proteína de soya - la dosis
máxima indicada para reducir el colesterol, y la cantidad
recomendada por PTI - pueden contener casi 600 mg de
isoflavonnaas, 52 una cantidad que es indiscutiblemente tóxica.
En 1992, el servicio de salud suizo calculó que 100 gramos de
proteína de soya proporcionaban el equivalente estrogénico de la
píldora. 53
Los estudios in vitro indican que las
isoflavonas inhiben la síntesis del estradiol y otras hormonas
esteroides. 54 Se han observado desórdenes en el aparato
reproductor, infertilidad, y enfermedades en la tiroides y el
hígado debidas a la ingestión de isoflavonas en la dieta de
varias especies animales, incluyendo ratones, guepardos,
codornices, cerdos, ratas, esturiones, y ovejas. 55
Son las isoflavonas en la soya las que se
dice que tienen un efecto favorable sobre los síntomas
post-menopáusicos, incluyendo acaloramientos, y protección
contra la osteoporosis. La cuantificación de la incomodidad
debida al acaloramiento es en extremo subjetiva, y la mayor
parte de los estudios muestra que los sujetos de control
informan una reducción en la incomodidad en cantidad igual a la
de los sujetos que recibían soya. 56 La afirmación de que la
soya evita la osteoporosis es extraordinaria, dado el hecho de
que los alimentos a base de soya bloquean el calcio y causan
deficiencia de vitamina D.
Si los asiáticos tienen realmente tasas más
bajas de osteoporosis que los occidentales, es porque su dieta
proporciona abundancia de vitamina D procedente de camarones,
manteca, y mariscos, y mucho calcio de caldo de hueso. La razón
de que los occidentales tengan tasas tan altas de osteoporosis
es que han reemplazado, con soya, la mantequilla, que es una
fuente tradicional de vitamina D y otros activadores solubles en
grasa que se necesitan para la absorción del calcio.
Píldoras anticonceptivas para
bebés
Pero fueron las isoflavonas en los
biberones lo que más preocupó a los Jones. En 1998, los
investigadores informaron que la exposición diaria de bebés a
las isoflavonas en los biberones a base de soya es de 6 a 11 más
alta, por peso, que la dosis que tiene efectos hormonales en
adultos que consumen alimentos de soya. Las concentraciones
circulantes de isoflavonas en bebés alimentados con
preparaciones a base de soya eran entre 13,000 y 22,000 veces
más altas que las concentraciones de plasma estradiol en bebés
alimentados con fórmulas a base de leche de vaca. 57
Aproximadamente el 25 por ciento de los
niños alimentados con biberón en los Estados Unidos reciben una
fórmula a base de soya, un por ciento mucho mayor que en otras
partes del mundo occidental. Fitzpatrick calculó que un bebé
alimentado exclusivamente con una fórmula a base de soya recibe
el equivalente estrogénico, por peso, de por lo menos cinco
píldoras anticonceptivas por día. 58 Por contraste, no se han
detectado casi estrógenos en fórmulas para bebés a base de
productos lácteos o de leche humana, aunque la madre consuma
productos de soya.
Por años, los científicos han sabido que la
fórmula a base de soya puede causar problemas con la tiroides en
bebés. Pero, ¿cuáles son los efectos de los productos de soya en
el desarrollo hormonal de los bebés, tanto varones como niñas?
Los bebés varones experimentan una "oleada
de testosterona" durante los primeros meses de vida, cuando los
niveles de testosterona pueden llegar a ser tan altos como los
de un varón adulto. Durante este período, el bebé es programado
para expresar características masculinas después de la pubertad,
no sólo en el desarrollo de sus órganos sexuales y otros rasgos
físicos masculinos, sino también en el establecimiento de
patrones cerebrales característicos de la conducta masculina.
En los monos, la deficiencia de hormonas
masculinas perjudica el desarrollo de la percepción espacial
(que, en los humanos, normalmente es más aguda en los hombres
que en las mujeres), de la capacidad para aprender, y de las
tareas de discriminación visual (como las que se requieren para
leer). 59 No es necesario decir que los futuros patrones de
orientación sexual pueden también ser influídos por el ambiente
hormonal inicial.
Los bebés varones expuestos durante la
gestación al dietilstilbestrol (DES), un estrógeno sintético que
tiene sobre los animales efectos similares a los de los
fitoestrógenos de la soya, tenían testículos más pequeños que lo
normal al llegar a la madurez. 60
La discapacidades para el aprendizaje,
especialmente en niños varones, han alcanzado proporciones
epidémicas. La alimentación de bebés con productos a base de
soya - que comenzó en firme a principios de la década de 1970 -
no puede ser pasada por alto como causa de estos trágicos
sucesos.
En cuanto a las niñas, un alarmante número
de ellas está entrando en la pubertad mucho más temprano de lo
normal, según un reciente estudio reportado en la revista
Pediatrics. 61 Los investigadores descubrieron que uno por
ciento de todas las niñas ahora muestran señales de pubertad,
tales como desarrollo de los senos o de vello púbico, antes de
los tres años; a la edad de ocho años, el 14.7 por ciento de las
niñas blancas y casi el 50 por ciento de de las niñas
afroamericanas muestran una o más de estas características.
Nuevos datos indican que los estrógenos
ambientales, como los PCB y el DDE (que resultan de la
descomposición del DDT) pueden causar desarrollo sexual
prematuro en las niñas. 62 En el estudio sobre el desarrollo
prematuro de los senos, llevado a cabo en 1986 en Puerto Rico,
la más significativa asociación dietaria con el desarrollo
prematuro sexual no fueron los pollos - como informó la prensa -
sino las preparaciones de biberones a base de soya. 63
Las consecuencias de esta niñez truncada
son trágicas. Niñas con cuerpos maduros tienen que entendérselas
con sentimientos e impulsos que la mayoría de los niños no están
preparados para manejar. Una maduración muy temprana de las
niñas es con frecuencia una señal de problemas con el sistema
reproductor más tarde en la vida, incluyendo el no poder
menstruar, infertilidad, y cáncer de los senos.
Los padres que se han puesto en contacto
con los James dan cuenta de otros problemas asociados con niños
de uno y otro sexo alimentados con fórmulas a base de soya,
problemas que incluyen conducta emocional extrema, asma,
problemas del sistema inmunológico, insuficiencia pituitaria,
desórdenes de la tiroides, y síndrome del intestino irritable -
los mismos estragos endocrinos y digestivos que afligieron a los
loros de los James.
Disensión en las filas
Los organizadores del Tercer Simposio
Internacional Sobre la Soya se verían en apuros para llamar a la
conferencia un éxito sin reservas. En el segundo día del
simposio, la empresa Food Commission, de Londres, y la Weston A.
Price Foundation, de Washington, D.C., tuvieron una conferencia
de prensa conjunta en el mismo hotel que el simposio, para
presentar sus preocupaciones relativas a las fórmulas para bebés
a base de soya.
Los delegados permanecieron sentados,
impasibles, durante la recitación de los peligros potenciales, y
una apelación de preocupados científicos y padres para que se
retiraran del mercado las preparaciones para bebés a base soya.
Bajo la presión de los James, el gobierno neozelandés había
emitido, en 1998, una advertencia sobre la fórmula a base de
soya; era tiempo que el gobierno de los Estados Unidos hiciera
lo mismo.
En el último día del simposio, las
presentaciones de nuevos descubrimientos relacionados con la
toxicidad enviaron un bien escalofrío oxigenado a través de la
vertiginosa propaganda. El Dr. Lon White informó sobre un
estudio llevado a cabo por japoneses-americanos que viven en
Hawaii, que mostraba una significativa relación estadística
entre dos o más servidas de tofú por semana y el "envejecimiento
acelerado del cerebro". 64
Los participantes que consumían tofú en su
mediana edad tenían una menor función perceptiva más tarde en la
vida, y una tasa mayor de la enfermedad de Alzheimer y demencia.
"Es más", dijo el Dr. White, los que comían mucho tofú, parecían
cinco años más viejos cuando tenían 75 u 80 años". 65 White y
sus colegas culparon a las isoflavonas de los efectos negativos
- un descubrimiento que apoya un estudio anterior según el cual
las mujeres post-menopáusicas con niveles mayores de estrógeno
circulante experimentaron una mayor declinación perceptiva. 66
Los científicos Daniel Sheehan y Daniel
Doerge, del Centro Nacional para la Investigación Toxicológica,
le arruinaron el día a PTI al presentar descubrimientos hechos
en estudios sobre alimentación de ratas, los cuales indicaban
que la genisteína en alimentos de soya causa daño irreversible a
las enzimas que sintetizan las hormonas de la tiroides. 67
"La asociación entre el consumo de frijol
soya y el bocio en animales y seres humanos tiene una larga
historia", escribió Doerge. "La evidencia actual en favor de los
efectos beneficiosos de la soya requiere también la plena
comprensión de los efectos adversos potenciales".
El Dr. Claude Hughes informó que las ratas
nacidas de madres alimentadas con genisteína pesaban menos al
nacer en comparación con los controles, y la aparición de la
pubertad ocurría más temprano en las crías macho. 68 Su
investigación indica que los efectos observados en ratas "...
por lo menos predirán lo que ocurre en seres humanos".
"No hay razón para suponer que habrá
malformaciones manifiestas en fetos, pero habrá cambios sutiles,
tales como en atributos neuroconductuales, funciones
inmunológicas, y niveles de hormonas sexuales". Los resultados,
dijo, "podrían ser nada, o podrían ser algo que cause gran
preocupación ... si la mamá está comiendo algo que puede actuar
como las hormonas sexuales, es lógico preguntarse si eso podría
cambiar el desarrollo del bebé". 69
Un estudio de bebés nacidos de madres
vegetarianas, publicado en enero de 2000, indicaba precisamente
lo que podrían ser esos cambios en el desarrollo del bebé. Las
madres que tenían una dieta vegetariana durante el embarazo
tenían un riesgo cinco veces mayor de dar a luz un bebé con
hipospadias, un defecto de nacimiento en el pene. 70 Los autores
del estudio indicaron que la causa era una mayor exposición a
los fitoestrógenos en alimentos de soya que son populares entre
los vegetarianos.
Es más probable que los problemas con la
descendencia femenina de madres vegetarianas aparezcan más tarde
en la vida. Aunque el efecto estrogénico de la soya es menor que
el del dietilestilbestrol (DES), es probable que la dosis sea
mayor porque es consumida como alimento, no tomada como droga.
Las hijas de mujeres que tomaron DES durante el embarazo
sufrieron de infertilidad y cáncer cuando llegaron a los veinte
años o más.