RECIBIR
EL REPOSO
DE DIOS EN CRISTO
Dr. Verle Streifling
Traducido
de
Proclamation
Septiembre-Diciembre
de 2001
"Vengan a mí todos
los que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso
... y encontrarán reposo para sus almas".
En Mateo 11:28-30, Jesús hace a su pueblo un ofrecimiento
maravilloso - descanso para sus almas. Pero lo extendió a
"todos los que están cansados y agobiados", generalizándolo
para todos en todo tiempo, para todos los que luchan con sus
trabajos y sus cargas. Así, aunque en su contexto el
ofrecimiento era inicialmente para Israel, ciertamente era
para los gentiles también. Isaías predijo el reposo de Cristo
para todos: "Y en aquel día se alzará la raíz de Isaí ...
hacia él correrán las naciones y glorioso será el lugar donde
repose" (11:10.11).
Pero Pablo explica por qué el Mesías ahora había hecho este
ofrecimiento y por qué no había sido recibido mucho antes.
Dice Pablo en Heb. 3:7- 4:1: "Por eso, como dice el Espíritu
Santo: 'Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón
como sucedió en la rebelión, en aquel día de prueba en el
desierto. Allí sus antepasados me tentaron y me pusieron a
prueba a pesar de haber visto mis obras cuarenta años. Por eso
me enojé con aquella generación ... así que, en mi enojo, hice
este juramento: Jamás entrarán en mi reposo'".
¿Cuándo había sido este "día de prueba" en el desierto? Pablo
cita Salmos 95:7-11. La referencia dice que esto se refiere a
Éxodo 17:2-7, cuando ellos reprendieron a Dios y Él les dio
agua de la roca. En Éxodo 3, 4, Él les había prometido su
presencia, su poder, sus provisiones y su protección. Con
milagros, señales y maravillas, les liberó de la esclavitud en
Egipto, despojando a los egipcios. Derrotó el ejército del
faraón en el Mar Rojo, purificó las aguas de Mara, les dio
sombra en Elim y maná y codornices para que comieran. Y, sin
embargo, a pesar de todo esto, en la dureza de sus corazones,
no estando dispuestos a creer ni a confiar en Él, se rebelaron
nuevamente en el desierto, así que Dios juró: "No entrarán en
mi reposo". Pero habló de otro día, cuando su pueblo entraría
en su reposo, recordándoles por medio de David, y más tarde
por medio de Isaías, que el Mesías vendrá "y su reposo será
glorioso".
Lo
que NO es el reposo de Dios.
¿Qué era el reposo de Dios que ellos no pudieron recibir? ¿Era
la observancia del sábado? No. Vemos esto de varias maneras.
Primera, Éx. 17 es después de Éx. 16, cuando Dios dio el
sábado a Israel. ¡Así que ellos ya tenían el reposo del
sábado, pero no habían recibido el reposo de Dios! Siglos más
tarde, en Isaías, dice Dios: "¡Mi alma aborrece vuestras lunas
nuevas y vuestros días de reposo!" (1:13+14). Luego pregunta:
"¿Donde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el
lugar de mi reposo?" (66:1), mostrando que el magnífico templo
de Salomón y el sábado no eran ni el templo verdadero ni el
verdadero reposo que Él quería para ellos.
Israel guardó el sábado durante 1500 años, pero no recibió el
reposo de Dios, hasta que Cristo lo ofreció, en Mateo 11.
Aunque Heb. 4:4 dice que "Dios reposó" el séptimo día, se usó
la palabra griega "katapausis"
(cesó) más bien que "sabbata"
o "sabbatidzo"
(sabatizar), y se define contextualmente en 4:10 como que
"Dios cesó de las suyas (sus obras)". Pablo cita a 2:2+3 en la
Septuaginta, también con katapausis
(cesó), no sabbatidzo.
El hebreo MT dice shavath
(cesó), en lugar de shabbatohn
(sabatizar), diciendo: "Dios cesó de todo lo que había creado
y hecho" (Traducción Literal de Young, Biblia Viviente).
Algunos escritores dicen que, puesto que "sabbatismos" aparece
en Hebreos 4:9, el reposo de Dios es sabatizar, "que queda"
para el pueblo de Dios (4:9). Ante esto, el trabajo del Dr.
Ford sobre Daniel 8:14 ... habla de un intercambio de cartas
en 1957 entre F. C. Clifford, entonces presidente de la
Iglesia Adventista de Australia, y F. D. Nichol en relación
con las galeradas para su Comentario
Bíblico Adventista del Séptimo Día. A Clifford le
preocupaba que el comentario no apoyaba muy bien la enseñanza
adventista acerca del santuario. Nichol confirmó esto, y
aconsejó mantenerse alejados de Hebreos cuando trataran de
demostrar sus doctrinas del santuario y el juicio
investigador. Para terminar, Nichol también observó acerca de
Heb. 4:9: "Si ustedes miran nuevamente las galeras, verán que
nosotros no creemos que Hebreos 4:9 presenta un argumento
válido a favor del sábado. Estoy seguro de que algunos
lamentarán esto, y quizás argumenten que hemos debilitado la
doctrina del sábado. ... Simplemente, creemos que Hebreos no
es el lugar para tratar de establecer la doctrina del sábado".
Lo
que SÍ es el reposo de Dios.
Los comentarios de ellos relativos a Heb. 4:9 son extensos
(Tomo 7, p.421-423). Dicen que, si Josué no condujo a Israel
al reposo espiritual,
ésa no sería razón para que los cristianos observaran el
sábado; que "declarar que lo que queda para el pueblo de Dios
es el sábado semanal es afirmar que a lo que Josué no condujo
a Israel era el sábado semanal", y que si la conclusión de
este pasaje es que la observancia del sábado permanece,
entonces "el escritor de Hebreos es culpable de un non sequitur, pues la
conclusión lógica no sigue al argumento"; y cita a Ellen
White: "Es el reposo de la gracia" (GC 253), y "Es el
verdadero reposo de la fe" (Thoughts
from the Mount of Blessings 1). "En consecuencia, continúan siendo
válidas la promesa y la invitación a entrar en el reposo
espiritual de Dios", vs. 6, 9).
Así, pues, Jesús ofreció su reposo, pero usando la palabra "anapauo", también usada
para significar el "reposo sabático" (LXX), y Pablo exhorta:
"Esforcémonos por entrar en ese reposo, no sea que caigamos en
la misma incredulidad", y añade: "Los que hemos creído y
puesto nuestra confianza en Cristo hemos entrado en ese
reposo" (4:3), porque "el que ha entrado en su reposo, ha
cesado de sus obras, como Dios ha reposado de las suyas"
(4:10). Aquí el comentario ASD añade: "Ha cesado de las obras
(para salvación), así como Dios reposó de las suyas (en la
creación)" al usar "anapauo"
para referirse al reposo sabático del Antiguo Testamento.
Jesús ha aplicado figurativamente
el 'reposo sabático' a nuestras almas como reposo espiritual.
Con esto, Él ha demostrado que el sábado era una sombra que
habría de cumplirse al recibir el reposo de Dios (katapausis). Así, Pablo
dice en Hebreos 4:6-11 que queda un reposo espiritual para el
pueblo de Dios ... Esforcémonos por recibir y entrar en ese
reposo, ¡no sea que caigamos en semejante ejemplo de
incredulidad!
Como dice la Biblia Ampliada: "Los que hemos creído y confiado
en Cristo, entramos en ese reposo" porque "el que ha entrado
ha cesado de sus obras (para salvación) así como Dios reposó
de las suyas". En Juan 6, los discípulos de Jesús le
preguntaron: "¿Qué obras haremos, para que podamos hacer las
obras de Dios?" A lo cual él respondió: "Éstas son las obras
de Dios, que ustedes crean en Aquél a quien Él envió". Así,
pues, Pablo enfatiza en Efesios 2:8: "Por gracia, ustedes son
salvos por medio de la fe ... no por obras, para que nadie se
enorgullezca"; y en Romanos 3:21-28, dice: "¿Cuáles obras?
¡Están excluidas, especialmente las obras de la ley! Porque
somos justificados por fe/creer aparte de las obras".
Lo
que incluye el reposo de Dios.
Así, pues, cuando creemos en Cristo, para entrar en su reposo
debemos poner nuestra confianza solamente en Él para que nos
limpie de todo pecado. 1 Juan 1:7 dice: "La sangre de Cristo
nos limpia de todo pecado"; y en Col. 2:13 dice: "Dios nos dio
vida en unión con Cristo al perdonarnos todos los pecados".
Cuando creemos en Cristo, para entrar en su reposo tenemos que
poner nuestra confianza en Él solamente para que sea nuestro
puente hacia Dios. En Efe. 2:18, leemos: "Porque, por medio de
él tenemos acceso ... al Padre", y en 3:12: " ... disfrutamos
de libertad y confianza para acercarnos a Dios". Al creer en
Cristo, para entrar en su reposo tenemos que confiar solamente
en él para tener paz con Dios, como dice Efe. 2:14: "Cristo es
nuestra paz", y Romanos 5:1 dice: "Habiendo sido justificados
por la fe, tenemos paz por medio de nuestro Señor Jesucristo".
Cuando creemos en Cristo, para entrar en su reposo tenemos que
confiar solamente en él para ser justificados, como dice Rom.
4:3-6: "Pero al que no obra ... su fe le es contada por
justicia". Y en 10:4 dice: "Cristo es el fin de la ley para
justicia a todo el que cree en él". Como lo ilustra Heb.
4:22-25, "Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia
... fue escrito para nosotros. La justicia nos será imputada a
nosotros los que creemos en Él".
Así también, al creer en Cristo, para entrar en su reposo
tenemos que confiar sólo en él para obtener justificación. En
Rom. 4:25, "él fue entregado a la muerte por nuestros pecados,
y resucitó para nuestra justificación"... (5:1) "Justificados,
pues, por la fe, tenemos paz con Dios ...".
Y al creer en Cristo, para entrar en su reposo tenemos que
confiar plenamente en él para obtener santidad, pues leemos: "
... la santidad de ustedes sea intachable delante de nuestro
Dios y Padre" (1 Tes. 3:13); y nuevamente, "pero ahora que han
sido liberados del pecado ... cosechan la santidad que conduce
a la vida eterna" (Rom. 6:22); y nuevamente, "Dios nos
disciplina para nuestro bien, a fin de que participemos de su
santidad" (Heb. 12:10).
Al creer en Cristo, para entrar en su reposo tenemos que
confiar solamente en él para obtener salvación y la fe que nos
sostiene. Efe. 2:8 dice que somos salvos por gracia por medio
de la fe y añade que la fe no es de nosotros mismos, sino que
es un don de Dios". Cuando Pablo dice: "Con Cristo estoy
crucificado", añade: "La vida que ahora vivo la vivo por la fe
del Hijo de Dios que me amó y se dio a sí mismo por mí" (Gál.
2:20). En Rom. 3:22, dice: "La justicia de Dios que es por
medio de la fe de Cristo Jesús ... para todos los que creen";
y en el vs. 26: "Para que él sea justo y el que justifica al
que tiene la fe de Jesús". En estos textos, el texto griego
está en el caso posesivo (de Jesús) más bien que en el caso
locativo (en Jesús).
Esto quedó muy bien ilustrado aquella noche tormentosa en
Galilea, cuando Jesús invitó a Pedro a andar con él sobre el
agua. Cuando falló la fe de Pedro y éste comenzó a hundirse,
Jesús le sostuvo y la fe de Jesús llevó a Pedro de vuelta a la
barca. Pero Juan termina el relato diciendo que, aunque los
discípulos habían trabajado hasta la tercera vigilia de la
noche, no estaban ni siquiera a mitad de camino en el viaje
por el mar. Pero, una vez que Jesús entró a la barca,
¡inmediatamente alcanzaron la orilla! La fe de Jesús más que
sobrepasó todos los trabajos de ellos en aquella noche, ¡en un
instante! Así también para nosotros, su fe es perfecta en
nuestra debilidad, y sobrepasa nuestras obras de manera
infinita.
Cuando creemos en Cristo, para entrar en su reposo tenemos que
confiar sólo en él para obtener la vida eterna. Col. 3:3-4
dice: "Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se
manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con él
en gloria". Pedro declara: "Ustedes mataron a Aquél que es el
Príncipe de la vida", usando la palabra griega 'arkay', que significa
'fuente' de la vida eterna. Y en Juan 3:16 dice: "Porque tanto
amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo
el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna".
Al creer en Cristo, para entrar en su reposo tenemos que
confiar solamente en Cristo para ser perfectos. Después de
decir que Cristo es la plenitud de la Deidad corporalmente,
Pablo añade: "Y ustedes son completos en él" (Col. 2:9-10); y
en 4:12: "... para que, plenamente convencidos, se mantengan
firmes, cumpliendo en todo la voluntad de Dios". Así, pues,
una vez que usted está en Cristo, ¡no hay nada de lo que usted
carezca para estar a la altura de la perfección de Dios!
Solamente en Cristo puede alguno cumplir el mandato de Dios:
"Sean perfectos, como yo soy perfecto". Y, creyendo en Cristo,
debemos confiar enteramente en Él y en sus obras consumadas a
favor nuestro. En Tito 3:5 dice: "No por obras de justicia que
hayamos hecho, sino que nos ha salvado por su misericordia". Y
Pablo dice también en Heb. 4:10: "El que ha entrado en su
reposo, ha cesado de sus obras, así como Dios cesó de las
suyas".
Ahora, amados hermanos, ¿es el reposo verdadero para nuestras
almas? Es "todo tuyo, y nada mío". Es "nada de lo que haga con
mis manos, sólo me aferro a tu cruz", porque ¡Cristo es
nuestro todo en todo! ¡Es su sangre la que nos limpia! Es Él
quien nos da acceso a Dios. Es Él quien nos da la paz con
Dios! Es Él cuya justicia nos es dada a nosotros. Es su
resurrección la que nos justifica. Es su santidad la que se
nos atribuye a nosotros. Es su fe la que nos salva y nos
sostiene. Es su vida eterna la que es insuflada en nosotros.
Es su perfección la que nos completa. Y sos sus obras
consumadas las que ponen fin a todas nuestras obras para
salvación. Y por eso Juan el amado escribió: "Dios nos ha dado
vida eterna y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo
tiene la vida ... Estas cosas les he escrito ... para
que sepan que tienen vida eterna". (1 Juan 5:11-13). También
se nos dice que hemos "pasado de muerte a vida"; que "no
vendremos a juicio"; que "ahora somos hijos de Dios"; que si
pecamos, "tenemos abogado para con el Padre, a Jesucristo el
justo, y él mismo es la propiciación por nuestros pecados", y
que "su sangre continúa limpiándonos de todo pecado". ¡Todo lo
que tenemos que hacer es seguir creyendo en Él!
Y por eso Jesús aplicó la figura del reposo sabático al reposo
para nuestras almas, cuando dijo: "Vengan a mí ... Daré reposo
(anapauo) para
vuestras almas". A causa de que el mandamiento del sábado
prohibía todas y cada una de las obras - fueran buenas o malas
- todas eran prohibidas. Así que ahora, para nuestra
salvación, nuestra purificación, nuestro acceso a Dios,
nuestra paz con Dios, nuestra justicia, nuestra santidad,
nuestra fe, nuestra vida, nuestra perfección y todas nuestras
necesidades espirituales, Cristo nos llama a venir a Él, y nos
prohibe hacer ninguna obra, sino que nos dice que sólo
reposemos y confiemos en él y en toda la obra que él consumó
para nosotros.
Ahora bien, esto debería hacer que todo el mundo gritara
"¡Aleluya!" porque, nosotros que antes no teníamos menos que
nada para ofrecer a Dios, ahora, en Cristo, tenemos todo lo
que necesitamos a causa de "Aquél que nos amó y se dio a sí
mismo por nosotros"! ¡No es de sorprenderse que la Biblia diga
que le alabaremos por la eternidad! Yo lo haría. ¿Y usted?
El
verdadero TEMPLO, culto y reposo de Dios.
Esto nos trae de vuelta a la acusación de Dios contra Israel
en Isa. 66:1, "¿Dónde está la casa que me construiréis, y
dónde el lugar de mi reposo?" Citándoles esto a los judíos en
Hechos 7, Esteban les dijo: "Dios no habita en templos hechos
por manos humanas". Así que, ¿dónde está su templo? Jesús
reveló esto a la mujer samaritana en Juan 4. Cuando ella
preguntó: "¿Cuál es el lugar correcto para adorar a Dios?",
Jesús contestó: "La hora ya ha llegado en que los verdaderos
adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad ...
Dios es espíritu, y los que le adoran deben hacerlo en
espíritu y en verdad (griego alethia)" (vs. 23-24). Aquí Jesús le puso
fin a todas las formas externas de culto del AT, señalando que
el culto verdadero, genuino y real debe venir de dentro del
espíritu del hombre. La antigua periferia de cuándo, dónde,
cómo pertenece al pasado, porque Dios quiere que el culto
verdadero proceda del corazón, en lugar del culto ritual sólo
como servicio ritual, que Isaías y Jesús lamentaron: "Me
honran con sus labios, pero su corazón está lejos de mí". El
mero culto de sombras es inadecuado. ¡Dios desea un culto de
legítima sustancia!
Así, pues, como el espíritu del hombre es el lugar del
verdadero culto, se nos dice: "Ustedes son el templo del
verdadero culto, y el espíritu de Dios vive en ustedes". (1
Cor. 3:16). En el santuario ritual, el Espíritu Santo bajaba a
morar en la gloria shekinah sobre el propiciatorio del Lugar
Santísimo, pero sólo una vez al año. Ahora mora continuamente
en el espíritu del hombre, que es "templo de Dios, pues dijo:
Habitaré EN ellos" (2 Cor. 6:16). En Gálatas, Pablo exhorta:
"Somos la verdadera circuncisión que adora a Dios en espíritu,
y nos regocijamos en Cristo Jesús, y no ponemos ninguna
confianza en la carne". Y en 1 Cor. 14: "Cantaré en espíritu
... Oraré en espíritu ... Bendeciré a Dios en espíritu. Y en
Heb. 13: "Ofrezcamos a Dios sacrificio de alabanza
continuamente ... dando gracias a su nombre". ¡Así que los
verdaderos sacrificios a Dios son también sacrificios
espirituales!
David previó estas cosas también en Salmos: "Adoremos a sus
pies. Levántate, oh Dios, a tu reposo ... Que tus sacerdotes
se vistan de justicia, y que tus santos clamen de gozo en alta
voz", a lo cual Dios responde: "Este es el lugar de mi reposo
para siempre. Aquí moraré porque así lo he deseado ... Cubriré
a sus sacerdotes con salvación, y sus santos clamarán con
gozo". En verdad, amados hermanos, nosotros somos sus
sacerdotes, como dice 1 Pedro 2:4-10 que somos real
sacerdocio, nación santa, pueblo especial llamado a "proclamar
las alabanzas de aquél que les llamó de las tinieblas a su luz
admirable".
El verdadero templo de Dios no es un edificio, sino el
espíritu del hombre, un templo espiritual. Su verdadero culto
no consiste en rituales, sino 'culto en espíritu' o culto
guiado por el Espíritu. Sus verdaderos sacrificios no son
cosas, sino sacrificios espirituales como de alabanza, un
espíritu contrito, etc. Y su verdadero reposo no es un "reposo
sabático", sino el reposo espiritual para nuestras almas, que
Jesús nos da libremente cuando hemos puesto nuestra completa
fe y confianza enteramente en él y todas las bendiciones
espirituales que sólo Él nos proporciona, como nuestro único
mediador ante Dios (1 Tim. 2:5).
Así como Él ofreció a Israel su poder, su providencia, su
protección, y su presencia sólo si ponía toda su confianza en
Él, Él nos ofrece lo mismo a nosotros su ponemos toda nuestra
confianza en Él y en todo lo que ha hecho por nosotros. Él
proporciona más que todo lo que necesitamos, para ser
completamente salvos y sellados por el Espíritu Santo de la
promesa, para que no carezcamos de nada para encontrarnos con
la mirada del gran Legislador - ¡Dios mismo! La Escritura
dice: "Si confesamos que Jesús es el Señor, y creemos en
nuestros corazones que Dios le levantó de los muertos, seremos
salvos ... Todo el que ponga su fe EN ÉL, no será avergonzado"
(Rom. 10:9-13).
Amado lector, ¿ha puesto usted todasu confianza solamente en
Él, de que usted también puede experimentar su reposo en su
alma? Isaías prometió: "A él buscarán los gentiles y su reposo
será glorioso".