Lo que sigue es la traducción de una versión ligeramente expandida de una carta enviada en la madrugada del 8 de noviembre de 2004, transmitida por correo electrónico, a tres miembros de la Asociación General. Va dirigida al Dr. Gerhard Pfandl, autor del librito de Escuela Sabática del cuarto trimestre de 2004. Han recibido copia de esta carta el Dr. Clifford Goldstein, editor del librito, y Jan Paulsen, presidente de la Asociación General. El 12 de marzo de 2005 el autor habló en persona con Jan Paulsen al respecto. El presidente de la Asociación General expresó su sorpresa de que el Dr. Pfandl no hubiese respondido. Dado que estos dirigentes están muy poco dispuestos a afrontar esta cuestión, la carta se hace ahora pública para que el público en general conozca la posición indefensible en la que se encuentra la iglesia adventista en lo referente a la doctrina del “santuario”.
Apreciado Dr. Pfandl:
Hace unas semanas recibí un correo electrónico de un tal Ivor Myers, pastor por más señas, en el que usted parecía estar de acuerdo con mi observación de que a lo largo del año se ofrecían pocos sacrificios por el pecado en el santuario israelita. Quiero darle las gracias por su evaluación positiva de mi postura en ese extremo, en particular teniendo en cuenta que el pastor Myers podría haberle informado de que mi evaluación de algunos de los posicionamientos oficiales de nuestra iglesia no es tan positiva como la de usted fue de mi posicionamiento.
Me sorprendió la coincidencia en el tiempo de que sólo unas horas después de recibir el correo electrónico del pastor Myers se me hizo llegar el librito con las lecciones de la Escuela Sabática sobre Daniel, la mayor parte del cual parece que ha sido escrito por usted. Nada más ver que versaba sobre Daniel, y antes de leer que usted era el autor, tuve la sensación de que probablemente estaría en desacuerdo con parte de su contenido. Lamentablemente, mi análisis detallado ha confirmado mis temores. A pesar de que creo que estoy lo suficientemente cualificado para enseñar estas lecciones en mi iglesia local (aunque en la actualidad no soy empleado de la iglesia adventista, tengo un máster en Teología [1988, Newbold College, “extension campus” de la Universidad de Andrews], y otro máster en Historia Antigua), he declinado la posibilidad de hacerlo porque no quiero imbuir a nadie de mis ideas aprovechando un puesto de enseñanza como instructor de Escuela Sabática. No obstante, creo que tengo derecho a hacer preguntas. Por eso, hago preguntas en cada clase de Escuela Sabática en que resulte relevante. Como verá probablemente cuando las lea, es evidente que mis preguntas están preñadas con la respuesta obvia. Eso podría explicar por qué nadie les ha dado de momento respuesta.
En todo caso, antes de presentar algunas de mis preguntas, debo, antes que nada, manifestar que me vi agradablemente sorprendido por su valiente admisión, el 6 de octubre, de que la expresión “últimos días” puede significar sencillamente “en el futuro” y no, necesariamente, en los días finales de este mundo. Quedé igualmente impresionado por su concesión del 21 de noviembre de que los pecados de los santos no son los únicos contaminantes posibles del santuario divino.
Espero que se tome la siguiente lista parcial de preguntas a modo de indicador de posibles deficiencias serias en su tratamiento del libro de Daniel. Me gustaría creer que al menos algunas de estas preguntas, con sus obvias y fáciles respuestas, contribuyan a algún tipo de remedio en el posicionamiento oficial de nuestra iglesia en el futuro cercano, aunque ello implique echar por la borda la “erudición” de la serie DARCOM en su totalidad. Cuando hablo del “autor”, no pretendo faltarle al respeto. Uso ese término porque su aportación original puede haber sido modificada, o puede haber sufrido añadidos efectuados por otras personas que desconozco. Una de ellas podría ser el propio Dr. Clifford Goldstein, o quizá algún otro miembro de su plantilla.
Preguntas referentes a su introducción:
1. Junto con muchos autores modernos, principalmente liberales, el autor caracteriza a Daniel (y el Apocalipsis, naturalmente) de “apocalípticos”. Admito que, hasta cierto punto, esto podría ser jugar con las palabras. Sin embargo, puesto que, para la mayoría de los eruditos, los tres rasgos más destacados del apocalipticismo son la pseudonimia, la pseudoprofecía y el determinismo, ¿no deberíamos ser más cuidadosos en cuanto a la manera en que caracterizamos Daniel y el Apocalipsis si queremos permanecer en el campo conservador? Considerando su similitud con el libro de Ezequiel, ¿no es verdad que el libro de Apocalipsis es, más que nada, un libro profético? ¿No es verdad que el simbolismo no es una característica genérica del apocalipticismo, sino que puede darse también en libros proféticos, como los de Ezequiel o Zacarías? ¿No es verdad que Daniel carece de los rasgos distintivos que nos podrían permitir afirmar que pertenece al género apocalíptico o al género profético?
Preguntas referentes a su presentación de Daniel 1:
1. Aunque el autor no llega a decirlo realmente, la forma en la que se expresan los pensamientos probablemente sea interpretada por muchos lectores como si se estuviese demostrando que Daniel actuó de la forma que lo hizo por un deseo de adoptar un estilo de vida vegetariano. Sin embargo, ¿no sugiere poderosamente Dan. 10:3 que, siempre que fuese posible o adecuado, Daniel comía carne y bebía vino?
Preguntas referentes a su presentación de Daniel 2:
1. Encuentro sorprendente que, en una lección en la que supuestamente se analiza el contenido y el significado del capítulo 2 de Daniel, el espacio dedicado a la interpretación del sueño de Nabucodonosor sea únicamente de dos párrafos, uno de ellos de una sola frase, en la parte del miércoles. Semejante economía de palabras parecería dar a entender que la cuestión resulta trivial o manida. ¿No habría sido mejor dedicar un día al contexto histórico o anecdótico, y el resto a analizar el significado del sueño?
2. La sucesión de reinos presentada por Daniel 2, independientemente de la identidad específica de cada uno de los metales, ¿ha de entenderse como determinista o como condicional?
a. Si es determinista, ¿qué sentido tiene que se diga que la roca, supuestamente la segunda venida de Cristo, destruye con su caída no sólo los pies de barro y hierro, sino también la cabeza de oro, el pecho y los brazos de plata y el vientre de bronce simultáneamente (Dan. 2:34s, 45)? ¿Tendrá ocasión Cristo, en su segunda venida, de poner fin a alguno de los reinos o imperios presuntamente representados por los metales de la estatua?
b. Sea determinista o condicional, ¿podría la roca representar algo distinto de la segunda venida de Cristo? ¿Podría, por ejemplo, representar la primera venida (Luc. 20:18) o la fundación de la iglesia?
3. Cuando Dan. 2:44 dice que “en los días de esos reyes, el Dios de los cielos levantará un reino que jamás será destruido”, ¿a qué reyes (o reinos) se refiere, según el contexto del propio Daniel 2?
4. Me parece muy acertado que el autor recurra a la Biblia para identificar lo representado por la cabeza de oro. Sin embargo, encuentro sorprendente que para la identificación de lo que hay detrás de los otros tres metales el autor se contente con recurrir a “la historia”. ¿No habría sido más apropiado seguir recurriendo al libro de Daniel para identificar a los reinos representados por esos metales?
5. ¿Cuál es el ámbito geográfico de Daniel 2? Dicho de otra manera, ¿desde qué punto de vista se presenta la sucesión de reinos? Por ejemplo, no parece que sea desde la perspectiva de un habitante de Japón, ya que ni Babilonia, ni Persia, ni Macedonia, ni el mundo helenístico, ni Roma tuvieron nada que ver con Japón. Entonces, cuando el autor del librito afirma que hubo un imperio griego entre los años 331 y 168 a.C., que fue sucedido por un dominio romano a partir de 168 a.C., ¿desde qué punto de vista está hablando? ¿Desde un punto de vista romano? ¿Desde un punto de vista griego? ¿Desde un punto de vista israelita? ¿Desde un punto de vista babilonio? Si la respuesta fuese “desde un punto de vista griego”, ¿cuál sería la relevancia del punto de vista griego? ¿Es que Roma dominó la mayor parte de los viejos dominios del imperio de Alejandro desde 168 a.C.? Si no es así, ¿quién dominaba la mayor parte de esos dominios precisamente en el año 168 a.C. y en el lapso de más de un siglo que lo siguió hasta que Roma se hizo con el control de Siria? Ese poder, ¿no es merecedor de un sitio en el esquema profético de Daniel 2?
6. ¿Dónde dice la descripción de la visión o su interpretación que el cuarto reino se iba a dividir en diez naciones posteriores que no se podrían unir en el futuro? ¿No da a entender más bien que el propio cuarto reino tendría problemas de cohesión interna antes de que fuese finalmente destruido por la roca? ¿No es verdad que el comentario inspirado manifiesta que el cuarto reino sería inestable, y no que hubiese de fragmentarse?
7. A la luz de todo lo que dice Daniel sobre los poderes políticos y militares a partir de sus días (Dan. 8, 11), a la luz de la historia, aunque teniendo en cuenta la naturaleza condicional de la profecía bíblica, y respetando el ámbito obviamente israelita del libro de Daniel, ¿cuáles fueron, ahora de verdad, los cuatro imperios de Daniel 2?
Preguntas referentes a su presentación de Daniel 4:
1. ¿No enseña nada Dan. 4:27 sobre la condicionalidad incluso de las profecías simbólicas?
2. En la visión simbólica del capítulo 4, ¿simboliza algo el periodo de “siete tiempos”? ¿Deberíamos quizá interpretar que Nabucodonosor representa el mundo babilónico, un mundo opuesto a Dios, y que el periodo de locura del rey había de durar 7 años “proféticos”, o sea, unos 2.520 años literales? Los así llamados Testigos de Jehová tienen exactamente este tipo de interpretación para el pasaje. ¿Hacemos bien en rechazar aquí este tipo de interpretación? ¿Hacemos bien en mantener el “principio día-año” en otros pasajes de Daniel, como Dan. 7:25, etc.?
3. El capítulo 4 afirma explícitamente que los dominios de Nabucodonosor alcanzaban “todos los confines de la tierra” (versículo 11; cf. versículos 20 y 22). Cuando el capítulo 7 dice algo similar respecto al cuarto imperio, ¿deberíamos entender que los dominios territoriales de ese cuarto imperio deben ser inconmensurablemente más extensos que los de Nabucodonosor, algo así como un macroimperio intercontinental?
Preguntas referentes a su presentación de Daniel 5:
1. ¿No sugiere Dan. 5:22ss que el sino de Belsasar fue consecuencia de su propia conducta personal impía, al haber escogido conscientemente no enmendar sus caminos, como había hecho Nabucodonosor? ¿No implicaría ello que la defunción del reino babilónico no fue el resultado de un vaticinio profético inexorable, sino más bien la consecuencia de la estulticia y el orgullo humanos, evitables ambos?
Preguntas referentes a su presentación de Daniel 7 en la lección 7:
1. La lección empieza citando 2 Tes. 2:3, que, evidentemente, habla de una apostasía consistente en haber sido en una ocasión creyente para convertirse luego en un negador de Dios y de la verdad, y en un enemigo de los creyentes. El autor parece querer hacernos ver que en Daniel existe alguna predicción de este mismo cariz, e incluso califica de “poder espiritual” al elemento hostil llamado “cuerno pequeño” por Daniel. Sin embargo, ha habido perseguidores de creyentes, como el faraón de los días de Moisés, por ejemplo, que jamás habían sido ni cristianos ni israelitas. ¿De qué pasaje concreto de Daniel es posible deducir con certeza que el poder perseguidor de los creyentes perteneciese en algún momento al pueblo de Dios? Si no hay ningún pasaje, ¿por qué es conveniente interpretar algo que no tiene respaldo en la Palabra de Dios?
2. Los vaticinios de Dan. 7, como los de Dan. 2, ¿deben entenderse de forma determinista, o pueden interpretarse de manera condicional? Por ejemplo, según Dan. 7:12 y su contexto, parece que los imperios representados por las primeras tres bestias sobreviven de alguna manera hasta el momento del juicio del “cuerno pequeño”, en el que la propia cuarta bestia sigue viva. ¿En qué medida ha tenido (o tendrá) esto un cumplimiento en la historia?
3. Lo que Daniel llama “el tiempo del fin”, o “el fin del tiempo” (Dan. 8:17, 19; 12:4, 9; cf. ¡4:34!), ¿se refiere al fin de nuestro mundo, o a lo que para él eran tiempos lejanos que se escapaban de su perspectiva histórica? Por ejemplo, lo que Joel llama “después de esto” (Joel 2:28s), Pedro, aunque lo entiende como “en los postreros días”, no lo aplica al fin del mundo, sino al comienzo de los tiempos apostólicos (Hech. 2:16ss; cf. Heb. 1:2). ¿Puede ocurrir algo parecido con “el tiempo del fin” del libro de Daniel?
4. En la segunda lección, el autor del librito se había contentado con recurrir a “la historia” para identificar a los poderes que, según él, sucedían al imperio babilonio. Es un gran progreso que en esta lección utilice los obvios paralelos establecidos en los distintos pasajes del libro para identificar a los dos primeros sucesores de Babilonia: Persia y Macedonia. Sin embargo, es curioso que siga contentándose sólo con “la historia” a la hora de identificar el cuarto reino. Dice, además, que Roma es “la única identificación sensata de la cuarta bestia”. Parece ser que el autor es consciente de que existe alguna otra identificación, que él debe de considerar insensata o descabellada. ¿Podría el propio libro de Daniel arrojar algún tipo de luz para determinar qué opción es más insensata? ¿Sería lícito, por ejemplo, utilizar el capítulo 11 de Daniel para dilucidar tales cuestiones?
5. Me parece un acierto indudable que el autor reconozca que Grecia, junto con el reino macedonio, pasó a formar parte de Roma tras la batalla de Pidna, en el año 168 a.C. El autor también tiene una notable percepción de la realidad al afirmar que, “tras otro siglo de conquistas, el mundo fue unificado bajo Roma”. ¿Sería lícito preguntar qué conquistas fueron ésas, y cuáles fueron los reinos conquistados? Obviamente, no puede tratarse ni de Grecia ni de Macedonia, pues el autor, con certero criterio, ya ha desvelado que ambos habían pasado a la historia. Entonces, ¿qué poder fue ese? ¿A qué se debe que no se le dé a ese poder un lugar ni en la interpretación habitual de Daniel 2, ni en la de Daniel 7, ni en la de Daniel 8?
6. El autor no comparte con sus lectores el hecho de que el imperio romano perduró en Constantinopla hasta el siglo XV de nuestra era, pero es interesante que reconozca que, para el 476 d.C., en el occidente europeo dicho imperio ya se había desintegrado al desaparecer su aparato de gobierno. Señala, además, con mucho acierto, que el territorio del imperio occidental fue ocupado por reinos bárbaros (aunque luego, sorprendentemente, y en contra de toda evidencia histórica, dice que “mantuvieron” la civilización romana). ¿En qué medida cuadran estas realidades históricas con la literalidad del libro de Daniel, en el que el juicio contra el cuerno pequeño conlleva la destrucción posterior de la bestia que lo porta (Dan. 7:11)? ¿No es cierto que en Daniel, los cuernos no son sucesores de la bestia terrible que los porta, sino sus partes constituyentes? Dado que el imperio romano dejó de existir definitivamente en el siglo XV, y mil años antes en occidente, ¿cómo es posible que dicho imperio tenga algo que ver con un poder que subsiste en el momento en que el cuerno pequeño es juzgado por sus actos malvados si el cuerno pequeño sigue haciendo de las suyas en la actualidad?
7. Igual que hace con la cuarta bestia, para intentar identificar al “cuerno pequeño” el autor se contenta con adoptar una interpretación subjetiva sacada de un libro de historia. En vez de dar por sentado que el “cuerno pequeño” es igual de romano que la bestia que lo porta lo es supuestamente, ¿no habría sido mejor usar la evidencia del propio libro de Daniel para obtener la interpretación verdadera en cuanto a la nacionalidad de ambos?
8. En cuanto a la lección del martes, ¿hubo persecuciones antijudías anteriores a los días de Jesús? Si las hubo, ¿a qué viene decir que las palabras de Mat. 24:9 anuncian el cumplimiento de las persecuciones del “cuerno pequeño” en el futuro de Jesús? ¿No podría el “cuerno pequeño” haber perseguido a los fieles antes del tiempo de Jesús? ¿Hay alguna evidencia, por ejemplo, de que todos los rasgos del “cuerno pequeño”, como su ataque contra la ley, el sábado y el pueblo de Dios, se manifestasen entre los días de Daniel y los de Jesús?
9. En lo que respecta a la lección del jueves, el autor afirma que “un año profético tiene 360 días”. Esa observación es interesante. Sin embargo, teniendo en cuenta que esa es exactamente la duración tácita de un año financiero, ¿a qué nos lleva esa consideración? El autor da, acto seguido, cuatro razones por las que debe aplicarse el “principio día-año” para “descifrar” los números de Daniel:
a. La primera es que “[l]as visiones son simbólicas, por lo que los tiempos indicados deberían ser también simbólicos”. Sin embargo, en la lección cuarta, en la que se presentaba un sueño también simbólico, el tiempo indicado no se interpretó simbólicamente. ¿Cuál es, entonces, el criterio para determinar la “conveniencia” de que un periodo deba ser interpretado simbólicamente? Tanto en el capítulo 4 como en el 7, se usa el mismo sustantivo arameo ‘iddan. ¿Hay alguna prueba conocida de que este sustantivo deba traducirse años alguna vez?
b. La segunda es que “[c]omo las visiones se extienden a lo largo de extensos periodos, los tiempos especificados [...] debería verse que se extienden a lo largo de extensos periodos de tiempo”. Si se deja aparte la suposición de que los periodos son simbólicos, ¿qué evidencia textual concreta indica que los periodos en cuestión abarcan mucho tiempo?
c. La tercera es que “[l]a manera peculiar en que se expresan los periodos de tiempo [...] indica que deben aplicarse simbólicamente”. Como esta opinión subjetiva resulta de difícil comprobación, el autor añade un ejemplo: “el hecho de que la palabra años no se use nunca en ninguna de las expresiones temporales puede explicarse únicamente sobre la base del principio día-año”. El problema de esta tercera “razón” es que existe, como mínimo, otra explicación de la ausencia de la palabra ‘años’. ¿Podría ser que no se usase la palabra ‘años’ porque ninguno de estos periodos abarque muchísimos años, sino únicamente unos cuantos meses?
d. La cuarta es Dan. 9:24-27. En palabras del autor, “[l]a prueba práctica de este principio en Daniel 9:24-27 indica que, efectivamente, se tiene en mente años”. Sin embargo, dado que en Dan. 9:24-27 no se utiliza nunca la palabra ‘día’, ¿en qué sentido puede ese pasaje constituir una “prueba práctica” del “principio día-año”? ¿No es, todo lo más, una prueba de cómputo a base de ciclos de años sabáticos o jubilares?
10. El “principio día-año” suele ser sustentado por algunos autores en dos pasajes de la Biblia: Núm. 14:34 y Eze. 4:6. En el primero de estos pasajes se dice que, debido a la desobediencia del pueblo, 40 días de reconocimiento de la tierra de Canaán por parte de los espías, hecho que estaba en el pasado, se iban a convertir en 40 años futuros de peregrinación para el pueblo. En el caso de Ezequiel, se dice que un número de años pasados de pecado por parte del pueblo iban a verse representados por un número de días presentes y futuros en la vida del profeta. Curiosamente, en ambos casos los días son días de 24 horas y los años son años de trescientos y pico días. ¿En qué pasaje de la Biblia se enseña que cuando en un texto se diga ‘días’ futuros haya que interpretar exactamente el mismo número de ‘años’ futuros? ¿Se da alguna vez en la Biblia que haya un periodo que esté presentado una vez de forma simbólica y otra de forma literal?
Preguntas referentes a su presentación de Daniel 7 en la lección 8:
1. La cita sacada de 1 Pedro 4:17 es muy interesante. Su contexto revela que el apóstol inspirado está hablando de las situaciones difíciles que los cristianos tienen que soportar, teniendo que hacer frente en ocasiones incluso a la persecución de autoridades humanas, pero él quita peso a los problemas de los trabajos de esta vida asegurando a sus lectores que las cosas serán aún peores para “aquellos que no obedecen al evangelio”. La versión de Valera resulta especialmente perspicaz, pues muestra que en el siglo primero de nuestra era ese tiempo de “juicio” ya había empezado y de ninguna forma es coincidente con un juicio pasado o futuro (???) del “cuerno pequeño”. Por ello, ¿no muestra el contexto que Daniel y Pedro están usando dos acepciones de la palabra ‘juicio’ que no tienen nada que ver entre sí?
2. Es probable que encontremos algún tipo de respaldo bíblico al concepto de que “el pueblo de Dios es acusado y calumniado por Satanás”, al menos en tiempos del Antiguo Testamento, y probablemente podamos simpatizar con la noción de que el pueblo de Dios “será exonerado en el juicio”, seguramente el de Mat. 25:34, pero, ¿dónde dice Daniel que los santos estén siendo investigados por Dios? Está claro que en Daniel los santos son perseguidos por el malvado “cuerno pequeño”, y que se benefician de la condena que Dios le impone. Si es así, ¿sería erróneo concluir que, en lo que al libro de Daniel respecta, el único papel de los santos en el juicio divino contra el “cuerno pequeño” es el de demandantes, o, como poco (o, como mucho), testigos de la caída del poder maligno que los había perseguido? ¿En qué parte de Daniel se les presenta como acusados?
3. Está muy claro que el juicio del “cuerno pequeño” es un “juicio previo al Advenimiento”. Igual que el juicio de Sodoma, ¿no? Y, aún así, el juicio de Sodoma está en nuestro pasado. ¿Cuál es la evidencia bíblica de que el juicio del “cuerno pequeño” no está también en nuestro pasado?
4. Está muy claro que Jesús se aplicó el título de “Hijo del hombre”, aunque ya había sido utilizado con anterioridad para humanos normales, como el profeta Ezequiel. Sin embargo, me siento inclinado a aceptar el punto de vista de que el uso que Jesús hace de la expresión tiene connotaciones daniélicas. Si es así, ¿no implicaría el hecho de que aparezca un “hijo de hombre” al final de una visión que gira en torno a bestias que representan naciones gentiles que se está presentando un poder no bestial? ¿Sería erróneo asumir que este “hijo de hombre” es otra expresión para denotar el reino de Dios del Israel verdadero? Cuando Jesús usó para sí el título de “Hijo del hombre”, ¿no estaba diciendo, en realidad, que él era el verdadero Israel?
5. En la lección del miércoles, el autor hace una pregunta extraordinaria: “Si el juicio de Daniel 7 se refiere realmente a los santos, ¿por qué se lo describe en el contexto del cuerno pequeño perseguidor?” Sabe que es “una buena pregunta”. Busca “la respuesta, muy brevemente, […] en el concepto hebreo de justicia y de juicio.” ¿Dónde exactamente, en el libro de Daniel o en cualquier otra parte, encontramos evidencia de que su autor inspirado compartiese ese curioso “concepto hebreo de justicia y de juicio” que confunde a un demandante inocente y ofendido con un acusado culpable?
6. Aunque hubiésemos de admitir que los santos son “juzgados” en la escena de juicio (en todo caso, Daniel 7 no dice tal cosa), todos ellos reciben simultáneamente el beneficio de la condena del cuerno pequeño, y todos son aceptados en el reino de Dios. ¿En qué sentido se ajusta esto al concepto adventista del séptimo día de un “juicio investigador” en el que cada persona es juzgada individualmente a un ritmo que lleva muchos decenios, si no siglos, de un santo a otro?
7. La lección del jueves afirma, aparte de la noción no probada de que 1.260 días debieran interpretarse como 1.260 años, que “nosotros tomamos el lapso que va del año 538 al año 1798 d.C. para indicar el comienzo y el fin del período de 1.260 años”. Sí, hacemos eso, pero, ¿existe algún tipo de evidencia bíblica que apoye tales fechas? ¿Hay algún tipo de evidencia histórica real que muestre la relevancia de ambas fechas? Si no puede presentarse ninguna evidencia bíblica o histórica para sustentar tales fechas, ¿sería erróneo decir que están sustentadas en el capricho?
8. La lección del jueves presenta un argumento sumamente curioso que procura dar con una fecha aproximada del comienzo del juicio que el Cielo hace contra el “cuerno pequeño”. Sin embargo, puesto que no hay indicación alguna en Daniel 7 de que la justicia divina sea menos expeditiva que la proporcionada por los tribunales humanos, ¿por qué habría de contentarse el autor meramente con datar el comienzo de tal proceso judicial? ¿Por qué no seguir adelante y, ya puestos, datar también su punto de terminación? Además, puesto que, según el mismísimo contexto que estamos considerando, quien sufre las consecuencias de la justicia divina es la propia cuarta bestia, y no sólo el cuerno pequeño, ¿cómo puede ser que Roma haya pasado a la historia muchos siglos antes de que se pusiese en marcha el tribunal que supuestamente la juzga?
9. La lección del jueves acaba con la curiosa petición siguiente: “Estudia cuidadosamente Daniel 7 hasta que puedas comprender por ti mismo la secuencia de los eventos: el cuerno pequeño, el juicio celestial, la segunda venida de Cristo. Conócela bien, para compartirla con alguien de una manera clara y convincente.” ¿Es similar el concepto de repetición implicado en la petición anterior al del dicho popular de que si se repite una mentira mil veces se acaba creyéndola? ¿Ha compartido el propio autor esa supuesta “secuencia de […] eventos” “de una manera clara y convincente”?
10. En el resumen de la lección se afirma, entre otras cosas, que “[e]n este juicio anterior al advenimiento, los pecados del pueblo de Dios son borrados”. ¿Dónde exactamente encontramos este concepto de que los pecados son borrados en ocasión de un juicio? ¿No son borrados cuando una persona pide sinceramente perdón a Dios mediante los méritos de la sangre de Cristo?
Preguntas referentes a su presentación de Daniel 8 en la lección 9:
1. El autor afirma que “el contexto histórico del capítulo demuestra que está hablando sólo del Santuario que se encuentra en el cielo, donde Cristo es ahora nuestro Sumo Sacerdote”. Es una pena que Daniel no diga nada en el sentido de que Cristo sea nuestro Sumo Sacerdote. Sí que habla de un santuario, pero, ¿no muestra el contexto real que la auténtica preocupación del profeta es “la tierra gloriosa” (Dan. 8:9; cf. 11:16, 41), o sea, Israel? Cuando el capítulo habla de las ganancias territoriales del “cuerno pequeño” hacia el sur o el este, ¿hemos de entender que se refiere a puntos cardinales del Cielo, en la vecindad, quizá, del santuario celestial?
2. El autor afirma además que “Los problemas clave revelados aquí no giran en torno de alguna batalla militar, en la cual los ejércitos paganos hayan contaminado el Santuario terrenal; el panorama presentado en el capítulo va más allá de cualquier lucha localizada, terrenal, política o militar. Los problemas, en cambio, son espirituales”. Es interesante que el autor hable de una cierta “lucha localizada, terrenal, política o militar” en la que, según parece, ciertos “ejércitos paganos […contaminaron] el Santuario terrenal”. Es una pena, y una vergüenza, que el autor nos evite detalles tan interesantes. En todo caso, aunque es obvio que, en último término, hay una cuestión espiritual de por medio, ¿qué evidencia contextual hay de que “el capítulo va más allá de cualquier lucha localizada, terrenal, política o militar”? ¿Qué evidencia contextual existe de que “este capítulo es una visión [… que] involucra un sistema religioso de proporciones masivas que se ha establecido en oposición a la obra y el ministerio de Cristo, y en contra de su pueblo.”? La evidencia existente en Daniel parecería sugerir que el “cuerno pequeño” es un poder irreligioso, pero quizá no he leído el texto correctamente. Si es así, ¿dónde está la evidencia textual de que el “cuerno pequeño” había de ser un “sistema religioso”?
3. La pregunta compuesta que hay al final de la lección del sábado es muy interesante. Tanto, que merece un análisis más detallado.
a. El autor empieza preguntando “¿Cómo se contaminaba el Santuario terrenal?” Se trata, ciertamente, de una pregunta sumamente oportuna. En la lección del domingo se aportan varias posibles respuestas correctas. Por ejemplo, el autor señala con acierto que el templo de Dios podía ser “profanado cuando ejércitos enemigos entraban y saqueaban los tesoros del templo”, lo cual es una observación excelente. El templo también podía ser profanado si “lo destruían”, que resulta igual de perspicaz. Además, los propios hebreos infieles podían profanar el templo colocando en él “cosas detestables”. Eso está muy bien. Por supuesto, podrían idearse otros escenarios hipotéticos. Por ejemplo, una persona con lepra podría haber buscado refugio dentro del santuario mientras huía de una manada de lobos, luego podría tropezar y caer sobre los panes de la proposición, contaminando así el santuario. Por supuesto, escenarios imaginarios como éste resultan irrelevantes, a no ser que sean insinuados por el propio contexto. ¿Qué insinúa el contexto de Daniel 8 en cuanto a la profanación del santuario? ¿Quién efectúa la profanación, el pueblo de Dios o el “cuerno pequeño”?
b. La siguiente y perspicaz pregunta es “¿Qué representan los símbolos de Daniel 8?”. Dado que el autor parece tener en mente el carnero y el macho cabrío, podemos decir que ambos eran animales aptos para el sacrificio, lo que parecería indicar que el capítulo 8 tiene algún tipo de relación con el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento en el santuario israelita. No obstante, ¿no hace este mismo énfasis en los sacrificios animales extremadamente difícil buscar algún tipo de cumplimiento de esta profecía en los tiempos del Nuevo Testamento?
c. La siguiente pregunta perspicaz es probablemente la más perspicaz de todas: “¿Quién está representado por el poder del cuerno pequeño, que surge después de la desintegración del Imperio Griego?” Desde luego, puesto que el autor ya se ha tomado la molestia de explicar que el “Imperio Griego” llegó a su fin el año 168 a.C., tras la batalla de Pidna, ¿quién fue exactamente el “cuerno pequeño” que apareció por entonces?
d. La cuarta pregunta es quizá la más fácil de contestar: “¿Cuál es la naturaleza de su ataque contra el pueblo de Dios y el Santuario?” ¿No parecería sugerir el paralelo evidente entre Dan. 8:14 y 11:31 que la fuerza militar tuvo algo que ver? ¿No supondría la ausencia de los santos en el contexto de Dan. 11:31 prueba adicional de que no desempeñan papel alguno en la contaminación del santuario? Si es así, ¿cuál sería la relevancia de los rituales del yom kippur?
4. Desgraciadamente, el autor hace una pregunta inválida en la lección del domingo. La pregunta es “¿De qué modo las ofrendas por el pecado contaminaban el Santuario en el Antiguo Testamento?” Es inválida porque la evidencia que presenta, Lev. 4:17, 27-31, no demuestra que las ofrendas por el pecado contaminasen nada. ¿No enseña la Biblia que el propio pecado contamina, pero que la confesión y el perdón que Dios concede deshacen los resultados del pecado? La sangre de un sacrificio limpia. En forma señalada, la sangre de Cristo limpia. ¿Dónde exactamente dice la Biblia que la sangre de los sacrificios contamina algo?
5. Es interesante que el autor señale que cuando un gobernante o un israelita común llevaba una ofrenda por el pecado al santuario la sangre del animal, un cabrito (en el caso de un gobernante), o una oveja o una cabra (en el caso de un ciudadano común), “era colocada sobre los cuernos del altar de[l] holocausto, en el atrio”, lo que quiere decir que al lugar santo no entraba de ella nunca ni siquiera una gota. En el caso de que esta revelación fuese a resultar traumática para alguno de sus lectores, el autor añade de inmediato “[p]ero el sacerdote debía comer una porción de la ofrenda por el pecado (Lev. 10:17)”. ¿No ha dejado en el olvido que la carne había sido desangrada completamente? Si la expiación está en la sangre (Lev. 17:11), ¿qué peso cúltico conlleva el consumo de carne? ¿No ha olvidado el autor mencionar otros pasajes (Lev. 6:29; 7:6; 10:12-15; 21:16-23; 22:11) que indican que la carne no era consumida únicamente por el propio sacerdote, sino por toda su familia, incluyendo mujeres, niños, varones inaceptables para el sacerdocio por mutilaciones o castración, y hasta esclavos? Si el pecado de un ciudadano común se transfería de algún modo a la ofrenda por el pecado, ¿cómo se las arreglaba el pecado para contaminar el santuario si ni una gota de su sangre se introducía en el lugar santo? Y, ¿cómo podía lograr la transferencia del pecado al santuario el consumo de su carne por parte de alguien de la familia del sacerdote, o por el propio sacerdote, si la carne no llevaba el pecado que, supuestamente, estaba en la sangre? En cualquier caso, ¿qué pasaje bíblico enseña que el pecado de alguien pueda ser transferido a una ofrenda por el pecado? ¿Qué pasaje de la Biblia enseña que las ofrendas por el pecado, aun las de un sacerdote o de toda la congregación, contaminen el santuario?
6. El autor parece encantado con dejar estos asuntos a una mera implicación. Según él, todas las suposiciones anteriores están implícitas “claramente […] en el lenguaje de Levítico 16:16”. Me sentiría inclinado a pensar que las doctrinas deberían establecerse en algo un poco más consistente que meras implicaciones, pero, en cualquier caso, ¿dónde insinúa Levítico 16 que los rituales del día de la expiación tuviesen que ver con pecados que ya habían sido perdonados y expiados a lo largo del año? Si se confesaba el pecado involuntario, ¿era perdonado y expiado durante el año mediante el ofrecimiento del sacrificio por el pecado, o no? Levítico 4 dice repetidamente que era perdonado y expiado. Si era expiado, como dice Levítico 4 que lo era, ¿existe en Levítico 16 alguna evidencia que diga lo contrario? ¿Dónde dice Levítico 16 que los pecados objeto del día de la expiación fuesen únicamente los pecados involuntarios? Si no se dice, ¿es posible que el día de la expiación tuviese algo que ver, al menos, con los pecados voluntarios, o sea, con pecados que no podían legalmente ser expiados ritualmente mediante el ritual diario? ¿Podría tener algo que ver con los pecados involuntarios por los que no se hubiese ofrecido ningún sacrificio por el pecado debido a la pura imposibilidad económica o situacional? Si existen todas estas posibilidades, y ciertamente existen, ¿qué necesidad hay de inventar la noción de que el día de la expiación se ocupaba de algo que ya había sido objeto de atención, algo así como una revisión del pecado?
7. En la lección del lunes, el autor afirma que “[c]uando murió Alejandro, el poder pasó a manos de sus generales; no obstante, éstos comenzaron a pelearse entre sí y el imperio se desmoronó.” ¿No es verdad que el imperio se desmoronó cuando sus generales se proclamaron reyes de sus territorios respectivos aun antes de que se pelearan entre sí en serio? ¿No es verdad que los “cuatro generales” cobraron prominencia únicamente después de que hubiesen eliminado a Antígono, el único defensor de la unidad?
8. La lección del martes contiene la observación de que “[l]a mayoría de los comentadores suponen que el cuerno pequeño salió de uno de los cuatro cuernos” (énfasis añadido). Uno pensaría que los teólogos formados, capaces de leer hebreo, harían algo más que meramente suponer el significado del texto acerca del cual estuviesen haciendo un comentario, en especial cuando algunos de ellos son judíos de los que cabría esperar que conociesen las peculiaridades de su antigua lengua. Sea como sea, el autor señala que lo que parece ser una minoría adopta un punto de vista alternativo debido a una implicación de la “gramática hebrea”. ¿No es verdad que la cuestión gramatical que arguye esta minoría de eruditos es una cuestión de género? No es verdad que una traducción literal de Dan. 8:8,9 sería “Y subieron [plural, femenino] notable [singular, femenino] cuatro en su lugar [femenino] hacia cuatro vientos [femenino] de los cielos [femenino]. Y de uno [femenino] de ellos [masculino; hay variantes textuales en las que ‘ellos’ es también femenino] vino [masculino] cuerno [femenino] uno [femenino] pequeño [femenino]”? ¿No es verdad que las mejores gramáticas hebreas advierten que a veces el hebreo tiene un comportamiento un tanto errático en cuanto a la concordancia de género, como E. Kautzsch, editor, Gesenius’ Hebrew Grammar, 2ª edición, 17ª impresión, traducido por A. E. Cowley, (Oxford: Clarendon Press, 1983), §§ 110 k, 144 a, 145 p, t, u, 135 o? ¿No resulta la noción de un cuerno que surge de un viento un tanto inesperada, tanto biológica como teológicamente? ¿Se da tal cosa alguna otra vez? ¿Insinúa el ángel tal interpretación en la explicación de la visión? La inclusión de la expresión “[d]e uno de ellos”, ¿es informativa o desinformativa? Si la Inspiración hubiese querido transmitir la noción de que el “cuerno pequeño” carecía de relación geográfica con los otros cuatro reyes, ¿cómo captarían los lectores la idea con más facilidad, añadiendo “[d]e uno de ellos” u omitiéndolo? ¿Recurrirá el autor al “antecedente gramatical más cercano” cuando analice las 70 semanas en consonancia con la interpretación mesiánica habitual? Si no es así, ¿por qué no?
9. Una vez más, el autor recurre únicamente a la “historia” cuando afirma que “el poder que sucedió a los cuatro imperios de origen griegos [sic] fue Roma”. No obstante, es interesante que hable de cuatro imperios griegos. Las páginas anteriores de este librito de algún modo parecían transmitir que hubo únicamente un imperio “griego”, de modo que estamos progresando. Muy bien, pero, ¿dónde enseña Daniel que el “cuerno pequeño” hubiese de alzarse solamente después de la caída de los cuatro “imperios griegos”? ¿No implica el uso de ’acharith en 8:23 que surgiría en la segunda mitad de su existencia, no tras la caída de los cuatro (cf. Job 42:12)? Además, el autor ya había afirmado varias veces que Grecia cayó en 168 a.C. tras Pidna, por lo que, aun con su punto de vista, el “cuerno pequeño” llegó a la existencia más o menos en esa época. ¿Quién gobernaba en cada uno de los “imperios griegos” restantes en esa época y qué hicieron? ¿Hicieron algo parecido a lo que Daniel dice que haría el “cuerno pequeño”? Si es así, ¿cómo es que no se nos informa al respecto?
10. Tras mucho hacerse esperar, la lección del miércoles menciona a Antíoco Epífanes como contrincante por el título infame de “cuerno pequeño”, pero sólo para ser sumariamente rechazada tal candidatura porque no “‘se engrandeció extraordinariamente’ (VM y el hebreo)”. Es una pena que otras traducciones no den la misma idea de grandeza extraordinaria. Por ejemplo, la humilde versión de Valera se contenta con decir que “creció mucho”; por su parte la versión inglesa literal de Young [Young’s Literal Translation] pone “se empeña grandemente”, mientras que la NIV inglesa dice que “empezó pequeño pero creció en poder”, de modo que no hay noción alguna de grandeza comparativa como tal. En Dan. 8:4, para Persia, tenemos una forma hiphil del verbo gadal que significa “se hizo grande”. En Dan. 8:5 tenemos exactamente la misma forma hiphil seguida de ‘ad-m’od, que significa algo así como “hasta lo mucho/fuerza/abundancia/excesivamente”, y esto se aplica al macho cabrío. En Dan. 8:9 tenemos una forma qal del mismo verbo, que significa “creció”, seguida de yereth, que significa “resto/exceso/preeminencia”. La palabra yereth se usa también en los siguientes pasajes de la Biblia hebrea: Gén. 49:3; Éxo. 4:18; 10:5; Núm. 31:32; Jos. 13:27; 21:14; Jue. 7:6; 2 Sam. 10:10; 12:28; 1 R. 2:5, 32; 2 R. 25:11; 1 Cró. 2:17, 32; 4:17; 6:42; 7:38; 19:11; Neh. 4:8, 13; Job 6:9; Sal.. 11:2; 31:24; Prov. 12:26; 17:7; Ecl. 6:11; Isa. 38:10; 56:12; Jer. 27:19; 29:1; 39:9; 52:15; Dan. 8:9; Joel 1:4; Hab. 2:8. ¿En cuál de estos versículos podemos ver que se use yereth para dar a entender una fuerza militar sobrepujante? ¿En cuántos de esos versículos no podemos ver cosa semejante? En todo caso, no limita Daniel la grandeza comparativa del “cuerno pequeño” añadiendo “hacia el sur y el oriente, y hacia la tierra gloriosa”? ¿Se empeñó Antíoco en operaciones militares importantes “hacia el sur y el oriente, y hacia la tierra gloriosa”, o no se empeñó? Lo hizo, ¿verdad? Si es así, ¿qué problema hay exactamente en estudiar este asunto? En todo caso, aunque el autor asevera que la grandeza del “cuerno pequeño” descalifica a Antíoco porque no era tan grande, luego afirma que el capítulo versa mayormente acerca del papa, que tampoco era tan grande para empezar. Según la Biblia, el “cuerno pequeño” empezó pequeño, luego creció en ciertas direcciones concretas, y luego fue destruido inesperadamente. ¿En qué sentido cuadra esto con la historia de Roma, que, según el autor, empezó siendo “extraordinariamente grande”, luego se hundió en la nada, sólo para ser sustituida por el obispo de Roma, que crecería considerablemente, una vez más, sólo para ser destruido en la Segunda Venida? ¿No cuadra con la historia de Antíoco mucho mejor, puesto que empezó pequeño, creció considerablemente en sus ataques contra Egipto e Israel, y murió durante una campaña contra el oriente? Una vez más, ¿dónde está el problema exactamente?
11. El autor usa Dan. 8:11, que menciona al “príncipe de los ejércitos”. Ésa es una expresión sumamente interesante. En hebreo, es sar-hatsaba’. Además de en Dan. 8:11, se da en 1 Sam. 17:55 (aplicado a Abner), in 1 R. 1:19; 11:15, 21 (aplicado a Joab), in 2 R. 4:13 (aplicado al comandante del ejército en los días de Eliseo), en 2 R. 25:19 y Jeremías 52:25 (aplicado “al principal escriba del ejército, que llevaba el registro de la gente del país”), in 1 Cró. 19:18 (aplicado a Sofac), y en 1 Cró. 27:5, aplicado a “Benaía, hijo del sumo sacerdote Joiada”. ¿En cuál de estas referencias hay una implicación mesiánica? Puesto que 1 Cró. 27:5 es testimonio de la posibilidad de que un sacerdote tuviese el título de sar-hatsaba’, ¿sería legítimo suponer que Daniel predijo que el “cuerno pequeño” se entrometería en el sacerdocio aarónico o que incluso eliminaría a un sacerdote? Hay otro conjunto de textos que tienen la expresión hebrea ligeramente diferente de sar-tseba’. Aparte de Jos. 5:15, 16, donde se usa para algún tipo de enviado sobrenatural de Dios, se da en Jueces 4:7 y 1 Sam. 12:9 para Sísara, en 2 Sam. 2:8 para Abner, en 2 Sam. 10:16 para Sobac, en 2 Sam. 19:13 y 1 R. 2:32 para Abner y Amasa, en 1 R. 16:16 para Omri, en 2 R. 5:1 para Naamán, y en 1 Cró. 19:16 para Sofac. De nuevo, ¿cuán segura es la atribución mesiánica de sar-tseba’?
12. Una vez más, el autor insiste que el cuerno pequeño “ciertamente parece ser un poder espiritual que trabaja contra la verdad de Dios”. Si hemos de defender la “verdad de Dios”, ¿no habría que modificar la frase anterior para que dijese “ciertamente parece ser un poder no espiritual que trabaja contra la verdad de Dios”?
13. El autor afirma que “el ministerio diario de Cristo en el Santuario celestial [es] atacado por el cuerno pequeño”. Sólo cuatro preguntas. ¿Dónde habla la Biblia del “ministerio diario de Cristo” en el santuario celestial? ¿Cómo puede un hombre atacar algo que está fuera de este mundo? Cuando el contexto habla de los puntos cardinales y de la tierra gloriosa, ¿habla de realidades ultraterrenas, o acerca de operaciones militares en este viejo mundo nuestro? Cuando se hace referencia del ataque al santuario hecho por el “cuerno pequeño”, ¿hay indicación alguna en el texto de que se presenta algo menos físico que los puntos cardinales?
14. En la lección del jueves el autor afirma que “[a]l dejar en manos de los prelados la intercesión en favor de los seres humanos, mediante la instauración de la confesión del pecado ante el sacerdote, y al sacrificar a Cristo perpetuamente en cada misa, el Papado ha quitado el ministerio celestial de Cristo de la mente de la humanidad.” Ése es un pensamiento muy interesante, pero, ¿qué tiene que ver con Daniel? Según Dan. 11:31, “[s]e levantarán sus tropas, que profanarán el santuario y la fortaleza, [y] quitarán el sacrificio continuo”. ¿Son esas tropas los jesuitas? ¿De verdad? El antecedente de “sus” puede encontrarse en Dan. 11:21, “un hombre despreciable” que había de suceder al rey que envió al “cobrador de tributos” del versículo 20, que se reconoce casi universalmente que fue Seleuco IV. ¿Quién fue el “hombre despreciable” de Dan. 11:21? Nombre y apellidos, por favor. ¿Quién fue el sucesor de Seleuco IV? ¿Hizo, por casualidad, todas las acciones perversas que se le atribuyen en Daniel 8 y Daniel 11? Qué extraordinaria coincidencia, ¿verdad?
15. ¿De qué tipo de exégesis es la siguiente observación encontrada en la versión americana? “En el Antiguo Testamento, el santuario tenía un ‘ejército’ de levitas ministradores. El cuerno pequeño tiene su propio ejército de ministros que sirven al sistema.” Habrían sido iluminadoras algunas referencias bíblicas para informarnos de este “ejército” de levitas. En todo caso, una pregunta mía anterior puso de manifiesto que un sacerdote podía ser comandante del ejército, pero estaríamos hablando de un ejército literal, un ejército que portaba armas físicas que producían heridas físicas y que ocupaban territorios físicos. ¿Dónde encontramos en Daniel algo que insinúe que los ejércitos que sirven al “cuerno pequeño” sean algo distinto de ejércitos literales físicos?
Preguntas referentes a su presentación de Daniel 8 en la lección 10:
1. La lección del sábado afirma que muchos cristianos (en realidad, la mayoría de los cristianos y la abrumadora mayoría de los eruditos) reconocen que Antíoco Epífanes fue el “cuerno pequeño” predicho por Daniel. El autor dice, no obstante, que, como adventistas del séptimo día, debemos rechazar esta interpretación por muchas razones. Desde su punto de vista, una de las razones es que la descripción que la profecía da del “cuerno pequeño” no puede aplicarse a aquel rey sirio. ¿Qué detalles específicos no pueden aplicársele, y cómo, exactamente, concuerdan tales detalles con algún otro aspirante?
2. El autor sigue diciendo que, basados en los principios del historicismo, los adventistas creen que Daniel 8:9-14 tiene que ver con el gran conflicto entre Cristo y Satanás. Eso es muy interesante. Naturalmente, cualquiera tiene derecho a sus creencias. Sin embargo, ¿no deberíamos centrarnos en el significado de Daniel 8:9-14 según su propio contexto y no en nuestras suposiciones preconcebidas? En el lenguaje usado por el autor, parecería que el ‘historicismo’ fuese algo así como una escuela filosófica independiente y respetable que hubiésemos adoptado por un motivo más o menos bien pensado. Sin embargo, ¿no es verdad que, en la práctica, ningún intérprete respetable acepta tal “escuela” de interpretación en la actualidad? ¿No es verdad que, en la práctica, ‘historicismo’ es equivalente a eiségesis [sic!] profética adventista del séptimo día? En todo caso, ¿dónde encontramos en Daniel una referencia clara al tema del gran conflicto? ¿Dónde encontramos un cuadro coherente de tal controversia en otras partes de la Biblia?
3. La lección del domingo vuelve al asunto de la contaminación del santuario. Podemos recordar muy bien que el autor presentó varios escenarios posibles que podrían propiciar la contaminación del santuario. Obviamente, parecería que cada uno de esos escenarios podría requerir un proceso de purificación distinto. Por ejemplo, sabemos que cuando el templo era descuidado, o aun profanado, el santuario era purificado, por así decirlo, con una carretilla, no con sangre (2 Cró. 29:5, 15-18). Curiosamente, el autor de estas lecciones, de alguna manera, olvida mencionar éste y otros posibles ritos correctores, y centra su discurso, en lugar de eso, en los ritos del yom kippur, que estaban relacionados con la expiación de los pecados de los israelitas. Sin embargo, puesto que en Daniel 8 el único que realiza la contaminación del santuario es el cuerno pequeño, ¿no resultarían los ritos del yom kippur completamente irrelevantes, teniendo en cuenta que el “cuerno pequeño” había suprimido los propios rituales diarios? ¿Dónde enseña la Biblia que las malas acciones de los gobernantes enemigos tuviesen que ser expiadas el yom kippur? ¿No es verdad que mezclar el yom kippur con la profanación del “cuerno pequeño” implica que los verdaderos adoradores, o nuestro mismísimo Sumo Sacerdote, son el “cuerno pequeño”? ¿No sería tal cosa una blasfemia? Si Daniel 8:14 está relacionado con Levítico 16, ¿por qué utiliza una forma del verbo tsadaq en vez de taher? ¿No es verdad que Levítico 16 no tiene relación alguna con Daniel 8? ¿No es verdad que lo más parecido que hay, de lejos, en nuestro Antiguo Testamento al remedio a la contaminación realizada por el “cuerno pequeño” es el pasaje de 2 Cró. 29:5, 15-18?
4. A continuación, el autor se centra en la cuestión de los 2.300 “días” [sic!]. Pretende que quienes intentan aplicar esta cifra a Antíoco Epífanes precisan distorsionar el texto. ¿No distorsionan nada los historicistas? ¿Pueden demostrar sus enormes pretensiones en el cómputo de Dan. 8:14 y 9:25-27? Por ejemplo, ¿pueden demostrar de forma objetiva el término de la profecía en algún momento del siglo XIX? Si no puede demostrarse objetivamente, ¿no conlleva algún tipo de distorsión el insistir en tal escenario? ¿Cuán honrado es aducir alguna supuesta dificultad matemática de un oponente cuando los adventistas están en una posición presumiblemente mucho peor?
5. El autor da cuatro razones para interpretar que habría que aceptar que los 2.300 “días” [sic!] nos llevan aproximadamente a nuestra era:
a. Gabriel aplica la visión al “tiempo del fin” (versículos 17, 19). Esto es muy interesante. Una observación previa señaló que, en el Antiguo Testamento, y en el propio Daniel, “el tiempo del fin” y expresiones similares no hay por qué tomarlas como si se refiriesen al fin de nuestro mundo. Sin embargo, haremos bien en recordar que el autor insiste tanto en que la visión es acerca del tiempo del fin. ¿Estaríamos hablando de toda la visión o sólo de parte de ella?
b. La segunda razón es que los paralelos, que incluyen a varios capítulos de Daniel, en particular los capítulos 2 y 7 (es una pena que haya olvidado mencionar el capítulo 11), muestran que la visión del capítulo 8 acaba aproximadamente a la vez que las de los capítulos precedentes. Ésa es una observación excelente, y merece que se le dedique atención. Sin embargo, la cuestión es la siguiente: ¿nos llevan de verdad esas profecías al fin de este mundo? ¿No ha entrado el autor en un círculo vicioso lógico?
c. La tercera razón es que existe un paralelo entre la escena de juicio de Daniel 7 y la purificación del santuario en Daniel 8. Puesto que el autor pretende que la purificación aquí aludida está relacionada con el yom kippur, ¿qué pasaje de la Biblia dice que el yom kippur conllevase un “juicio investigador”? ¿Abría algún libro ese día el sumo sacerdote? ¿Borraba algún nombre si descubría que alguien no se había arrepentido plenamente de pecados pasados? En todo caso, si la escena de juicio de Daniel 7 no nos hubiese de llevar al fin de este mundo, ¿por qué habría de llevarnos al fin de nuestro mundo la supuestamente paralela purificación del santuario (que, en teoría, podría ocurrir algo más tarde)?
6. En cualquier caso, el autor parece haber olvidado mencionar la curiosa circunstancia de que la palabra ‘días’ no se halla en parte alguna del original de Dan. 8:14. ¿Cómo es, entonces, que él aplica el “principio día-año”?
7. A continuación, el autor dirige su atención a Dan. 8:13, versículo que contiene una pregunta a la que Dan. 8:14 es la respuesta. Esto se está poniendo interesante. ¿Por qué no es mencionado Dan. 8:13 ni una vez en la completa presentación de la Sra. White de los 2.300 “días” en El conflicto de los siglos? ¿No es verdad que Dan. 8:13 resulta apenas necesario para la eiségesis adventista del séptimo día? No obstante, puesto que el autor quiere estudiar Dan. 8:13, así deberíamos hacerlo sin demora. Desde su punto de vista, deberíamos considerar que la pregunta no está limitada únicamente a las actividades del “cuerno pequeño” porque la palabra “visión” (en realidad, el hebreo resulta aquí irrelevante) necesariamente implica al carnero y al macho cabrío. Esto se está haciendo algo confuso. ¿No nos había dicho antes el autor, siguiendo a Gabriel, que “la visión” era sobre “el tiempo del fin”? ¿Cómo es que ahora también es sobre “el tiempo del principio”? Siguiendo a Gabriel como nuestro guía, ¿podemos quizá concluir que, aunque la visión comienza en los días de Daniel, la parte más prominente de la misma nos lleva a un periodo distante en lo que al profeta se refería? Si se aceptase esta interpretación, y es evidente que Gabriel la aceptaría, entonces, ¿nos retrotrae la pregunta de Dan. 8:13 a los tiempos persas? Aunque nos retrotrajese tan atrás, cosa que, desde luego, dista de hacer, ¿no nos retrotraería a los días de Ciro, y no a los de Artajerjes? Pero si hubiese de retrotraernos a los días de Ciro, ¿cuál sería el resultado para toda la estructura de la interpretación historicista de las 70 semanas y de los 2.300 “días”? Ahora, en serio, no es el súmum de la necedad colocar el comienzo de la profanación de 2.300 tardes y mañanas del santuario en la época del imperio persa, teniendo en cuenta que fue precisamente aquel imperio el que permitió la reconstrucción del santuario en los días de Ciro?
8. El autor vuelve al tema de la purificación del santuario al final de la lección de esta semana. Una vez más, menciona que había varios métodos por los que podía resultar contaminado el santuario, pero luego deja completamente sin explicar cómo podían proporcionar los rituales del yom kippur remedio para limpiar el santuario del sacrilegio por parte de un extranjero malvado que llevó el caos a sus servicios. ¿Sería correcto sugerir que esto podría ser un caso que conlleva un poquito de distorsión de la Santa Palabra de Dios?
9. A continuación el autor vuelve a sus pretensiones anteriores de que los periodos de las profecías simbólicas debieran entenderse como simbólicos. Aunque podríamos sospechar que no se dará respuesta alguna a la observación de que la visión simbólica de Dan. 4 contiene un periodo que no es interpretado simbólicamente, concedamos que, mediante algún prodigio inaudito, esa observación ha sido refutada con éxito. Muy bien. Sigamos. Para que descifremos “2.300 tardes y mañanas” en algo completamente simbólico necesitaríamos algún tipo de clave de conversión, ¿no? Bueno, teniendo en cuenta que la palabra “día” no se encuentra en Dan. 8:14, ¿dónde exactamente está la clave bíblica de que, en la profecía, una tarde más una mañana es igual a un año? ¿No hay referencia bíblica? ¿Cómo puede ser? ¿Sería éste otro caso que conlleva un poquito más de distorsión? Como creacionistas, ¿no insistimos que la presencia en Génesis 1 de las palabras “la tarde y la mañana” implica días de 24 horas? ¿Cómo es que no hacemos exactamente lo mismo en Daniel 8:14? ¿Algo en el propio texto? ¿Algo fuera del texto? ¿No sería esto un caso de autoengaño y de ciega obstinación en el error?
10. El autor tiene toda la razón en que 2.300 tardes y mañanas no es la forma normal de expresar el tiempo. Como es sabido por casi todos los exégetas (los que hay prefieren ignorarlo, naturalmente), “tarde-mañana” es una expresión adjetiva a la que le falta un sustantivo, que es usada como modismo equivalente a ‘holocaustos’. Ahora bien, ¿no requerirían 2.300 “lo_que_sea_que_falte_aquí” de “tarde-mañana” exactamente la mitad del número de días constituidos cada uno por una tarde y una mañana? ¡Por preguntar!
Preguntas referentes a su presentación de Daniel 9 en la lección 11:
1. El autor quiere que sus lectores se fijen en cierta conexión especial entre la visión del capítulo 8 y la del capítulo 9. Los puntos que resalta son:
a. Gabriel aparece en ambas visiones. Eso es interesante. También aparece en el primer capítulo del evangelio de Lucas. ¿Hemos de concluir que siempre que Gabriel aparece su misión es la misma, o que es continuación de una misión anterior?
b. Como se ve en Dan. 9:21, Daniel se acordaba de haber visto antes a Gabriel. ¿No nos da seguridad saber que, después de transcurridos varios años, Daniel no sufría la enfermedad de Alzheimer y que tampoco tenía amnesia?
c. Nuevamente, la misión de Gabriel consiste en ayudar a Daniel a entender una visión (Dan. 8:16; 9:23). Ha de esperarse que lo lograse en ambas ocasiones, ¿no? ¿Verdad que es interesante este asunto de “entender” en el libro de Daniel, considerando que también aparece en 1:17, en 2:30 y en 12:8? ¿No ha de esperarse que Daniel haya entendido muchísimas cosas y que su instructor angelical le haya enseñado cuestiones diversas? ¿O siempre le enseñó lo mismo? Si así fuese, ¿implicaría ello que Gabriel fuese un instructor chapucero o que Daniel fuese lento de entendederas?
d. El elemento tiempo no fue explicado en el capítulo 8. ¿Ah, no? ¿Qué había que explicar? El tiempo es el tiempo. ¿Qué parte de la cifra 2.300 no entendió Daniel? Si Daniel no consiguió entender la cifra, ¿exactamente dónde le enseña Gabriel algo respecto a esa cifra en el capítulo 9?
2. ¿Dónde encontramos evidencia contextual que pueda mostrar que existe una diferencia en significado entre las palabras hebreas chazon y mareh? ¿Sería erróneo sugerir que, al menos en Daniel, son sinónimas? ¿Por qué sería erróneo?
3. El autor parece concordar con muchos expositores adventistas del séptimo día en la noción de que Gabriel fue enviado en el capítulo 9 para explicar algo que supuestamente había quedado inacabado en el capítulo 8. Sin embargo, ¿no indica Dan. 8:26 que la visión quedó sellada o “guardada” porque era “para muchos días”? Si es así, ¿se dispone Gabriel en el capítulo 9 a quitar el sello de una visión que estaba sellada? ¿Querría tal cosa decir que los “muchos días” llegaron a su fin en el primer año de Darío el medo?
4. ¿Dónde dice Daniel que hubo algo en la visión del capítulo 8 que no entendiese? ¿No es verdad que w’eyn mebiyn, al final de Dan. 8:27, puede traducirse “nadie lo supo”, lo que significaría que ninguno de los conocidos de Daniel supo de su malestar por la visión, causado por su conocimiento de las malvadas acciones futuras del “cuerno pequeño”?
5. Aunque hubiésemos de adoptar la cuestionable traducción de que las 70 semanas están “cortadas” de algún otro periodo más largo, ¿sería erróneo sugerir que pueden ser una parte de los eones de tiempo que están en el preconocimiento de Dios sin que haga falta imaginar que el cronograma de Dios haya sido revelado a algún mortal? Además, ¿no es la propia noción de que chathak, un hapax legomenon, deba entenderse que significa “cortado de algo mayor” una base sumamente objetable para cimentar una doctrina?
6. El autor entra muy en detalle en cuanto al cumplimiento presumiblemente mesiánico de Dan. 9:24, implicando obviamente que si los objetivos mencionados fueron cumplidos de forma sobresaliente por Jesucristo, no es posible que hayan tenido un cumplimiento parcial anterior. Por ello, sin tardanza, analicemos Dan. 9:24 en su contexto, ¿vale? Pero, primero, observemos que en el mismísimo versículo mencionado por nuestro autor, el intérprete angelical aclara de forma meridiana que los beneficiarios de esta profecía habían de ser “tu pueblo y […] tu santa ciudad”, o sea, Israel y Jerusalén, ¡apenas lo que le cabría esperar a un gentil de un Mesías universal!
a. Uno de los beneficios mencionados por Gabriel era “terminar la prevaricación”. ¿Sería apropiado señalar que el sustantivo hebreo relevante, pesha‘, aparece en otros pasajes de Daniel (8:12, 13, 23; cf. las formas relacionadas de 9:27 y 11:31) exclusivamente en conexión con la obra del malvado “cuerno pequeño”? Por ello, ¿estaría bien interpretar que el juicio divino y el castigo de este personaje malvado tendrían lugar en algún momento durante las 70 semanas?
b. El segundo beneficio mencionado por Gabriel era “poner fin al pecado”. En un sentido, por supuesto, Jesús puso fin al pecado, aunque resulta dolorosamente evidente que el pecado sigue existiendo entre nosotros. Sin embargo, ¿sería apropiado señalar que, en su oración, Daniel había rogado el perdón del pecado de su pueblo teniendo en mente un ámbito más bien limitado (versículos 5, 8, 11, 15, 20). Si es así, ¿por qué habríamos de sacar precipitadamente la conclusión de que esto se refiere a la cruz?
c. El tercer beneficio mencionado por Gabriel era “expiar la iniquidad”. Por supuesto, mediante su sacrificio perfecto en la cruz, Jesús ha expiado la iniquidad de una vez para siempre. Sin embargo, Daniel había expresado su pesar por la iniquidad de su nación, que había causado su penosa situación, exiliados como estaban en Mesopotamia (versículos 13, 16). Si es así, ¿por qué habríamos de sacar precipitadamente la conclusión de que esto se refiere a al cruz?
d. El cuarto beneficio mencionado por Gabriel era “traer la justicia perdurable”. Debemos aceptar de todo corazón que esto ha sido logrado por Jesucristo, y sólo por él. Sin embargo, debe subrayarse que los beneficios de la relación de nuevo pacto con Dios estaba previsto originalmente que se hubiesen concedido a los judíos arrepentidos inmediatamente después del exilio babilonio (Jer. 31:23-25, 31, 33, 38-40; Eze. 37:26-28; 39:11-14, 25-29). Si al menos dos profetas mayores habían previsto originalmente los beneficios de que el nuevo pacto se hubiese hecho al regreso de la cautividad babilonia, ¿sería erróneo decir que Daniel había previsto algo similar más o menos para la misma era?
e. El quinto beneficio mencionado por Gabriel era “sellar la visión y la profecía”. El verbo “sellar”, chatham en hebreo, aparece sólo otras dos veces en Daniel, en 12:4 y 12:9. En ambos casos, está relacionado con el sellamiento que Daniel hace de parte de su libro, la que tiene que ver con tiempos distantes. Cuando llegasen esos tiempos, el conocimiento aumentaría. ¿Podría, quizá, estar diciendo Gabriel que las profecías de Daniel se entenderían al finalizar las 70 semanas porque estarían cumplidas por entonces?
f. El último beneficio mencionado por Gabriel era “ungir al Santo de los santos”, o sea, el lugar santísimo. Bien, eso es muy comprensible. Puesto que la obra del “cuerno pequeño” conllevaba la profanación del santuario, ungir su lugar santísimo es el equivalente obvio de purificarlo, algo ya mencionado en 8:14.
7. A continuación, el autor vuelve su atención a las supuestas fechas del decreto real para hacer que se reconstruyese Jerusalén. Demuestra de forma muy persuasiva que si alguien hubiese de empezar en alguna otra fecha distinta de 457 a.C., 490 años literales no nos llevarían a una fecha lo bastante cercana al ministerio de Jesús que le resultase aceptable a un creyente en este tipo de matemáticas. Excelente argumento. Sin embargo, el problema es que Dan. 9:25 no dice nada de ningún decreto real. Menciona la “salida” de la dabar, o palabra. De modo que las 70 semanas comienzan con la salida de una palabra para propiciar la reconstrucción de Jerusalén. ¿Es pura coincidencia, entonces, que, según Dan. 9:23 tal dabar “salió” al comienzo de las súplicas de Daniel? Naturalmente, la dabar es la palabra de Dios. Es curioso que la salida de la palabra de Dios se da inmediatamente antes de que Ciro permita el regreso de los judíos a su patria. En cuanto a las matemáticas, especialmente cuando son tan propensas a errores por parte de los aprendices de matemático como William Miller et al., ¿quién las necesita?
8. El autor menciona Esdras 4:12 como prueba de que la ciudad de Jerusalén estaba siendo reedificada a raíz de una autorización de un tal Artajerjes, presumiblemente el Artajerjes de Esdras 7. Aun concediendo que el Artajerjes de Esdras 4 sea Artajerjes I (algo que EGW no admite, puesto que dice que el Artajerjes de Esdras 4 es, ni más ni menos, que el “falso Esmerdis” [!!, véase Profetas y reyes, página 419; cf. 4 SDABC 1175-6]. Este así llamado “falso Esmerdis” reinó en Persia inmediatamente antes de Darío I. Estoy más que dispuesto a admitir que ella está completamente equivocada, ¡¡pero quizá otros no estén muy dispuestos a aceptar esta posición mía!!), Esdras 4:12 es parte de una serie de acusaciones mentirosas de los enemigos de los judíos (EGW habla de los “falsos informes” de los samaritanos [4 SDABC 1175] que se usaron para mover a Esmerdis a promulgar “un decreto para prohibir a los judíos que reconstruyeran su templo y su ciudad” [Profetas y reyes, loc. cit.; el énfasis no está en el original]). Además, ¿no demuestra Esdras 4:6 que Jerusalén tenía habitantes aún antes? De modo que si Jerusalén estaba habitada en los tiempos de Jerjes (el padre de Artajerjes; según otros, como EGW, ¡esto sería en los días de Cambises!), ¡debe de haber estado restaurada por entonces, lo que cuadraría perfectamente con el testimonio de Hageo de los días de Darío I, abuelo de Artajerjes I, más de medio siglo antes de 457 a.C.! ¿No muestra el “testimonio” de EGW que, no importa como se interprete, ya sea como acertado o errado, sus “defensores” modernos están, en cualquier caso, más equivocados que ella misma?
9. En la lección anterior, el autor nos había invitado a dedicar todo el tiempo que necesitemos para estudiar diagramas. De modo que hagámoslo sin demora. Al hacerlo, procuremos dar respuesta a estas preguntas:
a. ¿Qué ocurrió exactamente a fines del año 457 a.C., en el otoño (Notas biográficas de Elena G. de White, página 64)? ¿Se promulgó entonces un decreto que permitía la reconstrucción de la arruinada ciudad de Jerusalén? ¿Dónde está ese decreto? ¿No es verdad que Jerusalén ya había sido reconstruida en la época de Darío, abuelo de Artajerjes I (Hag. 1:1-4)? Es cierto que Artajerjes tuvo algo que ver con la reconstrucción de Jerusalén, puesto que autorizó a Nehemías en 444 a.C. a reconstruir sus murallas, pero, ¿no es verdad que la reconstrucción de Jerusalén fue el resultado del decreto de Ciro? ¿No es verdad que el mismísimo Dios había predicho que sería Ciro, su “mesías”, el que haría que Jerusalén fuese reedificada (Isa. 44:28 y su contexto)? Si es así, teniendo en cuenta que el viaje de Esdras a Jerusalén comenzó, como muy tarde, a comienzos de la primavera de 457 a.C. y que acabó, como muy tarde, durante el verano de 457, ¿qué ocurrió exactamente después del 1 de Tishri de 457 a.C. (otoño) que pudiera ser considerado el inicio de las 70 semanas?
b. ¿Qué ocurrió exactamente en 408 a.C., fecha acerca de la cual nadie parece dispuesto a decir nada? ¿Podría deberse esto a que no se pueda probar que pasase entonces nada digno de mención? ¿Sería erróneo suponer que esto implica una pequeña distorsión del pasaje de Daniel 9:25-27?
c. Según el pasaje de las 70 semanas, ¿cuándo es cortada la figura del “mesías” de Dan. 9:26, tras 62 semanas y media, o sólo después de 62 semanas? Si esta figura de un “mesías” es nuestro Señor Jesucristo y si las 70 semanas son realmente 490 años secuenciales, y si empezaron en 457, ¿murió él realmente en 27 d.C.? ¿Podría esto conllevar otra pequeña distorsión?
d. Nuevamente, el mismo versículo que menciona el corte de la figura de un “mesías”, Dan. 9:26, menciona inmediatamente después al pueblo de un gobernante enemigo que causará devastación en la ciudad y el santuario. ¿Podría tratarse de los romanos? ¿Es ésta una referencia a la destrucción de Jerusalén en 70 d.C.? Sin embargo, puesto que las 70 semanas acaban supuestamente en 34 d.C., ¿puede alguien explicar qué pinta una referencia a 70 d.C. en medio de una profecía que acaba en 34 d.C.? ¿Podría esto conllevar un poquito de distorsión adicional?
e. En Dan. 9:27, ¿quién es el que confirma un pacto con muchos durante una semana y que pone fin al sacrificio y la ofrenda? ¿Se trata de la figura de un “mesías”, o del gobernante malvado de Dan. 9:26? ¿No sugeriría la regla del antecedente más cercano, a la que apeló el autor previamente, que estamos tratando aquí con el gobernante malvado y no con Jesucristo? ¿Podría esto conllevar un poquito más de distorsión? ¿Hizo Jesús un pacto con los judíos tras su muerte que duraría media semana? ¿Dónde podemos leer acerca de ese pacto?
f. Si la figura del “mesías” de Dan. 9:26 hubiese de ser la responsable de la confirmación del pacto y la abolición de los sacrificios y las ofrendas, sin duda, según el hebreo, él habría de ser también responsable de la erección de las abominaciones de las que habla el versículo 27. ¿Fue esto efectuado por Jesucristo? ¿Tendríamos que cambiar de antecedente para evitar tan horrible perspectiva? ¿Podría esto conllevar un poquito más de distorsión?
g. Según el original hebreo, ¿se puso fin a los sacrificios y las ofrendas a la mitad de una semana o durante media semana? ¿No es cierto que la preposición “en” falta en hebreo?
h. ¿Podemos demostrar de verdad que el ministerio de Jesús empezó en 27 d.C.? ¿Podemos demostrar de verdad que acabó en 31 d.C. y no, digamos, en 30 d.C.?
i. ¿Podemos demostrar que el apedreamiento de Esteban ocurrió en 34 d.C.? ¿De qué manera está relacionado Estaban con las 70 semanas, por favor?
j. ¿Por qué habrían de empezar las 2.300 tardes y mañanas de Dan. 8:14 a la vez que las 70 semanas? ¿Dónde dice eso Daniel? ¿Por qué no pueden acabar a la vez ambos periodos?
k. Objetivamente, ¿qué pasó de verdad en 1844? ¿Le ocurrió algo en ese momento al “cuerno pequeño”? ¿Podemos encontrar algo digno de mención que le ocurriese al papado en ese momento? ¿No? ¿Cómo puede ser? ¿Conllevaría esto un poquito más de distorsión? ¿Solamente un pelín?
l. Teniendo en cuenta que en 1844 el creciente lunar fue observable sólo unas horas después del comienzo de la primavera, a finales de marzo, y que de acuerdo tanto de los judíos rabínicos como de los judíos caraítas el yom kippur cayó el 23 de septiembre, ¿cómo exactamente se llegó a la fecha del 22 de octubre? ¿Puede alguien exhibir un almanaque caraíta, o cualquier otro almanaque judío, en el que el yom kippur caiga en esa fecha? ¿Podría esto ser otro caso de un poquitín de fraude y engaño para idiotas incautos?
m. ¿Por qué por lo menos la mitad de hasta las traducciones conservadoras a la mayoría de los idiomas modernos parecen no leer Daniel 9:24-27 en sentido mesiánico?
n. ¿He estudiado el diagrama lo suficiente, o debería ahondar más?
[A partir de este punto, las preguntas originales han sido ampliadas. Todas aquellas que aparezcan con esta tipografía son sustancialmente nuevas. Las demás son idénticas, o han sufrido cambios mínimos respecto a las enviadas en el correo indicado al comienzo]
Preguntas referentes a su presentación de Daniel 10 y 11 en la lección 12:
1. En varios lugares de la lección el autor reconoce el obvio paralelismo entre Daniel 11 y capítulos anteriores como el 2, el 7, el 8 y el 9. Es curioso que, en su análisis de esos capítulos, no considerase el capítulo 11 para nada. En las lecciones en que se expusieron, el autor asumió, sin más, que esos capítulos llegaban al fin de nuestro mundo por el uso de la expresión “últimos días”. Ahora afirma que el paralelismo del capítulo 11 con los anteriores implica que también el 11 acaba con el fin del mundo. ¿No es esto un círculo vicioso? Puesto que, en la lección del lunes, el autor reconoce que, en la Biblia, “tiempo del fin” se refiere a muchos momentos distintos a lo largo de la historia, ¿cómo puede pretender que en Daniel “tiempo del fin” significa no sólo ‘futuro’ sino el fin de los tiempos? Aunque hable del reino eterno de Dios, ¿no existe desde siempre el reino eterno de Dios? ¿No habla David, siglos antes de Daniel, del reino eterno de Dios en tiempo presente, no futuro (Sal. 145:13)? En todo caso, ¿no afirma la iglesia adventista que, en la Biblia, cosas como el pacto eterno de la circuncisión, el fuego eterno que destruyó a Sodoma o el fuego eterno del infierno duran lo que duren las circunstancias que los rodeen? ¿Con el reino eterno de Daniel no? ¿Por qué?
2. En la lección del martes, el autor defiende la idea de que en Daniel 10 se presenta el concepto de la “gran controversia” entre el bien y el mal. Ese concepto quedaría más claro si se dijese, por ejemplo, que “Miguel” estaba de parte de los hijos de Israel y que Satanás o alguno de sus colaboradores dirigía todas las demás naciones. Sin embargo, ¿no es verdad que el hecho de que, aparte del “príncipe” Miguel (10:21), se mencione al “príncipe” de Persia (10:13, 20) y al “príncipe” de Grecia (10:20), parece emparentar más este pasaje de Daniel con la incipiente angelología que se desarrolló de forma descollante en el libro de los Jubileos? ¿No es verdad que en ese libro los “ángeles” encargados de la dirección de las naciones gentiles no eran demonios, sino ángeles buenos que simplemente no hicieron su labor todo lo bien que deberían, o que vieron frustrados sus intentos por la maldad de los hombres que escucharon a los demonios?
3. El autor reconoce que, aun dentro de nuestra iglesia, la mayoría de los eruditos están de acuerdo en que Daniel 11 tiene que ver con las guerras entre las monarquías que se establecieron en los territorios ocupados previamente por el imperio de Alejandro. Él mismo admite que pueden encontrarse en el capítulo “algunas” (!) referencias a tal lucha, pero luego añade que éste “no puede” (!) ser el tema principal de todo el capítulo. ¡Qué extraordinario! Aunque el instructor angélico da detalle tras detalle específico en cuanto a distintos individuos siguiendo las líneas reales del rey del sur y del rey del norte, el último de los cuales es nada más y nada menos que el mismísimo “cuerno pequeño”, se nos dice que nos imaginemos que el capítulo versa sobre algo distinto. ¿Por qué?
4. En cuanto a la fascinante teoría de que el individuo del versículo 22 denominado “príncipe del pacto” pudiese ser Cristo, ¿no es verdad que la expresión “príncipe del pacto” sólo ocurre aquí? ¿No es verdad que la identidad del príncipe dependerá de la identidad del pacto? En todo caso, ¿no es verdad que el que establece el pacto en Dan. 9:26, 27 es el malvado príncipe enemigo que arruina la ciudad y el templo, y no ningún ungido? ¿Podría el pacto de Dan. 11:22 tener algo que ver con las alianzas humanas de Dan. 2:43 y con la alianza matrimonial de 11:17? Dan. 11:22 dice que tal príncipe sería destruido junto con “fuerzas enemigas”. Si ese príncipe es Jesús, ¿qué “fuerzas enemigas” fueron destruidas en el momento de la muerte de Cristo? El versículo 23 parece transmitir la idea de que hay dos individuos que llegan a un acuerdo, de modo que resulta tentador pensar que uno de ellos es el “príncipe del pacto”. Si es así, el otro debe de ser aquel del que se dice que “engañará”. ¿Alcanzó Tiberio un acuerdo con Jesús sólo para actuar engañosamente a continuación? ¿No es una pena que los evangelios no digan nada en cuanto a ese acuerdo, que debe de haber sido verdaderamente sabroso?
5. En la lección del miércoles el autor afirma sin sonrojarse que la entrada en escena de Roma en este drama fascinante habrá que buscarla “en algún sitio” entre el versículo 4 y el 21. Se aventura a afirmar que “[l]a mayoría de los intérpretes adventistas ven el cambio de los reinos griegos a Roma bien en el versículo 14, bien en el 16.” Estupendo. ¿A qué oculista van para ver tal cosa? ¿Utilizan barro a modo de colirio? ¿De qué material son las gafas que utilizan? ¿De madera opaca? ¿No es verdad que todo el capítulo habla de reyes del norte y de reyes del sur? ¿No es verdad que, según el propio ángel intérprete, el rey del norte es el sucesor dinástico de una de las naciones derivadas de la partición del imperio de Alejandro? ¿No es cierto que lo mismo se aplica al rey del sur? ¿Dónde está Roma, si no es en Dan. 11:30, en papel opositor al rey del norte? ¿No es verdad que las “naves de Quitim” de 11:30 son traducidas “romanos” en la Septuaginta?
6. La lección del viernes presenta la única consideración seria de esta lección. El autor afirma que Mat. 24:15 y Mar. 13:14 implican que Jesús admitía que la abominación desoladora era futura, no pasada. Aunque Lucas 21:20 no confirma eso exactamente, aun si suponemos que Jesús pronunció sus palabras exactamente como lo pone Mateo— cosa peligrosa, a juzgar por Mat. 23:35; cf. Zac. 1:1, 7; 2 Crón. 24:20-21—, entonces habría que suponer que lo dicho por Isaías en Isa. 6:9, 10 no se cumplió en sus días, sino únicamente cuando se pronunciaron las palabras registradas en Mat. 13:14-15.
7. El resumen de la lección afirma que “[e]n Daniel 11 se dan profecías detalladas referentes a la historia de las naciones desde el imperio persa hasta el fin del tiempo”. ¿De veras? En estas profecías tan “detalladas” que llegan al fin del tiempo, ¿dónde están los detalles que aluden al surgimiento del Islam? ¿Y los que mencionan la conquista de América? ¿Qué tal algún detalle acerca de la Reforma Protestante? ¿Algún versículo que aluda al imperio británico? ¿Algún parrafito sobre el surgimiento de los Estados Unidos? ¿Algo sobre la carrera espacial? ¿Alguna noticia sobre el terrorismo islámico? ¿No? ¿Quizá esta ciertamente detallada profecía no contiene ninguno de estos detalles porque su fin se dio mucho antes de que nada de esto aconteciese?
8. En los versículos 6, 8 y 11 de Daniel 11, parte de una visión profética, se habla de “años”. ¿Habría que aplicar aquí ese supuesto “principio” día-año, según el cual cada “año” dura más de la tercera parte de un milenio? ¿No? ¿Por qué no? ¿Por qué en otros sitios sí?
Preguntas referentes a su presentación de Daniel 11 y 12 en la lección 13:
1. A lo largo del capítulo 11, el rey del norte es el monarca reinante del imperio seléucida, mientras que el rey del sur es el rey del Egipto ptolemaico. Sin embargo, el autor insiste en que la profecía habla del tiempo del fin, presumiblemente nuestro tiempo, a partir del versículo 40. Puesto que el imperio seléucida y el Egipto ptolemaico desaparecieron hace tiempo, el autor dice que el rey del norte y el rey del sur a partir de ese versículo deben de representar alguna otra realidad, siendo el papado el rey del norte, y el rey del sur siendo algún otro poder indefinido que se opone a la religión verdadera. Se nos informa que estos dos poderes se pelean entre sí en algún tipo de guerra. ¡Qué fascinante! ¿No debería hacer titulares tan penetrante análisis? Si el papado promueve una religión falsa y el indefinido poder tras el “rey del sur” se opone a la religión verdadera, ¿por qué se iba a oponer al papado? ¿No debería ser su aliado?
2. Edom, Moab y Amón también han desaparecido de la escena política en la actualidad. Y, aun así, Daniel los menciona en Dan. 11:41. ¿No es una pena que Daniel no haya prestado más atención a estos detalles que podrían confundirnos? Después de todo, estos desconcertantes desvanecimientos de la escena por parte de los actores principales pueden hacer que alguien se pierda la trama de este drama fascinante. De modo que, ¿quiénes pueden ser hoy en día, otra vez, Edom, Moab y Amón? ¿Antiguos enemigos de la iglesia, pero ahora sus aliados? ¿Era así? Antes de mencionar a Edom, Moab y Amón, Daniel habla de la tierra gloriosa. ¿Es eso también imaginario, o quiere decir Israel? Si quiere decir Israel, ¿está diciendo que el papado invadirá el Cercano Oriente? ¿Qué están haciendo los israelíes para contrarrestar esta amenaza inminente? El versículo 42 dice que el rey del norte extenderá su poder a muchos países, incluyendo Egipto. ¿Quiere eso decir que el papado se las arreglará para destruir todos los poderes que se oponen a la religión verdadera? Eso sería bueno, ¿no? Luego dice que el rey del norte se apoderaría de las riquezas, no sólo de Egipto, sino también de las de Libia y Etiopía. ¿Sería esto algún tipo de confederación de vendedores cristianos de camellos y de indígenas cristianos de color? ¿No? Debo de estar liándome.
3. El autor nos dice que estas cosas no resultan fáciles de entender (¡quién lo diría!), lo que sólo revela que, en el tiempo del fin, el mundo será caótico. ¿Igual de caótico, quizá, que su “comentario”?
4. Según Dan. 10:13, Miguel es “uno de los principales príncipes”. ¿Es Jesucristo simplemente “uno de los principales príncipes”? ¿Quiénes son los otros? ¿Deberían ser adorados? ¿Ha acabado convirtiéndose en rey alguno de esos príncipes?
5. ¿Cuál es el peso teológico del significado del nombre Miguel? Si, porque Miguel signifique “¿Quién es como Dios?”, hay que suponer que Miguel es Cristo, ¿no habría que suponer que Isaías (“La salvación de Yahvé”) o Jeremías (“Elegido de Yahvé”), por mencionar sólo dos, son también Cristo? Que, en ocasión de su segunda venida, Jesús vuelva con voz de arcángel y trompeta de Dios no parece significar gran cosa en cuanto a la naturaleza del arcángel Miguel si se considera que Cristo no vuelve solo, sino con toda la hueste celestial. ¿O hay que considerar que Jesús es el trompetista de esa magna expedición?
6. En Dan. 12:1, se hace referencia a “tu pueblo”. ¿Hay alguna indicación en el libro de Daniel de que “tu pueblo” pueda ser algo más amplio que el pueblo judío? El pasaje parece equiparar, además, a “tu pueblo” con “todos los que se hallen inscritos en el libro”. Ese pueblo inscrito en el libro, ¿está constituido por individuos vivos o muertos? Isaías habla de un tiempo en “el que quede en Sión, el que sea dejado en Jerusalén, será llamado santo: todos los que en Jerusalén estén registrados entre los vivientes cuando el Señor lave la inmundicia de las hijas de Sión y limpie a Jerusalén de la sangre derramada en medio de ella, con espíritu de juicio y con espíritu de devastación” (Isa. 4:3s). Si esos “registrados entre los vivientes” en Isaías eran personas vivas, ¿por qué exactamente habrían de ser difuntos los “inscritos en el libro” en Dan. 12:1?
7. Dan. 12:2 afirma que “[m]uchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados: unos para vida eterna, otros para vergüenza y confusión perpetua.” Estos que “duermen en el polvo de la tierra”, ¿están vivos o muertos? ¿No dice Sal. 113:7 que Dios “levanta del polvo al pobre y al menesteroso alza de su miseria”? ¿Está hablando de muertos o de vivos? Si esto es una referencia a la resurrección en el momento de la segunda venida de Cristo, ¿cómo es que estos “despertados” son sólo “muchos”? ¿No deberían ser “todos”? ¿Qué pasa con los no despertados? ¿Hay alguna indicación de que los que se despiertan para vergüenza y confusión perpetua despierten con posterioridad a los que despiertan para vida eterna? En Ezequiel 37 tenemos un magnífico capítulo dedicado a la resurrección, pero se trata de una resurrección de los vivos (v. 21). ¿Qué evidencia hay de que en Dan. 12:2 los que despiertan han estado muertos?
8. ¿Por qué Jesús no usó Dan. 12:1-2 como prueba en sus discusiones con los saduceos acerca de la resurrección?
9. En la lección del lunes el autor habla de que hasta una lectura superficial de Dan. 12:1ss demuestra que se está presentando un juicio que incluye a los adoradores de Dios. ¿No es verdad que tal concepto puede sacarse únicamente con una lectura sumamente superficial del texto?
10. El autor pretende que las predicciones selladas de Daniel habían de abrirse en 1798. Interesante. Sin embargo, ¿no implica la referencia de Jesús en Mat. 24:15 al libro de Daniel que éste ya estaba abierto, como muy tarde, a comienzos del siglo primero? Además, si el libro de Apocalipsis está basado, en parte, en el de Daniel, ¿cómo es posible que el libro de Apocalipsis nunca fuese sellado (Apo. 22:10), mientras que el de Daniel había supuestamente de permanecer sellado diecisiete siglos más?
11. En la lección del miércoles el autor manifiesta su “tristeza” porque una parte mayoritaria del mundo protestante aplique la parte más sustancial de las profecías de Daniel a los tiempos de Antíoco Epífanes. Afirma que tal identificación es “ridícula”. Lo que es en verdad ridículo es que aquellos que niegan la verdad palmaria de que Daniel versa fundamentalmente acerca de Antíoco Epífanes sean incapaces de contestar a una sola de las docenas de objeciones que se han venido haciendo desde hace mucho tiempo. En los días de William Miller, casi todo el mundo protestante, y buena parte del católico, era historicista, corriente interpretativa inventada por un monje católico en la Edad Media. El millerismo fue, en realidad, el “canto del cisne” o, más bien, el último rebuzno del historicismo. ¿No es verdad que el total descrédito del historicismo ha sido causado por la evidencia abrumadora en su contra y en favor del preterismo condicional?
12. En la “exposición” que, en su momento, se hizo de Dan. 8:14 y su supuesta conexión con las 70 semanas, se hace que el lapso de Dan. 8:14 empiece no mucho después del comienzo cronológico de la propia visión del capítulo 8. ¿Por qué exactamente deben empezar en la Edad Media los lapsos mencionados al final del libro de Daniel? ¿Por qué no empezar más o menos con la propia visión, o sea, desde tiempos del imperio persa? ¿Qué versículo de la Biblia habla de Clodoveo?
13. En la lección del viernes, el autor cita un párrafo de Primeros escritos en el que Ellen White habla de los “periodos proféticos”, en plural, que se suponía que acababan en 1843, aunque luego se dijo que acababan en 1844. ¿Son esos “periodos proféticos” los quince criterios cronológicos inventados por Miller para apuntalar la significación profética del año 1843? ¿Por qué han caído en el olvido 14 de esos “periodos proféticos”?
14. Ellen White afirma que en el error cometido por los Milleristas en 1843 intervino “la mano del Señor”. Es una lástima que no diga que la mano del Señor los sacó de su error. Más bien dice que el error que cometieron fue debido a que la mano del Señor había estado cubriéndolo. Únicamente cuando “la mano del Señor se apartó de las cifras” “echaron de ver su error”. ¿No es esto convertir a Dios en cómplice del error?
15. Ellen White afirma que Hab. 2:3 revela que habría una “demora de la visión” de Daniel 8:14. ¿Qué pasaje de Habacuc muestra que está hablando de la visión de Daniel?
[El resto de la carta es la original]
Si ha tenido usted la paciencia de leer hasta aquí, quizá haya ocasión a que pudiese sentirse inclinado a responder de alguna manera. Cómo responda es harina de otro costal. Posiblemente podría usted recurrir a algún tipo de respuesta indagatoria, que más o menos procurase psicoanalizar mis palabras. Bien, ése sería su privilegio, naturalmente, pero apenas existe la necesidad de realizar semejante ejercicio. Mis palabras son muy claras, y no hace falta ser un gran exégeta para adivinar su significado. Usted podría quizá preguntarse qué hago en la iglesia adventista del séptimo día pensando como es obvio que lo hago. Bueno, a eso puedo dar una respuesta directa. Existen razones tanto históricas como religiosas por las que soy adventista del séptimo día. La razón histórica es que, cuando se me presentó la interpretación adventista del séptimo día de la Biblia, siendo yo joven, quedé profundamente impresionado por ella y por la obvia piedad de mis instructores, de modo que decidí unirme a sus filas. Las razones religiosas están relacionadas principalmente con mi creencia en la importancia de la doctrina de la Segunda Venida y en la naturaleza permanente de la observancia sabática, de modo que, en un sentido real, me considero adventista del séptimo día. Hay otra razón religiosa: Creo que puedo servir mejor a mis buenos, sencillos y sinceros hermanos adventistas del séptimo día como miembro de iglesia que como forastero. La mayoría de ellos nunca ha tenido el privilegio de estudiar la Palabra de Dios con un mínimo de rigor. Aunque sería muy torpe por mi parte imaginarme que haya alcanzado un conocimiento perfecto de la Biblia, sé lo que sé, y faltaría completamente a mi deber si parte de lo que sé no fuese usado para el beneficio de otros, ahorrándoles lo que ellos podrían percibir como la necesidad de creer en lo que no son más que teorías insolventes.
Tiene usted el derecho de dudarlo, por supuesto, pero soy un hombre callado. No quiero causar escándalo. No voy por ahí promoviendo la disensión. Tan pronto como logré mi máster en Teología hace dieciséis años, decidí que sería mejor hacerme programador de ordenadores para no hacerle daño a nadie, de modo que me he mantenido en silencio todo este tiempo. Jamás se me ocurriría ir a este o aquel hermano a decirle el significado de ta hagia en el libro de Hebreos. Me sentiría perfectamente satisfecho de dejar las cosas como están si nadie hiciese esfuerzos conscientes para promover puntos de vista insostenibles (como los defendidos en el verdaderamente infame librito de Escuela Sabática del verano de 2003); sin embargo, cuando tales puntos de vista se proclaman con argumentos que jamás serían aceptados en Seminario alguno digno de tal nombre, no puedo permanecer en silencio y me veo obligado a hablar, aunque con moderación y únicamente con personas que no se escandalizan. Tampoco me he asociado con “disidentes” famosos, como el Dr. Desmond Ford, a quien he leído únicamente en fechas recientes, y por un total de menos de 20 páginas de material.
Por favor, Dr. Pfandl, tenga conmigo la cortesía de considerar seriamente la pujanza de la mayoría de estas preguntas. No soy un neófito y creo que he hecho los deberes en lo tocante a la lectura pausada de nuestra literatura denominacional, incluyendo, naturalmente, tanto los escritos de EGW como la serie de DARCOM, en particular los ensayos del Dr. William Shea. Por ello, si considera usted contestar, agradecería mucho que facilitase respuestas serias a estas preguntas serias y no las bagatelas habituales que da la casualidad que conozco sumamente bien, y con cuyas debilidades estoy demasiado íntimamente familiarizado. Como es evidente por las preguntas, tengo muy profundas objeciones fundacionales a todo el escenario historicista de la así llamada profecía “apocalíptica”. Creo que la mayoría de los eruditos adventistas del séptimo día me darían en privado la razón en este extremo, pero, ¡ay!, algunos de nuestros hermanos dirigentes, y le considero a usted uno de ellos, han adoptado la decisión inexorable de no permitir que los miembros de iglesia corrientes sepan de estas cosas. Tales miembros son alimentados, en cambio, con las habituales chucherías, totalmente inútiles e irrelevantes, que resultan completamente contrarias a las reglas de exégesis bíblica más elementales y universalmente aceptadas. Dr. Pfandl, el conocimiento está aumentando, gracias a Dios. Más y más de nuestros jóvenes llegarán a conocer estas cosas. Es inevitable. ¿Cuántas generaciones más tendrán que pasar antes de que nuestros hermanos aprendan estas cosas de aquellos que ocupan posiciones de confianza? ¿Deberían aprenderlas traumáticamente, si no, en Internet? Alguien que no tenga interés en conocer estas cosas, o en leer libros, ni tan siquiera la Biblia, estoy convencido de que puede sentarse en nuestros bancos muchísimos años. Sin embargo, la cuestión es ¿cuánto tiempo quiere usted tener como miembros de iglesia a miembros de iglesia preparados? ¿No merecíamos un librito de Escuela Sabática mejor, un librito que tratase honradamente con los temas auténticos del libro de Daniel con todo el cuidado posible para no conmocionar a creyentes sencillos que se han hecho viejos escuchando cuentos de hadas sin relación alguna con las enseñanzas reales de Daniel? Quizá pocos miembros de iglesia hayan estudiado su librito tan minuciosamente como yo, pero, aún así, creo que todos merecíamos algo mejor.
Dr. Pfandl, no puedo pensar ni por un momento que le hayan dado su título de doctorado en una tómbola. Pero, entonces, ¿cómo puede usted haber producido honradamente un librito de Escuela Sabática tan engañoso de principio a fin, tan repleto de consideraciones que son palmariamente falsas? Quiero creer que ha hecho usted cuanto ha podido para lograr una tarea imposible, tal como la caracterizó el recientemente desaparecido Dr. Raymond Cottrell: reconciliar la interpretación habitual adventista del séptimo día de Daniel con el estudio erudito. No creo que nadie pudiese haberlo hecho mejor que usted, de verdad. Sin embargo, ¿valió la pena? Cualquiera que ponga su fe en este material que usted ha producido quedará inmunizado de forma efectiva contra la generación de disensiones, pero también quedará privado de entender el libro de Daniel mientras mantenga la fe en su inaceptable y torcida interpretación. Me recuerda los tiempos en que unos guardianes de la verdad autodesignados hacían tan bien su papel que encadenaban las biblias a las paredes. Todos los que se comporten de tal forma tendrán un día que dar cuenta de sus actos. ¿Hará usted algo para remediar esta situación?
Suyo en la bienaventurada esperanza,
Eduardo Martínez
Rancaño
emrancano@telefonica.net