EL ALFOLÍ MODERNO

("Traed todos los diezmos al alfolí")


Dennis J. Fischer

Traducido de Proclamation
Número de marzo - abril de 2004



Un estudio abarcante de las leyes del diezmo en los tiempos del Nuevo Testamento revela un sistema de increíble complejidad y frecuentes cambios. La historia ha demostrado que cualquier discrepancia sobre este tema puede atraer sobre nosotros la "ira de Dios" por medio de oficiales de iglesia dispuestos y capaces. El enfoque principal de este estudio trata de la doctrina, la historia, la política y la práctica del diezmo en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Aunque una gran parte de los adventistas no entrega diezmos con honestidad, cualquier investigación personal o pública de esta columna doctrinal se hace bajo nuestro propio riesgo.

Desde 1859 hasta finales de la década de 1870, los adventistas no tuvieron una doctrina del diezmo como la conocemos hoy; en su lugar, abogaban por un plan conocido como "benevolencia sistemática" (BS). Estaba dirigida a miembros de la iglesia de entre 18 y 60 años de edad que poseyeran alguna propiedad. Además, había diferentes tasas para hombres y mujeres. El Buen Samaritano, una revista exclusiva para el plan BS, era publicada para promocionar el esfuerzo. Ellen White dio todo su apoyo a este plan. Al principio, las iglesias locales tenían pleno control de los fondos de SB. Sin embargo, la creciente jerarquía de la iglesia pronto se apoderó de estas libertades (1).

Es interesante que fuera Dudley Canright, el hereje más notable del adventismo, el más denodado defensor de  la actual doctrina del diezmo, lo que ocurrió en la década de 1870. Ellen White ofreció su apoyo incondicional a este plan, que prometía mayores ingresos de todas y cada una de las categorías de ingreso. Una de las principales diferencias entre los dos planes es que los fondos de benevolencia sistemática también podían ser usados para gastos de la iglesia local. Por otra parte, los fondos de los diezmos estaban restringidos para pagar salarios ministeriales y para varios niveles de costos ministeriales.

Otro aspecto mayormente pasado por alto y/o ignorado del diezmo en nuestra economía es el problema del sacrificio desigual. Por ejemplo, un diezmador que gana sólo $10,000 por año lleva una carga financiera mucho mayor para las necesidades básicas de la vida que un diezmador que gana $100,000 por año (hasta los proponentes de una tarifa uniforme de impuesto sobre la renta, así como el Sistema del Impuesto Sobre la Renta permiten una excepción en casos de bajos ingresos). Las leyes del diezmo en el Antiguo Testamento hacían provisión para el bienestar público, mantenimiento del templo, sostenimiento de los sacerdotes y otros profesionales, gastos del gobierno teocrático, celebración de las festividades, y así sucesivamente. Es importante observar que nunca hubo un diezmo monetario (es decir, los salarios estaban exentos). Sólo las cosechas y los animales estaban sujetos a las varias leyes de diezmos.

Causa sorpresa a muchos cristianos que un gran segmento del pueblo hebreo no diezmaba en absoluto. Por ejemplo, los peones de granja no diezmaban. Además, las ocupaciones como las de pescadores, obreros de la construcción, madereros, tejedores, artesanos, mineros, mercaderes, y fabricantes también estaban exentos del diezmo. Por otra parte, la profesión de enseñar era parte importante e integral del sistema levítico. Las ocupaciones de los levitas eran lo que en la actualidad llamamos los campos profesionales.

El diezmo obligatorio

A diferencia de las leyes de Israel, la Política de Trabajo de la Conferencia General exige que todos los empleados de la denominación diezmen de sus ingresos para mantener sus puestos de trabajo (por lo general, áuditos de rutina, conocidos o desconocidos por el empleado de iglesia, se usan para hacer cumplir la plena obediencia). En caso de que se descubra que un empleado no está cumpliendo, la acción administrativa puede ser severa; a saber, una convocatoria a una reunión especial, restitución de los fondos supuestamente robados a Dios (pago de diezmos atrasados), o terminación del empleo. Sin embargo, la acción para obligar el cumplimiento es muy tolerante, si no inexistente, para empleados que no son ministros.

A pesar de la inconsistencia de la iglesia en disciplinar a sus obreros por no obedecer, los tesoreros de las iglesias locales son indispensables para el pastor local y sus comités nominadores para verificar la eligibilidad para cualquier puesto de influencia. Es triste pero cierto que algunas personas diezman para conservar sus puestos de trabajo, y algunas otras lo hacen para obtener puestos en la iglesia. ¿No suena este requisito del diezmo como las cuotas obligatorias de un movimiento obrero organizado? Sólo los diezmadores pueden ocupar puestos en la iglesia local. Esto se traduce efectivamente en un sistema de membresía ASD de dos niveles. Para una seguridad extra en el empleo y/o por pasión legalista, muchas personas en el "nivel superior" diezman sobre su ingreso bruto en vez de sobre su ingreso neto para asegurarse de que no están robando a Dios.

El estudiante de la Escritura honesto y objetivo encontrará imposible practicar las varias versiones del diezmo registradas durante diferentes épocas en el Antiguo Testamento. Aun modernos judíos ortodoxos reconocen la futilidad de adherirse a la institución del diezmo sin tener un sistema progresivo de sacrificios. Los canonistas rabínicos prohibieron diezmar después de la destrucción del segundo templo en el año 70 d. C. En la actualidad, los judíos usan métodos alternativos para financiar las necesidades de su congregación. "Además de la tendencia natural de los seres humanos a establecer sus propias normas de dar, la iglesia ha establecido varios modelos propios, todos los cuales deben ser escrutados en términos de su fidelidad a la interpretación básica que motiva el dar en los cristianos. Demasiado a  menudo, como compensación por el innato egoísmo del hombre, la iglesia ha intentado obligar a sus miembros a ser más generosos, imponiéndoles modelos que supuestamente tienen el peso de la ley divina. La iglesia es responsable de confundir y distorsionar el verdadero significado de la mayordomía cristiana" (2).

Quizás usted está familiarizado con muchas historias en libros y revistas adventistas que aseguran que las promesas de Malaquías 3 son para nuestro tiempo y nuestras circunstancias. Abundan emocionantes historias, tanto escritas como desde el púlpito, de cómo Dios intervino milagrosamente y de manera exclusiva a favor del honesto diezmador. Por ejemplo, los relatos hablan de una tormenta de granizo en verano que devastó todas las cosechas en cierta área, pero se detuvo cuando estaba a punto de llegar a los campos del diezmador. Reclamando tales promesas y milagros, ¿por qué pensaría un granjero siquiera en comprar una póliza de seguro para sus cosechas? Mejor todavía, ¿por qué tendría la Conferencia General una compañía de seguros para cobrar primas por sus varias entidades de la iglesia en todo el mundo? ¿Por qué encontraría una junta de iglesia local financieramente sano asegurar la estructura de su iglesia contra todo riesgo? Jesús dijo: "Él hace salir el sol para buenos y malos, y hace llover sobre justos e injustos" (Mateo 5:45, NVI). El evangelio no incluye fabricar "principios" de ritos del antiguo pacto. Entonces, ¿por qué hacer del diezmo un principio pero no todas las instrucciones del pacto antiguo? Es importante notar que el diezmo del pacto antiguo no se ordena en ninguna parte del Nuevo Testamento.

El requerimiento de Malaquías

Para entender el mandato del diezmo en el libro de Malaquías, es importante entender la severidad de los problemas en sus días, incluyendo el hecho de que muchos israelitas tenían mujeres extranjeras, que prevalecían la sequía, el hambre, las cosechas malogradas por la escarcha, y así sucesivamente. La gente hacía frente a estos problemas con letargo e indiferencia espirituales. Se habían olvidado de Dios, y le trataban con deshonor. En esta crisis, Dios habló a la nación entera por medio de Malaquías (Mal. 3:9-19) para que fuesen traídos "todos los diezmos" al alfolí. Los oficiales del templo juntaban los diezmos en el piso de trillar cuando era necesario y/o había espacio para almacenamiento. Además, Dios hizo una promesa específica a los que respondiesen a su llamado en esta ocasión, garantizando que Él impediría que las cosechas se perdiesen a causa de la plaga, la sequía, y la enfermedad (Malaquías 3:11). Además, Dios prometió abrir "las ventanas de los cielos" "para que no hubiese espacio suficiente para recibir" las bendiciones (Malaquías 3:10). Esta promesa se aplicaba claramente a la urgencia en tiempos de Malaquías cerca del año 430 a. C. Normalmente, no se necesitaban "todos los diezmos" o "todo el diezmo" al mismo tiempo (3).

Por lo anterior, parecería que el diezmo era un tributo obligatorio, como de hecho se dice en Deuteronomio 14:22. Sin embargo, el diezmo era también una especie de voto u ofrenda voluntaria. De este modo, el diezmo de Jacob en Génesis 28 está claramente enlazado con un voto, y con el mismo tenor, Abraham da a Melquisedec diezmos por su propia voluntad (Génesis 14:19-20). Amós también menciona el diezmo dentro del marco de las ofrendas voluntarias (Amós 4:4-5). La ley del diezmo en Levítico 27:32-33 ocurre en un capítulo que trata de las ofrendas voluntarias sagradas de varias clases (allí los primogénitos, versículos 26-27, son una excepción a la regla: estas ofrendas no pueden ser dedicadas, puesto que son santas en virtud de su nacimiento como primogénitos). El diezmo pasó por diferentes cambios y reglas según lo dictaban Dios, la cultura y la economía.

Durante el período intertestamentario, las leyes del diezmo añadieron hasta las cosechas menos importantes, como el tomillo, el eneldo, el comino, la mostaza, la pimienta, la alcaparra, y la menta a los productos que debían ser calculados meticulosamente. Jesús mencionó estas prácticas en Mateo 23:23: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos! ¡Hipócritas! Porque diezmáis la menta, el eneldo y el comino ...". Obviamente, Jesús no estaba impresionado con el legalismo de ellos. Cristo enseñaba el concepto radical de la propiedad en común para que sus seguidores pudieran hacer que el evangelio fuese el centro y el foco de sus vidas. Los primeros cristianos tenían confianza los unos en los otros con relación a sus recursos reunidos. El materialismo no era su esclavitud; Cristo era su todo suficiente Salvador. El Señor bendijo abundantemente su amor por el evangelio. Los bienes materiales no podían separarlos de su Redentor, y el cristianismo se propagó como reguero de pólvora.

Se necesitaron casi tres siglos para que los padres de la iglesia primitiva reintrodujeran el diezmo. El emperador Constantino el Grande, en agradecimiento por su bautismo y la cura de su lepra por Silvestre, que fue obispo de Roma en el período 314-336 d. C., estableció leyes eclesiásticas y civiles que requerían el sostenimiento por la iglesia. Además, Constantino legalizó el cristianismo en el año 321 d. C. con la primera ley dominical que permitía a los creyentes celebrar una pascua semanal. Además, Constantino cedió a la iglesia vastas propiedades en Judea, Grecia, Asia, África, y otros lugares. Los apócrifos influyeron especialmente en sostener que los diezmos y las limosnas tenían poder sanador y salvador. "Porque el dar limosnas libra de la muerte, y purga todos los pecados" (Tobit 12:9). La creencia en el poder redentor de dar limosnas era tan fuerte que la palabra "justificación" vino a ser sinónimo de "dar limosnas".

John Selden (1584-1654), jurista y erudito británico, en su monumental obra The Historie of Tithes (La historia de los diezmos), publicada en 1618, argumenta que cualquier porcentaje matemático no concordaba con el espíritu libre y liberal de los primeros cristianos. Las investigaciones de Selden fueron reconocidas como de una autoridad sobresaliente al revelar que los primeros cristianos no diezmaron ininterrumpidamente desde el principio de los tiempos (4). Selden argumentaba que la Iglesia de Inglaterra tenía  derecho legal, pero no derecho bíblico, a recoger diezmos. Debido a sus puntos de vista sobre el diezmo, su obra fue suprimida sin misericordia por los oficiales de iglesia mientras él era encarcelado en la torre de Londres.

(Tuve el privilegio especial de tener acceso a la obra de Selden The Historie of Tithes con  su manuscrito en inglés antiguo. Cuando el ayudante en la División de Documentos Especiales de la Biblioteca Love de la Universidad de Nebraska-Lincoln me trajo este libro en una caja de plástico, abrí el libro cuidadosamente y la tapa se cayó. Esta obra erudita todavía estaba en bastante buen estado a pesar de sus 380 años. Después de estudiar el libro durante casi una hora, me fui, asombrado de haber tenido en mis manos esta obra monumental y prohibida. Fui al departamento de micropelículas para obtener algunas copias del texto. El libro mismo no puede ser retirado debido a su rareza y su edad).

Con el diezmo obligatorio de vuelta en la iglesia, el legalismo dio un paso gigantesco hacia adelante. El antiguo adagio de que "la historia se repite" nunca fue más exacto que en relación con este asunto. "Zwinglio atacó fuertemente el sistema eclesiástico del diezmo. Declaró que los diezmos eran meramente ofrendas voluntarias" (5). Poco después de la Reforma, hubo revueltas de campesinos, conocidas como "guerras de los diezmos", contra la obligatoriedad del diezmo. En los Estados Unidos, en 1876, Thomas Kate inició un movimiento en realidad organizado como la Compañía de Laicos, dedicada a estimular la práctica del diezmo en los Estados Unidos. Este moderno movimiento a favor del diezmo ha crecido tremendamente desde entonces, hasta que, en la actualidad, presenciamos el fenómeno de denominaciones enteras, como las de los Mormones y los Adventistas, que construyen su vida espiritual alrededor de la práctica del diezmo (6). Los mormones tienen las más exitosas estadísticas del diezmo en los Estados Unidos. Afirman que, en la actualidad, sus miembros pagan 7.5% de sus ingresos como diezmo. Como Zwinglio, los primeros adventistas no creían que las leyes del diezmo no son obligatorias para los cristianos. Sin embargo, no espere leer este hecho en la siguiente edición de Adventist Review. Artículos recientes han dado al lector la impresión de que los adventistas siempre han creído en el diezmo como lo conocemos hoy. La historia oficial de la Iglesia Adventista ha sido reescrita una y otra vez.

Aparentemente, la joven Iglesia Adventista del Séptimo Día de la década de 1870 se sentía insegura y escasa de fondos sin una estricta doctrina del diezmo. Con un mandato sobre el diezmo, se suponía que los miembros se sentirían obligados a entregar una porción mayor de su dinero duramente ganado. Además, si los mimbros sentían que su salvación estaba en juego, cumplirían con el mandato. Jesús dijo: "Donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Lucas 12:34). Damos porque Dios nos dio primero. El cristiano da simplemente porque ha recibido y se le ha perdonado mucho. La generosidad no consiste en la cantidad del don, sino en la calidad del corazón. Jesús dijo: "A menos que vuestra justicia sea mayor que la de los escribas y fariseos, jamás entraréis en el reino de los cielos" (Mateo 5:20). Por tanto, algunos arguyen que la requerida trascendencia de la justicia farisaica puede alcanzarse meramente haciendo más de lo que los fariseos hacen. Pero no olvidemos nunca que todos los diezmos que entreguemos en el mundo no nos salvarán. De hecho, la salvación es un don para ser recibido, no una meta que ha de ser alcanzada.

"Quizás se diga que diezmar no descansa en un mandato divino porque una cuota fija no es diezmo. Esto puede ser cierto, pero en nuestro siglo hay significado en dar regular y proporcionalmente sin las trabas de la ley" (7). La mayordomía cristiana tiene que ver con más que sólo los recursos materiales de una persona. Incluye darse a sí mismo, dar su tiempo, y su talento al servicio del Señor. Pablo escribió: "Recuerden esto: El que siembra escasamente, cosechará escasamente. Y el que siembra abundantemente, cosechará abundantemente. Cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, pues Dios ama al dador alegre" (2 Corintios 9:6,7). Alguien dijo apropiadamente: "El dinero no hace codiciosa a la gente, pero muestra quién lo es".

El evangelio genera generosidad dondequiera que echa raíces. Cuando el cristiano da guiado por el Espíritu, el cristiano ya no anhela las leyes de Moisés para financiar la gran comisión. Debe permitírsele al nuevo pacto modificar, interpretar, o transformar las directivas del pacto antiguo de una manera cristocéntrica.
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Notas:

  1. Seventh-day Adventist Encyclopedia, p. 1287-89, Review and Herald Publishing Association, D. C., 1966.
  1. Lukas Vischer, Tithing in the Early Church, p. viii, Fortress Press, Philadelphia, PA, 1966.3.
  1. Encyclopedia Judaica, Tithe, pp. 1156-62, Keter Publishing House, Jerusalem Ltd. Israel. Printed in Israel.
  1. John Selden, The Historie of Tithes. Printed in London, England, 1618.
  1. Thomas K. Thompson, Editor, Stewardship in Contemporary Theology, p. 105. Association Press, New York, 1960.
  1. Ibid., p. 139.
  1. Ibid., p. 143.
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