Las tablas de la ley

MITOS SOBRE LOS
DIEZ MANDAMIENTOS


Robert D. Brinsmead


Octubre de 1982

Los Diez Mandamientos merecen un lugar de honor entre los documentos más celebrados de la historia sagrada. Durante miles de años, los judíos los han reverenciado como las palabras del pacto hecho entre Dios y su pueblo en el monte Sinaí. La iglesia cristiana también ha reconocido que el Decálogo contiene una declaración breve de las obligaciones morales que reposan sobre toda la humanidad. La iglesia ha usado los Diez Mandamientos como catecismo desde los tiempos de Agustín. Y esta práctica se reforzó después de la Reforma.

De tiempo en tiempo, se han levantado voces dentro de la iglesia a favor de eliminar los Diez Mandamientos como contrarios a la enseñanza cristiana. Pero, así como la iglesia católica ha conservado el Antiguo Testamento como útil para la instrucción cristiana,
por la misma razón ha conservado los Diez Mandamientos  (2 Tim. 3:16).

Grandes maestros de la iglesia cristiana como Ireneo, Agustín, y Lutero han reconocido un uso calificado de los Diez Mandamientos. Entendieron que el documento de pacto que Dios dio a la nación hebrea debe ser interpretado cristianamente y se debe hacer lugar para la nueva situación que surgió por la entrada de la nueva era del Mesías. Pero, así como la aceptación de las Escrituras judías por parte de la iglesia expuso a ésta al peligro de abusarlas, su adopción de los Diez Mandamientos conllevó el peligro de abusarlos. En algunas partes de la iglesia cristiana se ha desarrollado cierto número de mitos populares alrededor de los Diez Mandamientos. Estos mitos no son inocuos y, por lo tanto, deben ser recusados porque constituyen una interpretación
gravemente errónea del evangelio cristiano y su relación con la ética cristiana.

Mito 1: Que los Diez Mandamientos son una legislación divina dada a todos los hombres para todos los tiempos.

Los Diez Mandamientos aparecen en la narración en relación con el hecho de que Dios hizo un pacto con Israel. Se les llama "las palabras del pacto" (Éxodo 34:28), "su pacto" (Deut. 4:13), y "el testimonio" (Éxodo 34:29). Las investigaciones llevadas a cabo durante los últimos treinta años han establecido que los Diez Mandamientos siguen la forma de un tratado hitita de señorío. (1) Como lo indica Meredith Kline, el Decálogo era el tratado que el gran Rey hizo con la nación de Israel. En el preámbulo y el prólogo histórico (típico de la forma de tratado hitita), Dios se dirigió a Israel diciendo: "Yo soy el Señor tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto, de tierra de esclavitud" (Éxodo 20:2). Los mandamientos mismos que siguieron constituían las estipulaciones de la obligación que el pacto imponía sobre Israel.

Sampey está en lo correcto cuando dice: "Fue a Israel a quien el Decálogo fue dirigido principalmente, y no a toda la humanidad". (2) Harrelson llama a los Diez Mandamientos "la declaración breve de los requisitos del pacto entre Yahvé e Israel". (3)

Tenemos que conservar la terminología bíblica en este asunto. El Decálogo es llamado "el pacto" (Éxodo 34:28), es decir, el pacto sinaítico, pacto mosaico, o pacto antiguo. Hablando estrictamente, el Antiguo Testamento (el pacto) no está constituido por los treinta y nueve libros que llevan ese título en nuestra moderna Biblia. Esos libros son documentos que se derivaron del pacto. El pacto mismo lo constituyen los Diez Mandamientos (Deut. 4:13). Por lo tanto, Pablo está en lo correcto terminológicamente cuando identifica al pacto antiguo con "lo que fue grabado con letras en piedra" (véase 2 Cor. 3:6-11).

De acuerdo con Deuteronomio 5:2-4, el Señor no hizo este pacto (de los Diez Mandamientos) con los padres del pueblo hebreo. Pablo sabía ciertamente cómo distinguir entre el pacto hecho con Abraham y el pacto hecho 430 años más tarde en Sinaí (Gál. 3:16-19; 4:24-26). Como pacto, los Diez Mandamientos estaban dirigidos a la nación de Israel en su camino a la tierra prometida (Éxodo 20:12). El mandamiento del sábado fue ordenado con referencia a la esclavitud de Israel en Egipto (Deut. 5:15). Debería quedar claro que los Diez Mandamientos están condicionados históricamente y contienen elementos sectarios adaptados a la situación de la nación de Israel. Sampey es razonable cuando dice:

Es posible, pues, que hasta en los Diez Mandamientos haya elementos peculiares al sistema mosaico, y que ni nuestro Señor ni los apóstoles hayan hecho a estos elementos parte de la fe y el deber de los cristianos. (4).

No conocemos ninguna declaración bíblica en el sentido de que los Diez Mandamientos son la ley de Dios para todos los seres humanos en todos los tiempos. Es verdad que, a veces, el Nuevo Testamento cita varios de los Diez Mandamientos de la llamada segunda tabla. Pero en ninguna parte insiste en que los cristianos están obligados a tomar el Decálogo entero como su regla de vida. Por lo tanto, surge la pregunta de por qué la iglesia cristiana ha honrado los Diez Mandamientos en absoluto si ellos contienen elementos sectarios que hacen referencia a la nación de Israel solamente. Aparte de estos elementos sectarios, se ha reconocido que los Diez Mandamientos tienen que ver mayormente con principios morales que evidentemente son obligatorios para toda la humanidad. Y decimos "evidentemente" porque ha sido bien documentado que los vecinos del antiguo Israel (Egipto, Bablonia, y Asiria) tenían leyes notablemente similares a las estipulaciones éticas de los Diez Mandamientos. La tradición judía decía que siete de los Diez Mandamientos eran conocidos por los hijos de Noé y siempre habían sido obligatorios para toda la humanidad. (5).

A causa de que la conciencia moral del hombre consiente a las prohibiciones morales y éticas contenidas en el Decálogo, los teólogos desde Ireneo a menudo las han llamado "leyes naturales".  Y, puesto que los Diez Mandamientos proporcionan un resumen tan conciso y conveniente de la "ley natural", la iglesia cristiana siempre ha apreciado su importancia. Pero este reconocimiento del valor de los Diez Mandamientos difiere  de la actitud mental más rígida y sistemática que desea conservar el documento entero en forma inalterada. El Nuevo Testamento no dice en ninguna parte que los cristianos deben relacionarse de este modo con los Diez Mandamientos. Ni era ésta la enseñanza de los padres de la iglesia primitiva que siguió a los apóstoles. (6).

Mito 2: Que los Diez Mandamientos constituyen la más alta expresión de la voluntad de Dios para el hombre.

Algunos han considerado los Diez Mandamientos como la expresión bíblica última de la voluntad de Dios. Pero esta posición es una negación fundamental de las afirmaciones de Cristo. Toda revelación de Dios que ocurre antes de Cristo es preliminar, velada y parcial. Cristo es la plena expresión de la voluntad del Padre (Col. 2:9). Él es la Palabra final de Dios para la raza humana (Juan 1:1; Heb. 1:1-3). Una de las principales tesis del evangelio de Juan es demostrar que Jesús quitó la ley de la posición central que ocupaba en el judaísmo. Él ha tomado el lugar de la ley como el Verbo, el agua de vida, el pan de vida, la luz del mundo, el pastor que guía, el camino, la verdad y la vida. (7).

Los Diez Mandamientos mismos comparten las insuficiencias que caracterizan a la totalidad del Antiguo Testamento. Como dice Pablo en 2 Corintios 3, la revelación que se dio en el pacto antiguo fue gloriosa, pero su gloria ha sido opacada por la superior gloria de la revelación más grande dada en Cristo. Más bien que una declaración final de la voluntad de Dios, los Diez Mandamientos son en realidad una inadecuada expresión de moralidad cristiana. Por ejemplo, al requerir que los amos permitan que sus esclavos y esclavas reposen el sábado, el cuarto mandamiento condona la institución de la esclavitud (Éxodo 20:8-11). De manera similar, el décimo mandamiento condona esta institución al prohibir codiciar el esclavo o la esclava del prójimo.

Como hemos visto, los Diez Mandamientos eran las palabras del pacto que Dios dirigió a Israel en su camino a la tierra prometida. Es claro que Dios ajusta su revelación a las necesidades de su pueblo en su situación histórica y cultural. El Antiguo Testamento, incluyendo los Diez Mandamientos, toleraba la esclavitud, la poligamia, (8) las guerras para exterminar enemigos nacionales, y otras prácticas que no alcanzaban a cumplir con la revelación final de Dios en Cristo. Además, en cosas tales como exponer a la luz pública los pecados del espíritu o aprobar la práctica de virtudes positivas, los Diez Mandamientos no están a la altura de la espiritualidad de la ética del Nuevo Testamento. (9). En vez de suponer que los Diez Mandamientos prohiben que se deje de reflejar la gloria de Dios y aprobar toda virtud, debemos reconocer que ellos expresan las obligaciones mínimas para la vida en la comunidad del pacto antiguo. El rasgo singular de los Diez Mandamientos no es lo que exigen los más altos ideales morales y éticos, porque los vecinos paganos de Israel tenían leyes que expresaban idénticas demandas. Los Diez Mandamientos eran singulares porque contenían esas estipulaciones éticas bajo un pacto de amorosa obediencia al
Señor personal del pacto, alcanzando con ello una unidad de religión y ética monoteísta desconocida en otras naciones.

Jesús completa el Antiguo Testamento (incluyendo la ley). Él es el Verbo, la voluntad de Dios encarnada, la Torah viviente. En su realidad revelada, él era todo lo que la ley sólo podía prefigurar.

Como fariseo, Pablo había entendido que la Torah era la más alta revelación de la voluntad de Dios para el hombre. Pero, en su visión del Jesús resucitado en el camino a Damasco, Pablo reconoció en él una revelación de Dios más plena y escatológica. En otras palabras, Cristo, el portador de la imagen del Dios invisible, ha sustituído a la Torah como revelación de Dios y su voluntad para la humanidad. (2 Cor. 4:4-6). (10).

Para el cristiano, el Decálogo ya no es el resumen más alto del deber humano. El cristiano debe leerlo siempre con sincero respeto como uno de los monumentos más grandes al amor de Dios en la educación moral y religiosa de la humanidad; pero el Decálogo ha cedido su lugar a la más alta enseñanza del Hijo de Dios, habiéndose incorporado en la enseñanza de nuestro Señor y sus apóstoles todo lo que era permanentemente valioso en los Diez Mandamientos. (11).

Para el cristiano, la mayor realidad en que se funda su deber es la vida en Cristo. Cristo ha expresado esta bendita realidad en la forma de la nueva ley por medio de sus palabras y su ejemplo, y sobre todo, por medio del Sermón del Monte (comp. Mat. cap. 5-7) y el discurso de despedida (Juan cap. 14-17). El Decálogo está muy lejos de esta directriz hacia la perfección. Intentar representarlo como la suma de la moralidad cristiana implica un inadmisible empobrecimiento. (12).

Mito 3: Que los Diez Mandamientos ocupan una parte central en la ética del Nuevo Testamento.

Robert Banks dice:

Parece que ... la posición central asignada al Decálogo en gran parte del pensamiento católico y protestante es dudosa. (13).

Acerca de la evidencia del Nuevo Testamento, Banks está justificado al poner en duda la centralidad de los Diez Mandamientos. El gran tema del Nuevo Testamento es la persona y la autoridad de Cristo Jesús. Incuestionablemente, Cristo fuerza a la ley fuera de su posición clave, y ocupa el lugar central tanto como medio de salvación como norma para la vida. Todo lo que la ley era lo era para el judaísmo, Cristo lo es para la comunidad del Nuevo Testamento. No es lo que Moisés dice, ni siquiera lo que dicen los Diez Mandamientos, lo que constituye la palabra final de Dios, sino la persona, la obra, y las enseñanzas de Jesús. Él es la Torah viviente, que reemplaza y toma el lugar de la autoridad de Moisés (Mat. 5; 12:1-12). En él se cumplieron las profecías del Antiguo Testamento relativas a la salida de la palabra de Dios de Sión (a diferencia de Sinaí) (Isa. 2:1-5; Miqueas 4:1-5; Heb. 12:18-24). El Nuevo Testamento tiene un nuevo pacto, un nuevo monte, un nuevo Maestro y una nueva ley. En esto, todo lo que es de valor permanente y duradero en el viejo orden es incorporado y recibe mayor fuerza en Cristo. En un penetrante comentario sobre la importancia de la transfiguración de Cristo, Hartmut Gese dice:

Los evangelios sinópticos contienen otro relato que da una respuesta básica a la cuestión de la Torah, la historia de la transfiguración de Jesús (Marcos 9:2-8; Mat. 17:1-8; Lucas 9:28-36). El relato adquiere gran importancia por su posición en la composición de los evangelios y no puede explicarse como un "relato pascual fuera de lugar". Deberíamos leer este relato también con los ojos del Antiguo Testamento. Jesús asciende a un misterioso "monte alto" que no recibe más identificación. El texto dice "después de seis días", sin dar ningún punto de partida para este período de tiempo. Pero sabemos que, después de seis días durante los cuales una nube cubrió el monte Sinaí, Moisés subió al monte y entró en la luz de la gloria de Dios (Éxodo 24:16). Estaba acompañado por el sumo sacerdote Aarón y los dos hermanos sacerdotes originales, Nadab y Abiú (Éxodo 24: 1). Aquí Jesús estaba acompañado por Pedro y los hermanos Santiago y Juan, hijos de Zebedeo. Así como Moisés entró en la nube y la divina luz (Éxodo 24:18) con el resultado de que su rostro resplandecía (Éxodo 34:29-35), así también Jesús fue transformado por una luz que no era de este mundo. Al lado de él aparecieron Moisés y Elías, los únicos en el Antiguo Testamento que recibieron una revelación en el "monte", y conversaron con él. Naturalmente, Pedro pensó que éste era el lugar donde se levantarían las tiendas para los tres recipientes de la revelación, las tiendas que describe el Antiguo Testamento (Éxodo 33:7-11) para ser usadas en la observancia ritual del acontecimiento del Sinaí. Pero Pedro no sabía lo que decía. El Antiguo Testamento dice: "En ese instante la nube cubrió el tabernáculo, y la gloria del Señor llenó el santuario. Y Moisés no podía entrar en el tabernáculo porque la nube se había posado sobre él (shakan; Gr: hoti epeskiazen ep auten he nephele) y la gloria del Señor llenó el tabernáculo" (Éxodo 40:34-35). Aquí ellos mismos fueron cubiertos por la divina doxa, y oyeron la revelación del nuevo pacto. En el acontecimiento antiguo en Sinaí, Dios se reveló a sí mismo en la fórmula de auto-presentación: "Yo soy Yahvé", y luego entregó el Decálogo. Aquí, sin embargo, Dios presenta a su hijo: "Éste es mi Hijo amado", y luego continúa diciendo: "Escúchenle". Jesús mismo se ha convertido en la Palabra revelada. Los escritores evangélicos no podrían presentar esto con más fuerza: Jesús mismo es la Torah". (14).

En ninguna parte nos exhortan Jesús y los apóstoles a estudiar la ley, excepto con el propósito de encontrar en ella un testimonio de Cristo Jesús. En todas sus cartas a las jóvenes iglesias gentiles, Pablo tiene mucho que decir sobre la ética cristiana. Pero, por lo general, Pablo no razona a partir de los Diez Mandamientos en relación con los deberes cristianos. Su punto de referencia para la ética no es el Decálogo sino Cristo, su evangelio y su Espíritu. Si Pablo apoyaba la idea puritana-reformada de que la ley (con referencia especial a los Diez Mandamientos) era la gran regla de vida para los cristianos, pasó por alto muchas y excelentes oportunidades de exponer e ilustrar esto. No puede argumentarse que daba esta cuestión por sentada, porque estaba escribiendo a iglesias gentiles recién establecidas que no tenían experiencia en la ley del Antiguo Testamento. Aparte de dos o tres referencias incidentales a la ley y a los Diez Mandamientos, Pablo razona a partir de Cristo y su evangelio para el contenido de la vida cristiana. El apóstol no hizo ninguna síntesis entre la gracia del Nuevo Testamento y la ética del Antiguo Testamento, como hacían los falsos maestros de Galacia. Lo que determina la posición de una persona ante Dios -- a saber, Cristo y su evangelio -- es también lo que determina cómo debe vivir esa persona. El corazón de la ética del Nuevo Testamento es la fe en Cristo y la sumisión a su autoridad como Señor.

Mito 4: Que porque el Nuevo Testamento cita algunos de los Diez Mandamientos, esto prueba que la totalidad del documento de pacto es obligatoria.

En varias ocasiones, el Nuevo Testamento cita algunos mandamientos de la así llamada segunda tabla. Esto se usa a veces como evidencia de que el Decálogo entero todavía es obligatorio para los cristianos. Pero esta lógica es falaz. En 1 Corintios 9:9, Pablo cita la ley de Moisés en relación con poner bozal al buey que trilla. Pero, ¿usaría esto cualquier cristiano como evidencia de que toda la ley de Moisés todavía es obligatoria para los cristianos? La constitución australiana cita las palabras de la primera enmienda de la constitución de los Estados Unidos. Por ello, ha incorporado en su propia constitución rasgos de la ley constitucional de los Estados Unidos. Pero esto no prueba que los australianos viven bajo la constitución de los Estados Unidos.

El nuevo pacto conservó lo que era de aplicación universal en el antiguo pacto. Sin embargo, estas provisiones no son obligatorias porque se encuentran en los Diez Mandamientos sino porque son "leyes naturales" evidentes que no se han debilitado sino que han sido intensificadas por Cristo y sus apóstoles.

Los que abogan por las exigencias inviolables de los Diez Mandamientos como norma de vida, pero no guardan el sábado judío, son inconsistentes. Por mucho que busquen textos que indiquen que el Nuevo Testamento revisó el cuarto mandamiento, sólo hacen un ejercicio inútil para apoyar una tradición que comenzó siglos después de los apóstoles. (15). Pero hay un argumento todavía más fuerte contra la inconsistencia de estas personas. Los Diez Mandamientos constituyen las palabras del pacto que Dios dio en Sinaí. Cada palabra y cada letra de un pacto debe ser tomada exactamente como fue expresada. No es posible revisar ni una sola cláusula de un pacto sin hacer el documento entero nulo y sin valor. O el pacto entero de los Diez Mandamientos es obligatorio como Dios lo dio o el pacto no es válido en absoluto. Así que los sabatistas Adventistas del Séptimo Día son más consistentes que sus amigos puritanos-reformados de los cuales tomaron el concepto de los Diez Mandamientos como la gran regla de fe para los cristianos.

Mito 5: Que los Diez Mandamientos están dedicados enteramente a la ley moral, a diferencia de la ley ceremonial.

La idea de establecer una clara distinción entre las leyes morales y las leyes ceremoniales en el cuerpo de la legislación mosaica surgió en tiempos post-bíblicos. "La división entre lo estrictamente moral y lo 'ceremonial' en nuestro sentido moderno era enteramente desconocida para los judíos". (16) Cuando el Nuevo Testamento se refiere a "la ley", por lo general quiere decir la totalidad del cuerpo mosaico de la ley. Los eruditos del Nuevo Testamento parecen estar de acuerdo en que Pablo no hace distinción entre una parte y otra de la ley.

Esto no es negar que es válido algún contraste entre los principios morales-éticos y las ordenanzas rituales-ceremoniales. Pero no debemos leer las distinciones del lenguaje teológico moderno en los textos bíblicos en que los escritores no sintieron ninguna carga de hacer tales distinciones.

Por lo que concierne a la totalidad de la legislación mosaica, los elementos éticos están tan profundamente mezclados con los llamados ceremoniales que es imposible distinguirlos claramente los unos de los otros. Una cosa es obvia: la línea que divide estos dos elementos no pasa entre los Diez Mandamientos y el resto de la legislación mosaica. Hasta una lectura casual de las leyes en Levítico 19 mostrará rápidamente que las leyes morales y éticas están mezcladas con las leyes de culto. De la misma manera, los Diez Mandamientos muestran la mezcla de elementos éticos y sectarios. Por ejemplo, Lutero argüía que los mandamientos concernientes tanto a las imágenes como al sábado eran ceremoniales. Pablo, que enseñaba que los ídolos no son nada, habría quebrantado el segundo mandamiento, según la tradición judía aceptada. Y el gran apóstol a los gentiles ciertamente no acataba las prescripciones sabáticas del Antiguo Testamento (Rom. 14:5; Gál. 4:10; Col. 2:16).

Levítico 23 no sólo declara que el sábado es una festividad, sino que lo enlaza con el sistema entero de las festividades judías. Una festividad es una ceremonia de recordación, y no una de las "leyes naturales [morales]" que están escritas en los corazones de los gentiles (Rom. 2:15).

Aunque los Diez Mandamientos tratan principalmente de la moralidad común, son un pacto entre Dios e Israel. Por lo tanto, una festividad o ceremonia de renovación del pacto -- aplicable sólo a los cultos religiosos judíos -- está incluida en las estipulaciones morales.

Mito 6: Que la exhortación en el Nuevo Testamento a que los cristianos guarden los mandamientos es prueba de que los Diez Mandamientos son obligatorios para ellos.

Cuando el Nuevo Testamento insta a los cristianos a guardar los mandamientos de Dios, no podemos suponer qe esto significa literalmente observar el Decálogo entero. (17)  Con la palabra "mandamientos", Juan por lo general quiere decir fe y amor (Juan 13:34; 14:1, 15; 15:12-14, 17; 1 Juan 3:23).

Juan también se refiere a los mandamientos de Dios en el libro de Apocalipsis (Apoc. 12:17; 14:12). Pero, aunque es cierto que el revelador usa imágenes judías durante todo el libro, términos como las doce tribus de Israel, sello, arca del pacto, testimonio, tabernáculo, Babilonia, y Éufrates no tienen un significado judío literal sino que se les da un significado cristiano.

En 1 Corintios 7:19, los mandamientos de Dios son los comunicados a la iglesia en la enseñanza apostólica (1 Cor. 7:10; 14:37).

En Mateo 28:18-20, Jesús se refiere específicamente a obedecer "todo lo que les he mandado".

Cuando el Nuevo Testamento se refiere a "la ley", por lo general quiere decir la ley de Moisés (por ej., Juan 1:17; Hechos 15:5; 1 Cor. 9:8, 9, 20). "La ley" es el equivalente a lo que los judíos llamaban la Torah. La palabra "ley" está siempre en singular y significa la ley entera o hasta todos los cinco libros de Moisés (Mat. 5:17; Rom. 3:21). Los eruditos están de acuerdo en que, cuando el Nuevo Testamento se refiere a "la ley", no hace ninguna distinción entre las leyes morales y las llamadas leyes ceremoniales. (18) "La ley" (es decir, la ley de Moisés) incluye los Diez Mandamientos, así como las regulaciones relativas a la impureza. De acuerdo con los rabinos, había 613 mandamientos en la ley. Algunas veces, el Nuevo Testamento se refiere a los Diez Mandamientos como la ley de Moisés (Marcos 7:9, 10; Juan 7:19; Heb. 10:28; comp. Deut. 17:2-6).

En vista de lo que antecede, si textos como Mateo 5:17 y Romanos 3:31 son "prueba " de que los cristianos tienen que guardar los Diez Mandamientos, también son "prueba" de que los cristianos tienen  que guardar todos los 613 mandamientos de la ley. Obviamente, ése no es el significado de tales textos. Ellos nos están diciendo que la ley señalaba a Cristo y testificaba de él (Juan 5:39; Rom. 3:21). Por lo tanto, Jesús vino a confirmar todo lo que Moisés y los profetas habían escrito. El verdadero fin de la ley es guiarnos a poner nuestra fe en Cristo y obedecer el evangelio. El que hace esto ha cumplido la ley de acuerdo con su verdadero propósito.

Conclusiones
  1. ¿Es, por lo tanto, legítimo que los cristianos usen los Diez Mandamientos? A esto respondo que sí, con la condición de que nos acerquemos a ellos a través de Cristo y los interpretemos cristianamente. Ireneo, Agustín, y Lutero usaron los Diez Mandamientos legítimamente. Los interpretaron de acuerdo con la nueva situación creada por la nueva era de Cristo. Pero muchos grupos de cristianos no han seguido a estos grandes maestros de la iglesia. Han adoptado una actitud mental más rígida y literal que trata de aplicar hasta los detalles religiosos y sectarios de los Diez Mandamientos como regla de vida.
Ribberbos señala que "con el advenimiento de Cristo, la ley, también por lo que concierne a su contenido, ha sido puesta bajo una nueva norma de juicio, y que dejar de apreciar esta nueva situación es una negación de Cristo (Gál. 5:2)". (19) Haring hace este sensato comentario sobre los Diez Mandamientos:

Cualquiera que, siguiendo a Agustín, desea considerarlo como la base de un esquema moral debe presentarlo a la luz del Nuevo Testamento y la ley neotestamentaria (el Sermón del Monte y el discurso de despedida) y por ende a la luz de Cristo y la vida en Cristo. (20).
  1. Sin embargo, habiendo concedido esto, tenemos que decir que usar los Diez Mandamientos como base para un esquema moral no es el enfoque del Nuevo Testamento. Aquí Jesús reemplaza la ley, incluyendo los Diez Mandamientos, no sólo como un camino hacia Dios, sino como regla de vida. Todo lo que la ley era para el judaísmo, Cristo lo es para la comunidad del Nuevo Testamento. En sus epístolas, el gran punto de referencia de Pablo para la ética no es lo que la ley estipula sino lo que Cristo y su evangelio demandan. Según Pablo, una conducta incorrecta es la que "no actúa de acuerdo con la verdad del evangelio" (Gál. 2:14) o cualquier cosa "contraria a la sana doctrina que se conforma al glorioso evangelio del Dios bendito" (1 Tim. 1:10, 11). La conducta cristiana es determinada por Cristo -- su persona, su obra, y su enseñanza. Las epístolas de Pablo demuestran de manera concluyente que Cristo es el gran Guía, Pastor, Maestro, la Palabra y Regla de vida para su pueblo. Como señalaron los padres apostólicos de la iglesia primitiva, Cristo mismo se ha convertido en la ley viviente o Torah. Esta nueva revelación de la ley de Dios procede de Sión antes que de Sinaí en cumplimiento de lo que los profetas declararon tendría lugar en la nueva era del Mesías (Isa. 2:1-51).

Notas y referencias
  1. Los tratados hititas de señorío eran tratados o pactos que los reyes o emperadores hititas imponían a sus reyes vasallos. Véase Robert D. Brinsmead, Covenant (Fallbrook, Calif: Verdict Publications, 19791, p. 10.
  1. John Richard Sampey, art. "The Ten Commandments", the International Standard Bible Encyclopaedia, James Orr, gen. ed. (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 19391, 5:2944B.
  1. W. J. Harrelson, art. "Ten Commandments", The Interpreter´s Dictionary of the Bible, ed. George Arthur Buttrick (Nashville: Abingdon Press, 19621, p. 569.
  1. Sampey, "The Ten Commandments", p. 2944B.
  1. Éstos eran llamados los mandamientos de Noé. Véase The Jewish Encyclopedia, ed. Isidore Singer (New York: KTAV Publishing House, n.d.), 7:648-50.
  1. Véanse la obras de Ignacio, Justino Mártir, Ireneo y Tertuliano. En realidad, Ireneo (120-202 D. C.) parece haber sido el primero de los padres de la iglesia en apuntar al Decálogo como expresión de obligaciones religiosas aplicables a toda la humanidad. La tradición de usar los Diez Mandamientos para fines catequísticos se desarrolló gradualmente en la Iglesia Católica. Pero ni Ireneo (ni los que siguieron su tradición) consideraban el mandamiento del sábado como obligatorio para los cristianos en ningún sentido literal. Los Diez Mandamientos eran interpretados cristianamente. No hay evidencia de que los apóstoles separaran los Diez Mandamientos del resto de la ley del Antiguo Testamento y los usasen para propósitos catequísticos.
  1. El judaísmo había atribuído a la ley todos estos títulos de honor.
  1. Aunque el séptimo mandamiento condena el adulterio, no condena la poligamia. Muchos grandes santos del Antiguo Testamento tenían más de una esposa.
  1. Para un ejemplo de cómo el Nuevo Testamento tiene una madurez ética mucho más allá del Antiguo Testamento, compárese a Efesios 4 y 5 con los Diez Mandamientos.
  1. Brian Wintle, "Paul´s Conception of the Law of Christ and Its Relation to the Law of Moses", Reformed Theological Review 38, no. 2 (May-Aug. 19791:45.
  1. Sampey, "The Ten Commandments", pp. 2946-47.
  1. B. Haring, art. "Ten Commandments", New Catholic Encyclopedia (New York. McGraw-Hill Book Co., 19671, 4:8.
  1. Robert Banks, Jesus and the Law in the Synoptic Tradition (Cambridge: Cambridge University Press, 19751, p. 244.
  1. Hartmut Gese, Essays on Biblical Theology, tr. Keith Crim (Minneapolis: Augsburg Publishing House, 19811, pp. 88-9.
  1. Véase H. L. Ellison, art. "Sunday", The New International Dictionary of the Christian Church, J. D. Douglas, gen. ed. (Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 19741, p. 940.
  1. Jakob Jocz, The Jewish People and Jesus Christ: The Relationship between Church and Synagogue, 3rd ed. (Grand Rapids: Baker Book House, 19491, p. 68.
  1. Mateo 19:17-19 no es una excepción, porque Jesús se estaba dirigiendo a un judío. En todo caso, Jesús sólo usó los mandamientos como plataforma para subrayar sus propias afirmaciones a favor de una total lealtad como el único modo de llegar a ser completo.
  1. Véase Jocz, Jewish People and Jesus Christ, p. 68. Véase también W. Gutbrod, art. sobre la ley, en Gerhard Kittel, ed., Theological Dictionary of the New Testament. tr. Geoffrey W. Bromiley (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1967 1, 4:1069, 1072.
  1. Herman Ridderbos, Paul.' An Outline of His Tehology tr. John Richard de Witt (Grand Rapids: Wm.B. Eerdmans Publishing Co., 19751, p. 284.
  1. Haring, "Ten Commandments", p. 8.


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