MAL MATRIMONIO/
BUEN MATRIMONIO
Por Patti Folkerts
Traducido de The
SDA
Church Examined
¿Ha tenido alguno de ustedes alguna vez un
mal matrimonio? Por supuesto, no necesitan contestar. Yo no creo
que haya bajo el cielo ninguna situación más insidiosamente
degradante que vivir con alguien que se supone lo ama a uno de
manera suprema, pero que lo trata como basura, mintiéndole,
maltratándolo, abusándolo, y siéndole infiel. Creo que
posiblemente la más baja auto-estima que un adulto puede tener
es el resultado de un mal matrimonio.
Ahora hablemos en parábolas. Supongamos que
usted está casado con alguien a quien ama entrañablemente. Usted
está dedicado a esa persona más allá de cualquier devoción que
haya experimentado jamás. Trata de complacerlo/a. Hace cosas
especiales para esa persona para que sea feliz. Al principio,
todo es felicidad. Usted está seguro de que sus pequeños actos
de amor están dando en el blanco, directamente en el corazón, y
usted es feliz y y se siente realizado.
Pronto, demasiado pronto para usted, la
luna de miel ha terminado. Su compañero/a del alma comienza a
criticarlo y a enojarse con usted sin ninguna razón. La persona
ya no afirma el amor de usted respondiendo a él. Por el
contrario, nada de lo que usted haga parece ser bastante bueno.
Así que usted hace lo que cualquier ser humano haría. Hace un
esfuerzo mayor. Trabaja aún más duro para mantener la casa
nítida, el trabajo del patio bien hecho, la vida mejor
organizada, gasta dinero extra con él/ella. Pero parece que
mientras más duro trabaja, menos le gusta a su cónyuge. Usted
trata de cambiar las cosas acerca de usted mismo que sabe que a
su consorte no le gustan. Pierde peso, se pinta el cabello de
otro color, deja de trabajar hasta tarde, apaga el televisor, y
trata de pasar un rato romántico con él/ella. Pero, no importa
lo que usted haga, no es suficiente. Usted está perdido y
frustrado. Fustiga a la persona. La persona le endilga toda
clase de epítetos por sus reacciones. Usted grita y llora.
Él/ella se ríe de su histeria, le da de cachetadas, lo llama
loco, y sale por la puerta, sólo para regresar horas y
horas más tarde con el cabello desordenado y un olor a colonia
extraña en la ropa.
El teléfono comienza a sonar a todas horas
del día o de la noche. Una persona extraña llama y pregunta si
el cónyuge de usted está en casa. Cuando usted pregunta quién
es, cuelgan. Usted le pregunta a su cónyuge acerca del asunto;
él/ella contesta que usted está imaginando cosas. Su cónyuge
dice que lo han llamado fuera de la ciudad por cuestiones de
negocios. Usted se apacigua y decide salir a comer. Y allí ve a
su cónyuge bailando en los brazos de otra persona. Furiosamente,
usted se enfrenta a su cónyuge cuando finalmente llega a casa a
la mañana siguiente, sólo para oír que lo maldicen y lo llaman
loco. Usted persiste. Le pegan y lo patean varias veces. Él/ella
pide ayuda, lo expulsa de la casa, y cierra la puerta con llave.
Usted está en tal estado de shock que llega
a creer que tiene la culpa, así que al día siguiente regresa a
la casa y pide perdón, sólo para ver que cierran y atrancan la
puerta y llaman a la policía.
Usted no puede imaginar cómo pudo suceder
esto. ¿Cómo podría usted amar tanto a alguien que lo trata tan
mal?
¿Ya ha adivinado hacia dónde voy con todo
esto?
Cuando estamos casados con la ley, estamos
en un mal matrimonio. La ley nunca hará nada que no sea burlarse
de nosotros, regañarnos, condenarnos, y eventualmente
destruirnos. La ley nos dice que no somos dignos de ella. ¿Qué
hacemos entonces? Bueno, hacemos un mayor esfuerzo, por
supuesto. Entonces, la ley sólo nos golpea más fuerte, exigiendo
más y más. Mientras más nos esforzamos, más abusiva se vuelve la
ley.
¿Qué debemos hacer? Divorciarnos de la ley.
Permítame continuar con mi parábola:
Usted ha llegado al colmo de su paciencia.
No había más alternativa excepto terminar con este terrible
matrimonio y tratar de recoger los pedazos. Usted se divorcia de
este cónyuge abusivo. Llega una nueva Persona a su vida. Una
persona que lo ama a usted mucho más de lo que usted jamás
comprendería. Y porque usted no comprende, porque usted no sabe
lo que significa ser amado, se le hace difícil creer que es
verdad. Esta persona no sólo trata de hacerlo feliz a usted,
también excusa los defectos suyos. Le ayuda con las
responsabilidades que usted no ha podido cumplir, sin castigarlo
y sin acusarlo. Lo consuela cuando usted sufre un desengaño.
Nunca toma nota cuando usted deja de prestarle la atención que
merece. Ríe y lo besa a usted cuando usted dice que no puede
comprender por qué esta persona es tan buena con usted. Está
siempre cerca, tocándolo, acariciándolo, quitando las cargas de
sus hombros. Cuando usted por qué lo ama, la persona dice:
"Porque eres mío/mía." Aunque usted se deleita en su compañía, y
se complace en sus bondades, todavía es muy difícil para usted
comprender por qué esta persona lo ama de esa manera. Y la
persona dice: "Está bien. No tienes que entender por qué. Sólo
necesitas creer que lo hago. No por amor a mí, sino por amor a
tí."
Esta persona se casa con usted sin tener en
cuenta su pasado para nada. No le importa que haya fracasado
muchas veces en el matrimonio o en la vida. Lo ama a usted, sin
importar lo que usted haya hecho o haga. Al principio, usted se
siente incómodo y egoísta de ser el obviamente inmerecedor
recipiente de un amor tan poderoso. Siente como que debe
responder con alguna suerte de regalo de amor para mantener esta
relación amorosa. Pero el amor que viene de su cónyuge es tan
abrumador que usted sabe que nada de lo que pueda hacer
influiría en él de ninguna manera.
Así que, ¿qué hace usted? Trata de
mostrarle a su cónyuge, con bondad y con obras, que usted lo
ama, pero todo lo que usted hace parece tan pequeño e
insignificante en relación con el amor que esa persona le ha
mostrado...
El evangelio se parece mucho a esto. Jesús
se casa con su pueblo a pesar de su cndición interior. Sabe que
no hay manera de que puedan comprender su gran amor salvador.
Sólo les pide que crean. Su entrega a sus hijos es total - hasta
la muerte en la cruz. Él no les pide nada a cambio, sólo que lo
acepten y crean que Él ha pagado el precio total por su
redención.
Por extraño que parezca, hay quienes eligen
permanecer casados con la ley. Y condenan, en voz alta y
abiertamente, a los que han terminado una dolorosa relación. Se
ufanan de su fidelidad a un cónyuge abusivo.
El problema es que, tal como en el amor
marital, algunos creen que el amor por algo es generado por la
cosa amada. Por eso, el dicho: Lo amo porque es ...
(maravilloso, amable, amoroso, etc.), no es una representación
exacta de la fuente del amor. El amor brota del corazón del que
ama. Usted ama algo por lo que hay en usted, no por lo que hay
en el objeto de su afecto. Por lo tanto, personas bien honestas,
amables, y amorosas pueden amar a las personas y a las cosas más
egoístas, viles, y corruptas.
La gente ama la ley, no por lo que la ley
es - un mezquino maestro de escuela - sino por lo que la gente
es, o quiere ser, en su interior. La gente quiere ser pura y
santa, y cree que la ley le muestra cómo ser pura y santa. Pero,
por el contrario, la ley es un cónyuge abusivo que
constantemente nos señala nuestras faltas y defectos.
En severo contraste, Jesús nos amó antes de
que existiéramos. Nos ama, no por lo que somos, sino por lo que
Él es. No podemos ni siquiera comenzar a sondear esa clase de
amor. Todo lo que podemos hacer es aceptarlo por fe. Y podemos
saber que, puesto que este amor está basado en lo que Él es, y
no en lo que nosotros somos, no será quitado de nosotros.
Pero hay un problema aquí: Usted no puede
ser bígamo. No puede estar casado tanto con la ley como con
Cristo. Si usted está casado con la ley, tiene que divorciarse
de ella antes de casarse con Cristo. Y si está casado con
Cristo, debe divorciarse de Él si decide regresar a la ley.
Mal matrimonio/buen matrimonio. ¿Por qué
querría alguien quedarse con un mal matrimonio si puede elegir?
Las Buenas Nuevas son que, en Jesús, podemos divorciarnos de ese
cónyuge abusivo, y podemos experimentar la maravilla, el gozo,
la seguridad, y la confianza de ser verdaderamente amados, de
estar verdaderamente casados con Aquél cuyo amor no conoce
límites.