Ellen G. White
IMPORTANCIA DE LA LESIÓN
EN LA CABEZA DE ELLEN WHITE
Parte 3
Por el Dr. Molleurus
Couperus
Tomado de The
Ellen G. White Research Project
III
En 1974, Waxman y Geschwind informaron sobre la hipergrafía
como la habían observado en siete pacientes con epilepsia de
lóbulo temporal:
"Los historiales
clínicos resumidos arriba son notables en que en cada caso
hay una inusual tendencia en el paciente a escribir
extensamente, típicamente de manera meticulosa. Cada uno de
los autores ha observado muchos otros pacientes, además de
estos siete, en los cuales había evidencia de desorden en el
lóbulo temporal y los cuales también escribían hasta un
grado inusual. La literatura contiene numerosas referencias
al carácter circunstancial y pedante en el habla de
epilépticos de lóbulo temporal. Al describir a un paciente
con ataques psicomotores, Kraeplin, ya en 1906, observaba
que el paciente 'hace un relato coherente, aunque muy
prolongado, de su estado...' Creemos que el escribir
extensamente, y en algunos casos compulsivamente, que hemos
observado en los pacientes de epilepsia de lóbulo temporal
refleja la anteriormente documentada profundización de la
respuesta emocional en presencia de una función intelectual
relativamente preservada. En este contexto, no es
sorprendente que, en el habla, algunos epilépticos de lóbulo
temporal sean descritos como circunstanciales o pedantes, o
mostraban 'pegajosidad' o 'viscosidad'". (106)
El primer paciente
que Waxman y Geschwind comentaron fue "una mujer diestra de 24
años de edad que comenzó a tener ataques a la edad de 10 años
y trastornos de la conducta a la edad de 15 años". Después del
examen y el tratamiento, ella continuó teniendo ataques y
siendo "devotamente religiosa, experimentando por lo menos
cinco conversiones religiosas". Se averiguó que su lesión
cerebral estaba ubicada en su lóbulo temporal derecho. Ella
experimentaba alucinaciones visuales con "luz azul
verdosa parpadeante", y mostraba "gran interés en las cosas
místicas, en particular la existencia y el destino del
universo. También se quejaba de no tener interés en la
actividad sexual. Pasaba varias horas al día escribiendo,
incluyendo poesía, "generalmente sobre temas morales o
filosóficos". Una canción que se aprendió la copió varios
cientos de veces, y se sentía "compelida a escribir una
palabra una y otra vez". (107)
En 1981, Sachdev y Waxman (108) estudiaron la frecuencia y el
grado de hipergrafía en la epilepsia del lóbulo temporal
enviando cartas a todos los pacientes que habían sido
admitidos en el hospital en el Centro Médico de la
Administración de Veteranos en Palo Alto, y dados de alta
entre 1972 y 1978 con un diagnóstico de epilepsia o desórdenes
caracterizados por ataques. Se les pidió que contestaran, lo
mejor que pudieran, preguntas en relación con el estado actual
de su salud, su comprensión de su enfermedad, y el cambio que
la enfermedad había causado en sus vidas.
Los que tenían un
diagnóstico de epilepsia de lóbulo temporal usaron entre 4200
y 5540 palabras en sus respuestas; los que tenían un posible
diagnóstico de epilepsia de lóbulo temporal usaron entre 120 y
475 palabras, mientras que los que no tenían evidencia de
epilepsia de lóbulo temporal usaron entre 33 y 120 palabras.
Sachdev y Waxman llegaron a la conclusión de que "la
hipergrafía es uno de los rasgos relativamente más obvios del
síndrome conductual interictal".
Geschwind resumió sus hallazgos
como sigue:
"El grado de
hipergrafía en muchos de estos pacientes es notable. Así,
los pacientes pueden regularmente escribir ensayos o
sermones. Un paciente tenía baúles llenos de sus escritos. A
un neurólogo en Nueva Zelanda uno de sus pacientes le regaló
más de veinte tomos de sus obras selectas manuscritas. Hace
poco he visto a un paciente a quien se le desarrolló
epilepsia de lóbulo temporal después de una resección
parcial de un lóbulo temporal durante una operación para
quitarle un aneurisma. Nunca había sentido interés por las
cosas intelectuales, pero, después de la aparición de la
epilepsia de lóbulo temporal, lo consumía el pensamiento de
que tenía la misión de escribir algo importante". (109)
Una pregunta aparece
de manera natural: ¿Son todos los epilépticos de lóbulo
temporal hipergráficos hasta cierto punto? ¿Es la hipergrafía
específica para los epilépticos de lóbulo temporal, o se
encuentra también en otros tipos de epilepsia? Hermann y sus
colaboradores investigaron esto en 1983. (110) Estudiaron un
grupo de 138 pacientes, 90 de los cuales tenían ELT; 29 tenían
epilepsia general; y 15 tenían un tipo mixto. A todos estos
pacientes se les envió una carta similar a la que Sachdev y
Waxman les enviaron a sus pacientes. Encontraron que los
pacientes con epilepsia de lóbulo temporal "tenían una rata de
respuesta más alta relativa a la epilepsia diferente de la de
lóbulo temporal". Si uno considera la hipergrafía como un
fenómeno de todo o nada, "entonces la extensión de la carta
sugeriría apoyo a la especificidad epilepsia de lóbulo
temporal/hipergrafía puesto que las dos cartas más largas
(1176 y 1229 palabras) fueron escritas por personas con ELT."
La extensión promedio de las cartas del grupo de epilépticos
diferentes de los de lóbulo temporal era de 371 palabras; para
los de lóbulo temporal, 296 palabras. (Las dos cartas más
largas del grupo de estudio ELT de Sachdev y Waxman eran de
5540 y 4200 palabras.) Hermann y otros sugirieron "que
investigaciones posteriores en esta área deberían establecer
si la hipergrafía se conceptualiza mejor como un fenómeno
gradualizado o de todo o nada".
La compulsión para escribir era claramente evidente en Ellen
G. White. Escribió una cantidad casi increíble de palabras; de
manera que, al momento de su muerte en 1915, su producción
literaria consistía de bastante más de 100,000 páginas,
incluyendo 4,000 artículos en publicacions periódicas de la
iglesia. (111) Las páginas impresas de los nueve tomos de sus
Testimonios suman
4,812 páginas, mientras que la serie de Great Controversy tiene
3,603 páginas. Además, escribió muchas cartas que no se
conservaron, particularmente en los primeros años de su obra.
También llevó un diario personal y un extenso registro
cronológico.
Ellen comenzó a
escribir para el público en 1845. Para alcanzar a escribir
100,000 páginas antes de morir en 1915, tenía que haber
escrito un promedio de por lo menos tres y media páginas cada
día de su vida, en salud o enfermedad, durante los sábados, y
cuando viajaba o asistía a conferencias.
Una entrada en su
diario el 12 de junio de 1892 ilustra el extenso número de
palabras escritas que eran parte de su vida diaria.
"Artículos
escritos: obra misionera, 15 páginas en papel de cartas. A.
T. Robinson, 13 páginas; el Hermano Lockwood, 5 páginas;
Sara MacEnterfer, 2 páginas; Ella May y Mable White, 4
páginas; un extenso documento dirigido a C. H. Jones en
relación con la publicación y las instituciones de salud. J.
E. White, 12 páginas; le envié al Hermano Wessels 5 páginas
tamaño de carta; al Hermano E. J. Waggoner a Londres; al
Anciano Washburn, en Inglaterra, 1 página". (112)
Esto hacía un total
de 62 páginas, aparte del "extenso documento" dirigido a C. H.
Jones. Pero más significativo que la cantidad total de páginas
escritas es la compulsión y la presión que ella sentía para
escribir. Esto ya es evidente en el artículo que ella escribió
al editor del Day Star después de que el periódico
publicara su así llamada primera visión el 20 de diciembre de
1845. Ella dijo: "Mi visión, que Ud. publicó en el Day Star, fue escrita
bajo un profundo sentido del deber, a Ud., no esperando que
Ud. la publicara". (113)
"Sentía que
debía descansar, pero no veía la oportunidad de obtener
alivio. Hablaba en público varias veces a la semana, y
escribía muchas páginas de testimonios personales.... La
sangre se precipitaba a mi cerebro, con frecuencia haciendo
que me tambalease y que casi me cayese. A menudo tenía
hemorragias nasales, especialmente después de hacer
esfuerzos para escribir. Me sentía compelida a dejar de
escribir, pero no lograba sacudirme la carga de ansiedad y
la responsabilidad que pesaba sobre mí.... Entonces escribía
una porción de lo que se me había mostrado en relación con
el Instituto, pero no lograba desarrollar el tema entero a
causa de la presión de la sangre en mi cerebro.... Suponía
que, después de descansar algunos días, podría continuar
escribiendo. Pero, para gran dolor mío, encontraba que la
condición de mi cerebro hacía imposible que yo escribiera.
Abandonaba la idea de escribir testimonios, ya fueran
generales o personales, y estaba en constante angustia
porque no podía escribirlos". (114) (Testimonios,
tomo 1, páginas 576-577).
Este temprano sentido
del deber continuó durante toda su larga vida, acompañado por
un siempre creciente sentido de misión y elección divina, tan
frecuentemente expresado en sus escritos y conferencias. Esta
profunda convicción de una misión especial y divina hacia el
mundo queda ilustrada por las siguientes afirmaciones en sus
escritos:
"No tenía la más ligera idea de escribir como lo
he hecho, pero el Señor ha dirigido mi mente sin cesar,
hasta que tengáis el asunto que yo os envío". (115)
"Durante la noche, el Señor me instruye por medio de
símbolos, y luego explica sus significados. Él me da la
palabra, y yo no me atrevo a rehusar dársela al pueblo".
(116)
"Dios me ha dado un testimonio para su pueblo, un
testimonio que no le ha dado a nadie más, que yo debo
transmitir, y que es como fuego encerrado en mis huesos".
(117, 118)
"Yo no escribo ni un sólo artículo en el periódico
expresando meramente mis propias ideas. Ellas son lo que
Dios ha abierto delante de mí en visión". (119, 120)
"En tiempos antiguos Dios habló a los hombres por
la boca de profetas y apóstoles. En estos tiempos, Él les
habla por medio de los testimonios de su Espíritu". (121)
"Físicamente, siempre he sido un vaso quebrantado;
y sin embargo, en mi vejez, el Señor continúa inspirándome
por medio de su Santo Espíritu para que escriba los libros
más importantes que jamás hayan sido entregados a las
iglesias y al mundo". (122, 123)
En una carta que Ellen le
escribió a Lucinda Hall el 8 de abril de 1876, dice:
"En este tiempo,
tengo una obra especial que llevar a cabo, que consiste en
escribir las cosas que el Señor me ha mostrado.... He
sentido que no debo descuidar nada para completar estos
escritos. No he asistido a reuniones por dos semanas....
Mientras los Ancianos Waggoner y Loughborough estén aquí,
dejo que ellos hagan el trabajo, y guardo todas mis fuerzas
para un propósito - escribir.... Tengo una gran obra que
hacer, que ha sido una gran carga sobre mi alma. Cuán grande
es esta carga, nadie sino el Señor lo sabe". (Review and
Herald, 16 de agosto de 1973, p. 6).
Otra ilustración de
su compulsión para escribir aparece obvia en una carta
dirigida a George Amadon en 1906:
"En la noche
después del sábado me retiré, y descansé bien sin dolor ni
molestias hasta las diez y media. Pero no podía dormir.
Había recibido instrucción, y rara vez me acuesto después de
recibir tales instrucciones.... Dejé la cama y escribí por
cinco horas, tan rápidamente como mi pluma podía trazar las
líneas". (124)
Arthur White también
llamó la atención al gran volumen de los escritos de Ellen, y
su compulsión para escribir:
"Siento que debo
escribir, escribir, escribir, y sin demora", escribió en
1844. En estas palabras se resume el objetivo de su obra más
importante.... La experiencia de su niñez y su educación no
eran las que uno de ordinario pensaría que cuadrarían con
pasarse toda la vida escribiendo.... Cuando resumimos la
historia, encontramos que la Sra. White era una prolífica
escritora. Hoy día hay 18,000 páginas en los libros actuales
de E. G. White. Sumándolos con las ediciones anteriores que
ya se agotaron, tenemos un total de 22,000 páginas. A esto
podemos añadirle más de 2,000 artículos que han aparecido en
nuestras varias publicaciones denominacionales. Estos libros
nos darían otras 12,000 páginas. Además de esto hay muchos
miles de páginas manuscritas que no se han publicado por su
naturaleza local o personal". (125)
Ya se ha dicho
que Geschwind llamó la atención sobre las profundas
preocupaciones filosóficas, morales, y religiosas que
manifiestan los epilépticos de lóbulo temporal, en fuerte
contraste con sus antecedentes educativos. (126) Cuando todo
esto se combina con un impulso incontrolable de escribir, la
tentación de tomar prestado material de otros a gran escala
puede convertirse en irresistible. El llamado a "escribir,
escribir, escribir" puede fácilmente cambiar a "tomar
prestado, tomar prestado, tomar prestado". Bajo una fuerte
compulsión religiosa, una escritora así puede fácilmente
persuadirse de que fue Dios quien le hizo encontrar el
material que quería copiar, y de que ella simplemente obedecía
la obligación divina y el impulso del Espíritu para que
copiara escritos ajenos y los pusiera bajo su propio nombre.
Recientemente, Roy Graybill comentó los extensos préstamos
literarios de Ellen White, y señaló también la compulsión de
Ellen de escribir como una posible causa de su extenso uso de
fuentes a las cuales no les dio crédito.
"Cuando el
ámbito de sus escritos se expandió, primero a temas de
salud, y más tarde a la historia, la Sra. White se encontró
en una posición en que el plagio era difícil de evitar. Su
limitada educación no la había equipado para la amplia gama
de temas que ella trataba de cubrir. Sin embargo, se sentía
"poderosamente impulsada" a escribir. "¿Debo resistir este
impulso de escribir, cuando siento esta responsabilidad?",
se preguntaba. "Debo obedecer la inspiración del
Espíritu de Dios o abstenerme de toda conexión con la obra".
"Yo no me atribuyo ninguna capacidad en mí misma para
escribir los artículos en el periódico o los libros que
publico", decía. "Ciertamente, yo no podría originarlos. He
estado recibiendo luz durante los pasados cuarenta y cinco
años y he estado comunicando a nuestro pueblo la luz que he
recibido del cielo". Esta fuerte auto-imagen como escritora
inspirada puede haber inhibido su capacidad para darse
cuenta de hasta qué punto dependían sus escritos de los de
otros autores. Apenas podría haberse dado cuenta del grado
al cual sus visiones y sueños eran moldeados por sus
lecturas, y así, vino a creer que sus revelaciones eran la
fuente original de lo que escribía". (127)
¿Cuánto copió Ellen?
Aparentemente, nadie lo sabe todavía con exactitud, pero es
claro que lo hizo a gran escala. Desde 1887, cuando Canright
llamó primero la atención sobre sus plagios, William
Patterson, Ingemar Linden, Ronald Numbers, Jonathan Butler,
Don McAdams, Walter Rea, Warren H. Johns, Ron Graybill, y
otros han añadido a la evidencia acumulada de su dependencia,
durante toda su vida, de fuentes a las cuales no dio crédito.
En el Adventist Review
del 23 de febrero de 1984, Robert W. Olson dijo que
"posiblemente 50 por ciento o más del material del libro [El
Gran Conflicto] fue extraído de otras fuentes". Sólo
una investigación ulterior determinará finalmente cuánto más
del "50 por ciento" fue en realidad copiado por Ellen de otros
autores y puesto en este libro. Algunos calculan que puede ser
hasta el 90 por ciento, pero probablemente no es tan
importante saber si la mitad o nueve décimos fueron tomados
prestados. Ellen tenía que escribir, y para
producir la cantidad deseada, no tenía más recurso que copiar
de otros; y esto, con la ayuda de sus secretarias, lo hizo
bien.
Los préstamos
literarios de Ellen parecen haber comenzado en su mismo primer
artículo publicado en el Day Star del 24 de enero de
1846, en el cual ella informaba acerca de su así llamada
primera visión de diciembre de 1844. Aparentemente, tenía
frente a ella el folleto The
Christian Experience of William E. Foy [La
Experiencia Cristiana de William E. Foy], que había sido
publicado y su derecho de autor registrado en 1845. Su deuda
con Foy es evidente en muchos lugares de su artículo, pero el
lugar más notable es donde el guía de Foy dice: "Los que coman
del fruto de este árbol ya no regresan más a la tierra"
(página 14). Ellen, a su vez, hace que Jesús diga: "Los que
coman del fruto de esta tierra no regresan más a la tierra".
(129)
Repetitividad
Un rasgo fácilmente
observable en un epiléptico de lóbulo temporal es la
reiteración, la pegajosidad, o la viscosidad - una forma de
automatismo, que se aplica tanto al habla como a la escritura,
en el cual el individuo repite palabras, frases, oraciones, o,
como dijo Fenton, "una tendencia a adherirse a cada
pensamiento, sentimiento, y acción". (130) Por ejemplo, muchos
de los que vieron a Ellen White experimentar una visión
informan que ella a menudo exclamaba: "Gloria, gloria, gloria"
al comienzo de la visión. Daly describe un caso, reportado por
Penfield y Jasper, de un muchacho que "al comienzo de los
ataques oía una voz que llamaba a "Sylvere, Sylvere, Sylvere"
- el primer nombre del muchacho. A un hombre de cuarenta y
cinco años de edad se le oyó decir: "Madre, madre, madre". Y
un paciente, que admitía que era agnóstico, decía: "Dios, Dios
- Oh, mi Dios". (131) Sería fácil que la mente subconsciente
de Ellen eligiera la repetición "gloria, gloria, gloria"
porque la palabra gloria se usaba comúnmente en las reuniones
Metodistas a las cuales ella asistía en su adolescencia.
Ellen dio evidencia
de esta reiteración en su primera publicación cuando, como una
persona de dieciocho años de edad, repitió las palabras "Yo
vi" dieciséis veces. En una segunda contribución al mismo
periódico tres semanas más tarde, ella usó "Yo vi" trece
veces. Dos meses después de esto, en un artículo publicado en
The Little Remnant Scattered Abroad [El pequeño
remanente disperso en ultramar], ella empleó "Yo ví" treinta y
cinco veces. La repetición de esta frase se vuelve
marcadamente notable en los escritos de Ellen, hasta que en
algunas páginas casi cada oración comienza con estas palabras,
como se ve en un artículo escrito por ella y publicado en un
número de The Present Truth [La Verdad
Presente] en 1849 donde, en trece oraciones, usa "Yo vi" o "Se
me mostró" once veces. (132)
Muchas otras palabras
al comienzo de o intercaladas en sus oraciones ilustran la
misma repetitividad - palabras como "ellos" y "ustedes". En
todas sus primeras publicaciones, esto puede verse fácilmente,
particularmente en las primeras cien páginas del tomo uno de
sus Testimonios, y el tomo dos de Dones
Espirituales. La mayoría de las repeticiones, en
particular "Yo vi" y "Se me ha mostrado". fue eliminada de las
ediciones posteriores de sus obras. Quizás al principio el uso
frecuente de "Yo vi" en sus escritos tenía la intención de
reforzar su afirmación de que ella estaba siendo divinamente
inspirada. Con el correr del tiempo, los editores redujeron
grandemente la evidencia de esta repetición, pero nunca la
eliminaron por completo. (133, 134)
El hijo de Ellen, W.
C. White, estuvo de acuerdo en que "había estas repeticiones
en los manuscritos originales". Y Ellen escribió en 1906:
"Mientras mi
esposo vivía, actuaba como asistente y consejero - Yo
escribía fielmente la instrucción que recibía en visión....
Después, examinábamos el material juntos, y mi esposo
corregía los errores gramaticales y eliminaba las
repeticiones innecesarias". (135)
Más tarde, "se
esperaba que las secretarias... dejaran fuera lo que
claramente era repeticiones innecesarias". Arthur White
también creía que se producían muchas repeticiones "en algunos
manuscritos originales," cuando Ellen se hallaba "perpleja por
muchos cuidados y responsabilidades". (136)
Muchas repeticiones que no eran tan objetables como "Yo vi"
permanecieron hasta en sus escritos posteriores.
Particularmente significativos son los casos en los cuales
ella mencionaba que otros hablaban o escribían con la misma
reiteración que ella. Por ejemplo: "Dijo el ángel: 'Sed
limpios, vosotros los que lleváis los vasos del Señor', 'Sed
limpios vosotros los que lleváis los vasos del Señor'". (137)
Ellen tuvo dos
visiones el 5 de enero de 1849 en Rocky Hill, Connecticut. En
la segunda visión, ella vio cuatro ángeles que se dirigían a
la tierra en misión especial. Jesús "miró con lástima el
remanente, ... levantó ls manos, y con voz de profunda
compasión, clamó: Mi sangre, Padre, mi sangre, mi sangre, mi
sangre'... Luego vi un ángel... que clamaba en alta voz:
'¡Esperad! ¡Esperad! ¡Esperad!". En el mismo año, ella
escribió también: "Oí a un ángel decir: "Enviad con celeridad
a los veloces mensajeros, enviad con celeridad a los veloces
mensajeros'". (138) Un año más tarde, ella citó la pregunta de
un ángel: "¿Pueden los tales entrar al cielo?" Otro ángel
contestó: "No, nunca, nunca, nunca". (139)
En el informe de
Ellen de su visión del 14 de marzo de 1852 en Ballston, se
dice lo siguiente:
"Si los pecados
no van a juicio antes, nunca irán. Tu pueblo, tu pueblo, tu
pueblo no está listo, no está listo, no está listo. En aquel
tiempo un pecado sin cubrir aplastará el alma. El cielo no
dará respuesta. Aquel tiempo probará las almas de los
hombres. La confusión tendrá lugar y el deseo de ellos no
será satisfecho. ¿No podéis ver? ¡Preparaos! ¡Preparaos!
¡Preparaos! casi concluído... Yo contemplo, contemplo a
aquéllos que tienen aquella excelente recompensa
sacrificarse para obtenerla... Ayudad a los niños a
prepararse, algo hay que hacer. ¡El yo! ¡El yo! Oh, Jesús,
ten compasión y perdona a tus hijos que yerran". (140)
En 1852, en
Vergennes, Ellen dijo de James White: "El poder de Dios estaba
sobre él... dijo él: "¡Espero que se apague! ¡En el nombre de
Dios, espero que se apague!". (141, 142, 143, 144)
En la visión Sutton de Ellen
White en 1850, tenemos el siguiente ejemplo:
"Entonces vi que
debemos beber profundamente del agua de la fuente.... Vi que
el hermano Bates debe abrirse y estar listo a ceder en un
punto que le es querido cuando la luz clara brille. Vi que
debemos ser más como Jesús.... Entonces vi a James y al
hermano Bates: Dijo el ángel: "Juntaos, juntaos, vosotros
los pastores, no sea que las ovejas se dispersen. Amaos los
unos a los otros como yo os he amado. Nadad, nadad, nadad,
sumergíos en lo profundo, en lo profundo, en lo profundo, en
el océano del amor de Dios. Vi que debemos vencer.... (145)
El 3 de enero de
1875, en Battle Creek, Ellen tuvo una visión, reportada por W.
C. White, que demostró algunas características típicas de un
ataque de lóbulo temporal, incluyendo la reiteración. Ella
había estado enferma de influenza y estaba sentada en una gran
silla de brazos, cálidamente envuelta en frazadas.
"Entonces mi
madre decidió orar y, con voz ronca y trabajosa, pronunció
dos o tres frases de petición. De pronto su voz se oyó clara
y musical, y oímos resonar el grito: "¡Gloria a Dios!".
Todos levantamos la vista, y vimos que estaba en visión. Sus
manos estaban cruzadas sobre el pecho, sus ojos estaban
dirigidos fijamente hacia arriba, y sus labios estaban
cerrados. No había respiración, aunque el corazón continuaba
su actividad. Mientras ella miraba atentamente hacia arriba,
una expresión de ansiedad le sobrevino en el rostro. Hizo a
un lado las frazadas, y dando un paso hacia adelante, caminó
hacia atrás y hacia adelante en la habitación. Retorciéndose
las manos, exclamó: '¡Oscuro, oscuro, oscuro! ¡Todo oscuro!
¡Tan oscuro!'. Entonces, después de algunos momentos
de silencio, exclamó con énfasis, y se le iluminó el rostro
al decir: '¡Una luz! ¡Una lucecita! ¡Más luz! ¡Mucha luz!.
Después de estas exclamaciones en relación con las luces, se
sentó en su silla". (146, 147, 148)
En 1868, ella
escribió: "Él no aceptará un sacrificio a medias. Todo, todo
es de Dios". (149) En Primeros Escritos (2da edición,
1882), ella escribió: "Dijo el ángel: 'Preparaos, preparaos,
preparaos. ¡Vosotros tendréis que morir de una muerte mayor al
mundo de la que jamás habéis muerto!'". (150)
Parece claro que, en muchas ocasiones, las palabras atribuídas
a los ángeles y a Cristo están construídas con la
característica reiteración de Ellen - la "pegajosidad" del
epiléptico dde lóbulo temporal. En libros como sus ediciones
posteriores de El Gran Conflicto y libros
subsiguientes como El Deseado de Todas las Gentes y Los
Hechos de los Apóstoles, en los cuales hay tanto
material parafraseado de otros autores y que fueron bien
editados, uno esperaría ver poco de su característica
tendencia a repetirse; pero queda alguna evidencia.
Hacia el fin de su
permanencia en Australia, Ellen tuvo una visión, como ella lo
informó a G. B. Starr:
"Yo estaba tan
despierta como lo estoy ahora, y apareció un carruaje de oro
y caballos de plata por encima de mí, y Jesús, en majestad
real, estaba sentado en el carruaje.... Luego se oyeron las
palabras retumbando por encima de las nubes desde el
carruaje y los labios de Jesús: '¡Fannie Bolton es tu
adversaria! ¡Fannie Bolton es tu adversaria!', repetido tres
veces. Ahora", dijo la Hna. White, "yo tuve esta misma
visión hace como siete años, cuando mi sobrina Mary Clough
apareció en mis escritos".
En una carta escrita
en Australia en 1892, ella también repetía: "Esclavo, esclavo,
esclavo, esclavo". (151) Aun más tarde, escribió: "He recibido
una carta del Anciano Daniells en relación con la adición de
otro edificio a las oficinas del Review and Herald. Mi respuesta es: No, no,
no". (152, 153) Fue en los primeros días de diciembre de 1914
que ella testificó haber oído voces en la noche que clamaban:
"¡Avanzad, avanzad, avanzad! ¡Intensificad el combate contra
la puerta!". (154)
En 1901, Ellen dijo: "Dios no lo quiera, Dios no lo quiera,
hermanos." En una carta en 1904, ella escribió: "Separaos,
separaos, es mi mensaje". (155) "El primer capítulo de
Daniel... léalo, léalo, y al leer, sea sabio, no en su propia
opinión, sino sabio como Daniel". (156) "Las grandes
dificultades que han existido en Battle Creek no deberían
haber existido. La gran escasez de medios no debería haber
ocurrido". (157) En una carta que ella escribióa A.G. Daniells
y a W. W. Prescott el 20 de Mayo de 1904, ella informó que
Cristo le había dicho: "Uníos, uníos, uníos en perfecta
armonía". (158, 159)
Horace Shaw, en su
disertación doctoral en 1959, incluyó los resultados de un
cuestionario que él les había enviado por correo a aquéllos
que podrían haber conocido a Ellen White personalmente. Una de
estas personas informó sobre una reunión a la que ella había
asistido y en la cual Ellen habló. "Después de lo que parecía
ser su amonestación final, titubeó por un momento y luego
dijo: 'Sed sensibles, sed sensibles, sed sensibles'". (160)
Hipermoralismo
Otro rasgo en los
escritos de Ellen G. White es el que incluye el
hipermoralismo, la sobriedad, la falta de sentido del humor, y
las múltiples exhortaciones. Esto es particularmente evidente
en escritos con los otros miembros de su iglesia en
mente. Un típico ejemplo de esto puede verse en una carta
escrita a la Querida hermana E. en 1873:
"Se me ha
mostrado que Ud. necesita una completa conversión. En este
momento, Ud. no está en el camino correcto para obtener la
paz y la felicidad, que el creyente verdaderamente humilde,
que lleva su cruz, seguramente ha de recibir... Ud.
tiene una disposición egoísta... Sus principales
pensamientos son para Ud. misma, para agradarse a sí
misma.... Ud. descuida el ocuparse alegremente en el trabajo
que Dios le ha asignado. Ud. pasa por alto los deberes
comunes y sencillos que están directamente en su camino...
Ud. no estudia para hacer felices a otros... Ud. se complace
en el hábito de soñar, que debe detener... Ud. no está
mejorando tan rápidamente como podría hacerlo, y como debe
hacerlo... Ud. ha sido una nube y una sombra en su
familia... Ud. no ha tenido la gracia de Dios en su
corazón...Ud. ama el pensar y hablar acerca de hombres
jóvenes. Ud. interpreta las cortesías de ellos como
preocupación especial por Ud. Ud. se adula a sí misma...
Debe iniciarse una reforma en la familia de su padre. Ud.
lleva el sello del carácter de su padre. Debería tratar de
evitar los errores de él y sus extremos... Ud. no ama a los
niños. De hecho, no ama nada que requiera esfuerzo firme,
serio, y perseverante". (161)
En esta carta de
siete páginas, setenta y cinco oraciones comienzan con 'Ud' y
otras 115 veces 'Ud' se usa en la mitad de una oración y es un
ejemplo de juicio e hipermoralismo que se ve en los
epilépticos de lóbulo temporal, y que tan a menudo se
encuentra en los escritos de Ellen. (162)
El hipermoralismo y el hipereticismo de los epilépticos de
lóbulo temporal están estrechamente relacionados con su falta
de sentido del humor, su viscosidad, atención al detalle, y
auto-escrutinio. Waxman y Geschwind escribieron en 1975:
"A menudo hay
una marcada preocupación por el detalle, especialmente en lo
concerniente a aspectos morales o éticos. Con estos
pacientes no hay minucias... La preocupación por el detalle
y la claridad y un profundo sentido de justicia son
evidentes en el habla de muchos de nuestros pacientes".
(163)
Otros investigadores han
descrito este fenómeno:
"Todos los
sucesos son serios para estos pacientes... Pueden
preocuparse excesivamente por cuestiones morales y se
enredan con lo que es correcto y lo que no es correcto en
asuntos que son más bien triviales... lo correcto y lo
incorrecto de cada cosa necesita ser considerado con todas
sus ramificaciones; ningún asunto en disputa puede ser
fácilmente hecho a un lado; estos pacientes hacen largos
discursos y a menudo sienten la necesidad de poner por
escrito sus pensamientos en largos escritos; tienden a ser
marcadamente sin sentido del humor". (164)
Los epilépticos del
lóbulo temporal tienden a ser, no sólo hiperéticos, sino a
menudo hiperreligiosos. Para ellos, sus propios ministros
puede que carezcan de una profunda convicción religiosa...
Estos rasgos básicos explican una profundización de la
respuesta emocional, con un excesivo énfasis sobre las
cualidades del bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto.
(165)
Tener fuertes sentimientos acerca de cuestiones morales y
éticas es probablemente un rasgo deseable; cómo se ejecuta y
se expresa este rasgo es significativo, sin embargo, en
relación con la epilepsia de lóbulo temporal. Es la excesiva
preocupación por las cosas triviales, la obsesión con
cuestiones morales, la falta de comprensión y tolerancia hacia
opiniones divergentes, y el resultante juicio y condenación de
aquéllos que discrepan con él, lo que pone aparte a estos
pacientes. Esto es a menudo acompañado por un sentido de
misión divina y autoridad. Han sido llamados "inflexibles" y
no es probable que cambien sus puntos de vista.
Como ha señalado
Beard, hay una pesadez, prolijidad, y monotonía en estos
pacientes, juntamente con egocentrismo, frases zalameras, y
pegajosidad. (166)
El hipermoralismo de Ellen queda
ilustrado por su discusión del vestido:
"Se me mostró
que algunos de entre el pueblo de Dios imitan las modas del
mundo, y están rápidamente perdiendo su carácter peculiar,
santo, que debería distinguirlos como el pueblo de Dios. Se
me hizo notar el antiguo pueblo de Dios, y luego se me llevó
a comparar su indumentaria con la moda en el vestido de
estos últimos días. ¡Qué diferencia! ¡Qué cambio! En aquel
entonces las mujeres no eran tan osadas como ahora. Cuando
estaban en público, cubrían sus rostros con un velo. En
estos últimos días, las modas son vergonzosas e
inmodestas.... Los gorros pequeños, que dejan ver el rostro
y la cabeza, muestran una falta de modestia... Jóvenes y
viejos, Dios os está probando. Estáis decidiendo vuestro
propio destino eterno. Vuestro orgullo, vuestro amor a
seguir las modas del mundo, han sido todos puestos en la
balanza, y el peso del mal se inclina terriblemente contra
vosotros... Vi que muchos que se lisonjeaban de que eran
buenos cristianos no tenían ni un solo rayo de luz de
Jesús... Y vi que el Señor estaba afilando su espada en el
cielo para destruirlos". (167-171)
Acerca de los niños que juegan
en sábado, ella tenía este consejo:
"Padres, sobre
todas las cosas, vigilad a vuestros niños en sábado. No
permitáis que violen el día santo de Dios jugando en la casa
o fuera de ella. Lo mismo podéis quebrantar el sábado
vosotros mismos que dejando que los niños lo hagan, y cuando
permitís que los niños vayan de aquí para allá, y que
jueguen en sábado, Dios os considera violadores del sábado".
(172)
[También escribió:]
"Por largo tiempo he pensado escribir a mis
hermanas para decirles que, de acuerdo con lo que al Señor
le ha placido mostrarme de tiempo en tiempo, hay una gran
falta entre ellas... Sus palabras no son tan selectas ni tan
bien escogidas como deberían ser las de mujeres que han
recibido la gracia de Dios. Usan demasiada familiaridad con
los hermanos. Permanecen mucho tiempo alrededor de ellos, se
inclinan hacia ellos, y parecen preferir su compañía. Se
sienten sumamente complacidas con las atenciones de ellos.
De acuerdo con la luz que el Señor me ha dado, nuestras
hermanas deberían actuar de manera muy diferente. Deberían
ser más reservadas, manifestar menos atrevimiento, y
estimular en sí mismas 'el pudor y la sobriedad.' Tanto los
hermanos como las hermanas participan en conversaciones
demasiado joviales cuando están en compañía los unos de las
otras. Las mujeres que profesan piedad se complacen en
demasiadas chanzas, chistes, y risas". (173, 174)
"No ha de buscarse complacencia en conversaciones triviales
y sobre cosas comunes. Dios mira cada cosa secreta de la
vida". (175)
"Se me ha mostrado que los verdaderos seguidores
de Jesús descartarán los picnics, las donaciones, los
espectáculos, y otras reuniones de placer". (176)
"Para muchas damitas, los jóvenes son el tema de
conversación; para los jóvenes, el tema son las muchachas...
Hablan de los temas en que sus mentes se ocupan mayormente.
El ángel registrador está escribiendo las palabras de estos
profesos muchachos y muchachas". (177)
"Las bromas, los chistes, y la conversación
mundana pertenecen al mundo... La comunicación abierta entre
Dios y su alma... no causará ligereza o la semblanza de una
sonrisa, sino que solemnizará la mente". (178)
"Mi hermana, no tratéis a vuestras almas y a Dios
como si no tuvieran importancia. Se me ha mostrado que la
causa principal de vuestra reincidencia es vuestro amor por
los vestidos... y os encontráis con apenas una chispa del
amor de Dios en vuestros corazones... Se me ha mostrado que
las reglas de nuestra iglesia son muy deficientes. Toda
exhibición de orgullo en el vestir, que está prohibido en la
Palabra de Dios, debería ser suficiente razón para aplicar
la disciplina en la iglesia". (179)
"A menos que hagamos
esto, nuestras iglesias se desmoralizarán". (180)
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