¿CUMPLIÓ JESÚS LAS PROFECÍAS?
EXPLORANDO EL EVANGELIO DE MATEO
Robert J. Miller
La creencia de que Jesús
cumplió las profecías ha sido una piedra angular del concepto de
que el cristianismo reemplaza y supera al judaísmo. Desde el
siglo primero hasta ahora, los cristianos han correlacionado
afirmaciones acerca de Jesús con profecías del Antiguo
Testamento, cuidadosamente escogidas, para documentar la
creencia de que el plan de Dios para la salvación humana alcanzó
su cumplimiento en Jesús. Esa práctica interpretativa es
evidente en la mayor parte del Nuevo Testamento, pero es en el
evangelio de Mateo donde ocurre más completa y explícitamente.
La manera en que Mateo empareja las profecías con la historia de
Jesús crea la fuerte impresión de que cualquier persona que crea
en las escrituras de Israel tiene por fuerza que ver que Jesús
es el Mesías prometido. Así, pues, Mateo usa las profecías como
prueba de que la historia de Israel se había estado elaborando
hasta desembocar en Jesús.
Puesto que el tema de Mateo sobre las profecías como prueba ha
sido fundamental para la convicción del cristianismo de que éste
es superior al judaísmo, y puesto que esa convicción ha tenido
consecuencias históricas tan funestas, los eruditos cristianos,
y todos los que están entregados a un examen honesto de los
orígenes cristianos, tienen la obligación ética de examinar
críticamente las afirmaciones de Mateo y evaluar su valor para
la teología cristiana. Este ensayo se ofrece como un paso en esa
dirección. Primero, examinaremos cómo manejó Mateo las profecías
- o, más precisamente, cómo las manipuló - al integrar las
palabras de los profetas en sus propias narraciones. Segundo,
investigaremos cómo el tema de las profecías como prueba
funciona en el evangelio de Mateo. Tercero, evaluaremos si la
creencia de que Jesús cumplió las profecías es útil o
perjudicial para la fe cristiana contemporánea.
Cómo
usa Mateo la profecía
Doce veces en su evangelio, Mateo interrumpe el relato para
decirnos que el evento que está narrando cumplía una profecía
específica, que él luego cita. Para nuestro propósito actual,
será suficiente efectuar un breve análisis de tres de tales
casos, en los cuales es relativamente simple seguir el rastro a
la manera particular en que Mateo usa la profecía para ayudarse
a contar la historia de Jesús.
Mateo 4:15-16
Al relatar el comienzo de la carrera pública de Jesús, Mateo
sigue el bosquejo de Marcos: Mat. 4:12 = Mar. 1:14, y Mat. 4:17
= Mar. 1:15. Pero Mateo separa los versículos gramaticalmente
conectados de Marcos e inserta un relato innecesariamente
detallado del cambio de residencia de Jesús (Mat. 4:13), seguido
por la fórmula de cumplimiento de Mateo (Mat. 4:14) y su cita de
Isa. 9:1,2 (Mat. 4:15-16). El profeta citado, Isaías, menciona a
Galilea junto con los antiguos nombres israelitas de Zabulón y
Neftalí y los ubica en el camino hacia el mar y al otro lado del
Jordán (Isa. 9:1). Mateo 4:13 usa marcadores geográficos de Isa.
9:1 para ampliar la descripción de los movimientos de Jesús que
se hallan en Marcos. Sabiendo, por Mar. 2:1 y 2:15, que Jesús
tenía una casa en Capernaum, sobre el mar de Galilea, Mateo
informa que Jesús se trasladó de Nazaret a Capernaum, y puede
así tomar la palabra "mar" del versículo de Isaías e insertarla
en 4:13. También describe a Capernaúm (algo inexactamente) como
"en tierra de Zabulón y de Neftalí"), mientras que, en realidad,
Nazaret está en Zabulón y Capernaúm está en Neftalí. Mateo no
puede incluir la frase de Isaías "al otro lado del Jordán"
porque Jesús nunca cruzó ese río. Todo Galilea está situada en
el lado occidental del Jordán, y Capernaúm está sobre la ribera,
varias millas al sudoeste de la entrada del río hacia el Mar de
Galilea. Hablando estrictamente, pues, Mateo describe a Jesús saliendo de Zabulón para
mudarse a Neftalí.
Pero esto es fijarse en minucias: Mateo está enfocado en la
frase "Galilea de los gentiles". Porque aquí vemos el énfasis
religioso de esta profecía: al presentar a Jesús como
cumplimiento de la visión de Isaías, Mateo muestra que fue
enviado tanto para judíos como para gentiles.
Mateo 21:4-5
En esta escena, Jesús entra a Jerusalén cabalgando mientras es
aclamado por una muchedumbre. Mateo 21:1-9 sigue de cerca a
Marcos 11:1-10, excepto por dos aspectos:
- Una vez más, Mateo interrumpe la narración
para anunciar el cumplimiento de una profecía (21:4), que
luego cita (21:5). Mateo 21:5 comienza con una frase de
Isaías 62:11 y luego cita selectivamente a Zacarías 9:9. El
escenario de Marcos, en que Jesús cabalga en un asno a su
entrada en Jerusalén mientras una muchedumbre lo aclama por
el "reino venidero", aparentemente le recordó a Mateo la
profecía de Zacarías. Zac. 9:9 parece mencionar dos
animales, un "asno" y un "pollino, hijo de asna". En el
texto hebreo de Zac. 9:9, es claro que éstas son dos
descripciones de la misma bestia: frases paralelas como ésta
son bastante comunes en la poesía hebrea. Pero, en la
versión Septuaginta de Zacarías, aparece la palabra griega
para "y": "un animal de carga y un pollino". La "cita" de Mateo de Zac.
9:9 mezcla elementos del hebreo original con la traducción
griega de tal manera que el amable rey va "cabalgando sobre
un asno y sobre un pollino, hijo de un animal de carga"
(Mat. 21:5).
- Mateo toma de manera bastante literal las
palabras de esta profecía en la Septuaginta, como si ésta
estuviera describiendo al rey cabalgando sobre dos animales.
De acuerdo con esto, Mateo reescribe la historia de Marcos
de modo que ahora los discípulos llevan a Jesús un asno y un pollino y,
efectivamente, cabalga sobre ambos (21:7). Para efectos de
consistencia, Mateo también regresa a un momento anterior de
la escena y añade un segundo animal al informe sobre el
hallazgo del asno por los discípulos (Mar. 11:2/Mat. 21:2).
Mateo también cambia los dos pronombres en el siguiente
versículo para que el "él" de Marcos se convierta en "ellos"
(Mar. 11:3/Mat. 21:3).
A manera de comparación, nótese que el evangelio
de Juan también cita a Zac. 9:9 en relación con su versión mucho
más breve de esta escena (Juan 12:12-15). La versión de Juan de
la profecía menciona sensatamente sólo un animal.
Mateo 27:9
Marcos 14:10-11 cuenta cómo Judas se acerca a los sumos
sacerdotes y ofrece traicionar a Jesús, por la cual traición los
sacerdotes prometen pagarle. Cuando Mateo reescribe la breve
escena, hace que Judas exija el dinero por adelantado y
especifica la cantidad de dinero acordada por Judas y los
sacerdotes: treinta piezas de plata (Mat. 26:14-15). Marcos
nunca mencionó la cantidad, ni Lucas ni Juan. ¿De qué fuente
obtuvo Mateo esta información confidencial? Respuesta: De los
profetas.
Más tarde en el relato, Judas, abrumado por la culpa, les lanza
el dinero de vuelta a los sacerdotes y luego se suicida (Mat.
27:3-5). Cuando los sacerdotes usan el dinero para comprar un
terreno, Mateo nos informa que esto cumple una profecía de
Jeremías sobre treinta piezas de plata (Mat. 27: 6-10). La profecía en
cuestión es en realidad de Zacarías, no de Jeremías. El
error de Mateo muestra que aquí, por lo menos, está citando de
memoria y no de un texto.
Una estrecha comparación de Zacarías 11:12-13 con Mateo 27:3-10
(una escena única en el evangelio de Mateo) también revela dónde
descubre Mateo que Judas había devuelto el dinero y que lo había
hecho arrojándolo al templo.
¿Qué
demuestran estos tres ejemplos acerca del uso que hace Mateo
de la profecía?
Mateo 4:14-16
Para posicionar a Jesús como cumplidor de profecías, Mateo elige
detalles descriptivos de Isaías y los incorpora hábilmente en
elaboraciones sobre los informes e indicios que halla en Marcos.
La razón de
que los movimientos de Jesús casen tan de cerca, aunque no
exactamente, con las palabras de las profecías es que Mateo ha
derivado el itinerario de esas mismas palabras.
Mateo 21:4-5
Mateo crea una escena absurda: Como equilibrista, Jesús cabalga
sobre dos animales al entrar a Jerusalén. El único propósito
posible que Mateo puede haber tenido para cambiar la narración
directa de Marcos por un espectáculo como éste es demostrar que
Jesús cumplió la profecía al pie de la letra. Obviamente, el
Jesús de Mateo puede cumplir esta profecía de esta extraña
manera sólo porque, nuevamente, Mateo arma el relato con
detalles extraídos de la profecía "cumplida". Esta estrafalaria
escena nos muestra hasta qué extremos está Mateo dispuesto a ir
para presentar a Jesús como cumplidor de la profecía. Esto
también debería cuestionar seriamente la competencia de Mateo
como intérprete de escrituras hebreas.
Mateo 26:15 y 27:9
Con las treinta monedas de plata, Mateo inserta, una vez más,
detalles de una profecía en un relato que tomó prestado de
Marcos. Un capítulo más tarde, Mateo confía en que el lector
recordará ese detalle para confirmar que esa profecía se cumplió
al pie de la letra. La especificación de Mateo de treinta piezas
de plata, y su informe de que Judas devolvió el dinero, son
ejemplos pequeños pero lúcidos de cómo usa Mateo el
Antiguo Testamento como fuente de información para el
relato sobre Jesús. No es que Mateo conocía de hecho un
relato exacto de la vida de Jesús y luego se dio
cuenta, por su conocimiento de la escritura, que la vida de
Jesús cumplía la profecía. No. El proceso operó en
dirección opuesta. Mateo
comenzó con la convicción de que la vida de Jesús debe haber
cumplido la escritura, y luego regresó a leer (o a recordar)
el Antiguo Testamento con el propósito de hallar más acerca
de lo que había ocurrido en la vida de Jesús. Es así cómo
sólo él, de los cuatro evangelistas, "sabe", por ejemplo,
que Jesús cabalgó sobre dos animales cuando entró en
Jerusalén y que a Judas se le pagaron treinta piezas de
plata.
¿Sabían
los profetas de qué estaban hablando?
Desde nuestra perspectiva, es obvio que Mateo estaba leyendo a
Jesús en las profecías
que citaba. Cuando examinamos esas profecías en sus propios
contextos, es claro, por ejemplo, que Zacarías no tenía ningún
conocimiento previo sobre Judas cuando habló acerca de las
treinta piezas de plata y que Isaías no pensaba en el nacimiento
de Jesús cuando sorprendió al rey Acaz con la noticia de que "la
joven concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre
Emanuel" (Isa. 7:14, citado en Mat. 1:23). La mujer en cuestión
era alguien que Isaías y Acaz conocían (nótese que ella es "la joven"), casi
seguramente una de las esposas de Acaz. El respeto por la Biblia
requiere que entendamos que los profetas están hablando a su
propia época, con mensajes que ellos y sus auditorios entendían
en relación con su situación siglos antes del tiempo de Jesús.
El respeto por la Biblia también requiere que entendamos a Mateo
en sus propios términos. Como todos los judíos de su tiempo,
Mateo trataba las palabras de los profetas como mensajes
codificados que tenían significado más allá de la interpretación
de los propios profetas. Este punto de vista sobre la profecía
fue absorbido en el judaísmo durante el período helenístico,
habiéndose originado entre los antiguos griegos, que creían que
sus profetas hablaban bajo la influencia de un "espíritu de
profecía" que superaba la capacidad racional del propio profeta.
Como resultado, algunas veces ni los profetas ni su auditorio
podían entender el verdadero significado de sus palabras, y de
este modo, el significado real de algunas de esas profecías
paganas podía discernirse sólo después de que los sucesos
predichos ya habían ocurrido. Los judíos del siglo primero
aplicaron estas creencias griegas sobre la profecía a los
profetas bíblicos, y así, llegaron a creer que Dios había
insertado, a lo largo de sus escritos, señales crípticas sobre
sus planes para el futuro.
Muchos cristianos sostienen esta misma creencia en la
actualidad. Creen que profetas como Isaías y Ezequiel, así como
autores del Nuevo Testamento, como Pablo, Pedro y Juan,
escribieron, sin darse cuenta, sobre sucesos que ocurren en
nuestro propio tiempo o que están a punto de ocurrir en el
futuro cercano. Hoy día, se pueden hallar libros en las
secciones de "profecías para el tiempo del fin" en librerías
cristianas que afirman entender a los profetas mejor de lo que
los profetas mismos se entendieron a sí mismos. Inevitablemente,
estos libros explican que estamos viviendo en la última
generación, un tiempo de maldad sin paralelo del cual sólo unos
pocos se salvarán. En vez de proseguir con este problema con más
detalle, sólo le pediré que haga una pausa por un momento para
considerar tres premisas interrelacionadas con ese punto de
vista sobre la profecía:
- La creencia de que toda la historia ha
estado acumulándose hasta nuestra propia época.
- La suposición de que los profetas no
entendieron sus propios mensajes, pero que nosotros sí.
- La posición de que nosotros estamos entre
los "salvados" y que el resto de la humanidad se compone,
por lo tanto, de los "no salvos", que están esperando la
condenación eterna.
- ¿A qué necesidades humanas responden tales
creencias egoístas? ¿Qué clase de Dios es adorado por una
religión que provee para estas necesidades?
- La función de pruebas por la profecía:
- Es creencia profundamente arraigada en el
cristianismo que Jesús cumplió la profecía. En su versión
más común, esta creencia supone que:
- El Antiguo Testamento contiene varias
predicciones proféticas acerca del Mesías venidero.
- En efecto, estas profecías estaban esperando
ser cumplidas.
- La gente conocería el Mesías cuando
finalmente "llegara" porque habría cumplido estas profecías.
Así es como la mayoría de los cristianos entiende
el término "profecías del Antiguo Testamento", y el evangelio de
Mateo ha sido un instrumento para fomentar este concepto. El
método de Mateo de citar profecías especificas y señalar cómo se
cumplieron da la impresión de que debería ser bastante claro
para la gente conocedora de las Escrituras que Jesús era el
largamente esperado Mesías. Tan efectivo ha sido el evangelio de
Mateo a este respecto, que el cristianismo se ha preguntado
durante mucho tiempo por qué los judíos del tiempo de Jesús lo
"rechazaron". Mateo da la impresión de que los dirigentes judíos
sabían (o por lo menos deberían haber sabido) que Jesús era el
Mesías, pero se le opusieron a causa de la hipocresía y la
dureza de corazón de ellos. Al final mismo del evangelio, Mateo
hace explícita esta acusación: Estas autoridades sabían que
Jesús había resucitado de entre los muertos pero conspiraron
para engañar a su propio pueblo sobre la verdad de la
resurrección (28:11-15).
Deberíamos apartar un momento para examinar este breve relato,
porque la actitud de Mateo hacia los líderes judíos incide
directamente en su tema de profecía como prueba. Lo primero que
hay que decir acerca de Mateo 28:11-15 es que no hay ni pizca de
evidencia histórica de la conspiración que Mateo describe.
Además, si
las cosas hubieran ocurrido de la manera en que Mateo dice que
ocurrieron, él no podría haberlo sabido; si los soldados
realmente "tomaron el dinero e hicieron como se les había
instruido" (Mat. 28:15), nadie podría haberse enterado del
supuesto soborno y la mentira. No es difícil llegar a
la conclusión de que Mateo fabricó este relato. Es ficción.
Ahora bien, los evangelios contienen muchas ficciones que
expresan verdades - historias que, aunque no son históricamente
ciertas, comunican verdades que son más importantes que los
hechos históricos. (Las parábolas de Jesús y los relatos de la
multiplicación de los panes y los peces son buenos ejemplos). Pero el relato
acerca de los líderes judíos que ocultaron la resurrección de
Jesús no es como esas ficciones benignas. Es una mentira
malintencionada. Que Mateo la contó para contrarrestar
la acusación de que los discípulos habían robado el cadáver de
Jesús nos ayuda a entender el motivo de la mentira, pero no la
excusa.
El argumento de Mateo sobre la profecía como prueba está
entrelazado con su polémica contra el judaísmo oficial. Mateo
afirma, no sólo que su pueblo está en lo correcto al seguir a
Jesús como el Mesías judío, sino también que los judíos que no
siguen a Jesús son infieles al judaísmo. En su forma más simple,
el mensaje de Mateo a su pueblo es:
- "Nosotros" tenemos derecho a existir como
comunidad judía, a pesar de que "ellos" dicen que no.
- "Nosotros" somos los únicos judíos
verdaderos.
A juzgar por la retórica encarnizadamente polémica
del evangelio de Mateo, el debate entre su pueblo y los
guardadores del judaísmo oficial en ese tiempo (es decir, los
fariseos) debe haber sido feroz. Véase, por ejemplo, la manera
en que el Jesús de Mateo acusa a los fariseos en el capítulo 23.
No esperamos una buena lógica durante la especie de acalorados
debates que demasiado a menudo terminaban quedando cada uno aun
más convencido de que estaba en lo cierto. Y ese es precisamente
el marco dentro del cual hay que poner el uso que Mateo hace de
la profecía. La retórica de Mateo no estaba diseñada para ganar
a los oponentes judíos para su comunidad, ni se proponía su
manipulación de la Escritura persuadir a los de mente abierta -
si es que su auditorio incluía algunas de esta clase de
personas. Mateo se proponía reforzar la creencia del pueblo del
propio Mateo de que toda la historia judía había estado
apuntando a Jesús, y que culminaba con él.
El
contexto de Mateo y la fe contemporánea
Parece de lo más improbable que la presentación de Mateo
cambiara el modo de pensar de cualquiera que ya no estuviera
inclinado a creer que Jesús era el Mesías. Quizás algunas
personas ni sabían lo que los profetas habían dicho realmente ni
preguntaban si los relatos de Mateo eran literalmente ciertos;
esas personas podrían ser convencidas de que Jesús había
cumplido las profecías. Y aunque éste pueda haber sido el efecto
del evangelio de Mateo en unos pocos, no es necesario que
concluyamos que el propósito de Mateo era engañar a los
ingenuos. Una línea de investigación más razonable del propósito
de Mateo al correlacionar profecías con relatos sobre Jesús es
imaginar las circunstancias que permitirían a Mateo y a su
auditorio creer honestamente en su presentación de Jesús como
cumplimiento de la profecía.
Por lo general, los eruditos concuerdan en cuáles eran esas
circunstancias. Tenemos que tratar de ver las cosas de la manera
en que las veían Mateo y su gente, sin importar si vemos las
cosas así en la actualidad. Mateo y su auditorio ya creen que
Jesús es el Mesías. También creen que Dios debe haber estado dando
señales en las Escrituras sobre el largamente esperado Mesías,
especialmente en los libros de los profetas. Así, pues, Mateo
regresa a las escrituras y las estudia cuidadosamente,
buscando indicios sobre Jesús el Mesías. Para Mateo, el
reconocimiento de Jesús como el Mesías es la clave nuevamente
revelada que abrirá el oculto significado de la profecía. Cuando
Mateo encuentra una declaración profética que podría ser acerca de Jesús,
trata de hacerla encajar con algo que él ya conoce - o cree -
acerca de la vida de Jesús. Además - y esto es crucial - cualquier cosa que un profeta diga
sobre el Mesías, o el futuro reino davídico, o el hijo de
Dios, Mateo puede considerarlo como información acerca de
Jesús que antes no había sido reconocida como tal.
El resultado
neto de todo esto es obvio. La
primera creencia cristiana de que Jesús cumplía la profecía
surgió después y a causa de la creencia de que él era el
Mesías prometido. Este muy
importante descubrimiento debe ser enfatizado. La creencia de
que Jesús era el Mesías fue la base para la creencia de que él
era el cumplimiento de la profecía. No fue que la gente notó
que Jesús había cumplido una serie de profecías y que, por
eso, llegó a la conclusión de que él debía ser el Mesías. El
proceso fue al revés. Fue porque los cristianos estaban
convencidos de que Jesús era el Mesías por lo que escudriñaron
las escrituras para descubrir cuáles profecías había cumplido.
La proclamación de que Jesús cumplió las profecías es un
testimonio de la fe cristiana, no una descripción de su
origen.
Con esto en mente, podemos ver fácilmente por qué los
contemporáneos de Mateo no fueron convencidos por esta "prueba
de la profecía". No tenía nada que ver con que tuvieran
corazones duros o mentes cerradas, ni que hubiesen sido
engañados por sus dirigentes. Todo eso es una caricatura de
Mateo. Tenía que ver con el hecho de que la presentación de la
profecía por Mateo tiene sentido solamente desde la perspectiva
de una creencia en Jesús. Fuera de esta perspectiva, el uso que
Mateo hace de la profecía no tiene poder persuasivo, y hasta
puede parecer una deliberada distorsión de las Escrituras
calculada para engañar a los que no están bien informados y son
impresionados fácilmente.
Mateo debe haber sabido que él no iba a cambiar mentes con su
tema del cumplimiento de las profecías. Lo calculó para sostener
la fe de su propia comunidad judeocristiana, no para convertir a
los de fuera. El mensaje de Mateo es que, puesto que los
profetas confirman que Jesús es el Mesías, sus seguidores son
los verdaderos herederos de Israel e hijos de Abraham, a pesar
de lo que pueda decir la vasta mayoría de los otros judíos.
Seguramente, este mensaje habría ofrecido aliento a una
pequeñita secta judía como la comunidad de Mateo en un momento
en que la creencia de que Jesús era el Mesías podría convertir a
una persona en un paria en la sociedad judía. Creer que Jesús
era el cumplimiento de las profecías ayudó a inspirar confianza
a sus seguidores judíos en la justicia de su causa en un momento
en que el prestigio de la autoridad judía hacía que esta causa
pareciera ilegítima desde el punto religioso.
Pero ese tiempo ya no existe. No ha existido durante diecinueve
siglos. La viabilidad de la creencia cristiana no está ni
siquiera remotamente amenazada por el judaísmo. En la
actualidad, no hay la más remota posibilidad de que los
cristianos dejen de seguir a Jesús porque los judíos no lo
consideran el Mesías. En el siglo primero, quizás era necesario
que los seguidores de Jesús creyeran que las Escrituras
apuntaban a Cristo, que los judíos no entendieron su verdadero
significado, y que, por lo tanto, la Biblia hebrea pertenecía
propiamente sólo a los cristianos (y que, con el tiempo, pasó a
formar parte de su propio "Antiguo Testamento"). La historia
cristiana está empañada con las feas consecuencias del
antijudaísmo alentado por esas creencias. En vista del horrendo
precio que los cristianos han obligado a los judíos a pagar por
mantener su pacto con Dios, ¿no es ya tiempo de dejar de
insistir en la errónea premisa de Mateo? ¿No tienen ahora los
cristianos la obligación moral de deshacerse del concepto de
que, si los judíos entendieran las escrituras verdaderamente, se
convertirían en cristianos?
La creencia de que los profetas apuntaban a Jesús, aunque quizás
habría sido útil en el tiempo en que Mateo escribió su
evangelio, hace tiempo que dejó de ser útil. Es una
creencia que desfigura las Escrituras y ha tenido feas
consecuencias en la historia. Por consiguiente, por respeto al
judaísmo y a la Biblia, propongo que los cristianos acaten el
deber intelectual y moral de abandonar esta creencia anticuada,
egoísta y peligrosa. ¿Qué cree usted?