QUIÉN
ESCRIBIÓ LA BIBLIA Y
POR
QUÉ IMPORTA
Además de los
más furibundos fundamentalistas de entre nosotros, casi
todo el mundo admite que la Biblia podría contener errores
– un relato defectuoso de la creación aquí, un error
histórico allá, una contradicción o dos en algún otro
lugar. Pero, ¿es posible que el problema sea peor que eso
– que la Biblia realmente contenga mentiras?
La mayoría de la gente no lo
diría de esta manera, puesto que, después de todo, la Biblia
es escritura sagrada para millones de personas en nuestro
planeta. Pero los buenos eruditos cristianos de la Biblia,
incluyendo los principales eruditos protestantes y católicos
de Estados Unidos, nos dirán que la Biblia está llena de
mentiras, aunque ellos rehusen usar el término. Y he aquí la
verdad: Muchos de los
libros del Nuevo Testamento fueron escritos por personas que
mintieron acerca de sus identidades, afirmando que eran un
famoso apóstol – Pedro, Pablo o Santiago – sabiendo
perfectamente que eran alguna otra persona. En lenguaje
moderno, eso es mentir, y un libro escrito por alguien que
miente acerca de su identidad es una falsificación.
La mayoría de los modernos
eruditos bíblicos se mantienen alejados de estos términos, y
por razones comprensibles, algunas de las cuales tienen que
ver con sus clientelas. Si enseñan en seminarios cristianos o mayormente a
estudiantes cristianos graduandos, ¿quién va a querer
denigrar los apreciados textos bíblicos llamándolos
falsificaciones construidas sobre mentiras? Así, pues, los
eruditos usan un término diferente para este fenómeno, y
llaman a estos libros “pseudoepígrafes”.
Se podrá hallar este término
antiséptico en todos los escritos de modernos eruditos de la
Biblia. Es el término usado en clases sobre el Nuevo
Testamento en universidades y en seminarios para doctorados
en filosofía. Lo que no dicen las personas que usan el
término es que, literalmente, éste significa “escrito que
contiene una mentira”.
Y eso es lo
que son estos escritos. Quienquiera que haya escrito el
libro de 2 Pedro en el Nuevo Testamento afirma que es
Pedro. Pero los eruditos de todas partes – excepto
nuestros amigos entre los fundamentalistas – nos dirán que
no hay modo bajo el sol de que Pedro escribiera ese libro.
Alguien más lo escribió afirmando que era Pedro. Los
eruditos también nos dirán que, en el mundo antiguo, era
una práctica aceptable que alguien escribiera un libro con
el nombre de otra persona. Pero allí es donde se
equivocan. Si se examina lo que los antiguos realmente
decían acerca de esta práctica, se verá que
invariablemente llamaban mentira a esta práctica y la
condenaban como práctica engañosa, aun en círculos
cristianos. 2 Pedro fue finalmente aceptado en el Nuevo
Testamento porque, siglos más tarde, los padres de la
iglesia, se convencieron de que Pedro lo había escrito.
Pero no había sido así. Alguien más lo había hecho. Y ese
alguien había mentido acerca de su identidad.
Lo mismo ocurre con muchas de
las cartas supuestamente escritas por Pablo. La mayoría de
los eruditos nos dirá que, mientras siete de las 13 cartas
que llevan el nombre de Pablo son suyas, las otras seis no
lo son. Los autores meramente afirmaban ser Pablo. En el
mundo antiguo, los libros como éste eran considerados como
pseudoi – mentiras.
Todo esto
puede parecer una porción de curiosidad de anticuario,
especialmente para personas cuyas vidas no dependen de la
Biblia, ni siquiera para personas de fe para las cuales
las cuestiones bíblicas son de interés secundario en el
mejor de los casos. Pero, en realidad, a veces sí importa.
Quienquiera que haya escrito el libro de 1 Timoteo
afirmaba ser Pablo. Pero mentía acerca de eso. El autor
fue alguna otra persona que vivió después de que Pablo
había muerto. En su libro, el autor de 1 Timoteo usa el
nombre y la autoridad de Pablo para tratar de resolver un
problema que estaba viendo en la iglesia. Las mujeres
estaban haciéndose oir, ejerciendo autoridad y enseñando a
los hombres. Eso había que pararlo. El autor les dice a
las mujeres que guarden silencio y que se sometan a sus
maridos, y les recuerda a sus lectores lo que sucedió la
primera vez que a una mujer se le permitió ejercer
autoridad sobre un hombre, en aquel pequeño incidente en
el jardín de Edén. No, argüía el autor, si las mujeres
querían salvarse, tendrían que ser madres (1 Timoteo
2:11-15).
Basándose mayormente en este
pasaje, gentes de mentalidad más liberal de generaciones más
recientes han acusado al apóstol Pablo de ser uno de los más
grandes misóginos de la historia. Por supuesto, el problema
es que Pablo nunca dijo esto. ¿Y por qué importa? Porque el
pasaje todavía está siendo usado actualmente por dirigentes
de la iglesia para oprimir y silenciar a las mujeres. ¿Por
qué no hay sacerdotisas en la Iglesia Católica? ¿Por qué no
se les permite a las mujeres predicar en iglesias cristianas
evangélicas? ¿Por qué hay iglesias actualmente que no
permiten a las mujeres ni siquiera hablar? No en pequeña
medida porque, supuestamente, Pablo enseñó que las mujeres
tenían que guardar silencio, someterse a sus maridos y
embarazarse. Excepto que la persona que enseñó esto no era
Pablo, sino alguien que mintió acerca de su identidad para
que sus lectores creyeran que era Pablo.
Puede ser una de las grandes
ironías de las escrituras cristianas que algunas de ellas
insistan en la verdad, al mismo tiempo que dicen mentiras.
Para ningún autor es la verdad más importante que para el
“Pablo” de Efesios. Se refiere al evangelio como “la palabra
de verdad” (1:13); indica que “la verdad está en Jesús”; les
dice a sus lectores que “digan la verdad” a sus prójimos
(4:24-25); y da instrucciones a sus lectores para que “ciñan
sus lomos con la verdad” (6:14). Pero él mismo mintió acerca
de su identidad. En realidad, no era Pablo.
Parece que algunos escritores
del Nuevo Testamento, como los autores de 2 Pedro, 1
Timoteo, y Efesios, pensaban que era perfectamente
justificado mentir para decir la verdad. Pero, actualmente,
podemos, por lo menos, evaluar sus afirmaciones y reconocer
cuán humanos y falibles eran. Eran criaturas de su tiempo y
lugar. Y así también eran sus enseñanzas, sus mentiras y
todo.
Bart
D. Ehrman es el James A. Gray, Profesor Distinguido de
Estudios Religiosos en la Universidad de North Carolina,
Chapel Hill, y autor de las obras éxitos de librería del New
York Times, ‘Misquoting Jesus’ y ‘Jesus, Interrupted’. Su
libro más reciente, ‘Forged Writing in the Name of God – Why
the Bible´s Authors Are Not Who We Think They Are’, está ya
disponible en HarperOne.