Ellen G. White
Ellen G. White

MARIAN,
"LA ENCUADERNADORA"

Parte 2 de la historia inconclusa de
Fannie Bolton y Marian Davis

Alice Elizabeth Gregg

Adventist Currents, octubre de 1983

Traducido


La historia de Fannie Bolton, la más controversial asociada literaria de Ellen G. White, no puede contarse adecuada ni completamente sin contar también la historia de Marian Davis, que fue asociada literaria de Ellen por largo tiempo.

Marian nació en North Berwick, Maine, el 21 de agosto de 1847, y era hija de Obadiah y Elmira O. Davis. Recibió el nombre de Mary Ann, que ella usó hasta que tuvo más de treinta años. Era la mayor de cuatro hermanos, siguiéndola Grace, luego Obadiah, y por último Ella. Si existen fotos de Marian, no se ha encontrado ninguna hasta ahora. Sí se parecía a su hermana Ella, tenía cabello castaño y un rostro pequeño y serio con facciones agradables.

Cuando Marian tenía cuatro años, su madre se hizo adventista del séptimo día; poco tiempo después, su padre, que había estado en California durante la fiebre del oro, también aceptó la fe. En 1868, cuando alcanzó los veintiún años, fue con su familia a Battle Creek, Michigan. Muy poco tiempo después, aceptó un puesto para enseñar en una escuela rural. El trabajo de enseñar resultó tan exigente que su salud se resintió, y tuvo que permanecer en casa un año para recuperarse. Más tarde, comenzó a trabajar como correctora de pruebas en la casa publicadora de la Review and Herald.

Una doble tragedia le sobrevino a la familia en 1876. Grace murió de "fiebre de pulmón" el 17 de marzo, y luego, diez días más tarde, el 27 de marzo, murió la madre. Marian y su padre escribieron los obituarios para la Review. (1)

En 1880, Ella se casó con William K. Kellogg, dueño de la Compañía de Hojuelas de Maíz W. K. Kellogg. Obadiah se hizo hombre de negocios, y llegó a ser conocido por la durabilidad de sus bombas de agua eléctricas.

Cuando James y Ellen White hicieron un viaje en carreta cubierta a Colorado en 1879, invitaron a Marian a acompañarlos. Marian viajó en tren desde Michigan hasta Texas para incorporarse a las ocho carretas que ya iban en camino. La historia del viaje ha sido contada por Eileen E. Lantry en un libro infantil titulado "Miss Marian´s Gold". (2) Marian tenía treinta y dos años de edad cuando inició el viaje que habría de ser el principio de una aventura de un cuarto de siglo a lugares exóticos e interesantes. Cuando Ellen viajó - a California en 1882, a Europa en 1885, nuevamente a California en 1887, a Michigan en 1889, a Australia en 1891, y nuevamente a California en 1900 - Marian la acompañó para revisar y corregir sus manuscritos.

Marian se convirtió en lo que Ellen denominó su "encuadernadora". "Ella toma mis artículos que son publicados en los periódicos, y los empasta en libros en blanco", le escribió Ellen a George A. Irwin, que pronto se convertiría en el próximo presidente de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día. "También, ella tiene una copia de todas las cartas que yo escribo. Al preparar un capítulo para un libro, Marian recuerda que yo he escrito algo sobre ese punto en especial, que puede darle más fuerza al capítulo. Ella comienza a buscarlo, y si cuando lo encuentra, ve que aclara el capítulo, lo añade". (3)

Por fortuna, la memoria de Marian era muy buena. Para lugares de dónde obtener información, tenía por lo menos "treinta álbumes de recortes, media docena de libros empastados, y cincuenta manuscritos, todos incluyendo miles de páginas" de materiales de Ellen White, además de una gran biblioteca. (4) También, Marian asistía a clases y reuniones, y tomaba notas que podrían ayudarle a cubrir un tema dado, como la vida de Cristo.

Ellen "leía con interés publicaciones religiosas", de acuerdo con William C. White, su hijo, "y durante los muchos años que Uriah Smith fue editor de la Review, Ellen acostumbraba pedirle que le pasara el material religioso canjeado después de que él lo había usado, y luego ella pasaba una parte de su tiempo hojeándolo y seleccionando cosas preciosas que a veces aparecían en la Review. De este material, ella también reunía información en relación con lo que estaba sucediendo en el mundo religioso". (5) Esta información también estaba disponible para que Marian la leyera para sus actividades de empaste.

Marian era extremadamente concienzuda en relación con su trabajo, y muy esmerada en cuanto a llamar la atención de Ellen o Willie sobre detalles que requerían clarificación. Esto podía ser muy molesto para Ellen a veces, puesto que ella quería continuar con "lo suyo", cualquiera que fuera lo suyo en ese momento.

En una ocasión, Ellen le escribió a Mary, su nuera: "Willie está en reuniones a todas horas, ideando y planeando cómo hacer un trabajo mejor y más eficiente en la causa de Dios. ... Marian va donde él en relación con alguna cosilla que aparentemente podría resolver ella misma. Está nerviosa y apurada, y él tan cansado que tiene que apretar los dientes y controlar sus nervios lo mejor que puede. He conversado con ella y le he dicho que debe arreglar ella misma muchas cosas que son parte de su trabajo, y no traérselas a él ni preocupar su mente con ellas. Algunas veces pienso que ella nos matará a ambos, y todo sin necesidad, con las cosillas que tanto puede arreglar ella misma como traérnoslas a nosotros. Ella quiere que veamos cada pequeño cambio en una palabra. Estoy cansada de este asunto". (6)

En primer lugar, la experiencia de Marian le había enseñado que la omisión, la adición, o el mal uso de una palabra o una coma puede significar toda la diferencia del mundo en cuanto a significado y claridad y puede confundir o extraviar más bien que ilustrar al lector. En otras palabras, ella era una hábil revisora y correctora.

Además, la misma Marian claramente investigaba, estudiaba, y seleccionaba material pertinente, no sólo de los álbumes de recortes, sino también de las obras de otros escritores religiosos (Alfred Edersheim, William Hanna, John Harris, Daniel March, Henry Melvill, para nombrar algunos) y de varios ministros adventistas que ella oía disertar o de los cuales obtenía consejo para familiarizarse con el tema. Ciertamente, se seguiría entonces que ella estaría ansiosa de que la obra manuscrita resultante de su investigación, incorporación, y organización sería escrutada a fondo. ¿Qué obra se revisaría más cuidadosamente que la de "la profetisa" que hablaba en nombre de Dios?

A veces, los celosos defensores de Ellen se referían a Marian, Fannie, y otros libremente como "copistas" (lo cual significa que sus revisiones y correcciones estarían limitadas a la "mecánica", tales como corregir simplemente la gramática, las faltas de ortografía, la puntuación), de esta manera y sutilmente minimizando a la asociada. Hay numerosos elementos de evidencia que indican que las asistentes literarias de Ellen, cualquiera que fuera el título que se les diera, de hecho hacían lo que se llama 'revisión y corrección sustanciales' - esto es, reescribían, reorganizaban, y sugerían maneras de reforzar o modificar el contenido, y mucho más. Marian, que investigaba en busca de ideas para la organización y la expresión del contenido, y que se encargaba de las paráfrasis, no era llamada "encuadernadora" sin razón.

La cuestión de usar comillas en material tomado de las obras de otros escritores religiosos finalmente fue traída al tapete para ser discutida. William C. White y Dores E. Robinson escriben: "La Sra. White no hacía ningún esfuerzo para ocultar el hecho de que ella copiaba de otros escritores expresiones que se amoldaban exactamente a su propósito. Y en sus manuscritos preparados a mano, la mayoría de los pasajes que ella había copiado palabra por palabra aparecían encerrados entre comillas. Pero había también muchos otros que habían sido parafraseados... Surgió la pregunta: ¿Cómo deberían ser manejados estos últimos? Requeriría mucho tiempo estudiar cada pasaje y marcarlo consistentemente. Los impresores estaban esperando el material, y el público estaba esperando el libro. Entonces se decidió dejar fuera las comillas por completo. Y de esa manera se imprimía el libro". (7)

Vesta J. Farnsworth, que estuvo en Australia durante el tiempo en que Ellen estuvo allí, escribió que Marian "había compartido la decisión de dejar fuera las comillas  y usar un reconocimiento general en el prefacio de la primera edición de The Great Controversy. Entonces, cuando ocurrieron críticas severas por esto, ella, con la hermana White y sus asociados, lo resintió muy vivamente". (8)

De acuerdo con Obadiah, el hecho de que Marian estuviese tan alterada y llorosa que no podía dormir noche tras noche, finalmente afectó a la familia, y se preocuparon por ella porque la salud de su hermana no era robusta. (9)

Dudley M. Canright, uno de los biógrafos de Ellen, escribió que a Marian "se le oyó gemir en su cuarto un día. Al entrar, otra empleada preguntó la causa de su problema. La Srta. Davis contestó: '¡Ojalá me muriera! ¡Ojalá me muriera! '¿Por qué? ¡Qué pasa?', preguntó la otra persona. ¡Oh,' dijo la Srta. Davis, 'este terrible plagio!'". (10)

Farnsworth comentó acerca de este relato: "Si es cierto, sería sólo una de las muchas cosas relacionadas con su trabajo [el de Marian] acerca de las cuales ella se sentía profundamente angustiada. La hermana Marian Davis era extremadamente fiel y concienzuda en su trabajo, y sentía vivamente su responsabilidad en el trabajo confiado a ella en relación con los escritos de la hermana White. Marian era frágil de cuerpo y a menudo estaba desanimada. Muchas veces rogaba a sus asociados y compañeros de trabajo que oraran por ella y que le aconsejaran. Y, con la ayuda de Dios, hizo una noble obra. Amaba el trabajo más que a su vida, y cualquier cosa que lo afectara la afectaba a ella también". (11)

Cuando Marian conversó con Charles E. Stewart, un médico de Battle Creek, ella le contó sus problemas con el trabajo de revisar y corregir. En una larga carta que él le escribió a Ellen en 1907, le refirió este incidente, aunque sin revelarle el nombre de la persona: "Me ha sido informado por una persona de confianza que Ud., al preparar sus varias obras, consultaba a otros autores libremente, y que algunas veces era muy difícil arreglar el material para sus libros de manera de evitar que los lectores detectaran que muchas de las ideas habían sido tomadas de otros autores". (12)

El trabajo entre Ellen y Marian parecía ir bastante bien hasta que Fannie se les unió. Entonces comenzaron a suceder cosas. Ellen escribió que Fannie "acostumbraba hablar con mis empleados, especialmente Marian, y soliviantarla de tal manera que difícilmente podía yo llevarme con Marian. Era como otra persona, imbuída de un espíritu excitable e inexplicable". (13)

De lo que las revisoras/correctoras hablaban era sobre dar crédito o no a los autores y editores. De acuerdo con Ellen en una carta dirigida a Ole A. Olsen, presidente de la Conferencia General en ese tiempo, Fannie "conversaba de estas cosas con Marian, y Marian ha sido llevada a adoptar muchos de los mismos puntos de vista, pero no hasta el punto en que lo ha hecho Fannie". (14) Fannie les comentaba a varios compañeros de trabajo acerca de cómo los libros eran organizados y escritos, y Ellen escribió: "Ella les presentaba el asunto a ellos de manera que creyeran que se les estaba haciendo una injusticia a Fannie y a Marian... Fannie hacía ver que ella y Marian eran responsables por todo el talento y la agudeza en mis libros, y que, sin embargo, ellas eran ignoradas y hechas a un lado, y yo recibía todo el crédito". (15)

Fannie había "creado un estado tal de cosas en sus falsificaciones", le escribió Ellen a John Harvey Kellogg, "que uno creería que ella era la autora de los artículos que preparaba, y sostenía que debería reconocerse que Marian y Fannie eran socias conmigo en las publicaciones que llevaban mi firma". (16)

Finalmente, Ellen llevó las cosas a un punto decisivo un día durante una conversación con Fannie. Ellen le contó el incidente a Willie de esta manera: "¿Le preocuparía a la compañía si mis escritos fueran publicados como de la Sra. E. G. White, Fannie Bolton, y Marian Davis?" "Oh," dice ella, 'no sé, no sé. Me he sentido tentada. Estoy llena de orgullo'". (17)

Después de que Fannie fue despedida, Marian, de acuerdo con Ellen, quedó "tan tranquila como antes". (18) Sin embargo, cuando Ellen se molestó con Marian, ésta fue relegada de la posición de "encuadernadora de confianza" a la de "la pobrecita Marian".

El padre de Marian murió en Battle Creek el 1 de marzo de 1903. En mayo de ese mismo año, Marian asistió a la reunión de la Conferencia General en Oakland, California. Mientras estaba allí, pilló un resfriado que se instaló en sus pulmones, y fue hospitalizada en el sanatorio y hospital de St. Helena. Gradualmente pareció recobrarse del problema en los pulmones, y regresó a trabajar en el libro más reciente de Ellen, Ministry of Healing. Pero su apetito y su fortaleza nunca volvieron. Finalmente, cuando se puso tan débil que no podía sentarse delante de su máquina de escribir, fue hospitalizada nuevamente. Como no podía ni comer ni dormir, continuó consumiéndose y jamás se recuperó. (19)

De acuerdo con Canright, "se dice que, antes de su muerte, la Srta. Davis estaba grandemente preocupada por la relación que tenía con los plagios de la Sra. White, pues sabía cuán extensamente habían sido llevados a cabo". (20)

Que Marian estaba preocupada puede leerse en unas cartas que Ellen le escribió durante ese tiempo, cuando Ellen viajaba por el Este. El 24 de agosto de 1904: "Que ni un solo pensamiento de ansiedad entre en su mente". El 16 de septiembre: "Me duele que tenga un conflicto en su mente... Él [Dios] no tiene sentimientos de condena como Ud. lo imagina. Quiero que deje de pensar que el Señor no le ama... No necesita pensar que Ud. ha hecho nada que haría que Dios la tratase con severidad. Sé que no es así". (21) Aún el 9 de octubre, cuando Ellen regresó a California de su viaje, no pudo persuadirla a que comiera.

A las cuatro de la tarde del 25 de octubre de 1904, Marian - que había hecho cantar al libro Desire of Ages, y que había dado nervio y belleza a muchas otras obras de Ellen - estaba muerta. Sus funerales tuvieron lugar al día siguiente en la Iglesia de St. Helena, y fue sepultada en St. Helena. Presentes estaban su hermana, Ella Kellogg, y su sobrina, Beth Kellogg.

Willie escribió el obituario, del largo de una columna entera, para la Review. La describió como "una eficiente trabajadora en los departamentos literarios de nuestra obra... Ella ha sido una trabajadora de lo más eficiente y digna de confianza, preparando para su impresión tratados, folletos, libros, y artículos para nuestras numerosas publicaciones periódicas". En cuanto a los pensamientos que preocupaban a Marian en ese tiempo, Willie escribió que "durante su enfermedad, la hermana Davis a veces se lamentaba de las imperfecciones de su trabajo y su experiencia, pero al final se aferró a las firmes promesas de Dios, y encontró paz y descanso y gozo en el Señor". (22)

Otro relato decía que Marian había muerto de tuberculosis. Pero, curiosamente, su certificado de defunción dice que murió de anemia. Tenía cincuenta y siete años de edad, y pesaba cincuenta y siete libras. ¿Podría haber ocurrido que morir de inanición era la única salida a una situación que ella ya no podía tolerar?

Aún después de la muerte de Marian y la de Fannie, las semillas de las dudas acerca de la autoría de los escritos de Ellen continuaron brotando y floreciendo.

White y Robinson pasaron el año de 1933 esforzándose por componer una explicación de los escritos de Ellen de manera que los miembros de la denominación adventista entendieran, de una vez y para siempre, cómo funcionaba el "don". Juntos escribieron "A Statement Regarding the Experiences of Fannie Bolton in Relation to Her Works for Mrs. Ellen G. White" ["Una declaración tocante a las experiencias de Fannie Bolton en relación con su trabajo para Ellen G. White], "Brief Statements Regarding the Writings of Ellen G. White" ["Breves declaraciones en relación con los escritos de Ellen G. White"], y "The Work of Mrs. E. G. White's Editors" ["La obra de las editoras de E. G. White"]. También, White escribió "The Story of a Popular Book, Steps to Christ" ["La historia de un libro popular, El Camino a Cristo"], y Robinson escribió "The Authorship of Steps to Christ" ["La autoría de El Camino a Cristo"]. Todos estos libros fueron publicados en ese tiempo en forma mecanografiada.

En sus "Breves declaraciones", White y Robinson escribieron que "en años posteriores, cuando la Sra. White se dio cuenta de que los lectores de sus libros estaban perplejos acerca de si el hecho de que ella copiara material de otros autores infringía o no los derechos de alguien, surgió la pregunta: '¿A quién se ha perjudicado?' No se pudo mencionar ninguna injusticia ni perjuicio". (23)

Pero Ellen sabía quién sería perjudicado. "Fannie Bolton puede hacerme daño como ninguna otra persona puede hacerlo", había dicho Ellen con algún ardor a Merritt Kellogg. (24) En 1895, Ellen había dicho: "Ella [Fannie] me ha desfigurado y perjudicado terriblemente. Sólo en relación con mi obra me ha perjudicado ella. Les ha dicho a otros que reescribe mis artículos, que ha puesto su alma entera en ellos, y que yo recibo el crédito por la capacidad que ella ha puesto en estos escritos". (25)

De acuerdo con Ellen, uno de los mayores pecados de Fannie era que hablaba. Fannie le escribió en 1897: "Pensé que lo único que le disgustaba de mí era sólo que hablase del asunto, que Ud. quería que yo guardase completo silencio en relación con el asunto, pero pensé que, en justicia hacia Ud. misma, su obra, sus editoras, y sus lectores, Ud. misma debió haber reconocido el trabajo de sus editoras. En relación con esto, pensé que, si no contaba lo que yo consideraba que era cierto, yo sería partícipe en lo que yo no consideraba que fuese un comportamiento perfectamente honesto y abierto". (26)

La historia de Fannie Bolton fue publicada por el White Estate en 1982 con la esperanza, uno sospecha, de vindicar a Ellen. Irónicamente, The White Lie [La Mentira White], por Walter T. Rea, que salió casi al mismo tiempo demostrando que gran parte del material de Ellen había sido copiado, de hecho vindicaba a Fannie y a Marian. (27)

El conflicto entre la protagonista y las dos antagonistas terminó con sus muertes - Ellen murió en 1915, Marian en 1904, y Fannie en 1926. Pero el conflicto central - con sus significativas implicaciones literarias, éticas, y teológicas - nunca ha sido resuelto, y por lo tanto, la historia no puede terminar todavía.

A través de los años, desde los primeros comienzos adventistas, ha habido protestas, algunas veces como apagados murmullos, pero en este siglo, como una cacofonía en crescendo. Los dirigentes y apologistas de la iglesia siempre han respondido desplazándose de una justificación a la otra:

  1. ELLEN NO COPIÓ. "Yo no escribo ni un sólo artículo en el periódico expresando meramente mis propias ideas. Ellas son lo que Dios ha revelado delante de mí en visión - preciosos rayos de luz que brillan desde el trono". (28) Esta explicación se desvaneciódespués de que Ellen empleó ayudantes para investigar, escribir, y revisar y corregir.
  1. ELLEN USÓ PALABRAS SÓLO DE HISTORIADORES. "En algunos casos en que un historiador ha agrupado los sucesos de tal forma que proporcionen brevemente una vista abarcante del tema, o ha resumido detalles de manera conveniente, se han citado sus palabras; pero en algunos casos no se ha dado crédito específico, puesto que las citas no se dan con el propósito de citar a ese autoridad como autoridad, sino porque sus palabras proporcionan una presentación disponible y contundente del tema". (29) Esa línea de justificación fue descartada cuando se hizo necesario aceptar que se había copiado material que no era histórico: "Se le dijo que, al leer libros y periódicos religiosos, ella encontraría preciosas gemas de verdad expresadas en lenguaje aceptable, y que recibiría ayuda del cielo para reconocerlas y separarlas de la basura de error con la cual las encontraría asociadas algunas veces". (30)

  1. ELLEN USÓ EL ENFOQUE AD HOMINEM. Fannie es el problema. Ella está desequilibrada; por lo tanto, no se le puede creer lo que dice. Dándole al investigador un tema más sensacionalista tras del cual poder ir, ella lo aparta del tema del plagio, un tema acerca del cual Ellen no podía hablar.

  1. SE DICE QUE PARAFRASEAR ERA ACEPTABLE UN SIGLO ATRÁS. Puesto que "todo el mundo lo hacía," estaba bien que Ellen parafraseara ideas. "En el siglo diecinueve, el plagio era conocido y condenado, pero el parafrasear sin dar crédito era ampliamente practicado". (31) (También ha sido ampliamente practicado por estudiantes de escuela secundaria, cuyos maestros los juzgaron como tramposos). ¿Dos errores hacen un acierto? Uno puede usar la misma analogía para excusar el adulterio o la evasión de impuestos.

  1. LOS ESCRITORES BÍBLICOS COPIABAN. En los Evangelios se puede encontrar "un paralelo instructivo". Los apologistas señalan que más del noventa por ciento del Evangelio de Marcos es paralelo con pasajes de Mateo y de Lucas. (32) Esta clase de argumento para el libertinaje es semejante al argumento en favor del uso del ad hominem; vuelva sus ojos a la Biblia y vea lo que sus escritores hicieron. Sin embargo, un  material publicado no es lo mismo que la tradición oral.

  1. EL COPIADO DE ELLEN NO ERA ILEGAL. Basándonos en "nuestra revisión de los hechos y los precedentes legales, llegamos a la conclusión de Ellen G. White no era plagiaria y que sus obras no constituyen ni una violación del derecho de autor ni piratería", escribió Vincent L. Ramik de Diller, Ramick & Wight, Ltd. (33) Debe decirse aquí que cualquier abogado que se respete saca argumentos con el propósito de sustentar o vindicar a los clientes que le pagan. Hoy día el problema de la legalidad bajo las leyes de derecho de autor no es el conflicto principal en relación con los escritos de Ellen White. Los problemas son el de una ÉTICA cuestionable (tomar y disfrazar material ya publicado por otros autores), y un confuso significado de INSPIRACIÓN (presentar la versión White de material ajeno como "preciosos rayos de luz que brillan desde el trono", lo que generalmente se interpreta como que venía directamente a ella de Dios).

  1. ELLEN NO ESTABA INFORMADA ACERCA DE ESTÁNDARES LITERARIOS. "Ella actuaba sin conocimiento de los estándares literarios que consideraban el uso moderado de los escritos [ajenos] como desleal o condenable". (34) No es así. Ella tenía que haber sabido, más bien desde el comienzo de su experiencia, que John N. Andrews, su cercano colaborador y amigo, (cuyos materiales ella copió sin darle crédito), daba un crédito cuidadoso a las obras que había estudiado en la preparación de sus materiales.
Ella tenía que haber sabido que Edersheim y otros, cuyas obras leía y de cuyas obras extraía material, daban crédito a sus fuentes. De eso se trataba el mensaje de Fannie (y también lo que se cree que perturbaba a Marian).

  1. LAS PALABRAS DE DIOS LE PERTENECEN A TODO EL MUNDO. "Dios es el autor y el poseedor de toda verdad, tal como el árbol es el autor y el poseedor de su fruto. Dios proporciona la verdad sin regateos a todos los que quieran recibirla y usarla". (35) Quizás el mismo argumento pueda aplicarse al dinero en el banco y al ganado sobre mil colinas. Le pertenecen a Dios. ¿Es correcto, entonces, robarlos para la causa de Dios? En cualquier caso, el fin no justifica los medios.

  1. LAS PALABRAS NO SON LA PARTE IMPORTANTE DE LOS ESCRITOS DE ELLEN. "Ellen White terminó su carta [julio 17, 1906] con una afirmación que sugería que los problemas que rodeaban su obra eran el resultado de fijar la atención en las palabras más bien que en el mensaje de sus escritos", dijo el White Estate. (36) Uno se pregunta si eso es realmente lo que quieren decir. No se puede tener un mensaje sin palabras, a menos que el mensaje sea de un nivel no verbal - y eso merece otro estudio. Las palabras - su denotación, su connotación, y su significado - son los símbolos o signos que transmiten significado cuando están dispuestos en patrones de relación. (37) "El acto esencial del pensamiento es la simbolización... Uno no puede pensar sin símbolos". (38)

Este técnico y complejo tema filosófico en el campo del empirismo lógico probablemente no es en lo que el White Estate quería meterse en absoluto. Lo que sin duda querían, pero no podían decir, era que "los problemas que rodeaban a su obra eran el resultado de fijar la atención en el [uso no reconocido de] las palabras, más bien que en el mensaje de sus escritos".

Por creativas que puedan ser estas varias justificaciones para copiar material ajeno, no sustituyen la verdad.

Hay que darle crédito al White Estate, el Instituto de Investigación Bíblica, y  el Presidente de la Conferencia General, por admitir que "la cantidad de material que fue tomado prestado era mayor del que ellos habían sabido anteriormente". (39) Sin embargo, el conflicto relatado en "La historia inconclusa de Fannie Bolton y de Marian Davis" terminará cuando los oficiales, apologistas, y la Iglesia Adventista del Séptimo Día en general den un paso más y reconozcan que Ellen se equivocó al copiar sin dar crédito a las fuentes usadas.



NOTAS

1.  Adventist Review, 1 de diciembre de 1904.

2.  Eileen S. Lantry, Miss Marian´s Gold (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 1981).

3.  Ellen G. White Estate, comp., The Fannie Bolton Story: A Collection of Source Documents (Washington, DC: General Conference of  SDA, 1982), Ellen G. White a George A. Irwin, 23 de abril de 1900 (Carta 61-a; p. 93.

4.  [Robert W. Olson], "How the Desire of Ages Was Written" (Washington, DC: Ellen G. White Estate, 23 de mayo de 1979), Marian Davis a William C. White, 29 de marzo de 1893; p. 24.

5.  EGW, Selected Messages, 3 libros. (Washington, DC: Review and Herald Publishing Association, 1980), libro 3, pp. 462-463.

6.  [Olson], "How DA Was Written," EGW a Mary White, marzo de 1889 (Carta 64-a), p. 22.

7.  William C. White y Dores C. Robinson, "Brief Statements Regarding the Writings of Ellen G. White (St. Helena, CA: Elmshaven Office, agosto de 1933), p. 16.

8.  Vesta J, Farnsworth a Guy C. Jorgensen, 1 de diciembre de 1921, p. 34.

9.  Hugh Williams, Taped Interview, 18 de junio de 1980, pp. 1-2.

10.  Dudley M. Canwright, Life of Mrs. E. G. White, Seventh-day Adventist Prophet: Her False Claims Refuted (Cincinnati: Standard Publishing Company, 1919), p. 204.

11.  Farnsworth a Jorgensen, p. 34.

12.  [Charles E. Stewart], A Response to an Urgent Testimony from Mrs. Ellen G. White, Concerning Contradictions, Inconsistencies and Other Errors in Her Writings [A menudo llamado "El Libro Azul"] (impresión privada: prefacio, 1907), p. 81.

13.  The Story, EGW to Children, 2 de agosto de 1896 (Carta 154), pp. 72-73.

14.  Ídem, EGW a Ole A. Olsen, 5 de febrero de 1894 (Carta 59), p. 19.

15.  Ídem, EGW a Marian Davis, 29 de octubre de 1895 (Carta 102), p. 43.

16.  Ídem, EGW a John Harvey Kellogg, 20 de diciembre de 1895 (Carta 106), p. 60.

17.  Ídem, EGW a Willie C. White, 6 de febrero de 1894 (Carta 88), p. 30.

18.  Ídem, EGW to Children, 2 de agosto de 1896 (Carta 154), p. 73.

19.  Lantry, Miss Marian´s Gold, p. 76.

20.  Canright, Life of  Mrs. EGW, p. 204.

21.  EGW, Selected Messages, (1958), libro 2, pp. 251-254.

22.  Adventist Review 81 (1 de diciembre de 1904, p. 23.

23.  White y Robinson, "Brief Statement," p. 12.

24.  The Story, Merritt G. Kellogg, "A Statement" (marzo de 1908), p. 7.

25.  Ídem, EGW a J. Edson White, 9 de diciembre de 1895 (Carta 123-a), p. 54.

26.  Ídem, Fannie Bolton a EGW, 5 de julio de 1897; p. 84.

27.  Walter T. Rea, The White Lie (Turlock, CA: M&R Publications, 1982).

28.  EGW, Testimonies for the Church, 9 tomos (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 1948) tomo 5, p. 67.

29.  EGW, The Great Controversy Between Christ and Satan (Mountain View, CA: PPPA, 1888), Introduction, p. xii.

30.  White and Robinson, "Brief Statements," p. 6.

31.  [Ellen G. White Estate], "The Truth About the White Lie," Ministry, agosto de 1982, p. 2.

32. Ídem.

33.  Vincent C. Ramik, "Memorandum of Law: Literary Property Rights, 1790-1915" (Washington, DC: General Conference of  SDA, 1981), p. 17.

34.  White and Robinson, "Brief Statements," p. 18.

35.  [EGW Estate], "The Truth About the White Lie," p. 4.

36.  Ídem, p. 10.

37.  A. D. Ritchie, The Natural History of the Mind, pp. 278-279, citado por Susanne K. Langer en Philosophy in a New Key; a Study in the Symbolism of Reason, Rite, and Art (Harvard University Press, 1974), 3a. ed., p. 27.

38.  Harold H. Titus, Living Issues in Philosophy (New York: American Book Company, 1964), 4a. ed., p. 284.

39.  Neal C. Wilson, "This I Believe about Ellen G. White," Adventist Review, 20 marzo de 1980, pp. 8-10.


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