MI HISTORIA

Dirk Anderson
33 años en la Iglesia Adventista del Séptimo Día

Traducido


NACIDO EN LA IGLESIA ADVENTISTA

Nací en el Florida Hospital, un hospital adventista en Orlando, Florida, U.S.A. Nadie sabía que más tarde yo pasaría parte de mi carrera adulta trabajando en ese mismo hospital. En aquella época, el Florida Hospital era pequeño. No era la organización de miles de millones de dólares que es hoy. A los administradores todavía se les pagaban salarios de ministros. El hospital todavía no había empezado a invertir sus fondos en el mercado de valores. Para cuando mi hijo nació en el mismo hospital, las cosas habían cambiado dramáticamente, como dramáticos eran los cambios que habían tenido lugar en la Iglesia Adventista en general. Gradualmente, la iglesia se había ido apartando de las enseñanzas de sus pioneros.

MI EDUCACIÓN EN LA IGLESIA ADVENTISTA

Pasé 16 años en escuelas adventistas. Desde mis primeros años, se me enseñaron las singulares doctrinas adventistas. Aprendí acerca de las Leyes Dominicales Nacionales y de cómo los católicos y protestantes se unirían para perseguir a los que guarden el sábado. Se me enseñó que Ellen G. White es la profetisa de Dios y que ella ejecutaba señales milagrosas, como dejar de respirar y sostener una pesada Biblia con el brazo extendido por horas. Al ir creciendo, aprendí acerca del juicio investigador y los mensajes de los tres ángeles. Vivía en un estado de constante temor mezclado con esperanza. Temía la persecución venidera y el tiempo de angustia, pero esperaba la venida de Cristo. Todo el mundo me decía que Jesús vendría muy pronto, posiblemente dentro de un año o dos. Unas pocas veces, aparecía gente que fijaba fechas y yo me emocionaba y me preocupaba, pero luego la fecha pasaba y todo continuaba como antes.

APRENDIENDO A SER PERFECTO

Al ir creciendo, aprendí que los adventistas son el único pueblo remanente de Dios. Dios los está purificando y probando, preparándolos para que puedan permanecer perfectos sin intercesor delante de Él. Cuando niño, esta era una carga pesada de llevar. Trataba de ser perfecto, y trataba de guardar el sábado perfectamente, pero nunca alcanzaba la meta. Miraba a mi alrededor buscando gente perfecta, pero nunca encontré a nadie. Los adventistas que yo conocía eran generalmente buenas personas, pero observaba pocas diferencias entre ellos y otros cristianos. La mayoría de los adventistas que yo conocía no tomaban café (por lo menos en presencia de otras personas), y no usaban joyas (excepto broches y alfileres), pero cuando se trataba de las características de amor, aceptación, perdón, y pureza, la verdad es que yo no veía que los adventistas tuvieran ninguna superioridad sobre ningún otro cristiano.

MI EXPERIENCIA EN LA UNIVERSIDAD

La escuela superior (college) fue una experiencia reveladora. El estar lejos del restringido ambiente hogareño parecía hacer salir lo peor de mí y de los otros estudiantes. Caminar hacia arriba y hacia abajo por los pasillos del dormitorio era como estar en un concierto de rock con una docena de bandas de percusión diferentes. La única interrupción en el concierto de rock ocurría los sábados, cuando los estudiantes bajaban los decibeles para evitar una reprimenda.

Un joven estudiante adventista alquilaba videos pornográficos y cobraba la entrada a su cuarto para verlos. Era asombroso ver a 25 jóvenes apretujados en un cuarto de dormitorio para mirar un video.

Los sábados por la noche el dormitorio quedaba vacío. Los estudiantes se iban para los bares y salones de baile locales. Algunas veces vi estudiantes llegar caminando (o tambaleándose) de vuelta al dormitorio con los ojos enrojecidos. Los estudiantes acostumbraban ocultar cerveza, material pornográfico, y cuchillos en sus cuartos. A veces el decano revisaba el cuarto de alguien y confiscaba el material ilegal.

Mientras estuve en el dormitorio, tuve la oportunidad de conocer al tataranieto de Ellen White, Steve White. Su cuarto quedaba frente al mío, al lado opuesto del pasillo. Era un individuo agradable y no participaba en algunas de las actividades de los otros estudiantes.

Un estudiante fue expulsado durante el tiempo en que yo estuve en el dormitorio. Se llamaba Kevin y vivía más adelante en el pasillo. Era amable, caía bien, y era talentoso. Fue echado por actividades homosexuales. Fue transferido a un colegio adventista en la Costa Oeste. Más tarde, a la edad de 19 años, se suicidó. No sé por qué se mató. Supongo que no pudo soportar la presión de ser imperfecto.

MI CONVERSIÓN

A la edad de 21 años, me convertí. Algunos meses antes de esta experiencia, comencé a tener conciencia de mi propia pecaminosidad, de lo cual nunca antes me había dado cuenta. Comencé a buscar respuestas y alguien me regaló una copia de uno de los libros de Morris Venden. Al leerlo, descubrí algo que habría de cambiar mi vida para siempre. "La salvación es por la fe". Para mí, fue un concepto nuevo que me sobresaltó. Hasta entonces, había tenido la impresión de que yo era salvo obedeciendo a Dios y guardando los Diez Mandamientos. No puedo explicar por qué pensé que era salvo por las obras. Nadie me dijo nunca que yo era salvo por las obras. Sólo era algo que yo había deducido de mi experiencia y educación escolar. Comencé a ver las cosas en una luz completamente nueva. Me entregué a Dios y dediqué mi vida a él.

ELLEN WHITE ENTRA EN MI VIDA

Estaba tan emocionado con mi nuevo nacimiento, que quería ser el mejor adventista posible. Así que inicié una rutina que habría de durar más de diez años. Comencé a leer diariamente los escritos de Ellen White, algunas veces por varias horas de una sola vez. Con gran gasto, acumulé una colección de más de 50 libros de Ellen White. Compré un CD-ROM con sus escritos y me sumergí en ellos. En total, leí más de 10,000 páginas de sus escritos. Me aprendí de memoria pasajes enteros. Comencé a regalar El Camino a Cristo a compañeros de trabajo y amigos. Acostumbraba ir de puerta en puerta los sábados por la tarde distribuyendo sus libros. Regalé más de 1,000 copias del Camino a Cristo.

En 1992, me hice partícipe del Proyecto El Gran Conflicto, que estaba patrocinado por un ministerio independiente llamado "Ministerio 'Terminar la Obra'". Mientras vivía en Jacksonville, Florida, distribuimos 110,000 tarjetas a otras tantas personas, ofreciéndoles una copia gratis de El Gran Conflicto. Más tarde, llegaría a ser presidente de la Junta Directiva de ese ministerio. Fue en esta posición donde primero experimenté algo de las luchas que tienen lugar tan a menudo entre miembros de la iglesia. Había desacuerdo acerca de los escritos de Ellen White y otros temas de discusión, lo que eventualmente dividiría el ministerio. Yo continué ocupando varios puestos en la iglesia adventista, como tesorero, ayudante de dirigente juvenil, diácono, y dirigente de ministerios personales. Enseñé en una clase bíblica los sábados por la tarde, y fui huésped de un pequeño grupo en mi hogar los viernes por la noche.

ELLEN WHITE IMPACTA MI VIDA

Los escritos de Ellen White tuvieron un impacto dramático en mi vida. Durante mis lecturas, comencé a descubrir muchas reglas que yo y la mayoría de los adventistas que yo conocía no estábamos practicando. Comencé a hacer una lista de ellas para obedecerlas. Mi esposa se resistió a este proceso, pero yo insistí. Ya éramos vegetarianos. Ahora eliminamos de nuestra dieta los productos lácteos, el vinagre, los huevos, y el azúcar. Probablemente Ud. estará pensando: ¿Qué comían? ¡No mucho! Mi peso disminuyó por debajo de los niveles normales y perdí energía. La dieta insuficiente, combinada con el esfuerzo de tratar de vivir una vida perfecta, afectó mi salud de manera tal que nunca me he recuperado.

Además de los cambios en la dieta, hice otros cambios. Hasta rehusé usar mi anillo de matrimonio e insistí en que mi esposa hiciera lo mismo. Evité asociarme con gente que no fueran adventistas, excepto con el propósito de convertirlos al adventismo. Evité ir al médico y usar drogas de cualquier clase, incluyendo aspirinas. Bajamos de las paredes todas las fotografías de niños y de la familia porque la Sra. White decía que eran idolatría. Cancelé nuestra póliza de seguro de vida porque la Sra. White decía que los adventistas no necesitan seguro de vida. Dejé de comprar valores negociables para mi jubilación porque la Sra.White decía que había que evitar tales inversiones. Hasta le pedí a mi esposa que se buscara una ginecóloga porque la Sra. White decía que era incorrecto que una mujer tuviera un ginecólogo varón.

INGRESANDO A LAS FILAS DEL ADVENTISMO "HISTÓRICO"

Pronto me encontré con que mis rígidas creencias en Ellen White me colocaban fuera de la corriente principal del adventismo. Aunque la mayoría de los adventistas profesan creer en Ellen White, pocos siguen realmente sus enseñanzas específicas. Los que siguen las enseñanzas tradicionales de Ellen White y los pioneros adventistas son llamados "adventistas históricos". Comencé a relacionarme más y más con organizaciones independientes dentro de la Iglesia Adventista, como Hope International. Creía que estos grupos predicaban lo que Ellen White describía como "El testimonio auténtico". Comencé a asistir a una iglesia independiente y asistí a campamentos evangelísticos independientes. Conocí y hablé con muchos dirigentes del movimiento independiente, incluyendo a Ron Spear, Jan Marcussen, y Colin y Russell Standish. Pronto descubrí que las mismas luchas y conflictos que tenían lugar en la iglesia adventista organizada también ocurrían en los ministerios independientes, sólo que a un nivel más alto. Se argumentaba acerca de interpretaciones de la profecía, versiones bíblicas, cómo guardar el sábado, la dieta, y otros temas de debate. Había, sin embargo, algo sobre lo cual todos estaban de acuerdo: La estructura organizada de la iglesia adventista estaba corrompida y necesitaba ser reformada.

MIS INTENTOS POR DEFENDER A LA SRA. WHITE

En 1996, descubrí en Internet cierto material que atacaba a la Sra. White como profetisa. ¡Me enfurecí! Me indignaba que cualquiera criticara a la profetisa de Dios. Por años, yo les había estado diciendo a los adventistas cómo debían obedecer a Ellen White. Me había convertido en un experto en identificar cuáles reglas de Ellen White no estaba practicando una persona en particular, y estaba ansioso de criticarlos por su descuido en seguir los patrones de conducta establecidos por ella. Ahora abracé la nueva misión de defenderla a través de Internet. Creé una página en la Web y construí argumentos para tratar de explicar algunos de sus argumentos raros, como la amalgama. Me obligué a hacer toda clase de ejercicios de "gimnasia mental" para explicar las cosas, y comencé a preguntarme si no estaría estirando los límites de la honestidad.

APARECEN GRIETAS EN LA ARMADURA DE LA SRA. WHITE

Mi primera duda acerca de Ellen White apareció algunos meses después de haber abierto mi web site para defenderla. William Fagal, director de la Testamentaría White (The White Estate), me envió un e-mail indicándome que algo del material en mi web site era incorrecto. El material había sido escrito por J.N. Andrews y trataba de la historia de William Foy, el hombre que había recibido visiones antes de Ellen White. Fagal hacía la observación de que investigaciones posteriores habían demostrado que Andrews estaba errado. Comencé a preguntarme cuáles de las otras cosas escritas por Andrews también estaban erradas. ¿Qué acerca de la historia de la Biblia grande? ¿Qué acerca de la falta de respiración durante las visiones? Comencé a preguntarme por qué Andrews proporcionaría información falsa, y cuál sería su propósito al reescribir la historia. Sin embargo, decidí hacer a un lado mis dudas y confiar en que Ellen White era la profetisa de Dios.

MI DEFENSA DE ELLEN WHITE SE DERRUMBA

Como un mes más tarde, algunas personas en Internet me desafiaron a que leyera el libro de Canright acerca de Ellen White. Decidí leer el libro con el propósito de refutarlo. Lo leí y lo encontré muy preocupante, pero yo estaba decidido a demostrar que estaba errado. Así que fui a la biblioteca de la universidad adventista local y comencé a desenterrar todos los documentos antiguos que pude encontrar acerca de Ellen White y los pioneros. Pasé muchas horas separando material. Para mi asombro, no pude encontrar nada con qué refutar a Canright. De hecho, todo lo que encontré parecía apoyar lo que Canright había escrito. Estaba perplejo. Comencé a investigar la enseñanza de la puerta cerrada y descubrí que era verdad que Ellen White, por lo menos en una de sus visiones, había visto la puerta de la salvación cerrada para los pecadores en 1844. Leí la afirmación una y otra vez, tratando de encontrarle sentido. Luché con la declaración, usando mis mejores ejercicios de gimnasia mental para tratar de cambiarla de manera que tuviera sentido para mí, pero fracasé. No pude obviarla. La Sra. White había visto una falsedad en visión. Me sentí confundido y molesto. Decidí investigar aún más antes de tomar una decisión.

Comencé a estudiar las condiciones médicas de ella. Sus propios médicos adventistas habían diagnosticado que ella era víctima de histeria y catalepsia, así que investigué estos estados. Encontré que las personas en estas condiciones experimentan alucinaciones, que sus cuerpos se ponen rígidos, y que su respiración casi se detiene. También descubrí que estas afecciones pueden dispararse por una lesión en el cerebro. Además, descubrí que estas condiciones generalmente se manifiestan en mujeres y que los síntomas a menudo cesan cuando la persona llega a su mediana edad, de la misma manera que la frecuencia de las visiones de la Sra. White disminuyó y las visiones eventualmente cesaron cuando ella alcanzó su mediana edad. Comencé a preguntarme: ¿Por qué daría Dios visiones a alguien de una manera tan parecida al modelo de una afección médica conocida? En el mejor de los casos, parecía una coincidencia improbable.

ANONADADO POR LA EVIDENCIA

La gota que derramó el vaso fue el Día de Expiación. Me senté y leí Levítico 16 y Hebreos 9 y 10. Los leí de extremo a extremo, una y otra vez. Saqué mi diccionario de griego y miré el significado de las palabras. Todo lo que leí indicaba que Cristo entró en el Lugar Santísimo a su ascensión. Sin las visiones de Ellen White, no pude ubicar el Día de Expiación en 1844. La Biblia lo ubicaba claramente en el año 31 A.D.

Finalmente, me vi obligado a admitir, por el aplastante peso de la evidencia, que la Sra. White no era profeta de Dios. Fue devastador. Me enfermé físicamente, y estuve en cama por seis días. Me deprimí y me descorazoné. Me tomó varios meses decidirme, pero finalmente renuncié a mi membresía en la Iglesia Adventista. Ya no podía seguir sosteniendo a una organización que yo sentía no había sido por completo honesta acerca del ministerio de Ellen White.

DESCUBRIMIENTOS POSTERIORES

Descubrí que no estaba solo. Muchos adventistas actuales y pasados no creen ni han creído que Ellen White sea profeta. Muchos dirigentes de iglesia son conscientes de los problemas con Ellen White, pero no discuten esos problemas con los miembros de iglesia. A los miembros de iglesia se les permite creer en una mentira White. Hay profesores de teología, pastores, y estudiantes que no creen en la mentira White. Sin embargo, tienen que profesar algún grado de fe en ella para mantener sus puestos. Supongo que justifican su falta de franqueza asegurando que leer a Ellen White no hace daño a nadie. Yo puedo atestiguar el hecho de que esto es una mentira. El seguir todos los mandatos de la Sra. White puede, no sólo causar tensión e incomodidad innecesarias en la vida, sino que hasta puede terminar por costarle la vida. También puedo atestiguar de la pérdida de vida espiritual. Mientras más leía los Testimonios, más se desarrollaba en mí un severo espíritu de juicio, de crítica. Si Ud. cree que mis páginas actuales en la Web son duras, tenga piedad de mí. ¡Dios todavía está trabajando en mí!

LO QUE HAGO AHORA

Me siento agradecido de que Dios me haya revelado la verdad acerca de Ellen White. Todavía adoro a Dios los sábados, pero ya no creo que el sábado es el sello de Dios ni la marca que identifica al pueblo especial de Dios. Cuando no estoy visitando una iglesia adventista, asisto a la Iglesia de Dios (Séptimo Día). Yo no animo a la gente a que deje la Iglesia Adventista. Ella sigue a la Biblia más de cerca que algunas otras iglesias. Animo a la gente a seguir la dirección de Dios. Para mí fue la decisión correcta. Puede que no sea la correcta para Ud. Nunca he lamentado haber salido de la Iglesia Adventista. Lo único que lamento es que los dirigentes de la iglesia no me dijeran la verdad antes.

De eso trata este website. Quiero poner a disposición de Ud. la información acerca de Ellen White que a mí me costó meses y meses de investigación obtener. Quiero que Ud. tenga la oportunidad de examinar toda la evidencia, de manera que pueda hacer una decisión inteligente en relación con la inspiración de Ellen White. La Iglesia Adventista le ha hecho un flaco servicio a su pueblo proporcionándole sólo información parcial acerca de Ellen White. El día en que la Iglesia Adventista comience a proporcionar información completa acerca de ella, será el día en que yo le ponga fin a este website.

Que el Señor le bendiga en su caminar con Él.

(Firmado)  Dirk Anderson

FIN



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