Ayuda humanitaria: Se informa de desembolsos dudosos y
supervisión defectuosa. El grupo, que recibe fondos de los
Estados Unidos, dice que los controles son más estrictos.
Por Eric Lichtblau y Tom Gorman,
De la redacción de Los Angeles Times
Edición del viernes 14 de agosto de 1998
Bajo el sol de Rwanda iba y venía la bola con la que
el ministro y el auditor de la iglesia jugaban tenis.
Demasiado distraído para terminar el encuentro, el ministro
deambuló hacia la red. Adolorido, comenzó a revelar al auditor
lo que había salido tan terriblemente mal en el programa de la
iglesia adventista del séptimo día para ayudar a los hambrientos
de esta nación africana: Los alimentos robados, el dinero de los
contribuyentes de los Estados Unidos malversado, las esperanzas
fallidas.
La cancha de tenis era un lugar apropiado para la confesión,
pues simbolizaba hasta dónde se había desviado la iglesia de su
misión en Rwanda. No una, sino dos canchas como ésta, se habían
construído con la ayuda humanitaria de los Estados Unidos. La
segunda se había construído de modo que el sol no les diera a
los jugadores en los ojos. Los investigadores norteamericanos
descubrieron más tarde que se había contratado a un tenista
profesional con dinero que el grupo adventista había obtenido de
las comisiones pagadas por rwandeses locales que incorrectamente
habían recibido enormes cantidades de alimentos gubernamentales
destinados a los necesitados.
Al auditor adventista, Wayne Vail, le molestó lo que oyó,
recordaría más tarde durante una entrevista. Con todos los
problemas que exigían atención y dinero en efectivo en un país
del Tercer Mundo que luchaba por sobrevivir, "y he aquí éstos
construyendo una cancha de tenis".
Los adventistas llegaron a un arreglo amistoso con el gobierno
de los Estados Unidos en 1993, prometiendo sanear su operación y
poner más alimentos en manos de los hambrientos. A pesar de
todas las reformas, las reales y las que la iglesia prometió
efectuar desde entonces, Vail estaba de vuelta a bordo de un
avión el verano pasado. Su destino: Haití, una nación devastada
por la pobreza, donde los funcionarios estadounidenses exigían
saber, entre otras cosas, por qué los empleados habían visitado
Miami repetidamente, a expensas del gobierno, para comprar
suministros que estaban diisponibles en la isla.
Los propósitos del esfuerzo de ayuda humanitaria de los
adventistas en ultramar son sin duda correctos: llevar medicinas
a los enfermos, alimento a los hambrientos, escuelas para los
que no tienen educación. Para miles de obreros adventistas en
países en proceso de desarrollo, ésta es la obra de Dios.
Pero, en la mayor parte de los casos, se les confían fondos
públicos para ello, y ésa es la parte crucial de muchos de los
problemas.
La Agencia Adventista para el Desarrollo y la Ayuda Humanitaria,
o ADRA [por sus siglas en inglés], recibió $85 millones en
dinero federal en efectivo, alimentos, y fletes, y decenas de
millones de dólares más de otras naciones y otros donantes,
durante los dos últimos años para los cuales hay informes
disponibles. A ADRA se le entregaron más fondos directos
estadounidenses que a todos los grupos, menos tres de entre más
de 400 participantes en programas federales.
Junto con esa ayuda, han surgido serios cuestionamientos sobre
cómo se ha usado, desde acusaciones de corrupción hasta reclamos
de proselitismo ilegal.
Los registros y las entrevistas muestran un irritante patrón de
amonestaciones, recriminaciones, y ocasionales suspensiones de
fondos de ADRA durante la década pasada por parte de la Agencia
para el Desarrollo Internacional, la unidad del gobierno
estadounidense que proporciona fondos, mejor conocida como AID.
Un memorándum de los auditores de AID en 1995 condujo al rechazo
de $2.8 millones en cuentas facturadas por ADRA por servicios de
relaciones públicas, recolección de fondos, y otros gastos
generales. La agencia también cuestionaba el hecho de que ADRA
le hubiese cobrado al gobierno dos veces por las mismas cosas,
en cantidades que sumaban cientos de miles de dólares, en
posibles dobles facturaciones.
Los dirigentes adventistas dicen que
cualesquiera errores cometidos son insignificantes comparados
con la ayuda que su organización humanitaria ha proporcionado a
millones de personas empobrecidas. Los ejecutivos adventistas
hablan con orgullo de construir pozos en Somalia para los
aldeanos y sus ganados, de financiar invernaderos en Armenia
para extender la temporada de cultivo, de proporcionar préstamos
a mercaderes sudaneses, de combatir la mortalidad infantil en
Nepal.
Dicen que también han trabajado
intensamente para endurecer los controles fiscales, de manera
que la rama de ayuda humanitaria de la iglesia pueda expandirse
más allá de las 140 regiones extranjeras que ahora sirve. Dicen
que ahora se llevan a cabo revisiones regularmente país por
país, y que el adiestramiento de cientos de administradores se
ha intensificado.
El presidente de la iglesia, Robert H.
Folkenberg, proclama que ADRA es "99.44 por ciento
limpia, como el jabón Ivory". "Es una de las agencias
humanitarias más efectivas que he conocido. Es extremadamente
efectiva, bien manejada, auditada, y auditada, y
requete-auditada", dijo.
Los administradores del gobierno de los Estados Unidos
concuerdan en que ADRA generalmente funciona bien en su
trabajo con "los más pobres entre los pobres". "Hemos encontrado
que es un socio bueno y sólido", dijo un funcionario de AID.
"Son más fuertes, y un poquito más profesionales. Hemos notado
que han madurado".
Y, sin embargo, estos mismos funcionarios
dijeron que no estaban enterados de las muchas críticas de su
propia agencia y otros, incluyendo las conclusiones en un
informe de auditores privados el año pasado sobre el progreso de
la organización. Dijeron que, a pesar de haber mejorado, el
grupo adventista de ayuda humanitaria seguía sufriendo de
"significativas deficiencias".
Los auditores descubren
variados problemas
Durante generaciones, el gobierno de los
Estados Unidos ha trabajado para fomentar la imagen de los
Estados Unidos como benévolo benefactor de los necesitados del
mundo.
Sin embargo, la mayoría de la gente no se
da cuenta de que, a menudo, esto equivale a una plusvalía por
intermediario. AID ha llegado a depender, más que nunca, de una
red de 417 grupos privados que comparten un fondo común de más
de 1.400 millones de dólares.
La asociación adventista con el gobierno es tal vez irónica. Los
fundadores de la iglesia en el siglo diecinueve a menudo
igualaban a la república de los Estados Unidos con una "bestia"
bíblica de dos cuernos que amenazaba con obligar a los devotos a
pelear en las guerras y a trabajar en sábado.
Ahora, dice el sociólogo de Queens College,
Ronald Lawson, un adventista, la iglesia se ha convertido en "un
brazo de la política extranjera de los Estados Unidos". Un brazo
problemático, algunas veces.
En Bolivia en 1995, los investigadores
averiguaron que los empleados de ADRA solicitaron regalos
navideños para sus niños de los contratistas empleados en un
programa de alimentos patrocinado por el gobierno
norteamericano, dando la apariencia de un posible soborno.
Los funcionarios norteamericanos reprendieron al grupo por "la
gravedad y la naturaleza nada ética de este incidente". Los
funcionarios de ADRA prometieron que no volvería a ocurrir. En
Mozambique, los auditores norteamericanos descubrieron en 1994
que los empleados de ADRA robaban artículos, y hacían dinero
vendiendo alimentos "no aptos para el consumo humano" a ingenuos
lugareños. Los auditores también expresaron preocupación por los
$105.000 en fondos estadounidenses enviados a una universidad
adventista en Michigan para investigación sobre hambrunas,
incluyendo algún dinero que aparentemente era "ganancia" neta
para la universidad.
El auditor adventista Vail, miembro de la iglesia por muchos
años, dijo que le molestó mucho lo que descubrió en la operación
de ADRA en Sudán: No se pudo hallar rastro de sumas
considerables para la obra obra humanitaria porque un supervisor
allí simplemente "había pasado por alto" los procedimientos
corrientes de contabilidad.
"Lo que me irritó fue que les dije [a los
oficiales de la iglesia] que esto sucedería si dejaban encargado
a este individuo", dijo. "Yo le advertí a ADRA acerca de esto".
Y en Rwanda, de acuerdo con archivos
obtenidos bajo la Ley Federal Sobre Libertad de Información,
además del escándalo de la cancha de tenis, los empleados de
ADRA fueron acusados de robar enormes cantidades de alimentos y
ayuda humanitaria norteamericana proporcionados para el programa
de Alimentos para la Paz del gobierno norteamericano. Los
investigadores descubrieron que, desde mediados de la década de
1980, los empleados de ADRA en Rwanda habían estado desviando
camiones enteros llenos de alimentos destinados para los pobres
y vendiéndolos y embolsándose el dinero, o cambiándolos por
"favores".
Un empleado de ADRA construyó una casa con
el dinero que ganó, dicen los informes. Otro abrió un
restaurante. Un tercero se compró una furgoneta. El auditor de
la iglesia, Vail, dijo que, aún después de que se le advirtió al
personal adventista en Rwanda de posibles abusos, construyeron
la segunda cancha de tenis, una acción que tenía todas las
apariencias de "un acto deliberado de desafío", dijo Vail en un
memorándum dirigido a sus superiores.
Otro funcionario de ADRA dijo en un memorándum interno que los
empleados retuvieron documentos y no dejaron que los vieran los
auditores de la iglesia hasta que "se les aplicó presión", dando
la impresión de "encubrimiento".
En 1989, los dirigentes de la iglesia
despidieron a más de dos docenas de empleados en Rwanda por
"mala conducta y desfalco". Los funcionarios norteamericanos
suspendieron el flujo de fondos del programa y exigieron la
devolución de $l.66 millones.
Pero, después de una oleada de acusaciones
mutuas sobre quién era responsable de los hechos, en 1993 las
autoridades norteamericanas desistieron de sus exigencias de
reembolso, y en su lugar requirieron que ADRA ayudara a
construir varias clínicas en África y donara $800.000 a
programas de desarrollo, dicen los archivos.
Durante un tiempo, las autoridades norteamericanas pensaron en
levantar cargos criminales contra el ministro que dirigía la
operación en Rwanda, pero llegaron a la conclusión de que no
había evidencia suficiente para establecer una culpabilidad
directa. Aunque el ministro fue despedido de su puesto, obtuvo,
por medio de un arreglo amigable con la iglesia, un estimado de
decenas de miles de dólares en beneficios que dijo se le debían.
"Personalmente, me sentí muy chasqueado de
que se hiciera un arreglo amigable con una persona de la cual se
decía tenía las manos metidas en algún chanchullo", dijo Stanton
Parker, antiguo director administrativo de riesgos de seguros de
la iglesia. En una iglesia que históricamente se ha esforzado
por mantener sus controversias ocultas al público, Parker dijo
que el arreglo "fue un intento de evitar la revelación.... Uno
toma el camino más fácil".
Resultó que los problemas de la iglesia de
Rwanda no terminaron calladamente, sino que se agravaron más
allá de cuestiones de canchas de tenis y dinero embolsado.
En 1994, un año después de que ADRA llegó a un arreglo amistoso
con el gobierno de los Estados Unidos, uno de los principales
ministros de la iglesia en Rwanda supuestamente participó en la
matanza de miles de tutsis étnicos después de que estalló la
guerra civil. La semana pasada, un juez norteamericano en Texas,
a donde huyó el ministro después de la guerra, ordenó que el
ministro se presentara ante un tribunal de las Naciones Unidas
para enfrentar cargos de genocidio.
Las víctimas habían llegado al recinto
cercado de la iglesia del ministro de 73 años de edad Elizaphan
Ntakirutimana buscando refugiarse del conflicto étnico. En vez
de eso, como dijo en una entrevista Don Gabrielle, fiscal
asistente de los Estados Unidos, se dice que el ministro los
inmovilizó a punta de pistola, guiando más tarde hacia ellos a
miembros asesinos de las milicias. El presidente de los
adventistas, Folkenberg, dijo que algunos miembros de la iglesia
arriesgaron sus vidas para defender a los tutsis. Pero otros,
admitió, posiblemente fueron demasiado "pasivos, y no
protegieron a los otros cristianos como debieron haberlo hecho".
Se cuestionan la contabilidad
y los gastos generales del grupo
En uno de los muchos escritos que forman
las bases del adventismo, la co-fundadora de la iglesia, Ellen
White, dijo: "Si la conciencia estuviera viva.... informaría
sobre el despilfarro del dinero del Señor, que debería haber
sido dedicado a su causa".
Más de 120 años más tarde, David Dennis alega que fue acusado de
acoso sexual y despedido de su puesto de auditor jefe de la
iglesia, que había ocupado por largo tiempo, cuando le tomó la
palabra a White.
El contador de Maryland, que ha presentado una demanda de
difamación contra la iglesia, dice que fue expulsado en 1994
después de reclamar repetidamente sobre potenciales abusos
financieros, incluyendo excesivos gastos generales y
extravagantes viajes a ultramar por parte de los empleados de
ADRA.
En su demanda, que está pendiente de
resolución, Dennis alega que los oficiales de la iglesia
presionaron a su personal para que se mantuvieran alejados de
las finanzas de ADRA . "Muchas, muchas veces, me
dijeron: 'Mira, Dave, esto no es asunto tuyo'".
Los oficiales adventistas niegan esto, y afirman que Dennis está
tratando de predominar en el tribunal desacreditando a la
iglesia con historias falsas. Pero por lo menos uno de los
argumentos de Dennis parece estar bien dirigido al blanco, de
acuerdo con revisiones gubernamentales e información federal
obtenida por The Los Angeles Times bajo las leyes de
revelación pública de información.
Según un análisis de información por
computadora efectuado por el Times, y publicado
en un informe de AID en 1997, la proporción de gastos generales
que reflejaban salarios, viajes, y otros gastos administrativos
subsidiados por el gobierno, ocupaba el segundo lugar entre los
diez mayores recipientes de apoyo norteamericano directo para
AID. La proporción de gastos generales de 11,1% del grupo se
encuentra justamente detrás de la de Pathfinder International,
un grupo de planificación familiar, y muy por encima del
promedio entre los 10, que es de 7,4%.
Aunque los oficiales de ADRA dicen que han
trabajado duro para mantener bajos sus gastos, los auditores
norteamericanos también han puesto en duda la contabilidad y los
gastos generales del grupo. Los registros federales revelan que,
según se descubrió en algunos casos, los documentos para
justificar el desembolso de millones de dólares norteamericanos
eran "o inadecuados o inexistentes". Cuando no se pudo rastrear
el dinero, los resultados fueron alarmantes algunas veces.
Desde 1994, los auditores del gobierno han
cuestionado casi $5 millones en facturas de ADRA por relaciones
públicas, recolección de fondos, y alquiler. En un caso, ADRA
facturó al gobierno norteamericano un reembolso parcial de
$920.000 por alquiler de las oficinas principales de la iglesia
en Maryland, aunque la iglesia dijo que había donado el espacio.
Y esto ocurría después de que, sólo un año antes, los auditores
habían advertido que tales facturaciones no eran permitidas.
El administrador anterior de ADRA, Floyd
Murdock, describe las prácticas contables de ADRA, en el mejor
de los casos, como "creativas". Menos caritativamente, también
las describe como "escurridizas". Murdock, director de
planificación de ADRA hasta 1995, dijo que, aunque las
intenciones del grupo son generalmente nobles, la agencia
algunas veces engañó a varios gobiernos para acumular tanto
dinero como fuera posible.
Por ejemplo, dijo Murdock, ADRA solicitaba fondos de dos países
para el mismo proyecto. Si ambos países efectuaban el
desembolso, el grupo doblaba el tamaño del proyecto, en vez de
devolver uno de los desembolsos para que fuera usado por otros
programas para los necesitados.
En algunas ocasiones, los funcionarios
federales rechazaron las solicitudes de reembolso de ADRA por
impropias, permitiendo que el grupo presentara cifras revisadas.
Otras veces, ADRA presentaba más tarde la documentación que
faltaba para justificar gastos cuestionables.
"Cualquier agencia que opere en un país en desarrollo
se enfrenta a toda clase de desafíos para llevar a cabo sus
operaciones [fiscales y administrativas]", dijo Mario Ochoa,
vice presidente ejecutivo de ADRA.
Pero, en general, dijo, "estamos haciendo... un excelente
trabajo en todas partes".
La línea de separación entre
la ayuda humanitaria y la religión es borrosa
El crecimiento de la operación de ayuda
humanitaria de los Adventistas ha sido paralela con el
surgimiento de la iglesia como una de las denominaciones de más
rápido crecimiento en el mundo, con aproximadamente 9 millones
de miembros fuera de los Estados Unidos, un testimonio de su
agresiva obra misionera.
Se supone que la obra humanitaria y la de
proselitismo de la iglesia deben permanecer separadas entre sí
porque los Estados Unidos y otros países prohiben el uso del
dinero de sus gobiernos para propósitos religiosos. Los
oficiales de ADRA sostienen que respetan esta división
rigurosamente, asegurando que, cuando se trata de los esfuerzos
humanitarios de la iglesia con fondos del gobierno y su brazo
misionero formal, conocido como la Misión Global, no hay
cooperación.
"Hablando operacionalmente, creo que podría
decir [que no hay] ninguna", dijo Ochoa. "Son dos tipos de
entidades completamente diferentes. Tenemos misiones totalmente
diferentes. Nadie ha confundido nunca a La Misión Global con
ADRA".
Pero las entrevistas y los registros revelan que la línea de
separación se ha hecho borrosa algunas veces. El plan
estratégico de 10 años de la iglesia, desarrollado en 1996,
llama a ADRA "un ministerio de buena fe de Jesucristo y
la Iglesia Adventista del Séptimo Día". Declara que su obra
"proporciona una estrategia para alcanzar a las personas que
hasta ahora no habían sido alcanzadas por otras instituciones de
la iglesia. La misión de la iglesia es incompleta sin el
ministerio distintivo de ADRA".
El sociólogo adventista Lawson dice que el
propósito de la iglesia puede quizás verse mejor a través del
candor de un obrero humanitario que él conoció en África, que le
dijo en confianza: "Si voy a construir un camino, voy a hacer
que pase por el frente de una iglesia adventista". La misma
interconexión se ha aplicado a varias clínicas alrededor del
mundo construídas por la Misión Global, según Donald Folkenberg,
hermano del presidente de la iglesia. Las clínicas le fueron
entregadas a ADRA para que las manejara.
El arreglo obedece "la letra de la ley.
Ellos no está allí para hacer proselitismo", dijo Folkenberg,
uno de los principales dirigentes de la Misión Global.
Reconoció, sin embargo, que el efecto ha sido el de elevar el
perfil de la denominación con respecto a residentes locales
cuyas vidas han sido mejoradas a través de las clínicas. "Esta
es una manera de mostrar cuál es el propósito de la iglesia",
dijo. "Difundir el cristianismo y el adventismo". En efecto, Hal
Butler, anterior administrador de la Misión Global, dijo que los
funcionarios de su agencia y de ADRA se reunían algunas veces
para planear potenciales projectos conjuntos. "Conversábamos de
países donde un esfuerzo cooperativo podría funcionar", dijo
Butler, director de planeación de la Misión Global hasta 1995.
"Si ADRA entrara allí primero y estableciera algún programa de
salud o lo que fuera para echar a andar las cosas, nosotros
podríamos entrar más tarde".
Los adventistas reconocen la necesidad de
separar la obra humanitaria de la misionera, dijo Butler, pero
"no hay duda" de que la línea de separación algunas veces es
borrosa. "A veces, es muy difícil separar las dos",
especialmente cuando los miembros de iglesia van a trabajar para
ADRA y se vuelven "excesivamente celosos al tratar de traer
personas al cristianismo", dijo.
Aún cuando los fondos del gobierno
norteamericano y ADRA no están involucrados, la iglesia ha
jugado con las leyes que prohiben los esfuerzos de conversión.
En Katmandu, el pastor Deepe Thapa dijo que su grupo de la
iglesia adventista, que está separado de ADRA, está
registrado con el gobierno nepalés como una agencia de bienestar
social, y como tal va a los poblados a hablar acerca de higiene
y buenos hábitos alimenticios, y, si los pobladores están
interesados, propagar la Biblia". "Si dijéramos: 'Somos
Adventistas del Séptimo Día y queremos difundir el evangelio'",
dijo Thapa, "el gobierno no lo permitiría. Tenemos que entrar de
manera indirecta. Puede que sea correcto, puede que no".
En Nepal, un estado predominantemente hindú
que permite la práctica de diferentes fes pero prohibe esfuerzos
de conversión, la preocupación ha alcanzado tal nivel sensitivo
que ADRA recientemente suspendió algunas de sus operaciones allí
después de que se dijo que estaba haciendo proselitismo ilegal.
La operación de ADRA en Nepal ha sido criticada por activistas
locales que argumentan que las raíces culturales del país están
siendo puestas en peligro por los trabajadores humanitarios
adventistas que están usando alimentos, servicios médicos, y
escuelas para atraer nuevos miembros. "Somos un pueblo pobre,
inculto, y hambriento, y ADRA está haciendo proselitismo con
atractivos", dijo Jogendra Jha, secretario general de la
Federación Mundial Hindú. "Ofrecen servicios educativos y de
salud, pero luego inician conversiones ofreciendo mejor
tratamiento [a la gente] si aceptan el cristianismo".
Después de una investigación, las
autoridades nepalesas advirtieron en agosto pasado que los
adventistas parecían estar violando la ley tratando de convertir
"al dócil pueblo nepalés de la aldea", como dijo un funcionario
de salud. Después de un cambio en la administración, sin
embargo, los funcionarios nepaleses han dado pie atrás en cuanto
a esa posición. Los funcionarios norteamericanos allí dicen que
están "completamente satisfechos" con el rendimiento de ADRA, y
hace poco acordaron para el grupo un nueva concesión de $1,8
millones para la supervivencia de los niños.
Aún así, ADRA ha accedido a romper sus
lazos con una escuela que ella ayudó a construir y un programa
de grabaciones para la educación sanitaria que estaba
desarrollando, y que los oponentes habían acusado de difundir
material religioso, dijeron los funcionarios. Según ADRA, el
retiro era "una prenda de buena fe".
Aunque el rápido crecimiento de la iglesia
en ultramar es motivo de orgullo para la jerarquía adventista,
es considerado con inquietud, hasta con desdén, por algunos
miembros antiguos en los Estados Unidos. Algunos se quejan de
que las arcas de la iglesia están siendo vaciadas para sostener
a los hermanos más pobres en el extranjero. Además, afirman que
las reformas, como la ordenación de mujeres, han sido estorbadas
a causa de las inclinaciones más conservadoras y el número mucho
mayor de congregantes extranjeros.
Miembros disgustados aquí se quejan también
de que los dirigentes adventistas en las oficinas principales de
Maryland han avergonzado a la iglesia al no ejercer un liderazgo
fuerte cuando las congregaciones de ultramar se han apartado de
los principios de la religión. Etiopía es un excelente ejemplo
de esto, arguyen. Los adventistas allí se han vuelto el uno
contra el otro en una encarnizada lucha por el poder, forzando
el cierre de una de las iglesias más grandes del país. Se nombró
un nuevo presidente a finales de 1966 para dirigir a los 120.000
adventistas etíopes, pero los opositores declararon la elección
una farsa. Hubo manifestaciones a gran escala en la iglesia
principal de Addis Ababa. Los protestadores ahogaron los
servicios cantando a todo pulmón.Ha habido docenas de personas
arrestadas y se informa que ha habido violencia entre
adventistas que se oponían los unos a los otros.
Los protestadores dicen que han estado
particularmente preocupados por la falta de intervención de los
ejecutivos adventistas de Maryland. Pero el enlace de la
iglesia, Maurice Battle, dijo que los dirigentes adventistas
temen "minar" la autoridad etíope. Por el momento, el portón de
la iglesia de Addis Ababa permanece con un candado. "Se supone
que somos amantes de la paz," dijo Battle. "¿No hemos sido
capaces de entronizar en nuestras vidas los principios de
Jesús?"
Arriba
Iglesia
Adventista
Index