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¿DEBE DIEZMAR EL CRISTIANO?

Jerry Martin

Tomado del foro de debates
 
alt.religion.christian.adventist



Ciertas organizaciones religiosas, como por ejemplo, los adventistas, los mormones, etc., insisten en gravar a sus miembros con un décimo (o el diezmo) de su ingreso anual con el propósito de sostener sus respectivos sistemas eclesiásticos. Se les dice que tal exigencia está de acuerdo con la ley del diezmo dada al antiguo Israel. La primera mención del diezmo en la Biblia se encuentra en Génesis 14:20, donde dice que el patriarca Abraham entregó a Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, el diezmo del botín obtenido después de la victoria en una batalla en particular. Puesto que Cristo habría de ser sacerdote según el orden de Melquisedec, y puesto que en Hebreos el apóstol Pablo relata este incidente y muestra la superioridad del sacerdocio de Melquisedec sobre el sacerdocio levítico, algunas personas han llegado a la conclusión de que los cristianos deben entregar diezmos semanales, mensuales, o anuales al Melquisedec mayor, Cristo Jesús. (Heb. 7:1-12). Llegar a esta conclusión es pasar por alto algunos hechos muy importantes, a saber, que hay sólo una ocasión registrada en la que Abraham entregó el diezmo. Esto indica que ésta no era su costumbre, y que él no estableció un sistema de diezmo para sus descendientes. El hecho de que su nieto Jacob voluntariamente hizo un voto especial de entregar el diezmo bajo ciertas condiciones prueba que ellos no acostumbraban diezmar. (Gén. 28:22).

En el desarrollo de la ley dada en el Monte Sinaí, se tomaban diezmos sobre la tierra, los árboles frutales, y las manadas y los rebaños, para el sostenimiento de los levitas, porque éstos no tenían herencia en la tierra en común con las otras tribus. (Lev. 27:30-33; Núm. 18:21-32). De este fondo, también se tomaban ciertas porciones para aliviar las necesidades de los extranjeros, los huérfanos, y las viudas. Parece que la ayuda a los pobres debía venir especialmente de los diezmos del tercer año. Por dos años, el diezmo debía ser llevado al tabernáculo, o al templo en Jerusalén, pero al tercer año el diezmo de ese año debía ser entregado directamente en las aldeas locales, y puesto a disposición, no sólo de los levitas, sino también de los "extranjeros, los huérfanos, y las viudas". (Deut. 12:5-7, 11, 12, 17-19; 14:22-29; 26:12-14).

Sin embargo, bajo el opresivo gobierno de los egoístas y malvados reyes de Israel, el diezmo, o se descuidó o se malversó y, como resultado, la nación no tuvo la bendición de Dios. (Mal. 3:8-11; 1 Sam. 8:10-18). Durante su reinado, el buen rey Ezequías restauró los diezmos para el servicio del santuario. Y nuevamente, después de que los judíos regresaron del cautiverio en Babilonia, Nehemías también puso orden en esto de los diezmos. (2 Crón. 31:4-6; Neh. 10:34-39); 12:44; 13:5,12). Luego vino Jesús y, con él, el momento del fin del antiguo pacto de la ley. Nacido bajo esa ley, mientras todavía estaba en vigor, Jesús defendió y cumplió todas y cada una de sus disposiciones, incluyendo el diezmo. Sin embargo, su única alabanza del diezmo fue una especie de indirecta dirigida a los religionistas formalistas e hipócritas que, sin embargo, entregaban sus diezmos. (Mat. 23:23, versión NW originalmente en inglés).

LA LEY CON LA ORDENANZA DEL DIEZMO
HA SIDO QUITADA

Por mucho que uno busque, no encontrará en ninguna parte de la Biblia que Jesús recomendara o alabara el diezmo a sus seguidores. Cuando Jesús envió a los apóstoles y discípulos a hacer obra misionera de casa en casa y de ciudad en ciudad, hasta lo último de la tierra, no hizo ninguna provisión para su sostenimiento por medio del diezmo. (Mat. 10:1-42; 28:19, 20; Luc. 9:1-10; 10:1-17; Hech. 1:8). Jesús vino a cumplir y a ponerle fin al pacto de la ley y a todas sus ordenanzas clavándolas en la cruz, y al mismo tiempo, su sangre derramada puso en operación un nuevo pacto con mejores disposiciones. (Col. 2:14-16). Bajo este nuevo sistema, los cristianos están bajo nuevos mandamientos que se resumen en el amor completo o total. Por lo tanto, los cristianos deben consagrar, no la décima parte, sino todo lo que poseen, al servicio de Dios y el alivio de las necesidades de los extranjeros de buena voluntad que viven entre ellos. (Mat. 22:36-40). Recordemos cómo Jesús alabó a la viuda pobre que dio dos pequeñas monedas, cuyo valor era como de un cuarto de centavo. No una mera décima parte, sino "todo lo que poseía, todo su sustento". (Mar. 12:41-44). El mismo principio es enfatizado en las parábolas de Jesús, en las cuales un hombre, habiendo encontrado un "tesoro escondido en un campo", vendió todo, no una décima parte, y compró el campo. Y nuevamente, recordemos cómo el mercader que buscaba perlas encontró una de gran valor, y vendió todo para comprarla. (Mat. 13:44-46). Cuando Jesús le dijo al joven rico -- que había guardado todas las leyes de Moisés (incluyendo el diezmo) -- que vendiera los otros nueve décimos de su riqueza para ayudar a los pobres y que luego siguiera a Jesús para que tuviera verdadero tesoro en el cielo, no estaba abogando por el diezmo. (Mat. 19:20-22). ¡Verdaderamente, los cristianos están bajo una ley superior!

Hay mucha gente que, después de dar un décimo de sus ingresos, podrían comer opíparamente todos los días, satisfaciendo cado uno de sus caprichos, y viviendo con todo lujo y en toda abundancia. ¿Cómo podrían estas personas cumplir la ley de Cristo o sacrificarse? En vez de ser semejantes a Cristo, serían como los fariseos. Los fariseos eran exactos -- ¡vaya si eran exactos! -- en diezmar las más pequeñas de las semillas (menta, eneldo, comino); pero ¡cuán egoístas eran y cuán alejados del Señor estaban sus corazones! "¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y tragáis el camello!" (Mat. 15:6-9; 23:23,24). En el hombre que ha caído bajo la influencia de Satanás, hay siempre la tendencia a sustituir el espíritu y la espiritualidad con formas y formalismos, los principios con las reglas. Es mucho más fácil conformar la conducta a las reglas que permitir a los principios gobernar la vida entera. Las reglas son para los niños; los principios son para los hombres y las mujeres maduros en el crecimiento cristiano.

EL DIEZMO, DESCONOCIDO
EN LA IGLESIA PRIMITIVA

Después de que Jesús ascendió al cielo, ¿vemos a los apóstoles recomendando el diezmo entre los cristianos? ¡No, en absoluto! Pablo, a quien se le confió el cuidado de todas las congregaciones (2 Cor. 11:28), dijo que las disposiciones y ordenanzas de la ley mosaica eran solamente "sombra de las cosas celestiales", de "las buenas cosas que han de venir", y que, por lo tanto, no eran la sustancia misma de las cosas espirituales. "Nadie os juzgue" en relación con la ley invalidada. Los cristianos tienen que ver con la sustancia, no con la sombra. (Heb. 8:5; 10:1; Col. 2:12-17).

Los cristianos no sostienen ningún sacerdocio levítico. Ninguna "clase sacerdotal", para los cuales haya que recoger diezmos, existe entre los cristianos. "Todos sois hermanos". (Mat. 23:8-11). Por lo tanto, aquéllos a quienes se les ha encomendado la supervisión de las congregaciones cristianas son esclavos no pagados, no personas asalariadas, no amadores del dinero ni codiciosos de ganancias egoístas. (Juan 10:13; 13:15,16; Heb. 13:5, 1 Ped. 2:16; 5:1-4). Esta es la razón por la que Pablo, el supervisor, en vez de recoger diezmos para su propio sostenimiento, trabajaba con sus propias manos fabricando tiendas. (Hech. 18:3; 1 Cor. 4:12; 1 Tes. 2:9). Al demostrar su amor a Dios y a otros cristianos, los cristianos de aquellos tiempos hacían contribuciones voluntarias para los necesitados. No establecieron ningún opresivo sistema de diezmos. (Hech. 11:29,30; Rom. 15:26; 1 Cor. 16:1,2; 2 Cor. 9:1-7; Gál. 2:10).

Desconocido en la iglesia primitiva, el diezmo no fue introducido sino hasta cuando los lobos habían entrado y echado a perder la pureza sencilla de la grey cristiana. (Mat. 7:15; Hech. 20:29,30; Rom. 16:17,18; 2 Ped. 2:1,3). A su vez, la apostasía engendró una opresiva y costosa jerarquía de obispos, arzobispos, primados, papas, etc., todos los cuales impusieron pesadas cargas financieras sobre la cabeza del pueblo. Los ingresos para sostener esta clase de zánganos debían obtenerse a como diera lugar y así, en el año 567, el Concilio de Tours declaró el diezmo obligatorio. En el año 585, el segundo Concilio de Macon declaró la entrega del diezmo obligatoria so pena de excomunión. Carlomagno, que había sido coronado por el Papa, hizo cumplir el pago del diezmo por todo el "Sacro Imperio Romano" y en países como Francia, la Iglesia Católica Romana continuó recogiendo el diezmo hasta la Revolución en 1790.

Varias denominaciones protestantes, aunque no insisten en el pago del diezmo so pena de muerte, y aunque no afirman que toda la ley judía es de obediencia obligatoria para ellas, ciertamente dan la impresión de creer que la ley mosaica del diezmo todavía es válida para los cristianos. Estas denominaciones señalan a Abraham y Jacob, que precedieron a la ley mosaica. Mediante este arbitrio, centenares de miles de dólares fluyen anualmente a las cajas fuertes de los adventistas y los mormones. El diezmo es a menudo el tema principal y el tema que los mormones machacan hasta la saciedad en sus conferencias anuales. Como los antiguos fariseos, "atan cargas pesadas y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas". (Mat. 23:4). A los clérigos que reciben los diezmos hoy en día se les puede preguntar: ¿Pagan Uds. diezmos de sus ingresos para lo que Uds. consideran la causa de Dios? Los levitas entregaban el diezmo de los diezmos que recibían. ¿Reciben Uds. todos los diezmos para Uds. o para la obra de la iglesia? Los levitas no se quedaban con todo el diezmo. ¿Cuidan Uds. de los pobres en su congregación usando los diezmos que Uds. reciben, como se hacía en Israel?

Los adventistas tratan de justificar el diezmo con una andanada de pasajes bíblicos mal aplicados. Citan Proverbios 3:9: "Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos". Pero este pasaje no dice nada acerca de honrar a Dios sólo con el diez por ciento. Los cristianos deben consagrar todo, y, poniendo los intereses del Señor primero en sus vidas, darle a Él lo mejor, "las primicias". El citar Salmos 24:1 y Sal. 50:10,11 y Hag. 2:8, etc., como hacen los adventistas, en manera alguna sostiene su endeble argumento en favor del diezmo. Engañosamente, citan 1 Cor. 9:11,13,14 en su libro Bible Readings for the Home Circle (Lecturas bíblicas para el círculo familiar), edición de 1921, pp. 657, y 658. Lea el versículo que dejaron fuera, vers. 12, y verá que Pablo no estaba argumentando en favor de que la congregación lo sostuviera, sino que era mejor sostenerse a sí mismo.

Que los adventistas expliquen este dilema: Declaran que la ley del pacto con Israel consistía de dos partes, los Diez Mandamientos escritos en piedra, y la ley ceremonial dictada por Moisés más tarde. Dicen que esta última parte, los ritos y ordenanzas ceremoniales, es la parte eliminada por Cristo. Bien, entonces, ¿cómo es que cacarean tanto acerca de obedecer la ley del diezmo, siendo que no es parte del Decálogo, sino de las ordenanzas añadidas? ¡Están refutados, inclusive por medio de su erróneo dogmatismo! Los cristianos, imbuídos del espíritu de adopción, son hijos de Dios, y como hijos, están bajo el nuevo pacto, y ofrecen su todo al Señor. (Rom. 8:14-17; 12:1). Así, los cristianos son hechos mayordomos de la casa, y deben dispensar su tiempo, talentos, y riqueza material de acuerdo con la perfecta ley del amor a Dios. Por lo tanto, que piensen los adventistas, no en términos de diezmos, sino en la totalidad de la experiencia cristiana, para que puedan entrar en las moradas eternas por medio de sus amigos verdaderos, Jehová Dios y su Hijo Cristo Jesús. (Luc. 16:9).

Paz

Jerry Martin

(Nota del traductor: A continuación, veremos preguntas en relación con los diezmos, formuladas por TW, y las respuestas de Kim Tame, y que fueron publicadas en Internet como parte del mismo despacho de Jerry Martin. En todo caso, cada uno responde por su propia posición u opinión.)

TW: Tengo una pregunta para el grupo en relación con el diezmo y el diezmar. ¿Dónde dice que nosotros debemos o tenemos la obligación de dar a la iglesia un porcentaje de nuestros ingresos, y cuánto deberíamos dar?

KT: Los miembros de la iglesia primitiva compartían todo, o hasta donde estaban dispuestos a compartir. Lea los primeros capítulos del libro de Hechos. La idea del diezmo viene del Antiguo Testamento y, aunque a menudo se dice que el 10% constituía el diezmo normal, esto no está claro. También se mncionan diezmos del 20%. El algunas fiestas, el diezmo tomaba la forma de alimento que los adoradores comían ellos mismos en una comida comunal. Levítico y Deuteronomio le darán una serie de referencias contradictorias. Esto parece que se había estabilizado en el 10% como norma para el tiempo en que Jesús apareció.

TW: ¿Cuánto de nuestro dinero e ingresos son nuestros y cuánto es de Dios?

KT: Todo lo que Ud. tiene y todo lo que Ud. es viene de Dios.

TW: ¿Tenemos que dar dinero o podemos dar nuestro servicio?

KT: Originalmente, los diezmos consistían de alimento -- animales, cosechas, frutos, etc. Por supuesto, esto era así en una sociedad basada en el trueque. En el presente, a la mayoría de nosotros se nos paga con dinero. Algunos de nosotros no tenemos mucho dinero, pero el diezmo en términos de tiempo, regalos, y talento es igualmente valioso. Personalmente, yo creo que Dios preferiría tener su tiempo antes que su dinero. (¡Pero no deje de dar dinero!). He oído de una iglesia (RC) que le pidió a cada familia un diezmo en tiempo -- 16 horas semanales por familia.

TW: ¿Quién recibe este dinero y qué hacen con él?

KT: Depende de a quiénes les da Ud. el dinero. Las iglesias utilizan el dinero para pagar a los ministros y pastores, reparar el techo de la iglesia, mejorar los servicios sanitarios, reponer las sillas y los himnarios viejos, redecorar la iglesia, instalar una extensión, comprar libros para la Escuela Dominical y las clases bíblicas, etc. También se usa dinero directamente para sostener las instalaciones de la igelsia, escuelas de iglesia, misiones de ultramar, esfuerzos evangelísticos locales, etc. La mayoría de las denominaciones tienen un fondo central para la preparación de ministros, el funcionamiento de oficinas centrales, la producción de literatura denominacional, etc. Además, las iglesias individuales dentro de una denominación deben contribuir a estas actividades con su propia cuota. Algunos miembros de iglesia, cuyos ingresos les permiten vivir con holgura, dividen sus diezmos entre su iglesia y la ayuda caritativa a los pobres. Algunos dicen que los diezmos deben ser puramente para la iglesia, y que la ayuda a los pobres debe tener prioridad.

Kim


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