DE LA
CONTROVERSIA A LA CRISIS:
UNA EVALUACIÓN ACTUALIZADA
DEL ADVENTISMO DEL SÉPTIMO DÍA
Por Kenneth R. Samples
Traducido del Christian
Research Institute Journal, Verano de 1988,
Vol. 11, Número 1,
página 9
Copyright© 1994
Christian Research Institute
Desde sus comienzos a mediados del siglo diecinueve, el
adventismo del séptimo día (ASD) ha continuado siendo
extremadamente polémico entre los cristianos evangélicos
(definiéndose el evangelismo como un movimiento en el moderno
cristianismo protestante que enfatiza la conformidad con la
teología ortodoxa, el evangelismo, y, particularmente, el nuevo
nacimiento). De hecho, había algo de consenso entre los eruditos
evangélicos en el sentido de que el ASD era poco más que una
secta no cristiana hasta la década de 1950, cuando Donald Grey
Barnhouse y Walter Martin iniciaron una abarcante evaluación de
la teología adventista. Después de miles de horas de
investigación y extensas reuniones con oficiales adventistas,
Barnhouse y Martin llegaron a la conclusión de que el ASD
no era una secta anti-cristiana, sino más bien una denominación
cristiana algo heterodoxa (es decir, que se apartaba de la
doctrina aceptada).
Gradualmente, el clima de la opinión
evangélica comenzó a cambiar a favor de la posición de Barnhouse
y Martin, aunque hubo siempre muchas opiniones disidentes. Al
comenzar la década de 1960, sin embargo, el ASD disfrutaba de
una franqueza sin precedentes con el protestantismo evangélico.
Irónicamente, esta franqueza también hizo surgir algunos puntos
en disputa muy difíciles, pues ciertas enseñanzas claves del ASD
tradicional fueron puestas en tela de juicio dentro de la
denominación.
Para mediados de la década de 1970, habían
surgido en el ASD dos tendencias claramente diferenciadas: El
adventismo tradicional, que defendía muchas de las posiciones
adventistas de antes de 1950, y el adventismo evangélico, que
enfatizaba el modo en que la Reforma entendía la justificación
por la fe. Esta controversia pronto dio lugar a una verdadera
crisis interna que fragmentó severamente a la denominación. Para
principios de la década de 1980, una severa disciplina
denominacional contra ciertos dirigentes adventistas evangélicos
dejó desilusionados a muchos adventistas.
Estos acontecimientos han llevado a cierto
número de evangélicos a preguntarse si los ASD deberían
continuar siendo considerados como evangélicos. El propósito de
este artículo es resolver directamente esta pregunta mientras
examinamos los controvertidos diálogos evangélicos/ASD de la
década de 1950, así como seguir el rastro de los puntos
doctrinales en disputa que han contribuído a la crisis de
identidad del adventismo.
Los diálogos evangélicos/ASD
de la década de 1950
Incluídos entre los
evangélicos que en la década de 1950 consideraban al ASD una
secta no cristiana había eruditos tan capacitados como Louis
Talbot, M. R. DeHann, Anthony Hoekema, J. K. Van Baalen, John
Gerstner, y Harold Lindsell. (1) Walter Martin, a la sazón
director de apologética de sectas para la Zondervan Publishing
Company, ha clasificado a los ASD como secta en su libro The Rise of the Cults [El
surgimiento de las sectas]. Y Donald Grey Barnhouse, erudito
bíblico y fundador y editor de la revista Eternity [Eternidad],
conocido en todo el país, había escrito críticamente sobre la
teología ASD. Habiéndose encontrado con algunos fanáticos ASD
anteriormente en su vida, Barnhouse consideraba al
evangelicalismo y al adventismo mutuamente excluyentes.
Irónicamente, el
primer contacto de Barnhouse con dirigentes adventistas
ocurrió cuando T. Edgar Unruh, ministro y administrador ASD,
le escribió felicitándolo por varias conferencias que había
presentado sobre el tema de la justificación por la fe. A
Barnhouse le causó perplejidad el hecho de que un adventista,
que mentalmente aceptaba la justificación por las obras, lo
felicitara por predicar el evangelio de la Reforma. Aunque
todavía muy suspicaz, Barnhouse sugirió que los dos hombres
conversaran más en relación con la doctrina adventista.
Varios años más
tarde, Barnhouse mencionó el nombre de Unruh a Walter Martin,
y le encargó la tarea de investigar exhaustivamente al ASD
para Eternity.
Martin le habló a Unruh acerca de que éste le hiciera llegar
materiales representativos de su teología, y de una
oportunidad para entrevistar a ciertos dirigentes adventistas.
Unruh le proporcionó a Martin la documentación que éste
buscaba, e hizo arreglos para que visitara las oficinas
principales de la Conferencia General, que a la sazón estaban
situadas en Takoma Park, Maryland. La Conferencia General, que
es el cuerpo gobernador de los ASD, recibió cálidamente a
Martin y se mostró muy dispuesta a cooperar proporcionándole
materiales básicos originales. Con la bendición de R. R.
Figuhr, presidente de la Conferencia General, Unruh hizo
arreglos para una conferencia formal entre Martin y varios
dirigentes adventistas.
Martin había pedido
específicamente hablar con Leroy E. Froom, el principal
historiador y apologista del adventismo. Froom, autor de
libros tan bien conocidos como Prophetic Faith of Our Fathers [La fe
profética de nuestros padres] y Movement of Destiny [Movimiento con
destino], pidió que participaran otros dos dirigentes
adventistas: W. E. Read, Secretario de Campaña de la
Conferencia General, y Roy Allan Anderson, Secretario de la
Asociación Ministerial de la Conferencia General y editor de
la revista Ministry.
A estos hombres se les unió T. E. Unruh, que actuaba como
moderador. Un asociado de Walter Martin, George Cannon,
profesor de griego en el Nyack Missionary College, ayudó a
Martin en su investigación durante esta histórica conferencia.
Cuando las reuniones se trasladaron a Pennsylvania más tarde,
Barnhouse también se convirtió en participante activo.
Preguntas y respuestas
El formato de la
conferencia consistió esencialmente en que los eruditos
adventistas contestaban las preguntas que les hacían los
evangélicos. Martin, en particular, hizo decenas de preguntas
que habían surgido de su estudio de las fuentes originales
adventistas. Uno de los primeros y principales puntos de
contención que los evangélicos presentaron fue la tremenda
cantidad de literatura adventista que claramente contradecía
otras declaraciones oficiales adventistas. Por ejemplo, junto
con declaraciones ortodoxas en relación con la persona, la
naturaleza, y la obra de Cristo, las publicaciones adventistas
también contenían otros artículos que abrazaban el arrianismo
(la posición de que Cristo era un ser creado), una naturaleza
pecaminosa de Cristo, una incompleta teoría de la expiación,
el galacianismo (salvación mediante la observancia de la ley),
y sectarismo extremo. Martin afirmó que él podía proporcionar
numerosas citas que eran inequívocamente heréticas. Los
eruditos adventistas se escandalizaron y se horrorizaron de
algunos de los documentos presentados.
A causa del fuerte
énfasis de los adventistas en una progresiva comprensión de la
Biblia, han estado renuentes a adoptar un credo formal. Aún su
declaración doctrinal conocida como las "27 creencias
fundamentales" permite cambios y revisiones. Históricamente,
esta falta de un credo formal, así como el énfasis en la
comprensión progresiva de la Biblia, ha dado lugar a un amplio
espectro de interpretación doctrinal entre los adventistas. En
la década de 1950, igual que hoy día, esta tolerancia de
posiciones divergentes y a veces heréticas ha perjudicado la
unidad y la solidez de su denominación. Este era un punto
crítico para los evangélicos, que no podían esperar
representar con precisión la posición del adventismo ante el
mundo evangélico si los adventistas mismos carecían de
consenso en cuanto a esas posiciones.
Durante la
conferencia de 1955-1956, Martin acusó a los adventistas de
hablar con doblez en el peor de los casos y no controlar sus
filas adecuadamente en el mejor de los casos. Los evangélicos
afirmaron que, si la Conferencia General permitía que herejías
como el arrianismo y el galacianismo continuaran en su filas,
los adventistas merecían el título de "secta". Para crédito
suyo, todos los eruditos adventistas presentes repudiaron las
posiciones mencionadas más arriba, y prometieron que las
enseñanzas aberrantes que difirieran con las expresas
doctrinas adventistas serían investigadas por la Conferencia
General. También afirmaron que la mayoría de estas doctrinas,
si no todas, no representaban la teología ASD, sino que
expresaban las opiniones de unos pocos que pertenecían a lo
que Froom describió como "los fanáticos".
¿Ortodoxia esencial?
Al progresar la
conferencia, los evangélicos quedaron más y más impresionados
tanto por la sinceridad como por la ortodoxia general de los
dirigentes adventistas. Ahora parecía que la estructura de la
teología ASD era esencialmente ortodoxa. El adventismo
afirmaba la inspiración de las Escrituras, la doctrina
cristiana de la Trinidad, y la deidad, el nacimiento virginal,
la expiación vicaria, la resurrección corporal, y el segundo
advenimiento de Cristo. (2) Martin, que había escrito
extensamente sobre el tema de los cultos en los Estados
Unidos, reconoció inmediatamente que ésta no era la
declaración doctrinal de una secta típica. Comenzó a creer que
el adventismo del séptimo día, por lo menos como estos hombres
lo representaban, había sido muy mal entendido por el
cristianismo evangélico.
Aunque Martin quedó
impresionado con el compromiso de los adventistas con los
elementos esenciales de la fe, todavía había cierto número de
doctrinas adventistas distintivas que por mucho tiempo habían
impedido que se les aceptara como hermanos cristianos. La
mayoría de los eruditos evangélicos que habían escrito
negativamente sobre los adventistas centraban sus críticas
sobre estas pocas doctrinas distintivas, que ellos creían
socavaban cualquier ortodoxia que el adventismo pudiera tener.
Martin, que estaba decidido a entender al adventismo con
exactitud, solicitó una explicación completa de estas
peculiares creencias.
¿Heterodoxia o herejía?
Como estas doctrinas
controvertidas expresan la singularidad de la teología
adventista, y como alcanzar un entendimiento en relación con
ellas era importante para la evaluación de Barnhouse y Martin,
es necesario que las discutamos brevemente. Por desgracia, las
limitaciones de espacio no permiten que las tratemos en
profundidad, así que discutiremos tres de los distintivos que
han sido uente principal de malos entendidos. (3) La
Conferencia Evangélica/ASD reveló que la teología adventista
difería de la corriente principal del cristianismo en los
siguientes tres puntos en controversia: El sábado, la
autoridad de Ellen G. White, la figura principal de la secta,
y la doctrina del "juicio investigador".
Sabadismo. El adventismo enseña que la observancia
del séptimo día sábado, como memorial perpetuo de la creación,
es obligatoria para todos los cristianos como distintivo de
una "verdadera obediencia" al Señor. Sin embargo, a diferencia
de algunos adventistas extremistas, los eruditos adventistas
en la conferencia afirmaron que la observancia del sábado no
procuraba la salvación, y que los cristianos no adventistas
que observaban el domingo de buena fe no estaban excluídos del
cuerpo de Cristo.
Aunque la observancia
del sábado nunca ha sido la posición oficial del cristianismo
histórico, los evangélicos llegaron a la conclusión de que
guardar o no guardar el sábado era permisible dentro del
contexto de Romanos 14:5-6. Otras denominaciones cristianas,
como los bautistas del séptimo día, habían tomado esta
posición también. Los evangélicos discreparon enérgicamente
con la conclusión de los adventistas en relación con el
sábado, pero no vieron esto como un punto en disputa que los
dividiera.
Ellen G. White y
el espíritu de profecía. El desarrollo y la existencia
misma del adventismo son literalmente incomprensibles sin
Ellen White y sus voluminosos escritos. Ningún dirigente o
teólogo cristiano ha ejercido una influencia tan grande sobre
una denominación en particular como Ellen White la ha ejercido
sobre el adventismo. A lo largo de su vida, a la Sra. White se
le atribuye el haber escrito más de 46 libros, totalizando
aproximadamente 25 millones de palabras, que abordaban
virtualmente cada una de las áreas de las creencias y
prácticas adventistas.
El adventismo cree
que el don de profecía que se menciona en I Corintios 12 y 14
se manifestó de manera singular en la vida y los escritos de
Ellen White. Sus supuestas visiones y las palabras del Señor
fueron interpretadas como una característica identificadora y
calificadora de la iglesia remanente de Dios. A menudo, los
escritos de Ellen White se han descrito, como ella misma dijo,
como "una luz menor" que apunta a "la luz mayor" de las
Escrituras. (4)
Como el ASD
consideraba los escritos de Ellen White como "el consejo
inspirado de Dios", los evangélicos se preocuparon por la
relación entre sus escritos y la Biblia. La pregunta que se
les hizo a los eruditos adventistas fue: "¿Consideran los
Adventistas del Séptimo Día a los escritos de Ellen G. White
en un plano de igualdad con los escritos de la Biblia?" (5)
Los dirigentes adventistas dieron la siguiente respuesta:
- Que no consideramos a
los escritos de Ellen G. White como una adición al canon
sagrado de las Escrituras.
- Que no los consideramos
de aplicación universal, como lo es la Biblia, sino
particularmente para la iglesia adventista del séptimo día.
- Que no los consideramos
en el mismo sentido que las Sagradas Escrituras, las cuales
permanecen solas y únicas como el modelo por el cual han de
ser juzgados todos los otros escritos. (6)
Aunque los
evangélicos rechazaron abiertamente la posición adventista en
cuanto a los escritos de Ellen White, llegaron a la conclusión
de que, mientras sus escritos no fueran considerados 1) al
mismo nivel de las Escrituras, 2) infalibles, o 3) una prueba
de que se es cristiano, no era necesario que este punto fuera
causa de división.
La doctrina del santuario/juicio investigador. Quizás la más distintiva de todas las
creencias adventistas es la del santuario. Esta doctrina
resultó como una explicación del fracaso del movimiento
millerista en 1844. El ministro bautista William Miller
(1782-1849), usando la interpretación de día por año en
relación con Daniel 8:14, predijo que Cristo Jesús regresaría
literalmente a la tierra 2300 años después del comienzo de las
70 semanas de Daniel (Dan. 9:24-27), que él interpretó como el
espacio de tiempo transcurrido desde el año 457 a. C. hasta el
año 1843 d. C. Cuando pasó el año de 1843 sin ver el regreso
del Señor, el movimiento millerista hizo un pequeño ajuste y
declaró que el 22 de octubre de 1844 sería la fecha del
segundo advenimiento de Cristo. Cuando esta predicción también
falló, el movimiento millerista sufrió lo que se conoce
históricamente como "el gran desengaño" o "el gran chasco".
Para muchos, esto representó el fin del movimiento millerista,
pero, para unos pocos, acababa de comenzar.
Siguiendo los pasos
del gran desengaño, otro individuo, Hiram Edson, volvió a
examinar la profecía de Daniel 8:14 después de que
supuestamente recibiera una iluminadora visión sobre este
asunto en un maizal. Edson, quien, con la ayuda de O. R. L.
Crosier, llegó a la conclusión de que el error de Miller
consistía en la naturaleza del evento, más bien que en el
cálculo del tiempo. Miller había interpretado "la purificación
del santuario" (a la que se alude en Daniel 8:14) como una
profecía de que Cristo Jesús regresaría al "santuario
terrenal", esto es, a la tierra misma. A la luz de esta
visión, Edson llegó a creer que Cristo, en vez de regresar a
la tierra en 1844, en realidad entró por primera vez en el
segundo compartimiento del santuario celestial. Edson creía
que había un santuario celestial que había sido el modelo para
el santuario terrenal del Antiguo Testamento, completo con los
compartimientos dobles conocidos como el lugar santo y el
lugar santísimo. Según Edson, 1844 marcaba el comienzo de la
segunda fase de la obra expiatoria de Cristo.
La obra que Jesús
habría de llevar a cabo en el lugar santísimo se desarrolló
más tarde en la doctrina del juicio investigador. Los primeros
adventistas entendían que la obra expiatoria de Jesús se
llevaba a cabo en dos fases. Este ministerio de Cristo en dos
fases podría entenderse mejor como un antitipo de la obra de
los sacerdotes del Antiguo Testamento.
Bajo el antiguo
pacto, argumentaban, los deberes sacerdotales diarios se
limitaban a ofrecer sacrificios dentro del lugar santo (el perdón
de los pecados), pero una vez al año, en el día de la
expiación, el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo y
purificaba el santuario rociando sobre el propiciatorio la
sangre de un macho cabrío sacrificado (borramiento de
los pecados). Después de la purificación del santuario, los
pecados del pueblo eran puestos sobre un macho cabrío, que era
abandonado en el desierto.
Según el adventismo,
Jesús había estado perdonando el pecado desde su
muerte vicaria en la cruz; sin embargo, el 22 de octubre de
1844, Jesús inició su obra de borrar el pecado. Desde
su ascensión hasta 1844, Jesús había estado aplicando el
perdón comprado en la cruz en el primer compartimiento del
santuario, pero en 1844, entró al segundo compartimiento y
comenzó a investigar las vidas de los que habían recibido el
perdón para ver si eran dignos de recibir la vida eterna. Sólo
los que salieran aprobados en este juicio podrían estar
seguros de ser trasladados a la venida de Jesús. Esta
doctrina dio lugar a lo que más tarde se conoció como la
enseñanza de la perfección sin pecado (una perfecta
observancia de los mandamientos para encontrar aceptación en
el juicio). Después del juicio investigador, Cristo saldría
del santuario celestial y regresaría a la tierra trayendo a
cada uno su recompensa, e introduciendo el grande y terrible
día del Señor. Es 1844, y los eventos descritos más arriba, lo
que marca el comienzo del adventismo del séptimo día. Al
enterarse de esta peculiar doctrina, Barnhouse describió la
doctrina del santuario como nada más que un mecanismo para
salvar las apariencias, creado para disculpar el error
millerista. Los evangélicos repudiaron estas dos doctrinas
diciendo que no tenían apoyo bíblico. Sin embargo, para los
evangélicos permanecía válida la pregunta de si estas dos
doctrinas se interponían delante de una genuina membresía
cristiana. La preocupación principal era si estas doctrinas
minimizaban la obra expiatoria de Cristo, o la reducían a una
expiación incompleta. Después de una evaluación crítica, los
evangélicos llegaron a la conclusión de que esta doctrina del
juicio investigador "no constituye una barrera real contra la
membresía cristiana cuando se entiende en su significado
simbólico, y no en el sentido literalista extremo en el cual
lo establecieron algunos de los primeros escritores
adventistas". (7) Subrayaron que, en el pensamiento
contemporáneo de los Adventistas del Séptimo Día, esta
doctrina no implicaba una expiación dual o parcialmente
completada, sino más bien que la expiación una vez por todas
está siendo aplicada por Cristo como nuestro gran Sumo
Sacerdote en el cielo.
Por lo que concernía
a los evangélicos, las tres doctrinas, el sabadismo, la
autoridad de Ellen White, y el santuario/juicio investigador,
aunque erróneas, no impedían la comunidad entre los dos bandos
si se interpretaban correctamente.
Los evangélicos
discutieron y evaluaron otras doctrinas distintivas
adventistas, como la inmortalidad condicional, la aniquilación
de los impíos, la reforma pro salud, y el concepto de la
iglesia remanente. Su conclusión fue que, aunque estas
doctrinas estaban fuera de la corriente principal evangélica,
y en algunos casos sin ningún apoyo bíblico claro, la
explicación dada por estos eruditos adventistas no les
impediría ser genuinos seguidores de Jesús.
Después de evaluar
miles de páginas de documentos, y participar en extensas
sesiones de preguntas y respuestas con varios de los más
competentes eruditos del adventismo, Walter Martin, hablando
en nombre de los evangélicos, llegó a la conclusión de que el
adventismo del séptimo día "es esencialmente una denominación
cristiana, pero que, en la perspectiva general, su teología
debe ser considerada más heterodoxa que ortodoxa, y que en no
pocos casos sus prácticas podrían correctamente denominarse
divisorias". (8)
Secuela de la conferencia
La decisión de
reclasificar al adventismo como una denominación heterodoxa,
más bien que un culto no cristiano, fue muy controvertida.
Barnhouse y Martin recibieron considerables críticas dentro de
los círculos evangélicos. De hecho, después de que revelaron
sus hallazgos en varias ediciones de la revista Eternity, ¡el 25 por
ciento de los suscriptores retiraron sus suscripciones!
Este clima de opinión
comenzó a cambiar, sin embargo, con la emisión de la
publicación adventista Questions
on Doctrine [Preguntas sobre doctrina] (de aquí en
adelante QOD). (9)
Este volumen resultó directamente de las sesiones de
preguntas y respuestas con los evangélicos, contribuyendo
ambos bandos con las palabras precisas de las preguntas. El
propósito expreso de este libro era clarificar la doctrina
adventista mostrando las áreas de creencias comunes y las de
claras diferencias con el evangelismo. Los eruditos
adventistas que redactaron QOD
subrayaron el hecho de que este libro no era una nueva
declaración de fe, sino más bien una explicación de los
principales aspectos de las creencias adventistas.
Para garantizar que
este volumen representara verdaderamente la teología
adventista y no la opinión de de unos pocos miembros selectos,
el manuscrito sin publicar fue enviado a 250 dirigentes
adventistas para que lo revisaran. Al recibir sólo críticas de
menor cuantía, el manuscrito de 720 páginas fue aceptado por
el comité de la Conferencia General y publicado por la Review
and Herald Publishing Association en 1957. Aunque en años
recientes este volumen se ha convertido en fuente de
controversia dentro del adventismo, es interesante observar
que R. R. Figuhr dijo más tarde que él consideraba a QOD el
logro más significativo de su presidencia. (10)
Varios años más
tarde, en 1960, el libro de Martin The Truth About Seventh-day Adventism [La
verdad acerca del adventismo del séptimo día] se publicó
también y recibió amplia aceptación. Muchos de los que
inicialmente habían criticado la evaluación Barnhouse/Martin
comenzaron a mirar a los ASD con otros ojos a causa de la
extensa documentación revelada en el libro de Martin. (Aunque
este libro ha estado agotado por muchos años, la evaluación de
Martin de los ASD ha continuado estando disponible por medio
de su libro posterior The
Kingdom of the Cults [El reino de las sectas]. Los
dirigentes adventistas también dijeron públicamente que el
libro de Martin representaba con exactitud la teología
adventista. Un erudito adventista actual dijo lo siguiente:
"El libro de Martin es la obra de un investigador honesto y un
teólogo competente. Entendió e informó con exactitud lo que
los adventistas le dijeron que creían, y citó sus evidencias
exhaustivamente". (11) De esta manera, según la dirigencia
ASD, tanto QOD como
The Truth About Seventh-day
Adventism representaban con exactitud su teología a
finales de la década de 1950, aunque, como veremos, la
aceptación de esa teología en los ASD estaba lejos de ser
universal.
Mucho ha cambiado, sin embargo,
desde QOD, así que
ahora dirigiremos nuestra atención a los eventos que han
moldeado la actual crisis del adventismo.
EL PRINCIPIO DE LA
CONTROVERSIA
Las décadas de 1960 y
1970 fueron de gran agitación y debate doctrinal dentro del
adventismo, siendo el común denominador la cuestión de la
singularidad del adventismo. (12) ¿Continuaría el adventismo
en la misma dirección establecida en QOD bajo la administración de Figuhr, o
regresaría la denominación a una comprensión más tradicional
de la fe? El debate sobre esta cuestión resultaría en dos
distintas facciones dentro de los ASD: El adventismo
evangélico y el adventismo tradicional. (13). Examinaremos
estos dos grupos y compararemos sus respectivas posiciones
sobre las doctrinas que los dividieron. Esas doctrinas
consistían de la justicia por la fe, la naturaleza humana de
Cristo, los sucesos de 1844, la seguridad de la salvación, y
la autoridad de Ellen White.
El adventismo evangélico
Las raíces del
adventismo evangélico ciertamente se remontan a los eruditos
adventistas que dialogaron con Barnhouse y Martin. Cuando QOD repudió doctrinas tan
comunes y tradicionales como la naturaleza pecaminosa de
Cristo, los extremos literalistas del santuario celestial, y
los escritos de Ellen White como autoridad doctrinal
infalible, echaron los cimientos críticos para aquéllos que
más tarde llevarían la antorcha de este movimiento de reforma.
Alan Crandall, que fuera editor de Evangelica, comenta: "Las semillas de este
movimiento fueron plantadas dentro de la denominación por
medio del libro QOD
en 1957, y el semillero fue irrigado por los ministerios
públicos de hombres como R. A. Anderson, H. M. S. Richards,
padre, Edward Heppenstall, Robert Brinsmead, Desmond Ford,
Smuts van Rooyen, y otros". (14)
Este movimiento
continuó creciendo y evolucionando en la década de 1970,
siendo sus principales voceros dos eruditos adventistas
australianos llamados Robert Brinsmead y Desmond Ford
(anteriormente, Brinsmead había sostenido una forma de
perfeccionismo, pero más tarde la repudió). Por medio de sus
escritos y conferencias, Brinsmead y Ford fueron los
principales catalizadores de un reavivamiento de la doctrina
de la justificación por la fe, que estaba recibiendo una
amplia audiencia, particularmente en la División
Australasiática de la Iglesia Adventista. El movimiento era
sostenido mayormente por jóvenes pastores adventistas,
seminaristas, y laicos. Había también un buen número de
eruditos adventistas norteamericanos que simpatizaban con la
posición de Brinsmead/Ford.
Los principales puntos
doctrinales en disputa que unían a los miembros de este grupo
eran:
1) Justicia por la fe: Este grupo aceptaba la manera en que la
reforma entendía la justicia por la fe (según la cual la
justicia por la fe incluye la justificación solamente, y es
un acto judicial de Dios por medio del cual Él declara
justos a los pecadores en base a la propia justicia de
Cristo). Nuestra posición delante de Dios descansa en la
justicia imputada de Cristo, la cual recibimos sólo por
medio de la fe. La santificación es el fruto acompañante, y
no la raíz de la salvación.
2) La naturaleza humana de Cristo: Jesucristo poseía una naturaleza humana sin
pecado, sin ninguna inclinación ni propensión al pecado. En
ese sentido, la naturaleza humana de Cristo era como la de
Adán antes de la caída. Aunque Cristo ciertamente sufrió las
limitaciones de un hombre verdadero, por su naturaleza era
incapaz de pecar. Jesús era principalmente nuestro
sustituto.
3) Los sucesos de 1844: Cristo Jesús entró en el lugar santísimo
(el cielo mismo) a su ascensión; la doctrina del santuario y
el juicio investigador (literalismo y perfeccionismo
tradicionales) no tienen base bíblica.
4) Seguridad de la salvación: Nuestra posición y nuestra seguridad
delante de Dios descansan solamente sobre la justicia
imputada de Cristo; la perfección sin pecado no es posible
de este lado del cielo. La confianza en Cristo le da
seguridad a una persona.
5) La autoridad de Ellen G. White: Ellen White fue una genuina cristiana que
poseía un don de profecía. Sin embargo, ni ella ni sus
escritos son infalibles, y no deberían usarse como autoridad
doctrinal.
El adventismo tradicional
Aunque QOD se
considera el origen del adventismo evangélico, también echó
leña al fuego de los que apoyaban el adventismo tradicional.
Después de la publicación de QOD, M. L. Andreasen, un reputado erudito
adventista, lo criticó severamente, diciendo que, en su
opinión, había vendido al adventismo a los evangélicos,
traicionándolo. (15) Varios años más tarde, bajo la
administración de Robert Pierson, dos prominentes eruditos,
Kenneth Wood y Herbert Douglass, declararon que la publicación
de QOD había sido un
error de graves proporciones. (16)
Ciertamente, el punto
crucial del adventismo tradicional parecía descansar de plano
sobre la autoridad de Ellen G. White. Este grupo defendía
vigorosamente las doctrinas que eran creencias adventistas
distintivas, especialmente las que ostentaban el sello de
aprobación del don profético de Ellen White (por ejemplo, la
doctrina del santuario, el juicio investigador). El apoyo para
este grupo provenía mayormente del clericato y los laicos de
mayor edad, y mucho más importante, pareció haber ganado el
favor de la mayoría de los administradores adventistas.
Entonces, como ahora, los dirigentes que gobernaban la
denominación no estaban bien informados teológicamente, sino
que respondían al muy ruidoso segmento tradicionalista.
El
adventismo tradicional ha adoptado las siguientes posiciones en
respuesta a los debates doctrinales:
1) Justicia
por fe: La justicia por fe incluye
tanto la justificación como la santificación. Nuestra
posición delante de Dios descansa tanto en la justicia
imputada como la justicia impartida de Cristo (la obra de Dios
por mí y en mí). La justificación es solamente para los
pecados cometidos en el pasado.
2) La naturaleza humana de Cristo:
Jesucristo poseía una naturaleza humana que, no solamente fue
debilitada por el pecado, sino que tenía propensión al pecado
mismo. Su naturaleza era como la de Adán después de la caída.
A causa de su éxito en vencer al pecado, Jesús es
principalmente nuestro ejemplo.
3) Los eventos de 1844:
Jesús entró al segundo compartimiento del santuario celestial
por primera vez el 22 de octubre de 1844, e inició un juicio
investigador. Este juicio es el cumplimiento de la segunda
fase de la obra expiatoria de Cristo.
4) La seguridad de la salvación:
Nuestra posición delante de Dios descansa tanto en la justicia
imputada como la justicia impartida de Cristo; la seguridad de
la salvación antes del juicio es presunción. Como nos lo
mostró Jesús, nuestro ejemplo, la observancia perfecta de los
mandamientos es posible.
5) La autoridad de Ellen G. White:
El espíritu de profecía se manifestó en el ministerio de Ellen
White como señal de la iglesia remanente. Sus escritos son
consejo inspirado del Señor y posee autoridad en cuestiones
doctrinales.
Debe observarse que se han escrito libros
enteros sobre cada una de estas doctrinas, en ambos lados. La
breve descripción que se ha dado más arriba sólo desea
proporcionar una sinopsis exacta de los puntos de vista de los
dos grupos. Es importante darse cuenta de que, durante la década
de 1970, como en la actualidad, no todos los adventistas
encajaban perfectamente en uno de estos dos grupos. Ninguno de
estos grupos estaba totalmente unificado en sus creencias
doctrinales. Por ejemplo, no todos en el lado tradicional se
adherían a la doctrina de la naturaleza pecaminosa de Cristo,
aunque la mayoría ciertamente lo hizo. Entre los adventistas
evangélicos, había diferentes opiniones en relación con la
manera de entender un juicio pre-advenimiento. También había
adventistas que no sentían la necesidad de identificarse con un
lado u otro.
Hay que mencionar
también que, aunque pequeño, había y hay un segmento en el
adventismo que podría describirse como teológicamente liberal.
DE LA CONTROVERSIA A LA
CRISIS
Como ha mostrado la comparación doctrinal
anterior, las diferencias entre estas dos facciones fueron
realmente significativas. Esencialmente, las diferencias podrían
reducirse a: 1) la cuestión de autoridad (sola scriptura
vs. la Escritura más Ellen White), y 2) la cuestión de la
salvación (justicia imputada vs. justicia impartida). En
realidad, el adventismo debatía los mismos puntos en disputa que
provocaron la Reforma del siglo dieciséis.
Al acercarse el fin de la década de 1970,
esta controversia doctrinal condujo a una verdadera crisis
dentro del adventismo. Primero, salieron dos libros que
desafiaban las posiciones tradicionales adventistas sobre la
justificación por fe y los sucesos de 1844. The Shaking of Adventism
[El zarandeo del adventismo], escrito por Geoffrey Paxton, un
erudito anglicano, bosquejó la lucha en el adventismo acerca de
la doctrina de la justificación por fe. Paxton afirmó que, si
los adventistas fueran, como afirmaban, los herederos especiales
de la Reforma entonces deben aceptar la manera en que la
Reforma entendía la justificación por fe. Llegar a una
correcta comprensión de esta doctrina crítica había atormentado
al adventismo a través de su historia. El segundo libro,1844 Reexamined [Un
reexamen de 1844], por Robert Brinsmead, repudió la manera
tradicional en que los adventistas entendían a 1844 y el juicio
investigador. Estos dos libros se enfocaban sobre dos de los
puntos en disputa críticos de la crisis de identidad adventista.
Zarandeando los fundamentos
Sin duda, el punto en disputa más explosivo
que surgió durante este período fue la revelación de la tremenda
dependencia literaria de Ellen White. Todos los eruditos
adventistas, como Harold Weiss, Roy Branson, William Peterson, y
Ronald Numbers, revelaron los resultados de investigaciones
históricas que mostraban que Ellen White había tomado prestado
material de otros autores del siglo diecinueve. Sin embargo, la
revelación más controvertida procedió de un pastor adventista
llamado Walter Rea. Rea dijo que entre el 80 y el 90 por ciento
de los escritos de White habían sido plagiados. A causa de la
tremenda influencia que han tenido los escritos de White en la
denominación, y porque a los adventistas se les ha enseñado que
los escritos de ella fueron tomados directamente de sus visiones
(una posición publicitada por la denominación), esta revelación
sacudió los fundamentos mismos del adventismo.
Inicialmente, el White Estate negó esta
evidencia, pero más tarde admitió que se habían usado fuentes
para sus escritos. Review and
Herald, el órgano oficial de la denominación, arguyó en
defensa de White que sus préstamos literarios fueron mucho
menores de lo que afirmaba Rea, y que el uso por parte de ella
de fuentes literarias no invalidaba la inspiración de sus
escritos. Después de todo, razonaron, algunos escritores
bíblicos usaron fuentes. Rea, que más tarde documentó a
conciencia esta acusación en su libro The White Lie [La Mentira White] (M. & R.
Publications), fue despedido de la denominación.
La cuestión de la inspiración y la
autoridad de Ellen White ha sido fuente de controversia a lo
largo de la historia del adventismo, pero la acusación de plagio
ha arrojado dudas en cuanto a su integridad y su veracidad.
Algunos hasta acusaron al White Estate de haber conocido este
problema por algún tiempo y haber intentado ocultarlo. Este
punto era también importante en relación con la singular
identidad del adventismo. Porque muchas de sus doctrinas
distintivas habían recibido confirmación por medio del don
profético de Ellen White, cuestionarla era cuestionar la
singularidad del adventismo mismo.
Poniendo en tela de juicio el
corazón del adventismo
Dos de las doctrinas que habían recibido
confirmación por medio del don profético eran la doctrina del
santuario y la del juicio investigador (es decir, los sucesos de
1844). Estas dos doctrinas distintivas estaban en el centro de
una controversia que finalmente conduciría a una marcada
división dentro de las filas del adventismo. Desmond Ford, que
durante 16 años fue el presidente del departamento de teología
de Avondale College en New South Wales, Australia, puso en tela
de juicio la validez bíblica de la manera tradicional en que se
entendían estas doctrinas. Argüía que la manera literalista y
perfeccionista en que se entendían estas doctrinas adelantadas
por el adventismo tradicional no tenía justificación bíblica, y
que eran aceptadas principalmente a causa de las visiones de la
Sra. White, que las había confirmado. Ford declaró que, aunque
los escritos de Ellen White eran esenciales para el desarrollo
adventista, debían entenderse como pastorales, no como
canónicos. Aunque Ford argumentó que 1844 no tenía significado
bíblico, sí creía que Dios había realmente suscitado a la
denominación adventista para subrayar, junto con las justicia
por la fe, doctrinas tales como el sabadismo, el creacionismo,
la inmortalidad condicional, y el premilenismo.
A causa de la controversia sobre las
creencias doctrinales de Ford, los dirigentes adventistas
acordaron darle una licencia de seis meses para que preparara
una defensa de sus puntos de vista. Más tarde, un comité
se reuniría y evaluaría sus posiciones a la luz de las doctrinas
adventistas. Ford, un erudito cuidadoso y prolífico, preparó un
manuscrito de 990 páginas titulado Daniel 8:14: The Day of Atonement and the
Investigative Judgment [Daniel 8:14: El día de
expiación y el juicio investigador]. En agosto de 1980, 126
dirigentes adventistas se reunieron en Glacier View Ranch,
Colorado, para discutir estos provocativos puntos. Después de
una semana de reuniones, los dirigentes declararon que los
puntos de vista de Ford estaban en desacuerdo con las expresas
doctrinas adventistas. Como Ford no quiso retractarse de sus
convicciones, la denominación le quitó sus credenciales de
ministro.
La expulsión de Desmond Ford, a quien
algunos consideran el padre del adventismo evangélico, enfureció
a muchos, y dio lugar a un éxodo evangélico en masa de la
denominación hacia iglesias adventistas independientes y
evangélicas de corriente principal. Asimismo, hasta cien
dirigentes e instructores bíblicos adventistas evangélicos
fueron más tarde despedidos u obligados a renunciar por apoyar
la teología de Ford.
No es necesario decir que la década de 1980
ha sido un tiempo de crisis para los adventistas. Y aunque
parecería que el período más traumático ha pasado, todavía
quedan las cicatrices de esta lucha. Aunque las decisiones de la
Conferencia General parecen apoyar al adventismo tradicional, la
denominación ha negado haber tratado sistemáticamente de
eliminar toda influencia evangélica. Muchos ex-pastores y
ex-instructores bíblicos se opondrían vigorosamente a esta
afirmación. Parecería que todavía hay gran número de adventistas
de persuasión evangélica, pero ciertamente no muy vocingleros
después de Glacier View.
A causa de la controversia que ha
prevalecido dentro del adventismo durante las décadas más
recientes, muchos de los que están enterados de la evaluación
Barnhouse/Martin en la década de 1950 se han preguntado si esta
posición debería ser revisada o cambiada significativamente.
Debido a la acción tomada contra Desmond Ford, Walter Rea, y
muchos otros, algunos se han preguntado si el adventismo actual
debería ser considerado un culto no cristiano.
Nuestra posición es la de que la evaluación
de Barnhouse y Martin todavía representa el segmento del
adventismo que sostiene la posición manifestada en QOD, y expresada además en
el movimiento adventista evangélico de las recientes décadas.
Aunque algunos dentro de este grupo se adhieren a doctrinas que
no son parte de la corriente principal evangélica, sí afirman
las doctrinas fundamentales del cristianismo histórico, en
particular la manera en que Pablo y la Reforma entienden la
justificación por gracia por medio de la fe solamente (Rom.
3-4). A este grupo, sin importar el número de los que todavía
queden, extendemos una mano de compañerismo y estímulo.
Aplaudimos su valor de permanecer firmes en favor del evangelio.
Por otra parte, el adventismo tradicional,
que parece haber obtenido el apoyo de muchos administradores y
dirigentes (por lo menos en Glacier View), parece estar
desplazándose en dirección opuesta a varias posiciones adoptadas
en QOD. Aunque los
dirigentes adventistas han declarado que la denominación apoya a
QOD, algunos de estos
mismos dirigentes han desfraternizado a numerosos adventistas
por haber afirmado porciones de QOD. En vez de sustentar a QOD, algunos dirigentes
dentro de la denominación se han referido a ello como una
"herejía condenable". (17)
Por irónico que le parezca a un grupo que
vocingleramente condena al catolicismo y afirma ser el heredero
especial de la Reforma, la posición adventista tradicional sobre
la justificación por la fe se parece más a la del Concilio de
Trento católico romano que a la de los reformadores. (18) Como
esta doctrina es tan crucial para un correcto entendimiento de
la ley y el evangelio, su aberrante punto de vista de igualar la
justificación a la santificación conduce a varios conceptos
antibíblicos (falta de seguridad, el perfeccionismo, etc.). No
es de sorprenderse que Lutero pensara que todo giraba sobre una
correcta comprensión de esta doctrina.
Aparte de su comprometedora posición sobre
la justificación, el adventismo tradicional parece decidido a
convertir a Ellen G. White en la infalible intérprete de las
Escrituras. Aunque ésta nunca ha sido la posición oficial de la
iglesia, de modo práctico muchos dirigentes dentro del
adventismo han afirmado esto. Lyndon K. McDowell hace este
penetrante comentario: "En la práctica, si no en teoría, los
escritos de Ellen G. White han sido elevados a la categoría de
piedra de toque de la interpretación casi de inspiración verbal,
lo cual ha resultado en una membresía esencialmente inculta
bíblicamente". (19) Desafortunadamente, muchos adventistas
consideran los escritos de Ellen White como un atajo infalible
hacia la comprensión de las Escrituras. Los adventistas deben
entender que, si elevan a Ellen White a la posición de
intérprete infalible, entonces la dramática ironía de todos los
tiempos se habrá convertido en realidad - el Adventismo tiene
una Papisa.
¿Es sectario el adventismo
tradicional?
Con respecto a la acusación de que el
adventismo tradicional es un culto no cristiano, hay que
subrayar que la estructura del adventismo es mayormente ortodoxa
(acepta la Trinidad, la deidad de Cristo, el nacimiento
virginal, la resurrección corporal, etc). Sin embargo, en la
actualidad parecería que el adventismo tradicional es por lo
menos aberrante, confundiendo o comprometiendo la verdad bíblica
(por ejemplo, su posición sobre la justificación, la naturaleza
de Cristo, la apelación a una autoridad no bíblica). Hay que
decir también que, si el segmento tradicional continúa
apartándose de QOD y promocionando a Ellen White como la
intérprete infalible de la iglesia, entonces podrían un día
hacerse acreedores al título de "secta", como lo reconocen
algunos adventistas.
A finales de la década de 1970, el
adventismo se encontraba en la encrucijada de convertirse en
bastante evangélico o regresar al tradicionalismo del pasado. La
crisis de la década de 1980 deja claro que muchos en la
dirigencia adventista escuchan atentamente al bullicioso
segmento tradicionalista y, desafortunadamente, han conducido al
adventismo en la dirección equivocada. Si los de la dirigencia
adventista que aman el evangelio de la Reforma (y todavía hay
muchos) no hablan y defienden sus convicciones, el adventismo
tiene pocas esperanzas, porque el adventismo tradicional está
teológicamente en bancarrota. Su pervertido evangelio les roba
la seguridad a los cristianos evangélicos y les coloca en
la rueda de molino de tratar de ponerse a la altura de la santa
ley de Dios para ser salvos.
Nuestra crítica del adventismo no debería
interpretarse como un ataque del enemigo, sino más bien como las
preocupadas palabras de un amigo, que ora fervientemente para
que los actuales dirigentes del Adventismo honren las Escrituras
y el evangelio de la gracia por encima de sus propias y
distintivas creencias denominacionales.
NOTAS
1. Véase, por
ejemplo, The Four Major Cults,
de Anthony Hoekema (Grand Rapids, MI:
William B. Eerdmans Publishing Company, 1963).
2. Questions on Doctrine
(Washington, D. C.: Review and Herald Publishing Assn., 1957),
21-22.
3. Para un
análisis completo de las creencias distintivas adventistas, véase
The Kingdom of the Cults, de Walter Martin, edición revisada
(Minneapolis, MN: Bethany House Publishers,
1985).
4. Questions on Doctrine, 96.
5. Ibid., 89.
6. Ibid.
7. Walter
Martin, "Adventist Theology vs. Historic Orthodoxy", Eternity, Ene. 1957, 13.
8. Walter
Martin, "Seventh-day Adventism", Christianity Today, 19 Dic. 1960, 14.
9. El título
exacto es Seventh-day
Adventists Answer Questions on Doctrine, pero se conoce
mejor como Questions on
Doctrine.
10. "Currents
Interview: Walter Martin", Adventist
Currents, Julio 1983, 15.
11. Gary Land
(ed.), Adventism in America
(Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans Publishing Company. 1986),
187.
12. Véase a
Land, 215.
13. Desmond y
Gillian Ford, The Adventist
Crisis of Spiritual Identity. (Newcastle, CA:
Desmond Ford Publications, 1982), 20-28.
14. Alan
Crandall, "Whither Evangelical Adventism", Evangelica, Mayo 1982, 23.
15. Ford, 20.
16 Ibid.
17. Geoffrey
Paxton, The Shaking of
Adventism (Grand Rapids, MI: Baker Book House,
1977), 153.
18. Véase a
Paxton, 46-49.
19. Lyndon K.
McDowell (erudito adventista), citado en "Quotable Quotes from
Adventist
Scholars", Evangelica,
nov. 1981, 37.
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