CORRIENTES TEOLÓGICAS
ADVENTISTAS



(Nota del Traductor:- Este artículo fue publicado en inglés por John Mann en el foro de debates alt.religion.christian.adventist en Internet, el 5 de enero de 1999, aparentemente como respuesta a otro participante).


Siempre ha habido diferentes corrientes dentro del adventismo del séptimo día (por ejemplo, el grupo DSDA abandonó el grupo original en la década de 1930). Más recientemente, quizás desde la década de 1950, se ha estado desarrollando un cierto número de corrientes de pensamiento dentro del adventismo. Estas corrientes fueron inspiradas por un diálogo con cristianos evangélicos, tales como Walter Martin. Uno de los puntos fuertes del adventismo ha sido su énfasis en la educación. Cuando, en la década de 1950, los cristianos evangélicos comenzaron a pedir a los teólogos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día que aclararan su posición sobre doctrinas cristianas claves, estos teólogos brillantemente educados produjeron respuestas "ortodoxas" clásicas. Estas respuestas fueron publicadas en un libro titulado Answers to Questions on Doctrine ("Respuestas a preguntas sobre doctrina"), y Martin -- un reconocido experto en sectas en esa época -- asombró al mundo cristiano evangélico declarando que el adventismo del séptimo día no era una secta.

El libro de Martin, Kingdom of the Cults ("El reino de las sectas"), contenía argumentos detallados para apoyar su afirmación de que el adventismo del séptimo día debería ser aceptado como una denominación cristiana ortodoxa. Gran parte de su argumento se apoyaba en citas de "Respuestas a preguntas sobre doctrina".

Sin embargo, varios dirigentes adventistas cayeron en la cuenta de que sus teólogos habían producido doctrinas que contradecían las enseñanzas clásicas de los adventistas del séptimo día. Estos dirigentes presionaron al resto de los dirigentes de la iglesia para que el libro "Respuestas a preguntas sobre doctrina" fuera retirado de circulación. Su petición tuvo éxito, y el libro fue retirado poco después de haber sido publicado. Sin embargo, los "nuevos teólogos" no quedaron contentos con esta medida y en consecuencia comenzaron a avanzar su propia interpretación teológica del adventismo del séptimo día -- como parte del cristianismo ortodoxo -- en sus propios libros y documentos y, hasta donde les era posible, en revistas de la iglesia y artículos. Durante la década de 1960, la dirigencia adventista tenía la tendencia a adoptar una actitud de "vivir y dejar vivir" a pesar de haber retirado el libro "Respuestas a preguntas sobre doctrina". ¡En algunas ocasiones, las revistas publicaban artículos escritos por los nuevos teólogos al lado de artículos escritos por antiguos tradicionalistas, y todo esto sin ninguna alusión al hecho de que se contradecían entre sí!

Sin embargo, Robert Brindsmead, uno de los "nuevos teólogos" adventistas, se separó de la iglesia a principios de la década de 1970. Brindsmead era un brillante teólogo, experto en teología reformista, que había ido a Europa, donde permaneció por varios años haciendo un trabajo especializado en esta área. Comenzó a publicar artículos criticando y mostrando las fallas de la teología tradicional del adventismo del séptimo día, y también mostrando en alarmante detalle las diferencias entre la teología de la reforma y el adventismo tradicional (desbaratando la afirmación de los adventistas de que ellos son los "herederos de la reforma"). Esto hizo que los dirigentes se volvieran contra la nueva teología y hubo luchas políticas en las universidades adventistas para identificar a los nuevos teólogos.

Uno de los teólogos que se presentaron ante la nueva "inquisición" fue un teólogo australiano, el Dr. Desmond Ford. De hecho, Ford había publicado una serie de artículos sobre profecía en la revista adventista para pastores, The Ministry ("El ministerio"), pero ahora estaba siendo acusado de sostener puntos de vista heréticos sobre profecía. Ford escribió un extenso artículo defendiendo su "principio apostolomático" para la interpretación de la profecía. Este principio considera el "método historicista" (el método tradicional que el adventismo del séptimo día usa para interpretar la profecía) sólo como uno de varios métodos válidos. Ford argüía que otros métodos como el futurista y el preterista (que entienden la profecía como aplicable a los tiempos de la Biblia o al tiempo del fin) son igualmente válidos. Los argumentos de Ford fueron rechazados y él fue expulsado.

Sin embargo, lejos de detener la nueva teología, estas acciones sólo parecían estimularla. Desde las universidades, esta teología se extendió a las iglesias y los ministros, y un grupo entero de "adventistas evangélicos" se organizó en torno a una versión cristiana ortodoxa del adventismo del séptimo día. Para la década de 1980, ya había miles de "adventistas evangélicos", que tenían sus propias publicaciones y varias organizaciones. Pero, al comenzar estos nuevos teólogos a cuestionar al adventismo del séptimo día, encontraron que discrepaban más y más con él. Un erudito adventista, Walter Rea, publicó un libro criticando a Ellen White. El libro, titulado The White Lie [La mentira White], argüía que ella es culpable de plagio. Robert Brindsmead publicó la obra Judged by the Gospel ("Juzgados por el Evangelio"), en la cual argüía que el adventismo del séptimo día había malinterpretado seriamente el evangelio. Publicaciones como Evangelica y Verdict, de Brindsmead, publicaron artículos criticando las doctrinas tradicionales de los adventistas del séptimo día. Estos libros y artículos fueron ampliamente leídos por cristianos evangélicos y muchos de ellos simplemente abandonaron la iglesia. Algunos se quedaron, pero no como grupo organizado.

Mientras que todo esto tenía lugar, otro grupo de teólogos hacía su aparición en las universidades. Éstos no eran adventistas evangélicos sino adventistas liberales. Estos eruditos habían leído a teólogos modernistas como Tillich y Bonhoeffer y no sentían ningún gusto por la teología reformista conservadora. Mientras los líderes de la iglesia limpiaban las universidades de adventistas evangélicos, los liberales ocupaban su lugar con júbilo. Mientras muchos adventistas evangélicos eran todavía creacionistas y creían en la inspiración literal de la Biblia, los liberales aceptaban los descubrimientos de los modernos eruditos críticos de la Biblia (tal como la crítica de la redacción) y entendían la creación como una epopeya que debía ser acomodada dentro de la realidad de la evolución.

Esta vez les tocó a los tradicionalistas organizarse. Luchando contra la liberalización de la iglesia, nuevas organizaciones como Our Firm Foundation buscaron hacer regresar el adventismo a sus enseñanzas originales, de vuelta a su posición "sectaria," si fuese necesario. Libros como Keepers of the Faith ("Guardadores de la fe") por Standish, Waymarks of Adventism ("Hitos del adventismo") por Ron Spear, y Letters to the Churches ("Cartas a las iglesias") por M. L. Andreasen, identificaban áreas en las cuales, creían ellos, la influencia de los evangélicos y liberales había alterado las enseñanzas de la iglesia. Estos autores argumentaban que el perfeccionismo era posible, que Cristo tenía una naturaleza humana caída, que la iglesia adventista del séptimo día era la iglesia remanente de Dios, y que todas las demás eran parte de Babilonia.

¿Qué lecciones se derivan de todo esto?

Las lecciones claras que se han de derivar de estas experiencias son que el Adventismo necesita desarrollar su propia teología. La iglesia no puede enfrentarse a la disyuntiva de regresar al pasado o aceptar enseñanzas no adventistas. En su lugar, es necesario redescubrir la esencia del adventismo - intensificar el adventismo - y ser guiados por Dios a la verdad. La historia cristiana nos muestra que la verdad siempre se renueva a sí misma. Es tiempo de tener fe en el futuro.


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