En el número más reciente de la revista Proclamation, encontramos
cinco principios bíblicos que tienen que ver con la
conciencia.
- Puede que nuestra base de datos moral sea deficiente.
- Debemos obedecer a nuestra conciencia siempre.
- Cuando obedecemos a nuestra conciencia creyendo que
hacemos lo correcto, pero terminamos haciendo lo incrrecto
a causa de una conciencia mal educada, Dios pasa por alto
nuestra ignorancia y nos ilumina.
- Actuar contrariamente a nuestra conciencia causa un
desastre espiritual.
- Rehusar estudiar y examinar los hechos puede ser tan
peligroso como ir contra nuestra conciencia, lo cual puede
causar un desastre espiritual.
La atención central de este número será descubrir cómo
debemos relacionarnos con otros que, sincera y honestamente,
discrepan con nosotros sobre cuestiones doctrinales y de
conducta. Para los ex-adventistas, estos puntos pueden ser
comer carne, comer carnes inmundas, beber vino (1) o cómo debe
uno observar el sábado,etc.
Hay algo en la psique humana que nos hace querer que otros
estén de acuerdo con nosotros. Quizás subconscientemente,
necesitamos la afirmación de que tenemos razón. Cualquiera que
sea la razón, este deseo de convencer a otros parece estar
presente en la mayoría de nosotros. Esta dinámica se ve cuando
las iglesias experimentan cambios teológicos o de conducta. La
gente en el borde delantero del cambio a menudo se siente
frustrada con los que quieren aferrarse a los antiguos modos,
y viceversa. Esta es una causa subyacente en la raíz de muchas
divisiones en la iglesia y se pone de manifiesto cuando los
cristianos discrepan en cuestiones que algunos creen que son
componentes necesarios de la fe. Se siente una fuerte
necesidad de persuadir a otros de que acepten nuestra
interpretación, cualquiera que ella sea.
En 1 Corintios 8, Pablo da cierto número de principios que
se relacionan con la libertad de conciencia. Aunque este
capítulo trata de los alimentos ofrecidos a los ídolos, los
principios que se invocan tienen aplicación directa para los
cristianos que honestamente discrepan sobre otras cuestiones
de la conducta cristiana. A veces es más fácil captar
principios bíblicos que tratan de puntos en controversia
cuando el tema o la ilustración a la mano no es el verdadero
tema en discusión, pues hay menos menos prejuicio personal e
involucramiento emocional.
En los tiempos del Nuevo Testamento, el culto pagano
impregnaba todos los niveles de la sociedad romana. Los
paganos ofrecían sacrificios para obtener la bendición de sus
dioses. La carne ofrecida en los altares paganos por lo
general era dividida en tres porciones. Una porción se
quemaba, la segunda se le daba al sacerdote, y la tercera al
adorador que había traído el sacrificio. Debido a que se
hacían muchos sacrificios, era imposible que el sacerdote
comiera su porción entera. Por lo tanto, el sacerdote tomaba
su porción de carne y la ponía a la venta en el mercado local
(2). Con el tiempo, los sacerdotes emprendedores organizaron
restaurantes o carnicerías dentro de los mismos templos. La
gente comía en los restaurantes de los templos porque el
alimento era bueno y/o sabían que tenía la bendición de sus
dioses (3).
Muchos de los paganos gentiles creían realmente en sus
ídolos. Cuando se hicieron cristianos, renunciaron al culto de
sus ídolos y rehusaron comer carne sacrificada a los ídolos.
Sin embargo, al continuar progresando en su vida cristiana,
comenzaron a darse cuenta de que las deidades paganas eran
poco más que un producto de su imaginación. Se dieron cuenta
de que estos dioses de madera y piedra ¡no eran sino
ridiculeces estúpidas! Desde esta posición de conocimiento
ilustrado, razonaron que ofrecer carne a ídolos de madera y
piedra en realidad no afectaba para nada; que, en
consecuencia, no había nada malo en comprar carne ofrecida a
los ídolos, ni siquiera en comerla en el restaurante del
templo. Y sus conclusiones, como pronto veremos, eran
correctas desde una perspectiva de conocimiento.
Sin embargo, el problema ocurrió cuando un nuevo cristiano vio
al diácono Bill comiendo en un restaurante del templo.
Habiendo acabado de aceptar a Cristo y habiendo renunciado a
la idolatría, el nuevo cristiano miró a Bill y razonó: "Si es
correcto que el diácono Bill coma en el restaurante del
templo, entonces está bien que yo lo haga también". Sin
embargo, para el nuevo cristiano, cuya base de datos de la
conciencia todavía era defectuosa, comer allí se entendía como
un acto de adoración a los dioses paganos. Todos los recuerdos
de años de culto a los ídolos llenaron la mente del nuevo
cristiano y su conciencia le dijo que comer en el restaurante
del templo era erróneo, porque era adorar a los ídolos.
Es contra este trasfondo que Pablo escribe:
En cuanto a lo sacrificado
a los ídolos, es cierto que todos tenemos conocimiento. El
conocimiento envanece, mientras que el amor edifica. 1 Cor.
8:1.
En este versículo, Pablo dice que hay dos caminos para tratar
con problemas de conciencia. Uno es el camino del conocimiento y el otro es el camino del amor. De
salida, nos dice cuál es el correcto. El conocimiento nos
vuelve arrogantes, pero el amor edifica. Por lo tanto, al
resolver desacuerdos cristianos, debemos seguir el camino del
amor, no el camino del conocimiento. Aunque es verdad que la
educación en la Palabra de Dios, y la correspondiente
iluminación del Espíritu Santo, es la solución a largo plazo,
debe seguirse el camino del amor hasta que haya unidad de conciencia (4).
El que cree que sabe algo,
todavía no sabe como debiera saber (1 Cor. 8:2).
En este versículo, Pablo refuerza la verdad que señalamos en
el capítulo anterior: es posible que la base de datos de
nuestra conciencia esté defectuosa. También es de interés
reconocer que la persona
que cree que su conocimiento está completo a menudo es la
persona que carece de conocimiento. Por lo tanto,
debemos tener cuidado de no obligar a otros a llegar a
nuestras conclusiones.
Ahora Pablo va presentar la lógica del camino del
conocimiento, que es la solución a largo plazo.
De modo que, en cuanto a
comer lo sacrificado a los ídolos, sabemos que un ídolo no
es absolutamente nada, y que hay un solo Dios. Pues aunque
haya los así llamados dioses, ya sea en el cielo o en la
tierra (y por cierto que hay muchos "dioses" y muchos
"señores", para nosotros no hay más que un solo Dios, el
Padre, de quien todo procede y para el cual todos vivimos; y
no hay más que un solo Señor, es decir, Jesucristo, por
quien todo existe y por medio del cual vivimos (1 Cor.
8:4-6).
Si ésta fuera toda la instrucción de Pablo, estaríamos de
acuerdo en que sería perfectamente correcto que cualquier
cristiano comiera en un restaurante del templo. ¡Los ídolos
paganos de madera y piedra no eran nada, sino tonterías
ridículas! Pablo no se detiene aquí, sin embargo. Continúa,
demostrando que:
Pero no todos tienen
conocimiento de esto. Algunos siguen tan acostumbrados a los
ídolos, que comen carne a sabiendas de que ha sido
sacrificada a un ídolo, y su conciencia se contamina por ser
débil. Pero lo que comemos no nos acerca a Dios; no somos
mejores por comer ni peores por no comer (1 Cor. 8:7,8).
Pablo muestra que, intrínsecamente, no hay nada malo en comer
carne ofrecida a ídolos de madera y piedra. La relación con
Dios no depende de lo que comemos o no comemos. En otras
palabras, el camino del conocimiento es el camino de la
libertad. Sin embargo, cómo usamos nuestra libertad debe ser
limitado cuando haga que alguien más viole su propia
conciencia.
Porque, si alguien de
conciencia débil te ve a ti, que tienes este conocimiento,
comer en el templo de un ídolo, ¿no se sentirá animado a
comer lo que ha sido sacrificado a los ídolos? Entonces ese
hermano débil, por quien Cristo murió, se perderá a causa de
tu conocimiento. Al pecar así contra los hermanos, hiriendo
su débil conciencia, pecan ustedes contra Cristo (1 Cor.
8:10-12).
En este versículo encontramos otros dos importantes
principios relativos a la conciencia. Primero, jamás debemos animar a otros a
violar su propia conciencia, aunque su conciencia
esté mal educada y lo que queremos que ellos hagan sea
correcto.
Segundo, cuando usamos
nuestra propia libertad al hacer lo que es intrínsecamente
correcto de modo que influya en otro cristiano para que éste
haga lo que él cree que es incorrecto, no sólo hacemos que
caiga el hermano más débil, sino que pecamos contra Cristo.
A causa de estos principios de largo alcance, Pablo concluye:
Por lo tanto, si mi comida
ocasiona la caída de mi hermano, no comeré carne jamás, para
no hacerlo caer en pecado (1 Cor. 8:13.
Nótese que la razón de que Pablo dejara de comer carne no
era ningún mandato bíblico ni de salud, sino más bien, la
conciencia inadecuadamente educada de otra persona. Aquí vemos
todavía otro principio de conciencia. Debemos usar el camino del amor
y restringir nuestra libertad cristiana no haciendo lo que
haría que un hermano más débil violara su conciencia, aunque
lo que dejamos de hacer no fuese intrínsecamente erróneo.
Hay todavía un principio más de conciencia que tenemos que
incluir en nuestra lista. Esto no se expresa claramente, pero
está definidamente implícito. Reeducar la conciencia toma
tiempo. Para algunos, este tiempo puede que sea corto; para
otros, mucho más largo. Todo lo que necesitan algunos es que
se les muestre claramente la enseñanza de la palabra de Dios
en relación con el tema bajo consideración, y ya están listos
para hacer cualesquiera cambios de conducta o doctrinales que
sean necesarios. Para otros, este tiempo puede ser mucho más
largo. Algunos tienen grabados muchos años de patrones y
ciertas conductas religiosas que ellos creían que eran
correctos, y para ellos el tiempo de transición puede ser
largo y emocionalmente doloroso. Algunos tienen el tiempo
necesario para estudiar y llegar hasta el fondo de un problema
doctrinal o de conducta. Otros tienen poco tiempo para
estudiar, así que el tiempo requerido para reeducar o
completar las bases de datos de sus conciencias puede ser
mucho más largo. La respuesta final es el camino del
conocimiento combinado
con el camino del amor. Por eso tenemos la abundancia de
instrucción en las epístolas a las iglesias jóvenes. Pero, mientras una persona está
en el proceso de asimilar este conocimiento, los que tratan
con él deben seguir el camino del amor. Cuando seguimos el
camino del amor, tenemos tiempo para que otros crezcan en el
camino del conocimiento.
¿Debemos entonces restringir siempre nuestra legítima
libertad cristiana cuando estamos en compañía de los que
sinceramente creen de manera diferente? No. No cuando, al
hacerlo, comprometemos la claridad del evangelio. En Gálatas
2, Pablo demuestra claramente este principio. Cuando los
cristianos judaizantes espiaban la libertad de Pablo y Tito
con relación a la circuncisión, Pablo dice que "ni por un
momento accedimos a someternos a ellos, pues queríamos que se
preservara entre ustedes la integridad del evangelio" (5). Más
adelante, en el mismo capítulo, Pablo describe cómo tuvo que
confrontar a Pedro cara a cara.
Pues bien, cuando Pedro fue
a Antioquia, le eché en cara su comportamiento condenable.
Antes que llegaran algunos de parte de Jacobo, Pedro solía
comer con los gentiles. Pero, cuando aquéllos llegaron,
comenzó a retraerse y a separarse de los gentiles por temor
a los partidarios de la circuncisión. Entonces los demás
judíos se unieron a Pedro en su hipocresía, y hasta el mismo
Bernabé se dejó arrastrar por esa conducta hipócrita. Cuando
vi que no actuaban rectamente, como corresponde a la
integridad del evangelio, le dije a Pedro delante de todos:
"Si tú, que eres judío, vives como si no lo fueras, ¿por qué
obligas a los gentiles a practicar el judaísmo?" (Gál.
2:11-14).
Uno podría argumentar que Pedro estaba siguiendo el camino
del amor para no hacer que estos hombres de la facción
conservadora de la ley en la iglesia primitiva violentaran su
conciencia. Pero, puesto que las acciones de Pedro
comprometían la claridad del evangelio, Pablo lo confrontó
cara a cara en público. En consecuencia, tenemos este
principio: No debemos
restringir nuestra libertad cristiana cuando, al hacerlo,
comprometeríamos claramente los principios fundamentales del
evangelio.
Principios
de
conciencia aplicados a la controversia sobre el sábado
Ahora consideremos las implicaciones de estos nueve principios
de conciencia para cuestiones sobre la conducta en sábado.
Permítaseme compartir con los lectores una experiencia
personal. Hace algunos años, dirigí a un grupo en un estudio
de siete meses sobre el sábado. Todos nosotros, con la posible
excepción de uno o dos, llegamos a la conclusión de que la
observancia del séptimo día sábado no era requisito para los
cristianos del nuevo pacto, ni se esperaba de ellos. Nos tomó
siete meses de arduo estudio llegar a esta conclusión. Por sí
mismo, esto demuestra que se necesita tiempo para reeducar o
completar la base de datos de nuestra conciencia. Al final de
este período, sabíamos
intelectualmente lo que la Biblia enseñaba, pero
teníamos que enfrentarnos a cómo íbamos a cambiar nuestra
conducta en relación con el sábado, si es que la íbamos a
cambiar. Algunos estaban listos para cortar por lo sano y
comenzar en seguida a tener culto en domingo. Otros, aunque
intelectualmente querían hacer el cambio, no podían hacerlo
por razones emocionales y relacionales. Tenían en la memoria
muchas "cintas" que tocaban en sus mentes - todas las
predicciones de las terribles consecuencias que sufrirían los
que abandonaran el sábado. Otros tenían padres, hijos, o
amigos cercanos que no habían participado en nuestro estudio,
y que todavía creían que la observancia del séptimo día sábado
sería la prueba final de lealtad a Cristo en los últimos días.
Por estas razones, muchos no estaban listos para cambiar su
día de tener culto.
Recuerdo la primera vez que fui de compras un sábado. Las
viejas grabaciones comenzaron a tocar. ¿Había yo llegado a la
conclusión correcta? Cuando fui a casa, miré nuevamente la
evidencia en la Escritura, y me convencí de que mis
conclusiones eran correctas. Tenía que tomar una decisión de
seguir las claras enseñanzas de la Escritura y no las
grabaciones de años de adoctrinamiento de "textos de prueba".
¡Sí, las páginas del libro de Gálatas estaban bien gastadas!
Todos habíamos guardado el séptimo día sábado por años, y a
diferentes clases de personas les tomó diferentes períodos de
tiempo hacer cambios en su conducta sabática. Ahora, desde la
perspectiva de unos dieciséis años desde aquel importante
estudio de siete meses, y habiendo revisado numerosas veces la
evidencia bíblica sobre el tema, la Escritura parece tan clara
que ¡me pregunto por qué me tomó tanto tiempo ver la luz!
Me parece que en congregaciones, o familias en todo caso,
donde un estudio bíblico concienzudo lleva a la conclusión de
que el séptimo día sábado ya no es obligatorio para los
cristianos ni se espera que ellos lo guarden, debe tenerse
gran cuidado en la transición. Nadie debe ser obligado a
violentar su conciencia. Es necesario que haya un estudio
constante y concienzudo, y paciencia. Al mismo tiempo que no
se descuidan las claras enseñanzas de la palabra de Dios, debe
seguirse el camino del amor hasta que se logre la unidad de
conciencia.
Otro punto difícil en relación con la conducta sabática entra
en escena cuando los que han llegado a la conclusión de que la
observancia del sábado ya no se requiere de los cristianos
visitan a los que todavía creen que sí se requiere. ¿Cómo
deben actuar? Creo que la respuesta es clara, no sólo por los
principios de conciencia delineados arriba, sino también por
la vida de Pablo. Me parece que, durante su observancia del
sábado, debemos comportarnos del mismo modo con aquéllos en
cuyos hogares nos alojamos. Debemos recordar que la conciencia
de ellos todavía atada por la ley del pacto antiguo, que dice:
... pero el día séptimo
será un día de reposo para honrar al Señor tu Dios. No hagas
en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija,
ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni tampoco
los extranjeros que vivan
en tus ciudades (Éx. 20:10).
Por lo tanto, si usamos nuestra libertad religiosa y hacemos
algo que ellos creen que es violación de la ley sabática, les
hacemos violar sus conciencias porque nosotros somos
"extranjeros" que moramos en sus casas. Ellos se sienten
obligados a hacer que nosotros, como sus invitados, guardemos
el sábado. Por esta razón, pues, debemos tener cuidado de
honrar la conciencia de ellos, aunque tengamos que restringir
nuestra libertad cristiana. Debemos recordar que es apropiado
adorar a Dios cualquier
día, incluyendo el séptimo día. Cuando estamos con amigos o
parientes sabadistas, no hay nada erróneo en reposar y tener
culto con ellos. Hacemos esto, no como requisito del pacto
antiguo, sino como una expresión de amor, no queriendo
hacerles pecar contra sus conciencias. Esta, creo yo, es la
razón de por qué Pablo guardaba las fiestas judías, o se
sometía a los ritos de purificación en el templo, etc., cuando
se reunía con la iglesia de Jerusalén. No quería hacerles
violar sus conciencias (Véase Hechos 18:18; 20:16; 21:26,27).
Pablo fue claro al declarar por qué observaba las
ceremonias judías en algunas ocasiones y en otras no. He aquí
su razonamiento:
Aunque soy libre con
respecto a todos, de todos me he hecho esclavo para ganar a
tantos como sea posible. Entre los judíos, me volví judío, a
fin de ganarlos a ellos. Entre los que viven bajo la ley, me
volví como los que están sometidos a ella (aunque yo mismo
no vivo bajo la ley) a fin de ganar a éstos. Entre los que
no tienen la ley, me volví como los que están sin ley
(aunque no estoy libre de la ley de Dios sino comprometido
con la ley de Cristo), a fin de ganar a los que están sin
ley. Entre los débiles, me hice débil, a fin de ganar a los
débiles. Me hice todo para todos, a fin de salvar a algunos
por todos los medios posibles. Todo esto lo hago por causa
del evangelio, para participar de sus frutos (1 Cor.
9:19-23).
Aquí Pablo describe sus actividades siguiendo el camino del
amor al tratar de difundir el evangelio a sus paisanos judíos.
¡Ojalá compartiéramos nuestra fe con el mismo amor y la misma
sumisión!
También creo que es apropiado dirigir a los observadores del
sábado en estudios bíblicos o dejarles algo que les ayude a
completar la base de datos de su conciencia. Como Pablo,
debemos usar el camino del amor, pero también debemos tratar
de llevarlos a un entendimiento pleno de la enseñanza bíblica
de los pactos, el sábado y el evangelio. Al hacerlo, sin
embargo, ellos deben saber que ¡nosotros somos cristianos por
nuestro amor!
Resumen de los principios
- Todos debemos reconocer que es posible que la
base de datos de nuestras conciencias sea deficiente.
Esto debería llevarnos a un continuado estudio
personal de la Biblia, la asistencia regular a la
iglesia, y si es posible, la participación en estudios
bíblicos de grupos pequeños donde podamos interactuar
con otros cristianos que nos puedan ayudar a ver
nuestros propios puntos ciegos (1 Cor. 8:2).
- Siempre debemos obedecer a nuestra conciencia
(Hechos 23:1; 24:16; 2 Cor. 1:12; 1 Tim. 1:5; 3:9; 2
Tim. 1:3).
- Cuando obedecemos a nuestra conciencia, queriendo
hacer lo correcto y creyendo que estamos haciendo lo
correcto, pero acabando por hacer lo malo, Dios nos
trata con gracia y misericordia y nos ilumina (Hechos
26:9-15; 1 Tim. 1:12, 13; Juan 7:17; 3:21).
- Actuar contrariamente a nuestra conciencia causa
desastre espiritual (1 Tim. 1:18, 19; 4:12; Tito 1:15,
16; Núm. 22:2-35; 31:16).
- Rehusar estudiar y examinar los hechos puede ser
tan peligroso como violentar nuestra conciencia,
causando un desatre espiritual (Hech. 7:54-58; Mat.
13:15; Rom. 11:8; Juan 9:20).
- Al resolver desacuerdos entre cristianos, debemos
usar el camino del amor, no el del conocimiento.
Aunque es verdad que la educación en la palabra de
Dios, y el correspondiente discernimiento del Espíritu
Santo, es la solución a largo plazo, debe seguirse el
camino del amor hasta que haya unidad de conciencia (1
Cor. 8:1).
- Jamás debemos animar a otros a violentar sus
conciencias, aunque sepamos que la base de datos de
las conciencias de ellos sea defectuosa (1 Cor.
8:7-11).
- Cuando hacemos que alguien violente su
conciencia, le hacemos pecar, y al hacerlo, nosotros pecamos
contra Cristo (1 Cor. 8:10-12).
- Debemos restringir nuestra propia libertad antes
que hacer que otro violente su conciencia (1 Cor.
8:13).
- Reeducar la conciencia requiere tiempo. Esto está
implícito en 1 Corintios 8:1-13, donde Pablo dio
instrucciones relativas a la no existencia de ídolos,
(el camino del conocimiento), pero él sabía que esto
no resolvería la situación actual. Este principio
queda demostrado en la experiencia cristiana.
- No debemos restringir nuestra libertad cristiana
cuando hacerlo comprometería claramente los principios
y los fundamentos del evangelio.
- Los que creen que el séptimo día sábado no es un
requisito para los cristianos ni es el propósito que
ellos lo guarden deben estar dispuestos a restringir
su libertar cristiana para no hacer que sus parientes
o amigos sabadistas no violen sus conciencias.
- Los cristianos que saben que no están bajo la ley
sabática del viejo pacto deben sentirse libres para
reposar y tener culto junto con los sabadistas cuando
reciban la hospitalidad de estos últimos, como un acto
de amor.
- Con amor, los cristianos deben tratar de
completar la base de datos de otros cristianos, pero
deben seguir el camino del amor hasta que haya unidad
de conciencia.
Notas
1.
La Escritura deja claro que no debemos emborracharnos
con vino.
2. The Expositor´s
Bible Commentary, Frank E. Gaebelein, General
Editor, Vol. 10, p. 238.
3. New Testament
Commentary, Simon J. Kistemaker, 1 Corintios,
pp. 273, 274.
4. Aquí no estoy diciendo que jamás debemos dejar el
camino del amor, sino que, dentro del camino del amor,
la solución a largo plazo incluye conocimiento de la
palabra de Dios y el discernimiento del Espíritu
Santo.
5. Gál. 2:5.