Una de las
figuras más conocidas en el escenario mundial durante los
últimos diez años, y ciertamente la mujer más fotografiada, fue
Diana, princesa de Gales. Estuvo rodeada de elogios y afecto por
una parte, y por críticas morales por la otra, especialmente por
parte de la familia real y los tabloides. Mientras Diana
disfrutaba de un día feriado en París en compañía de su recién
descubierto romance, The
Sunday Times of London publicó un artículo a una página
completa con un psicoanálisis de ella. Tenía un titular de doble
sentido que decía: "Diana en el sofá". La primera edición
acababa de salir de las prensas cuando llegó la noticia de su
trágica muerte. Inmediatamente, The Times retiró, de todas las ediciones
posteriores, la sección entera del periódico en que aparecía el
artículo.
El público británico quedó completamente anonadado
por la noticia. Hubo un espontáneo derramamiento de dolor en
masa, como nunca se había visto antes. Aunque durante el funeral
su hermano advirtió al público que no convirtiera a Diana en
santa, de todas maneras fue golorificada, durante los meses que
siguieron, como la figura central de un moderno y trágico cuento
de hadas. En el aniversario de su muerte, los periodistas se
reunieron en todos los lugares asociados con Diana, esperando
que acudieran muchedumbres como antes. Llegaron, pero sólo en
pequeños números.
Lo que es más, algunas voces influyentes, incluyendo la de un
ex-arzobispo de Canterbury, comenzaron nuevamente a hablar de
Diana en términos críticos. La desconstrucción de Diana había
comenzado y su humanidad estaba siendo recuperada del cuento de
hadas. Esto es análogo al tema que nos preparamos para discutir.
Mientras la glorificación de la Diana trágica, seguida por su
desconstrucción, tuvo lugar en el espacio de sólo un año,
el proceso de glorificación de Jesús como la figura del Cristo y
su subsiguiente desconstrucción ha tenido lugar en el espacio de
dos mil años.
¿Cómo se convirtió Jesús en Cristo?
En 1974, un erudito católico romano llamado Peter deRosa publicó
un libro titulado Jesus Who
Became Christ [El Jesús que se convirtió en Cristo].
(Dicho sea de paso, no mucho antes de eso, Peter deRosa, después
de una impresionante carrera académica, había sido despedido
como Vice-Director del Corpus Christi College en Londres. Esa
era una escuela superior para preparar instructores católicos,
que la Iglesia Católica cerró porque se estaba volviendo
demasiado radical). Peter deRosa se dispuso a responder - ¿Cómo
se convirtió Jesús en Cristo? - porque esta es la primera parte
de la respuesta a la pregunta de cómo se convirtió Jesús en
Dios.
Hay dos maneras de entender esta pregunta, y hay una diferencia
bastante sutil pero extremadamente importante entre las dos. Es
una diferencia demasiado poco entendida. Podemos llamar a las
dos maneras el enfoque objetivo y el enfoque subjetivo.
Ilustraré esta diferencia primero refiriéndome a la pregunta:
"¿Cómo se convirtió la Sra. Jenny Shipley en Primera Ministra en
Nueva Zelanda?"
La respuesta objetiva a esa pregunta es más o menos así.
Primero, Jenny fue elegida por el gobernante Partido Nacional
para competir por el escaño parlamentario de Ashburton. Luego,
fue elegida miembro del Parlamento por Ashburton. El paso
siguiente tuvo lugar cuando ella fue elegida por el Primer
Ministro Jim Bolger para que fuese miembro del gabinete. La
capacidad de ella le permitió ascender por su cuenta en el orden
de picoteo del gabinete. Luego, mientras Jim Bolger estaba en
ultramar, ella obtuvo suficiente apoyo de los otros miembros del
partido gobernante para presentarle al Primer Ministro, cuando
éste regresó, el hecho consumado de un golpe y haber tomado su
lugar. Pero ella todavía no era Primera Ministra. Por mutuo
acuerdo, se le dio a Jim Bolger un mes de gracia para poner sus
asuntos en orden, por decirlo así, antes de que ella fuera
finalmente juramentada como Primera Ministra. Éste es, pues, el
relato objetivo de cómo Jenny Shipley llegó a ser Primera
Ministra.
¿Cuál sería el relato subjetivo? Los relatos subjetivos varían
de una persona a otra, justamente porque son subjetivos. No hay
una sola respuesta y daré dos ejemplos extremos.
En la mente de sus más fuertes detractores, el relato subjetivo
podría ser así: "Jenny Shipley es Primera Ministra de nombre
solamente, habiendo llegado allí por medios dudosos. Ella
simplemente cuida la oficina del Primer Ministro hasta la
siguiente elección. Ella no ha ganado una elección general como
líder, y no tiene ningún mandato del pueblo de Nueva Zelanda
para ser Primera Ministra, como lo hicieron sus predecesores".
Por otra parte, el enfoque subjetivo de sus más fuertes
seguidores podría ser algo así: "Jenny Shipley es tan apta para
el puesto de Primera Ministra que, una vez que entró al
Parlamento, su ascenso a la cumbre era inevitable. En realidad,
ella ha sido Primera Ministra en espera desde el comienzo. La
verdad es que ella ha demostrado tal habilidad en el puesto que
es claro que nació para ser Primera Ministra".
La diferencia entre la respuesta objetiva y las varias
respuestas subjetivas es ésta: La respuesta objetiva se refiere
a eventos que le ocurrieron a Jenny Shipley, eventos que están
abiertos a investigación histórica. Por otra parte, las
respuestas subjetivas son juicios de valor por parte de la
gente. No están abiertas a investigación histórica, excepto la
confirmación que algunas personas han hecho de estos juicios.
Varían de una persona a otra, aunque cada respuesta particular
puede ser compartida por otros.
Con esta diferencia en mente, volvamos ahora a la pregunta de
cómo fue que Jesús se convirtió en Cristo pues,
desafortunadamente, ha habido, y todavía hay, una verdadera
confusión aquí. Pronto se hace claro que la respuesta a esta
pregunta tiene mucho más en común con las respuestas subjetivas
a la pregunta de cómo Jenny Shipley llegó a ser Primera Ministra
que con la respuesta objetiva. No había ningún puesto político
de Mesías al cual Jesús hubiese sido designado en cierto momento
del tiempo, un evento que estuviese abierto a una confirmación
neutral tanto pública como religiosa. Por el contrario, los
cristianos son los únicos que alguna vez han afirmado que Jesús
es el Cristo.
Así, pues, al preguntar cómo es que Jesús se convirtió en
Cristo, ¿esperamos una respuesta objetiva o subjetiva? Me
propongo mostrar que la proclamación cristiana de Jesús como el
Cristo se originó como una evaluación subjetiva de parte de
algunas personas. Sin embargo, generaciones posteriores
interpretaron las afirmaciones subjetivas como eventos objetivos
y perdieron la distinción entre lo subjetivo y lo objetivo. Esto
puede ilustrarse claramente con la información bíblica.
¿Cuándo se convirtió Jesús en Cristo?
Si nos volvemos a los registros del Nuevo Testamento buscando la
evidencia histórica del proceso objetivo por medio del cual
Jesús se convirtió en Cristo, entonces lo que hallamos es
juicios subjetivos o proclamaciones subjetivas como si fueran
objetivos. La conclusión de que son subjetivos queda confirmada
por el hecho de que hay varios de ellos en diferentes puntos en
el Nuevo Testamento y son diferentes entre sí. He aquí los más
importantes:
Después
de su muerte
En Hechos, en un discurso puesto en boca de Pedro, hallamos
estas palabras (2:22-36):
"Varones
israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado
por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y
señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él ...
vosotros prendísteis y matásteis por manos de inicuos,
matándole ... A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos
nosotros somos testigos ... Sepa, pues, ciertísimamente, toda
la casa de Israel que a este Jesús, a quien vosotros
crucificásteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo".
La persona que compuso esas palabras estaba declarando que fue
por haber Dios resucitado a Jesús de entre los muertos que Jesús
se convirtió en Cristo. En otras palabras, sobre este punto de
vista, el hombre Jesús se convirtió en Cristo en algún momento
después de su muerte en la cruz.
En este ejemplo y los siguientes, debemos notar que no estamos
tratando con sucesos históricos abiertos a investigación pública
por el historiador. Los eventos son descritos específicamente
como "actos de Dios". "A este Jesús a quien Dios resucitó ...
Dios ha hecho Señor y Cristo". Cualquier cosa que los seres
humanos juzguen como "acto de Dios" pertenece a la categoría de
juicio humano o interpretación, y no a la categoría de evento
histórico.
Durante
su ministerio
Sin embargo, en el evangelio de Marcos, hay un relato sobre
Jesús en Cesarea de Filipo, en el cual Jesús pregunta a sus
discípulos quién decía la gente que era él, y ellos dieron
varias respuestas. Cuando Jesús le preguntó a Pedro lo que
pensaba, recibió la siguiente respuesta: "Tú eres el Cristo".
Claramente, el escritor de esta narración creía que Jesús ya era
el Cristo durante su ministerio y antes de su muerte y
resurrección. La narración dice además que Jesús les encargó a
sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo.
Estas referencias al secretismo en el evangelio de Marcos se
conocen en la moderna erudición como el Secreto Mesiánico, en
referencia al título de un libro escrito en 1901 por Wilhelm
Wrede. Éste argüía que lo del secreto era un invento primitivo
para reconciliar dos relatos de cómo Jesús se convirtió en
Mesías - el primer relato, que acabamos de ver reflejado en
Hechos, y un relato ligeramente posterior, de que Jesús ya era
el Cristo durante su ministerio.
En su
bautismo
El autor del evangelio de Marcos, que escribió cuando todos los
cristianos habían aceptado a Jesús como el Mesías, fue aun más
lejos, dando a entender que fue en el bautismo cuando Jesús se
convirtió en Mesías. Leemos que, cuando Jesús salió del agua,
vio los cielos abiertos y al Espíritu que descendía sobre él
como paloma y oyó una voz que decía: "Tú eres mi hijo amado, en
el cual tengo contentamiento".
En la teología cristiana primitiva, este relato dio lugar a lo
que se llamó la "teoría de la adopción" de la "persona de
Cristo". En resumen, Jesús nació como un ser humano ordinario
hasta que Dios, en la ocasión de su bautismo por Juan, lo adoptó
como su Hijo. Por eso no hay ningún relato de bautismo en
Marcos. Este punto de vista fue eventualmente declarado
herético, aunque continuó apareciendo de tiempo en tiempo. Se
volvió herético por la sencilla razón de que la creencia en que
Jesús se convirtió en Cristo sólo a su bautismo, que era común
todavía cuando Marcos escribía alrededor de 70 e.c., pronto
habría de ser superada por cambios adicionales en la tradición
en desarrollo.
Cuando
nació
Claramente, los relatos sobre el nacimiento de Jesús en los
evangelios de Mateo y Lucas tienen el propósito de dar a
entender que Jesús era el Cristo desde el momento en que nació.
Mientras Mateo tiende a enfatizar que Jesús nació para ser rey
de los judíos, Lucas es más explícito, poniendo esto en boca de
los ángeles: "Porque hoy os ha nacido en la ciudad de David un
Salvador, que es Cristo el Señor".
Una diferencia adicional entre los relatos de Lucas y Mateo
sobre el nacimiento es que Mateo traza la genealogía de Jesús
hasta Abraham para indicar, por decirlo así, que Jesús era un
fiel judío y un verdadero hijo de Abraham. Pero Lucas, quizás
porque era gentil, trazó la genealogía de Jesús hasta Adán,
tanto para mostrar que era un verdadero representante de la raza
humana como para decir que, siendo humano, también era hijo de
Dios, porque se alude a Adán como hijo de Dios.
Al trazar esta progresión hacia atrás en el tiempo, desde la
post-resurrección, hasta el ministerio, el bautismo, el
nacimiento, debemos notar que hay también un cambio de énfasis
en la terminología usada en relación con Jesús. Es un cambio de
la condición de Mesías a la divinidad, desde la condición de
Cristo al status de
divino Hijo de Dios.
En la
creación
Esta proyección hacia atrás no se detuvo en el nacimiento de
Jesús. Cuando nos volvemos al cuarto evangelio, hallamos que el
proceso que estamos discutiendo ocurre tan atrás en el tiempo
que ya no es un caso en que Jesús se convierte en el Cristo.
Ahora se ha vuelto un caso en que el Cristo se convierte en
Jesús, y en que ahora se hace referencia al Cristo como al Logos
o al Verbo. La razón de que el cuarto evangelio no tenga ningún
relato del nacimiento es que inicia el evangelio de Jesús el
Cristo desde la creación. El que habría de convertirse en Jesús
estuvo allí desde el principio. (Es un poco como decir que Jenny
Shipley fue ordenada divinamente desde el principio del tiempo
para que fuese Primera Ministra).
En el principio
era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios ...
todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que
ha sido hecho fue hecho ... Y aquel Verbo fue hecho carne, y
habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad (y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del Padre) ... la gracia y
la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie le
vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre,
él le ha dado a conocer ... (Juan 1:1-18).
Aquí, el problema de cómo Jesús se convirtió en el Cristo se ha
revertido y se ha convertido en un problema diferente - cómo el
Logos, o el unigénito hijo de Dios, encarnó en carne humana como
Jesús. Así, a la cuestión de cómo Jesús se convirtió en Dios se
le ha dado vuelta en el curso del tiempo y se convirtió en cómo
Dios vino a ser Jesús.
Para el tiempo de los concilios ecuménicos y la formulación de
la doctrina de la Santa Trinidad, el evangelio cristiano básico
había experimentado un cambio notable. Había comenzado con la
sencilla afirmación de que Jesús era el Cristo. Ahora era la
afirmación de cómo la segunda persona de la Santa Trinidad había
encarnado en Jesús hombre. Por consiguiente, y de manera
efectiva, ahora se creía que Jesús se había incorporado en la
Deidad.
¿Cómo han de reconciliarse estas diferencias en la evaluación
subjetiva? Si leemos la Biblia esperando que sea perfectamente
consistente, toda ella escrita en un solo nivel y por el mismo
autor (y así es como solía ser leída por los cristianos hasta
hace doscientos años), entonces los varios "actos de Dios" que
acabamos de repasar - la creación, la encarnación, el
nacimiento, el bautismo, el ministerio, la resurrección -
podrían ser considerados pasos sucesivos en el proceso por el
cual Jesús se convirtió en el Cristo, el Cristo que ahora está
sentado a la diestra de Dios, desde donde vendrá finalmente para
ser nuestro Juez.
Desde hace más o menos doscientos años, y especialmente durante
los últimos 160 años, los eruditos cristianos comenzaron a leer
la Biblia históricamente. Hallaron que no está escrita a un solo
nivel ni por un solo autor. Fue compuesta por diferentes
personas en diferentes épocas y refleja muchas diferencias de
puntos de vista. Por eso, ahora se puede ver que contiene muchas
inconsistencias y vastas diferencias en puntos de vista. En
particular, la tradicional respuesta a cómo Jesús se convirtió
en el Cristo ha sido reemplazada por una sorprendente variedad
de respuestas conflictivas. Lo que es aun más revelador es que,
cuando examinamos estas respuestas en orden cronológico de
composición, hallamos que aun está teniendo lugar un proceso
bastante fascinante. Dentro del espacio de aproximadamente
setenta años, el principal "acto de Dios" por el cual Jesús
supuestamente se convirtió en el Cristo se ha movido desde
después de su muerte, hacia atrás a través de su ministerio,
hasta su bautismo, su nacimiento, hasta más allá de la creación
misma, como lo deja claro el término final credal "engendrado,
no creado".
La razón de las respuestas aparentemente conflictivas es que
éstas no eran eventos históricos, abiertos a investigación
pública, sino juicios de valor, hechos por diferentes personas
en ocasiones diferentes en una tradición que se desarrolla
rápidamente. Aunque estaban siendo proclamados en la misma clase
de lenguaje que comúnmente usamos para anunciar un evento
histórico objetivo, en realidad eran juicios subjetivos o
evaluaciones subjetivas por los que los emitían. En otras
palabras, lo que la tradición cristiana ha tratado por mucho
tiempo como un relato objetivo de cómo Jesús se convirtió en el
Cristo resulta ser una sucesión de juicios subjetivos. El relato
tradicional, y supuestamente objetivo, de cómo Jesús se
convirtió en el Cristo es el relato de cómo Jesús, paso a paso,
llegó a ser evaluado subjetivamente en las mentes de sucesivas
generaciones de los que le adoraron y asi lo concibieron como el
Cristo.
¿Cómo surgió la fe pascual?
Este proceso no se detuvo con el último libro del Nuevo
Testamento sino que continuó hacia adelante en el pensamiento de
la Iglesia durante los siglos siguientes. Volveremos a eso en un
momento. Pero primero debemos examinar lo que condujo a lo que
fue proclamado como el primer "acto de Dios" en ese proceso, a
saber, la resurrección. Esto es esencial para la respuesta a
nuestra pregunta. Hasta la fecha, los cristianos tradicionales
interpretan este "acto de Dios" como si fuera un evento objetivo
público abierto a investigación histórica. Veremos que esto es
también parte del mismo desarrollo subjetivo que he estado
describiendo.
¿Cómo llegaron los cristianos a creer que el Jesús que fue
crucificado fue resucitado de entre los muertos? En la
actualidad, esto es llamado a menudo la fe pascual. ¿Cómo surgió
esta fe pascual? La respuesta tradicional es bastante clara: Al
tercer día después de su muerte en la cruz, o hablando más
estrictamente, dentro del espacio de treinta y seis horas desde
el momento en que su cuerpo fue puesto en la tumba, Jesús
resucitó de entre los muertos con un cuerpo renovado o
glorificado, se apareció a sus discípulos durante cuarenta días,
y ascendió al cielo, para sentarse a la derecha de Dios.
Podemos llamar a esto el supuesto relato objetivo de la
resurrección de Jesús. Se pensaba que los apóstoles habían
presenciado la ascensión y Esteban había visto a Jesús sentado a
la diestra de Dios. Fue aceptado sin cuestionamiento desde más o
menos el fin del siglo primero hasta poco más de hace doscientos
años.
Una vez más, hallamos que, a medida que los relatos del Nuevo
Testamento en los cuales se basaba este relato supuestamente
objetivo comenzaron a ser estudiados cronológicamente como
documentos independientes, salía a la luz una nueva versión de
cómo Jesús resucitó de entre los muertos. Aunque todavía no hay
unanimidad acerca de los detalles de esta nueva versión, pues la
antigua versión ha sido defendida vigorosamente, hay algo de
acuerdo sobre ciertos puntos.
La
ascensión de Jesús
Por ejemplo, hay un acuerdo general en que la historia de la
ascensión es un relato mítico y no un evento histórico. En 1843,
David Strauss fue el primero en argüir que era más apropiado
tratar ciertos relatos del Nuevo Testamento como mitos o relatos
simbólicos. Decía que estos relatos surgieron en la iglesia
primitiva y se basaban en figuras que ya se hallaban en el
Antiguo Testamento. En el caso de la ascensión de Jesús al
cielo, ya había un claro precedente para ella en el Antiguo
Testamento, en el relato de la ascensión de Elías al cielo en un
carruaje de fuego.
La razón de por qué el relato de la ascensión de Jesús fue el
primero en ser generalmente aceptado en la categoría de mito es
obvia. Aunque había tenido mucho sentido cuando se le
consideraba a simple vista en la visión mundial compartida por
los antiguos y los medievalistas, no tiene absolutamente ningún
sentido en la visión mundial que todos nosotros compartimos en
la actualidad. Afirmar que el cuerpo resucitado de Jesús
ascendió a algún cielo especial por encima de la tierra es
convertir el relato en una ridícula pieza de ciencia ficción
espacial. Por consiguiente, en el relato tradicional de lo que
ocurrió a Jesús después de su muerte, éste ha sido el primer
elemento en ser desmitificado, esto es, interpretado
simbólicamente, más bien que a simple vista. De todas maneras,
algunos eruditos lo desecharon sobre la base de que era una
evolución posterior en la tradición de la resurrección.
Deseo sugerir que, aunque la actual narración de la ascensión de
Jesús al cielo que leemos al final de Lucas y en Hechos 1 sin
duda es tardía en su forma actual, la idea que dio lugar a ella
es bastante temprana y ciertamente puede muy bien haber sido el
principio mismo de la tradición de la resurrección, no su
resultado final. Esa idea era la glorificación del Jesús
crucificado. De la misma manera en que ya hemos visto que Jesús
probablemente no fue aclamado como Mesías sino hasta después de
su muerte y luego su status
de Mesías fue introducido más y más hacia atrás, así también la
fe pascual, sugiero yo, comenzó con una visión de la
glorificación de Jesús y desde allí creció gradualmente por
etapas hasta que alcanzó la tradición más plena posterior que
describía una procesión divina desde la tumba vacía hasta el
trono celestial.
Visiones
de Jesús
Hay acuerdo general entre todos los eruditos, menos los
conservadores, en que la fe pascual comenzó con visiones en
Galilea, no en el descubrimiento de una tumba vacía en
Jerusalén. Ahora bien, como lo registran muchas tradiciones, las
visiones y los sueños han sido con frecuencia la materia prima
de experiencias religiosas, especialmente en tiempos de orígenes
religiosos. Hasta este siglo, no pudimos apreciar, como lo
hacemos ahora, por qué esto es así. Carl Jung y otros han
descubierto y nos han llamado la atención hacia los poderes
creativos de la conciencia humana.
El inconsciente es una vasta área de la mente humana o psiquis
que está oculta debajo de la superficie de la conciencia, como
nueve décimos de un iceberg están ocultos bajo la superficie del
océano. El descubrimiento del inconsciente ha hecho posible una
explicación enteramente nueva de lo que comúnmente se había
denominado experiencias religiosas.
Anteriormente, cuando una persona veía visiones (que nadie más
veía) u oía voces (que nadie más oía), la única explicación era
que la tal persona estaba recibiendo revelaciones y mensajes de
una fuente externa de un tipo sobrenatural o divino. La
psicología profunda proporciona una explicación natural. Las
experiencias entran efectivamente en el consciente de otra
fuente, pero esa fuente es el inconsciente, volviendo
innecesario apelar a una fuente externa sobrenatural.
Por este medio, llegamos a una nueva comprensión de las visiones
que Mahoma tuvo del ángel Gabriel, de la visión que Pablo tuvo
del Cristo resucitado en el camino a Damasco, y de las visiones
de las cuales surgió la fe pascual de los apóstoles antes de él.
De acuerdo con Pablo (y el suyo es el primer testimonio de
primera mano que tenemos), el primero que tuvo una visión del
Cristo resucitado fue Pedro. Pero el Nuevo Testamento no nos
proporciona en ninguna parte ningún registro de esa visión.
Algunos han conjeturado que la tradición de esta visión, si es
que hubo tal visión, fue superada y descartada en favor de
tradiciones posteriores más convincentes. Podría haber sido una
visión similar a la que ahora se atribuye a Esteban antes de su
martirio (Hechos 7:55-56):
Esteban miró al
cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba a la
diestra de Dios. Y dijo: Veo los cielos abiertos, y al Hijo
del Hombre que está a la diestra de Dios.
Se ha sugerido que el relato de la transfiguración de Jesús no
corresponde cronológicamente dentro del ministerio de Jesús,
donde el evangelio de Marcos lo ha colocado erróneamente, para
ser seguido por los de Mateo y Lucas. Más bien, se originó como
un temprano relato de la resurrección. Esta sugerencia ha sido
apoyada por eruditos aclamados internacionalmente, como Heinrich
Meyer (1800-1873), Julius Wellhausen (1844-1918), Adolf Harnack
(1851-1930), Alfred Loisy (1857-1940), Maurice Goguel
(1880-1955) y Rudolf Bultmann (1884-1976). Ciertamente, este
relato podría estar apuntando a la primerísima visión que dio
lugar a la fe pascual.
Se acepta generalmente, con el apoyo de los registros
evangélicos, que, cuando Jesús fue crucificado, los discípulos
le abandonaron y huyeron. Regresaron a Galilea muy desanimados,
sufriendo de una aguda ansiedad y un gran desconcierto,
preguntándose por qué Dios había permitido que un hombre de
tales cualidades y tal poder hubiese llegado a un fin tan
trágico. Esas son las mismas condiciones en las que las
profundidades inconscientes de la psiquis pueden demostrar ser
muy creativas. La psiquis, usando la experiencia anterior y los
símbolos básicos ya incrustados allí, crea una visión que
resuelve el problema.
Aquí, pues, estaban los discípulos judíos cuyas mentes, como la
de Elías antes que ellos, en este momento de crisis se volvieron
a Sinaí, la fuente de su fe. En la visión creada por el
inconsciente (posiblemente de Pedro), él y sus dos compañeros
más cercanos, Santiago y Juan, fueron retrotraídos por el
recuerdo de su Maestro a escalar aquella misma alta montaña.
Este es el relato, como lo cuenta Marcos:
Y Jesús se
transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron
resplandecientes, muy blancos, como la nieve ... Y les
apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús ... Entonces
vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que
les decía: "Este es mi Hijo amado; a él oíd". Y luego, cuando
miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo ...
(Marcos 9:2-8).
Hay algunos ingredientes muy significativos en esta visión:
- Cuando Moisés subió al Monte Sinaí, la
gloria del Señor lo envolvió en una nube. Y cuando bajó del
monte, su rostro resplandecía.
- Moisés y Elías eran los principales
representantes israelitas de la Ley y los Profetas,
respectivamente.
- Como hemos notado, Elías no murió sino que
fue llevado al cielo en un carruaje de fuego.
- Moisés había muerto y sido enterrado. Pero
una tradición judía tardía, reportada por Josefo y narrada
en un libro llamado "La Ascensión de Moisés", contaba cómo
éste había sido llevado al cielo por Dios.
- Además, en la tradición israelita, ellos
eran los únicos dos israelitas que se creía habían estado
con Dios en el cielo.
- En la visión de la transfiguración, Jesús
conversa con Moisés y Elías, de esta manera colocándole al
mismo nivel que ellos.
Estos ingredientes de la tradición judía, junto
con el desconcierto de los discípulos, proporcionaba abundante
materia prima para una visión apostólica. Lo que la visión
estaba afirmando principalmente era que la muerte de Jesús no
era una tragedia sin significado. Mostraba que este Jesús fue
colocado por Dios al mismo nivel que Moisés y Elías. El
resplandor o la transfiguración demostraba simbólicamente que
Jesús había sido glorificado.
Estoy sugiriendo que esta visión de la glorificación de Jesús
marcó el comienzo de la fe pascual. De acuerdo con Pablo, hubo
más de una visión, incluyendo la que él mismo tuvo. No son
descritas. Sin duda, variaban pero tenían algo en común - el
Jesús glorificado fue visto por sus seguidores y sólo por ellos.
Cuando Pablo escribía, digamos como en el 50 e.c., la fe pascual
descansaba solamente en el testimonio de las visiones.
Pero es tal la naturaleza de la inquisitiva mente humana que no
fue suficiente para la progresiva comunidad cristiana decir
solamente que el Jesús glorificado había sido visto en visiones.
¿Cómo llegó donde estaba, en el cielo con Dios y sentado a la diestra de
Dios? Así, pues, en la segunda mitad del siglo primero,
comenzaron a aparecer toda clase de historias, como la de Juan
21, donde Jesús desayuna con los discípulos después de que éstos
terminaron de pescar.
La
tumba vacía y la resurrección corporal
Luego, la atención comenzó a dirigirse a Jerusalén, donde Jesús
debía haber sido sepultado en una tumba y, en ese caso, la tumba
debía estar ahora vacía. Así que surgió una historia de cómo
algunas mujeres habían hallado una tumba vacía. La clave de este
relato es el ángel u hombre misterioso vestido de blanco que
dijo: "El Jesús crucificado a quien buscáis no está aquí, porque
ha resucitado". Algunos modernos defensores de la historicidad
de la tumba vacía, puesto que ellos mismos ya no creen en
ángeles, arguyen que esto es una intrusión posterior. En
realidad, el relato pierde su impacto si esto es eliminado. Las
palabras pronunciadas por el ángel son la piedra angular en que
se basaba el relato. Es la convicción de que Jesús había
resucitado lo que dio lugar a la historia de la tumba vacía, y
no al revés.
Debido a que los relatos de la tumba vacía han dominado la
tradición por largo tiempo, dan forma a nuestra imaginación
cuando oímos la expresión "resucitar de entre los muertos". Sin
embargo, cuando esto se usó por primera vez, no se refería a
alguien que salía de la tumba. Se refería a salir del Sheol, la
morada de los muertos, y la ascensión al cielo. Esto se refleja
en la historia juanina de María Magdalena, donde Jesús dice: "No
me toques, porque todavía no he ascendido a mi padre" (20:17).
Estaba en viaje desde el mundo de los muertos al mundo
celestial, y María se había encontrado con él accidentalmente en
el camino.
Tan pronto como los cristianos se convencieron de que tenían una
visión de la glorificación de Jesús, y puesto que sabían de
cierto que él había sido crucificado y se había ido a la morada
de los muertos, entonces se seguía que debía haber resucitado de
entre los muertos. Así comenzaron a surgir historias de cómo
había sucedido eso. A medida que progresaban los relatos, el
Cristo resucitado fue siendo descrito más y más en términos
físicos, y es en base a estos relatos posteriores sobre la
resurrección que los cristianos conservadores defienden
actualmente lo que ellos llaman "la resurrección corporal".
Tan pronto trazamos de vuelta la ruta de la glorificación y la
resurrección de Jesús hasta las visiones, esto nos sirve para
confirmar la conclusión de que estamos tratando con un proceso
subjetivo, no objetivo. La afirmación cristiana de que Jesús
había sido resucitado de entre los muertos no se refería a algo
que había ocurrido objetivamente al cuerpo de Jesús; se refería
a un evento subjetivo en las mentes y los corazones de los
seguidores de Jesús. Como dijo Maurice Goguel en The Birth of Christianity
[El Nacimiento del Cristianismo]: "La importancia religiosa de
la resurrección no reside en el hecho de que el cuerpo de Jesús
vino a la vida nuevamente en la tierra por un corto tiempo, sino
en que fue llevado para que viviese en el cielo. Lo que da la
salvación es la glorificación de Jesús, no su resurrección
entendida en el sentido de la reanimación de su cuerpo. Si esta
reanimación se convirtió en objeto de fe, fue porque fue
considerada como el símbolo, la prueba y la materialización de
la glorificación de Cristo" (p. 39-40). "La resurrección de
Jesús es, en realidad, la resurrección de aquella fe en él que
los discípulos habían tenido durante su ministerio" (p. 61). De
este modo, lo que originalmente era una experiencia visionaria
asumió el carácter de historia. Rudolf Bultmann dijo algo
similar en su famoso ensayo "The
New Testament and Mythology" [El Nuevo Testamento y la
Mitología] cuando escribió: "La resurrección misma no es un
evento de la historia pasada. No es nada más que el surgimiento
de la fe en el Señor resucitado ... La fe en la resurrección es
realmente la misma cosa que la fe en la eficacia salvadora de la
cruz" (pp. 41-42).
¿Cómo se convirtió Jesús en Dios, y por
qué?
Ahora regresemos a nuestro tema. Primero, demostré, con el
material bíblico, que Jesús se convirtió en Cristo por una serie
de pasos mentales en el pensamiento en desarrollo de los
cristianos del siglo primero, a medida que comenzaban a evaluar
lo que para ellos significaba en términos cada vez más elevados.
El proceso mediante el cual Jesús se convirtió en Dios no es un
evento que le ocurrió a Jesús sino un cambio en el desarrollo
del pensamiento humano.
Luego, regresé al surgimiento de la fe pascual para demostrar
que ella también debe ser entendida subjetivamente, no como
historia objetiva. La fe pascual surgió en parte de la
continuada influencia del impacto que Jesús había hecho en
aquéllos que le conocían, y en parte de la devastadora
experiencia que ellos habían tenido.
El proceso del pensamiento religioso por medio del cual Jesús se
convirtió en el Cristo, como queda demostrado por el Nuevo
Testamento, no se detuvo allí sino que continuó en el período
post-bíblico. Porque, aun al final del siglo primero, al
pensamiento cristiano todavía le faltaba mucho para llegar a lo
que sería la clásica enseñanza cristiana como fue proclamada por
el concilio de Calcedonia en el 451 e. c.
Pero, como el mismo Nuevo Testamento lo reconoce claramente, ya
había comenzado a aparecer una ruptura como resultado de la
rapidez con la que se estaba desarrollando el pensamiento acerca
de Jesús. Es la ruptura entre la primera generación de
cristianos - los cristianos judíos - y la iglesia gentil, que
crecía rápidamente, difundida por Pablo.
Los cristianos judíos, encabezados por Santiago y Pedro (por lo
menos al principio), todavía veían a Jesús con ojos judíos.
Según ellos lo veían, Jesús seguía siendo completamente humano,
como ellos mismos. Cumplía el papel de Mesías, pero él mismo no
era divino. Los cristianos judíos rechazaron los relatos
posteriores del nacimiento virginal y la doctrina de la
encarnación. En la carta de Santiago, podemos tener el mejor
ejemplo de su modo de pensar. Junto con los judíos, fueron
expulsados de Jerusalén, su centro, y se asentaron en Pella, al
otro lado del Jordán. Fueron rechazados por los judíos a
causa de su lealtad a Jesús y tratados con frialdad y después de
un tiempo rechazados por los cristianos gentiles como herejes.
Después del siglo quinto, ya no se oyó hablar más de ellos.
Fue el cristianismo gentil, al que Pablo configuró, el que se
convirtió en la forma clásica del cristianismo. Los cristianos
gentiles veían a Jesús más y más con ojos griegos. Hasta Pablo,
aunque se ufanaba de su condición de judío, era un judío
helenista en gran medida. El Nuevo Testamento refleja mayormente
su modo de pensar y el de la Iglesia gentil, y tiende a ocultar
de la vista lo que queda de la forma de pensar de la iglesia
judía primitiva.
La mente gentil no tenía ningún problema con respecto a
considerar divino a Jesús. Los gentiles veían a Jesús como el
Hijo de Dios por excelencia - el único Hijo de Dios. No
esperaban a un Mesías venidero, como lo esperaban los judíos,
así que la palabra Cristo (que se traduce como Mesías)
simplemente se usó como nombre propio. Jesús el Mesías se
convirtió en Jesucristo o sólo Cristo. Ciertamente, el problema
pronto se convirtió, no en cómo proclamar su divinidad, sino en
cómo defender su humanidad. El ala gnóstica del movimiento
cristiano quería decir que Jesús sólo parecía hombre pero que
era realmente enteramente Dios todo el tiempo.
A medida que la iglesia luchaba por mantener tanto la plena
divinidad como la plena humanidad de Jesús, atravesó por una
serie de controversias teológicas. Se rechazaron varias
soluciones, la mayoría heréticas. Al principio, la Iglesia trató
de establecer sólo cómo se relacionaba Jesús con Dios el
Creador. Resultó la doctrina de la Santa Trinidad y Jesús fue
presentado como la encarnación de la segunda persona de la
Trinidad. Luego, la Iglesia tuvo que resolver el problema de
cómo la naturaleza humana y la divina podían estar unidas en un
mismo personaje histórico. El debate nunca se resolvió
universalmente. Los que discrepaban con los hallazgos de los
concilios ecuménicos fueron simplemente excomulgados del cuerpo
principal. Fue así como los nestorianos (que afirmaban las dos
naturalezas) y la siglesias coptas (que afirmaban una
naturaleza) fueron separados del cuerpo principal.
Lo que vino a ser la ortodoxia cristiana fue la siguiente
fórmula a la que llegó el Concilio de Calcedonia en el año 451.
Éste puede ser considerado el resultado del proceso mediante el
cual Jesús se convirtió en Dios.
Siguiendo, pues, a
los Santos Padres, todos a una voz enseñamos que ha de
confesarse a uno solo y el mismo Hijo, nuestro Señor
Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo
perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo
verdaderamente hombre de alma racional y de cuerpo,
consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y el
mismo consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad,
semejante en todo a nosotros, menos en el pecado [Hebr. 4,
15]; engendrado del Padre antes de los siglos en cuanto a la
divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por
nuestra salvación, engendrado de María Virgen, madre de Dios,
en cuanto a la humanidad; que se ha de reconocer a uno solo y
el mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos naturalezas, sin
confusión, sin cambio, sin división, sin separación, en modo
alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa de la
unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su
propiedad y concurriendo en una sola persona y en una sola
hipóstasis, no partido o dividido en dos personas, sino uno
solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo,
como de antiguo acerca de Él nos enseñaron los profetas, y el
mismo Jesucristo, y nos lo ha transmitido el Símbolo de los
Padres.
En la actualidad, esta declaración de la ortodoxia cristiana,
expresada como está en conceptos griegos extraños a nosotros, se
ha vuelto casi absurda. La mayoría de los cristianos
tradicionales actuales probablemente nunca ha oído siquiera esta
declaración, mucho menos la ha entendido. Ciertamente, uno
sospecha que, si se le pidiera al asistente de iglesia promedio
que explicara lo que se quiere decir con que Jesús es divino,
probablemente, sin darse cuenta de ello, se alinearía con alguna
de las antiguas herejías, no con la ortodoxia.
Se hacía tarde para el proceso de desconstruir la afirmación de
que Jesús era el unigénito Hijo de Dios. Reimarus (1694-1768)
inició el proceso. Significativos pasos adicionales en el
proceso fueron tomados por David Strauss (1808-1874), Albert
Schweitzer (1875-1965) y Rudolf Bultmann (1884-1976). Más
recientemente, el proceso de desconstruir la glorificación de
Jesús y la recuperación de la figura humana histórica tras el
proceso ha sido emprendida por el Seminario Jesús.
Obras citadas:
- Bultmann, Rudolf: "New Testament Mythology".
Kerygma and Dogma. Ed. Hans Werner Bartsch. London: SPCK,
1960.
- Goguel, Maurice: The Birth of Christianity, London, 1953.