TRIBULACIÓN ADVENTISTA
EN ETIOPÍA

La facción ASD usó la policía contra sus rivales

Este relato de la crisis actual en Etiopía refleja la experiencia y el punto de vista de tal vez la mitad de los aproximadamente 100.000 miembros adventistas. Considerando que los actuales dirigentes de la Unión Etíope fueron patrocinados y apoyados por el presidente de la Conferencia General y el secretario asociado, Maurice Battle, Adventist Today se puso al habla con éste último para pedirle una declaración de cómo ve la Conferencia General este punto en disputa. Battle declinó proporcionarnos información, y nos refirió a L. D. Raelly, presidente de la División de Africa Oriental. Nuestros repetidos intentos de ponernos en contacto con Raelly no tuvieron éxito. Si llegamos a conseguir nuestro propósito, AT informará acerca de su perspectiva en nuestro próximo número. - Los editores.

La iglesia adventista de Etiopía se enfrenta a un cisma formal, según numerosos informes que han llegado a los Estados Unidos en semanas recientes. A pesar de varios intentos de mediación por parte de oficiales de la Conferencia General, incluyendo a Robert Folkenberg, aproximadamente la mitad de los adventistas en este país de África oriental rehusan reconocer al presidente de la Unión Etíope, que llegó al puesto el año pasado en una disputada elección.

La visita de Folkenberg en febrero tuvo el efecto de "envalentonar" al pastor Tinsae Tollosa y a sus asociados en la oficina de la Unión. Comenzaron a "perseguir con impunidad a sus propios miembros", según una protesta de un grupo de adventistas etíopes en los Estados Unidos. Aunque Folkenberg se reunió con oficiales de la policía y el actual presidente de Etiopía, por lo menos 78 pastores adventistas y dirigentes laicos han sido arrestados, y muchos de ellos han sido encarcelados ilegalmente sin que se les hayan formulado cargos. Estos arrestos se derivaron de la resistencia de las víctimas contra Tollosa y sus métodos de obtener y conservar el control.

En un esfuerzo por silenciar toda disidencia, el pastor Tollosa y los oficiales que él mismo seleccionó han despedido a 74 empleados de la iglesia desde enero. El año pasado, el mismo grupo expulsó del país a diez misioneros extranjeros y a sus familias. Entre aquéllos a los que se les ordenó salir del país estaba Colin Richardson, director de ADRA, con el resultado de que las actividades de ayuda humanitaria en Etiopía son inciertas.

Una misionera, Veslemay Hogganvik, de Noruega, fue encarcelada brevemente por oponerse a lo que ella consideraba tácticas arbitrarias de la facción de Tollosa. Misionera de segunda generación, considerada por muchos creyentes locales como "una etíope honorable", fue luego deportada.

Los opositores de Tollosa y su grupo los acusan de varios pecados específicos. Las acusaciones individuales incluyen corrupción, desfalco de fondos de la iglesia, bigamia, uso de bebidas alcohólicas en público, e inmoralidad sexual. El recién re-electo tesorero de la Unión Etíope ha engendrado dos hijos ilegítimos, según los adventistas que protestan.

"El problema básico es que estos hombres han manejado la iglesia como su negocio privado", afirma en su acusación Worku Negash, un residente norteamericano nacido en Etiopía. "Como los dictadores en muchas partes del mundo en proceso de desarrollo - o los corruptos 'bosses' en las ciudades norteamericanas - se han construído mansiones, exigiendo mano de obra gratuita de parte de los miembros de iglesia", dijo. Varios de los aspirantes a puestos en la iglesia estaban bajo disciplina por parte de iglesias locales en el momento en que fueron "elegidos" para los puestos.

La facción de Tollosa ha respondido a todas las críticas culpando a las divisiones étnicas dentro de Etiopía. "Afirman estar defendiendo a la mayoría de la 'opresión' por parte del grupo étnico Amhara", comentó la Srta.Hogganvik, que ha vivido toda su vida en Etiopía y habla con fluidez el idioma nacional. "El hecho es que ambos candidatos rivales al puesto de presidente de la unión eran miembros del grupo Oromo". Los opositores de Tollosa proceden de todos los principales grupos étnicos de Etiopía, hacen notar los observadores.

Se usa control policíaco

Desde el 10 de mayo, la iglesia principal de Addis Ababa ha sido el escenario de una notable manifestación contra "la corrupción en la iglesia". Las protestas comenzaron después de que los nuevos dirigentes de la Unión dieron el paso sin precedentes de despedir a la junta de iglesia en pleno. Sin dirigencia visible, la congregación de mil miembros de la iglesia de Filwoha tuvo un largo servicio de canto, y rehusaron dejar de cantar cuando los nuevos oficiales de la Unión trataron de hablar. Como los cantos seguían y seguían, la facción de Tollosa, completamente frustrada y avergonzada, recurrió a llamar a la policía, que no tenía idea de qué podía hacer con este "problema". Durante la semana siguiente, la facción de Tollosa aparentemente discutió sus tácticas con la policía. Sea como fuere, 28 creyentes fueron arrestados y llevados a la cárcel desde la iglesia - un escenario apocalíptico sólo soñado por la mayoría de los adventistas. A la semana siguiente, más miembros de iglesia fueron arrestados.

Según fuentes en Etiopía, el pastor Tollosa ha asegurado a las autoridades civiles que la IASD no es una democracia, que los laicos no tienen derecho a protestar, y que él simplemente está desempeñando su papel como está autorizado por la División de Africa Oriental y la Conferencia General.

Aunque sus críticos rechazan el punto de vista de él en relación con el gobierno de la iglesia, sí piensan que la Conferencia General juega un papel en la crisis. Después de la visita del pastor Folkenberg a Etiopía, un grupo de adventistas etíopes le escribió para protestar: "Por su mensaje, entendemos que los creyentes no tienen derecho a oponerse a la mala conducta de los dirigentes de la iglesia".

Es probable que las protestas en la iglesia de Filwoha continúen. Un oficial de policía de alto rango advirtió a los líderes de la congregación que serían arrestados nuevamente si los cantos "alteradores" continuaban. "Vengan preparados para arrestarnos", fue la respuesta. Quizás en reacción a esta decisión, los oficiales de la Unión recientemente adoptaron una nueva táctica: Usar policías armados para interceptar a los "perturbadores" en la puerta de la iglesia, más bien que hacer arrestos después del servicio. En un sábado reciente, a más de 100 creyentes se les impidió tener culto.

Mientras tanto, los hombres que aspiraban a los puestos de presidente, secretario, y tesorero de la Unión contrataron guardaespaldas armados de dentro de las filas de antiguos soldados desempleados de la dictadura comunista depuesta en 1991. Sin embargo, los adventistas que protestan han sido completamente pacíficos.

Tollosa y sus asociados "no son aptos para ser dirigentes de iglesia", dice un dirigente laico de la iglesia de Filwoha, "mucho menos guías espirituales". Tollosa rechazó enfáticamente la idea de que el conflicto en Etiopía es de naturaleza étnica. "Es una mentira para distraer a los extranjeros de los verdaderos problemas".

Según este miembro de iglesia, la actual crisis "sólo se ha empeorado" por la intervención del pastor Folkenberg y otros dirigentes mundiales, incluyendo al pastor Maurice Battle. Aunque estos norteamericanos han sido informados una y otra vez de los problemas en Etiopía, hasta ahora han rehusado actuar o siquiera investigar las acusaciones contra la facción de Tollosa.

"Nuestra única esperanza es que la Conferencia General y la División de Africa Oriental intervengan", declara un ex-administrador de la iglesia que fue depuesto por Tollosa. "Es la única manera de detener la persecución de fieles adventistas", añade un laico activo en el movimiento de protesta.

La crisis en Etiopía tiene profundas raíces. La obra adventista en esta nación antigua y por mucho tiempo independiente comenzó en 1907, aunque fue seriamente interrumpida por la Primera Guerra Mundial y una brutal ocupación italiana (1935-1941). Después de 1941, los misioneros adventistas jugaron un papel crucial en la creación de una iglesia local fuerte. El crecimiento de la iglesia también fue ayudado por la actitud amigable del emperador Haile Selassie y su gobierno. Hasta la revolución de 1974 , la Iglesia Adventista hizo grandes progresos, construyendo instituciones y desarrollando un grupo numeroso de obreros locales educados.

Entre 1974 y 1991, el gobierno comunista de Etiopía persiguió con rigor a los adventistas, cerrando muchas iglesias y encarcelando, y hasta torturando, a miembros de iglesia. Sólo cuando este régimen fue depuesto pudo la iglesia reanudar un crecimiento sostenido.

Tollosa orquesta el golpe

La autodestrucción del adventismo en Etiopía comenzó en 1995, en lo que algunos miembros llaman un "golpe rastrero" orquestado por Tollosa. Éste, que en ese entonces era presidente de campo (presidente de conferencia), junto con sus ayudantes boicoteó la sesión de la División de Africa Oriental en noviembre de 1995, exigiendo mayor representación de su conferencia. En un gesto de conciliación, los oficiales de la División pospusieron la elección de los oficiales de la Unión Etíope hasta marzo de 1996.

Cuando el pastor Fekadu Olana derrotó a Tollosa por 25 votos a 11 en la reunión de marzo en Nairobi, Kenya, la facción de Tollosa protestó el resultado y exigió la suspensión de la elección hasta que se efectuara una "reconciliación" en Etiopía. Pero, después de que los dirigentes de la División aceptaron esta exigencia, Tollosa procedió a reemplazar a los delegados que habían votado contra él, ignorando por completo el proceso de reconciliación, según Olana y otros. Finalmente, Tollosa fue declarado electo por una sesión minoritaria de la Unión celebrada en Addis Ababa en noviembre de 1996, con la ausencia de dos de los cuatro presidentes de campo.

La suerte de los 100.000 adventistas de Etiopía es cuestión de intenso interés para cientos de creyentes esparcidos alrededor del mundo en una diáspora etíope. Sucesos que en otro tiempo no habrían sido informados por meses ahora lo son inmediatamente. Emigrantes etíopes prósperos y bien educados usan correo electrónico y llamadas telefónicas de larga distancia para monitorear una situación que se deteriora rápidamente. Muchos de ellos están listos para proporcionar apoyo financiero a los asediados creyentes en el antiguo país.

"Tales abusos jamás serían tolerados en Ontario, Texas, o Nueva Gales del Sur", comentó un expatriado. "¿Por qué los dirigentes de la iglesia no hacen nada para resolver la crisis en Etiopía? Quizás no esperan mucho de África".


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