Ellen G. White
Ellen G. White

¿CAMBIABA ELLEN WHITE
A MEDIDA QUE ENVEJECÍA?


Colleen Tinker
Traducido de la revista Proclamation! ©

Número de Enero/Febrero 2009


Durante mucho tiempo, los adventistas han explicado las contradicciones internas en los escritos de Ellen White diciendo que ella crecía y cambiaba a medida que pasaban los años. Los adventistas usan la frase "revelación progresiva" para explicar los cambios, a veces alarmantes, en sus explicaciones de varios temas, desde la naturaleza de Cristo hasta comer carne de cerdo.

La posición sostenida generalmente es que, a medida que envejecía, Ellen White adoptaba puntos de vista más "ortodoxos" sobre la salvación. L
os adventistas arguyen que a esto se debe que sus primeros escritos, que a menudo articulaban posiciones notablemente antibíblicas, fueran "corregidos" en obras posteriores, lo cual la exonera como una verdadera voz profética.

Uno de los problemas con esta racionalización es que la "revelación progresiva" se entiende como el proceso por el cual Ellen White se mueve desde el error hacia la verdad. Sin embargo, en realidad, la verdadera revelación progresiva nunca comienza por el error. Si una persona está inspirada por Dios, Él nunca da un "error" a esa persona. Dios no puede mentir, y sus revelaciones son siempre verdad, aunque no sean dadas en detalle. La revelación de Dios no puede moverse desde el error hacia la verdad. Sin embargo, puede moverse desde las sombras y los tipos, como en las ceremonias del tabernáculo que Dios dio a Israel, hacia el cumplimiento de estas sombras, como en la vida, la muerte, y la resurrección del Señor Jesús.

Se piensa generalmente que el libro de Ellen White, The Desire of Ages [El deseado de todas las gentes], publicado en 1898, marcó un cambio en la manera en que Ellen White entendía la identidad de Jesús y la justificación por la fe. Sin embargo, más abajo hay varios ejemplos de las afirmaciones de Ellen White, escritas entre 1898 y su muerte en 1915. Mostraremos cómo cada una de estas citas refleja su todavía antibíblica
interpretación de nuestra salvación, subrayando que nuestra propia perfección y obediencia a la ley son requisitos para que seamos salvos.

El año 1898

 "Su ejemplo [el de Jesús] declara que nuestra única esperanza de obtener la vida eterna está en sujetar los apetitos y las pasiones a la voluntad de Dios". (The Desire of Ages, página 122, párrafo 2).

En el contexto de este pasaje, Ellen White hace énfasis en que el ayuno y la victoria de Jesús durante sus 40 días en el desierto están enlazados directamente y que, al rehusar ceder a sus tentaciones, frustró los planes de Satanás. Por consiguiente, el ejemplo de Jesús al restringir sus apetitos es nuestro ejemplo de cómo alcanzamos la justificación que nos hace aptos para la salvación.

Sin embargo, la Biblia enseña que la condición para entrar al reino de los cielos es haber nacido de nuevo.

"Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es" (Juan 3:6). El nuevo nacimiento es posible sólo al creer - poner toda nuestra confianza en - el Señor Jesús y su obra consumada, y así ser salvos (Hechos 16:31). Cuando creemos, somos sellados con el Espíritu Santo (Efe. 1:13-14) y vivificados con Cristo, aunque estemos muertos en nuestros pecados, y nos sentamos en lugares celestiales con Él (Efe. 2:4-6). Esta resurrección espiritual no tiene nada que ver con nuestras propias obras, ni siquiera con la obra de "sujetar nuestros apetitos y pasiones" (ver Efe. 2:8-9).

Somos salvos enteramente por la obra milagrosa efectuada a favor de nosotros por la muerte sustitutiva y la resurrección de Jesús (Rom. 3:21-30). Nuestra auto-disciplina no juega ningún papel en nuestra salvación. Romanos 6 y 8 enseña que los creyentes vencen la tentación principalmente al someterse al Espíritu Santo. Aunque la auto-negación es parte de la vida después de que uno es salvo, sin embargo, el método primario para vencer la tentación es rendir nuestros deseos al Señor Jesús, entregándole a Él nuestro "derecho" a ceder a la tentación.

El año 1902

"Todo el que, por fe, obedece los mandamientos de Dios, alcanzará la condición sin pecado en la cual vivía Adán antes de su transgresión". (The Signs of the Times, 07-23-1902, parráfo 14).

El año 1903

"Pero, en la lucha por la inmortalidad, tenemos una parte que desempeñar. [...] Jamás podremos ser salvos mientras estemos inactivos y ociosos. Lo mismo podríamos tratar de cosechar de una semilla que no hemos plantado, o buscar un conocimiento que no hemos estudiado, que esperar la salvación sin hacer un esfuerzo. Nuestra parte consiste en luchar contra las tendencias impías del corazón natural". (The Youth Instructor, 03-05-1903, párrafo 4).

 Primero, la Biblia no apoya estas declaraciones en ninguna parte. Por el contrario, Pablo describe su propia lucha contra el pecado en Romanos 7:14-24. En Romanos 8:10, Pablo dice que estamos muertos (somos mortales) a causa del pecado, pero nuestros espíritus están vivos a causa de la justicia. Tenemos espíritus vivos dentro de nuestros cuerpos muertos y mortales.

 Segundo, nuestra confianza en el Señor Jesús es lo que Dios cuenta como nuestra justicia. "Pero al que no obra, sino que cree en aquél que justifica al impío, su fe le es contada por justicia" (Rom. 4:5). Nosotros no "luchamos por la inmortalidad"; Jesús se encargó de ese problema.

 Además, somos salvos desde el momento en que creemos en el Señor Jesús. "De cierto, de cierto, os digo que el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida" (Juan 5:24).

 No tenemos "ninguna parte que desempeñar" en nuestra salvación. Nuestra actividad de luchar "contra las impías tendencias del corazón humano" no produce ningún movimiento hacia la salvación. La salvación es enteramente un acto de Dios, que nos trae a la vida por medio de Jesús. Nosotros no contribuimos a nuestra salvación mediante ningún esfuerzo ni ninguna lucha.

El año 1906

"Vino a este mundo y vivió una vida sin pecado, para que, en su poder, su pueblo también pudiese vivir vidas sin pecado". (Atlantic Union Gleaner, 01-17-1906, párrafo 5).

 Nuevamente, estar "sin pecado" no es un requisito para la salvación. El propósito de Dios para con nosotros es acreditarnos una justicia que es extraña a nosotros (Fil. 3:9: "... no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe").

 Su propósito al enviar a Jesús era quebrantar el poder del pecado y abrir un camino nuevo y vivo por el cual podemos acercarnos libremente al Padre (Heb. 10:19-20).

 La vida sin pecado de Jesús no era principalmente para servirnos de ejemplo; más bien, le hacía apto para ser nuestro "misericordioso y sumo sacerdote" y "para hacer propiciación por los pecados del pueblo" (Heb. 2:17). Su vida sin pecado le hacía apto para "ofrecerse a sí mismo sin mancha delante de Dios" (Heb. 9:14) como nuestro Sustituto, el Sacrificio perfecto por todos nuestros pecados.

El año 1910

"El hombre no es un ser pasivo, que será salvado en la indolencia. Que nadie piense que los hombres y las mujeres serán llevados al cielo sin participar en la lucha aquí abajo. Tenemos una batalla que librar, una victoria que ganar. Dios nos dice: 'Trabajad por vuestra salvación con temor y con temblor'. ¿Cómo? 'Porque es Dios el que obra en vosotros tanto el querer como el hacer por su buena voluntad'. El hombre obra, y Dios obra. El hombre es llamado a tensar cada músculo y a ejercitar cada facultad en la lucha por la inmortalidad, pero es Dios quien proporciona la eficiencia". (Advent Review and Sabbath Herald, 04-28-1910, párrafo 3).

 El texto que Ellen White usa en este pasaje es Filipenses 2:12-13. "Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad".

 En su contexto, este texto no se refiere a cómo somos salvos. Más bien, Pablo está escribiendo a personas que ya son salvas. Está diciendo que los creyentes deben perseverar y expresar su salvación - su nuevo nacimiento - dando honra al Señor Jesús y dedicándose al crecimiento espiritual y a la obediencia al Señor Jesús.

 Pablo nunca se dirige a los creyentes diciéndoles que "trabajen por su salvación" en un esfuerzo conjunto con Dios por lo cual pueden ser salvos (Tito 3:5, 6). Por el contrario, los incrédulos son siempre amonestados a "creer en el Señor Jesús" (ver Hechos 16:31). Sólo los creyentes tienen alguna salvación que "trabajar", o compartir, desde dentro de sí mismos- y eso es un don de Dios.

 Ellen White está usando este texto incorrectamente, para infundir culpa y temor en los que no confían en que son salvos. En vez de eso, este texto es una declaración de cómo vivir desde una posición de victoria, de saber que se es salvo. Los que son salvos son amonestados para que expresen su salvación mediante la manera en que viven e interactúan con otros.

El año 1913

"Sufrió una muerte vergonzosa en la cruz para que pudiéramos tener vida eterna; ¿y nos atreveremos a congratularnos de que podemos seguir un camino de pecado, evitando la cruz, evitando el reproche y la auto-negación, y todavía tener un hogar en el reino de los cielos? No; por fe en Cristo, podemos ser elevados para guardar los mandamientos de Dios". (Advent Review and Sabbath Herald, 05-08-1913, párrafo 4).

Nuevamente, Ellen White dice que la obediencia a todos los mandamientos es el requisito para nuestra salvación. Este no es un requisito bíblico.


La vida sin pecado de Jesús, su muerte, y su resurrección no fueron meramente "pagos por adelantado" de nuestra salvación. No eran requisitos arbitrarios que Él cumplió para motivarnos a emularlo. Toda su vida, muerte, y resurrección nos compró para Dios.

 La Biblia nunca nos pide que guardemos los mandamientos de Dios como nuestra adecuada reacción al contemplar el sufrimiento de Jesús. Por el contrario, se nos pide que creamos (Juan 5:24) y nazcamos de nuevo (Juan 3:5-6). Nadie es justificado por las obras de la ley (Rom. 3:20). Más bien, la justicia de Dios, que es nuestra cuando creemos, es completamente "aparte de la ley" (Rom. 3:21, 28).

La justicia que Dios nos da es su bendición en respuesta a nuestra fe en Él (Rom. 4:5, 13).

La obra de Jesús en la cruz no era con el propósito de "elevarnos" para que guardemos sus mandamientos. Su muerte y su resurrección efectuaron el pago completo por nuestro pecado y nos dan su propia justicia y acceso directo a Dios cuando creemos. La salvación no es un "tal vez". Si ponemos nuestra fe en el Señor Jesús, la salvación es una certeza, y nuestras obras no son parte de nuestra salvación, sino evidencia de ella (Efe. 2:8-10).

Otra cita de 1913

"La gran crisis está delante de nosotros, y cada uno ha de actuar como si su propia alma estuviese en juego. La pregunta más importante de todas es: ¿Cómo salvaré mi alma, por la cual murió Cristo? ¿Cómo seré santo como Él es santo?" (Advent Review and Sabbath Herald, 05-15-1913, párrafo 2).

La Biblia nunca nos dice que preguntemos cómo podemos salvar nuestras almas. La muerte y la resurrección de Cristo garantizan nuestra salvación cuando creemos. Somos santos al recibir a Jesús como Señor y Salvador. Estamos totalmente cubiertos por su propia justicia personal, que es ajena a nosotros. No comenzamos a ser salvos o a alcanzar la santidad; más bien, cuando ponemos nuestra confianza en Jesús, en ese momento quedamos sellados con el Espíritu Santo (Efe. 1:13-14) y somos vivificados con Cristo (Efe. 2:5). Somos santificados, o "separados" para el uso de Dios, desde el momento en que creemos, porque somos hechura suya, creados para buenas obras, que él ha preparado por adelantado para que nosotros las hagamos (Efe. 2:10).

Dios nos salva; nosotros no tenemos parte en esa salvación.

Resumen

Estas citas de muestra revelan que, a medida que maduraba, Ellen White ni siquiera comenzó a entender la salvación "correctamente". Continuó escribiendo amonestaciones en el sentido de trabajar duro para obtener la vida eterna. Sus escritos posteriores estaban casi tan llenos de confusión y mensajes mezclados como los primeros.

Aunque The Desire of Ages sí representa una teología más correcta que los otros escritos de Ellen White, este hecho puede explicarse principalmente por medio de la obra de Marian Davis, a quien EGW llamaba su "encuadernadora". Marian leía una gran variedad de obras de legítimos autores cristianos a medida que compilaba el material para The Desire of Ages, como ha demostrado Walter Rea en su libro The White Lie [La Mentira White].

Sólo la Biblia contiene el evangelio, y ningún profeta moderno puede hacer la Biblia más clara. Por el contrario, los "consejos" de Ellen White no reflejan la verdad bíblica sino que conducen a las personas a la desesperación de no saber ni cómo ser salvas ni si son salvas. (Christ´s Object Lessons [Lecciones prácticas del gran Maestro], p. 155).

Nuestro duro trabajo y nuestra obediencia a la ley jamás nos ayudarán a ser salvos. La salvación es enteramente obra de Dios, y nuestra respuesta a su gracia es adorarle, alabarle, y rendirnos a su Espíritu.

Nuestro Dios triuno es fiel, y Él es todo lo que necesitamos. Su palabra es suficiente. Sólo en Él debemos confiar y sólo a Él debemos honrar. Él es el único que nos salva y nos transforma.

Alabemos a Dios, de quien fluyen todas las bendiciones.

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