EL
"PROYECTO WHITECOAT"*
LA CONTRIBUCIÓN ADVENTISTA A
LA GUERRA BIOLÓGICA
Un proyecto del ejército de los Estados
Unidos, que concluyó hace más de 25 años, es nuevamente objeto
de escrutinio. El "Proyecto Whitecoat" era el nombre en código
del ejército para una serie de estudios sobre guerra biológica
llevados a cabo con aproximadamente 2.300 militares adventistas
del séptimo día desde 1954 hasta 1973. Ahora el ejército está
investigando los efectos a largo plazo que el proyecto pueda
haber causado en los participantes. Los veteranos de Whitecoat
se congregaron recientemente para una reunión en Frederick,
Maryland. Según reportajes recientes de Associated Press [1] y National Public Radio [2], la mayoría están
orgullosos del papel que desempeñaron en la defensa de la
nación, e informan haber experimentado poco o ningún impacto
adverso sobre su salud. Aunque puede haber algunos que apoyen el
uso de conejillos de indias humanos en la investigación sobre
guerra biológica, hay puntos en disputa mayores del "Proyecto
Whitecoat" que están surgiendo nuevamente. Estos puntos en
disputa se centran en el papel que la Iglesia Adventista del
Séptimo Día ha jugado en el desarrollo, por parte del ejército
de los Estados Unidos, de armas químicas y biológicas (CBW, por
sus siglas en inglés) para la destrucción en masa.
Durante la Segunda Guerra Mundial, y bajo
estricto secreto, el Ejército de los Estados Unidos estableció
Camp Detrick en las afueras de Frederick, Maryland, con el único
propósito de desarrollar armas bacteriológicas. El programa
estaba controlado por el Servicio de Guerra Química del
Ejército, una rama que había trabajado con armas gaseosas usadas
por los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. El ejército
comenzó a estudiar los efectos tanto ofensivos como defensivos
de la guerra biológica.
En 1952, el Cuerpo Médico dcl Ejército
destacó una unidad médica en Fort Detrick, y en 1954 esta unidad
comenzó a utilizar soldados adventistas del séptimo día en su
investigación, prsumiblemente en los aspectos defensivos de la
guerra bacteriológica. En 1956, la unidad médica fue
reorganizada en una unidad permanente e independiente llamada
Unidad Médica del Ejército de los Estados Unidos, Fort Detrick.
en 1969, el nombre fue cambiado nuevamente, esta vez a Instituto
de Investigación Médica del Ejército de los Estados Unidos Para
Enfermedades Infecciosas (USAMRIID, por sus siglas en inglés).
Fort Detrick fue la base para lo que se conoció como el
"Proyecto Whitecoat", el nombre en código para el grupo de
soldados Adventistas del Séptimo Día que eran usados como
conejillos de indias humanos en la investigación sobre guerra
biológica.
Conejillos de indias
humanos
proporcionados por la Iglesia Adventista
En las fuerzas armadas, el "Proyecto
Whitecoat" era único por cuanto utilizaba como sujetos de prueba
exclusivamente a soldados que eran adventistas del séptimo día.
Estos jóvenes adventistas habían sido reclutados por el ejército
y registrados como "objetores de conciencia", los que rehusaban
desempeñar actividades de combatientes por razones religiosas. A
estos objetores se los clasificó como 1-A-O, y fueron enviados
al Centro de Adiestramiento Médico del Ejército de los Estados
Unidos en Fort Sam Houston, Texas. Allí fueron adiestrados para
ser enfermeros de primeros auxilios. Fue de este cuerpo médico
no combatiente de donde el Ejército eligió sus sujetos de prueba
para el "Proyecto Whitecoat".
Si sólo la mitad de los no combatientes que
se estaban adiestrando en Fort Sam Houston eran Adventistas del
Séptimo Día, ¿por qué fueron adventistas los únicos
seleccionados de esa reserva de soldados? La razón de esto era
un "acuerdo de caballeros" que había entre los dirigentes
adventistas y el ejército. La revista Spectrum informó:
En octubre de 1954, el entonces
Cirujano General, George Armstrong, envió una carta a Theodore
R. Flaiz, secretario del Departamento Médico de la Conferencia
General, diciéndole que el Teniente Coronel W. D. Tiggertt,
oficial comandante de la unidad médica de Fort Detrick, había
sido invitado 'a presentar a los representantes de la
Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día una
solicitud de ayuda en un estudio de la mayor importancia
para la salud de nuestra nación. Sólo con la ayuda de
voluntarios puede obtenerse la necesaria información'. [3] (El énfasis es nuestro).
La cálida respuesta del Dr. Flaiz estaba
fechada el día siguiente. En esa carta, acusaba respuesta de la
carta del Gen. Armstrong y decía que había oído la presentación
del Col. Tiggertt. Flaiz escribió:
Creemos que, si alguien debiera
reconocer una deuda de lealtad y servicio por las muchas
cortesías y consideraciones recibidas del Departamento de
Defensa, nosotros, como Adventistas, tenemos una deuda de
gratitud por estas amables consideraciones. El tipo de
servicio voluntario que se está ofreciendo a nuestros
muchachos en este problema de investigación ofrece una
excelente oportunidad para que estos jóvenes presten un
servicio que será de valor, no sólo para la medicina militar,
sino para la salud pública en general. Creo que expreso, no
sólo la opinión de nuestro grupo administrativo en esta
oficina, sino también de nuestros jóvenes adventistas en los
servicios militares, observando que debería considerarse
un privilegio ser identificado con el significativo paso
adelante en la investigación clínica. [4] (El énfasis ha sido
añadido).
Es claro que la correspondencia del
ejército con la iglesia presentaba esta empresa conjunta como un
importante proyecto de salud pública que resultaría en "un
significativo paso adelante en la investigación clínica". Para
una denominación que se enorgullece de su énfasis sobre la
salud, la oportunidad de hacer resaltar su celo "humanitario"
puede haber sido demasiado buena para pasarla por alto. La Adventist
Review explicó más tarde por qué buscó el ejército la
ayuda de los Adventistas en su programa de guerra
bacteriológica. El artículo de 1969 dice:
Se sabía que los militares médicos
adventistas estaban altamente motivados para el servicio
humanitario. Así, pues, el acercamiento a la Iglesia
Adventista del Séptimo Día tenía el propósito de establecer si
esto sería considerado algo para lo cual un soldado adventista
se ofrecería como voluntario. Después de un estudio
exhaustivo, el Departamento Médico de la Conferencia General y
el Comité de la Conferencia General concordaron en que este
servicio humanitario era de la más alta categoría, y que
cualquier soldado adventista podía sentirse libre para
ofrecerse como voluntario para él. [5]
El coronel Dan Crozier, en aquel entonces
comandante de USAMRIID, había dicho que "a causa de sus altos
principios y su vida temperante, los soldados adventistas son
más uniformes en aptitud física y actitud mental. Encontramos
que los soldados [adventistas] son cooperadores y están
dispuestos a servir". [6]
La buena salud y el humanitarismo de los adventistas no les
hacía inmunes a las lisonjas del ejército, según Neil C.
Livingston, un Adventista del Séptimo Día que vive en Spokane,
Washington, y que ha investigado y escrito acerca del "Proyecto
Whitecoat". "Fueron adulados por el ejército para que entraran
en este proyecto", dijo. "Fue un intenso trabajo de persuasión".
Después de que los oficiales de la iglesia
estuvieron de acuerdo en que los reclutas adventistas podían
participar en la investigación de Fort Detrick, el Gen.
Armstrong alabó el hecho de que ellos creyeran en "el beneficio
de toda la humanidad". Livingston sostiene que "la verdadera
opinión del ejército es que los adventistas son los únicos lo
bastante estúpidos para ofrecer a sus jóvenes como voluntarios
para un proyecto tan peligroso".
El camino a la guerra
biológica,
pavimentado de buenas intenciones
"completamente ... defensivo ...
y, por lo tanto, humanitario".
Los peligros
potenciales del "Proyecto Whitecoat", así como su relación con
la guerra biológica ofensiva, son puntos en debate suscitados
por varios grupos durante la década de 1960. En 1962, la
revista canadiense Macleans informó:
El usar
voluntarios humanos para probar nuevos agentes químicos y
biológicos no carece de riesgos. Los experimentos ingleses
han resultado por lo menos en una muerte, que fue discutida
en la Cámara de los Comunes. Se ha informado que en el
programa norteamericano ha habido por los menos tres decesos
durante los pasados diez años, y unos 715 casos de
enfermedad y lesiones de "intensidad variable". Los
voluntarios norteamericanos son reclutados en las
penitenciarías y las fuerzas armadas. Muchos de los
conejillos de indias humanos en este último grupo han sido
jóvenes Adventistas del Séptimo Día. Pacifistas por
convicción, prefieren participar en actividades no
militantes mientras están en el ejército". [7]
Los oficiales de la
Iglesia Adventista y del ejército insisten en que los
voluntarios del "Proyecto Whitecoat" fueron utilizados
solamente en la investigación de la guerra biológica
defensiva, o en la investigación de "enfermedades
infecciosas", como dicen ellos, y que USAMRIID estaba
completamente separado de la investigación biológica ofensiva
de Fort Detrick. Los oficiales del ejército afirman que los
voluntarios de Whitecoat contribuyeron al desarrollo de
vacunas para la fiebre amarilla, la hepatitis A, el ántrax, y
la peste negra, así como vacunas, todavía experimentales, para
la tularemia, la fiebre Q, y la encefalitis equina venezolana.
[8]
Clark Smith, director de (Adventist) National Service
Organization (NSO) [Organización del Servicio Militar Nacional
(Adventista)], un departamento de capellanía de la Conferencia
General, informó que, desde 1956 hasta 1969, USAMRIID había
publicado 160 documentos en los diarios profesionales de
muchos países. La investigación de la unidad no está
clasificada y está libremente disponible en cualquier
biblioteca médica adecuada, convirtiendo supuestamente al
"Proyecto Whitecoat" en un significativo colaborador en la
lucha contra las enfermedades infecciosas alrededor del mundo.
[10]
Sin embargo, el
estimado de 160 trabajos de investigación conduce a error,
pues esta cifra pertenece a toda la investigación llevada a
cabo en USAMRIID entre 1956 y 1969. El "Proyecto Whitecoat",
parte de USAMRIID y el único programa de Fort Detrick en usar
conejillos de indias humanos, produjo sólo cinco trabajos de
investigación publicados durante los primeros doce años del
proyecto, y un total de 23 para cuando el proyecto concluyó en
1973. [10]
Los oficiales del ejército y de la iglesia intentaron crear
una fachada de "investigación sobre la salud pública" y
"medicina militar", pero no pudieron sostenerla. Hasta Smith
se apartó de la tontería de hablar de "salud pública" cuando
reconoció:
[El Proyecto Whitecoat] se remonta al período de
1953-1954, con el concepto original de que el estudio
estableciera la vulnerabilidad del hombre al ataque con
armas biológicas y sometiera a prueba la eficacia de las
vacunas contra la fiebre Q y la tularemia ... [un concepto
llevado adelante hasta 1973].
Debe señalarse que, puesto que la obra de USAMRIID publicada
está disponible libremente, los que trabajan en el campo de
la ofensiva pueden utilizar esta información como lo podría
hacer cualquier otra persona interesada. [Una manera
subrepticia de reconocer que la investigación benefició al
campo de la ofensiva].
Sin embargo, en opinión de este comité de estudio,
la obra de los voluntarios adventistas en USAMRIID pertenece
enteramente al área defensiva de la guerra biológica, y es,
por tanto, de naturaleza humanitaria. El comité piensa que
los esfuerzos y los sacrificios de estos voluntarios son
perfectamente correctos para el cristiano que desee entrar
en este campo. [Reconoce que los adventistas estuvieron
involucrados en la investigación sobre la guerra biológica].
[11]
En este punto, la
mente que razona puede tener dificultades para reconciliar el
término "humanitario" con el de "guerra biológica". Ahora,
como en la década de 1960, surge la pregunta: ¿En qué área de
la guerra biológica debería involucrarse la iglesia?
Reclutando a los
corderos
"... el antiguo y probado arte de
vender, estilo adventista".
La Enciclopedia
Adventista del Séptimo Día dice: "Otro ejemplo de heroísmo no
combatiente mientras se está en el servicio militar es la
'Operación Whitecoat', un proyecto de experimentación médica,
cuyo personal está compuesto enteramente de voluntarios ASD...."
[12] (el
subrayado es nuestro). Aunque esa proporción puede deberse en
parte a la parcialidad de USAMRIID hacia especímenes
adventistas, las afirmaciones de los oficiales de la iglesia y
de los voluntarios indican que la iglesia estaba involucrada
activamente en el reclutamiento de muchachos adventistas para
el proyecto.
Además de las
afirmaciones que anteceden, el director de NSO, Clark Smith,
dijo que "los voluntarios de Whitecoat son reclutados de
entre el personal militar durante el Adiestramiento
Individual Avanzado en el Centro de Adiestramiento Médico
del Ejército de los Estados Unidos, Fort Sam Houston, Texas".
[13] (el
subrayado es nuestro).
Un artículo en Youth´s
Instructor de 1963 decía que "durante este período de
adiestramiento, a los reclutas adventistas se les proporciona
información concerniente a la Operación Whitecoat. Dos o
tres veces cada año, el director del proyecto, el coronel
Dan Crozier, de Frederick, Maryland, y el pastor J. R.
Nelson, secretario de la Organización para el Servicio
Militar Nacional de la Conferencia General de los
Adventistas del Séptimo Día, viajan a Texas para entrevistar
a posibles candidatos para el proyecto". [14] (el subrayado es
nuestro).
"Un amigo mío asistió
a la Academia [Adventista] de Mount Ellis, en Bozeman,
Montana", Neil Livingston le dijo a The Winds. "Cuando
se graduó en 1957, fue reclutado por los representantes de
NSO..." para el Proyecto Whitecoat. [15]
Un veterano del
"Proyecto Whitecoat", César Vega escribió: "Yo sí tuve algo de
experiencia como estudiante en la Escuela Superior
[Adventista] de La Sierra. Durante ese tiempo, se me habló del
experimento por primera vez (no lo llamaban el Proyecto
Whitecoat todavía, y yo fui uno de los primeros en participar
en el experimento)... Por qué lo hice, todavía no lo sé.
Estoy seguro de que fue sobre todo por la presión de mis
iguales y el antiguo y probado arte de vender adventista".
[16] (El
subrayado es nuestro).
Un veterano de
Whitecoat, G. R. Bietz, dijo: "No recuerdo cómo nos reclutaron
... Recuerdo un hombre de la conferencia, todavía puedo
ver su rostro, pero no recuerdo su nombre". [17] (El subrayado es
nuestro).
Un artículo en una
publicación adventista declara: "Un coronel y un representante
de la Organización de Servicio Militar Nacional de la
Conferencia General aparecieron durante una reunión especial
[de reclutas], hablaron de un desusado proyecto de
investigación médica, y pidieron voluntarios". [18]
Un hombre de la
Conferencia General, junto con un oficial de alto rango del
ejército, fueron a Fort Sam Houston para buscar voluntarios
para un programa gubernamental secreto llamado "Proyecto
Whitecoat". Sonaba como una buena manera de servir a mi país
y, después de todo, el programa era patrocinado por la
Iglesia Adventista del Séptimo Día. [19]
A juzgar por los
testimonios de los oficiales de la iglesia y de los reclutas
por igual, parece que el papel que la Conferencia General de
los Adventistas del Séptimo Día jugó en la Operación Whitecoat
no fue una mera sanción pasiva de la participación de los
miembros de la iglesia. Parece, más bien, que reclutaban
personal activamente para el USAMRIID, actuando como adjuntos.
¿Eran realmente
voluntarios?
"La verdad es que estaban matando
a nuestra gente allá en Vietnam ...".
La palabra
"voluntario" aparece en todos los artículos y documentos que
rodean al Proyecto Whitecoat, y sí, los que participaban se
ofrecían como "voluntarios" para el proyecto. Después de
firmar, qudaban libres para retirarse del proyecto en
cualquier momento. Según el Código de Nuremberg de 1947, los
voluntarios de Whitecoat eran plenamente informados por
médicos competentes de los posibles efectos que cada
experimento podía tener sobre sus cuerpos. Después de ser
infectados, a los voluntarios se les proporcionaban excelentes
cuidados médicos y, sin embargo, a pesar de las aparentes
garantías de calidad, es claro que era la coerción lo que
mantenía unido al proyecto.
"La iglesia se había
puesto de acuerdo con el gobierno para convencer a estos
jóvenes de que debían hacer esto para que no tuvieran que ir a
Vietnam", dijo Livingston a la Associated Press en octubre. [20] Fue el temor de
enfrentarse al servicio activo como enfermeros de campo en
Vietnam o en Korea lo que mantuvo al Proyecto Whitecoat
rebosante de voluntarios adventistas.
"Se nos dijo que, si
no nos ofrecíamos como voluntarios, nos asignarían al servicio
militar activo en ultramar", le dijo uno de los voluntarios a
Livingston durante una entrevista por teléfono. "Yo me ofrecí
para este experimento para no ser enviado a ultramar",
escribió Wilson Wynn, otro voluntario. [21] "La verdad es que estaban matando a nuestra gente
allá en Vietnam... No hay muchos de nosotros [Adventistas],
creo yo, que no habríamos ido a Vietnam si no nos hubiésemos
ofrecido como voluntarios [para Whitecoat]", explicó un
veterano de Whitecoat, Lester Bartholomew, en una entrevista
con The WINDS.
[22]
"La mayoría de los
que participaron eran reclutas que escogieron Whitecoat antes
que ir a Korea o Vietnam", escribió John E. Keplinger,
capellán (COR.) AUS, Ret. [23]
Evidentemente, fue el
temor, más bien que los "ideales humanitarios", lo que retuvo
a los reclutas adventistas en el Proyecto Whitecoat, pues, tan
pronto concluyó el reclutamiento, el proyecto fracasó,
aparentemente por falta de "voluntarios". "El Proyecto
Whitecoat se dio por finalizado en enero de 1973 con la
finalización del reclutamiento", escribió el Cor. Dan
Crozier, antiguo oficial comandante de USAMRIID. [24] (El
subrayado es nuestro).
Simulacro de fiebre Q
en el campo
de batalla en Dugway
"No se nos dijo que éste era un
proyecto de 'guerra bacteriológica' ...".
Tom Kopco era un
adventista reclutado por el ejército en 1954. Se ofreció como
voluntario para el Proyecto Whitecoat, y estaba en el primer
grupo de soldados adventistas "que sirvieron en un
proyecto experimental de guerra bacteriológica altamente
clasificado que se llevó a cabo en Fort Dugway, Utah",
según una declaración firmada por él en 1989. [25] "Sonaba como una
buena manera de servir a mi país y, después de todo, el
programa estaba patrocinado por la Iglesia Adventista del
Séptimo Día", escribió. El proyecto era un experimento de
fiebre Q ejecutado en sujetos de prueba humanos en el Campo de
Pruebas de Dugway, donde el Ejército lleva a cabo pruebas de
guerra química y biológica. Fue aquí adonde fueron enviados
muchos de los primeros voluntarios del Proyecto Whitecoat.
Kopco y sus
compañeros voluntarios fueron separados en ocho grupos de como
diez soldados cada uno y transportados a sitios de pruebas
situadas como a 25 millas en la salina de Utah. Se los hizo
sentar en sillas situadas a diferentes niveles sobre una alta
plataforma de madera. Alrededor de ellos había jaulas con
ratones, monos, y conejillos de indias. Justo después de
medianoche, cuando las condiciones del viento eran favorables,
los oficiales se ponían máscaras antigás, y la prueba
comenzaba. Un fresco rocío cargado del infeccioso virus de la
fiebre Q era esparcido por grandes abanicos o dejado caer
desde aviones sobre los voluntarios, según se decía. Después
de quedar contagiados, los soldados eran llevados de vuelta a
Fort Detrick en avión para ser sometidos a pruebas y
observaciones. Algunos soldados no fueron a Dugway para ser
expuestos al contagio sino que, en vez de eso, inhalaban el
virus de la fiebre Q de una máscara facial en Fort Detrick.
Kopco informó haberse
sentido un poco enfermo, mientras otros se sintieron
"mortalmente enfermos". "Teníamos que pasar por sus
habitaciones muy calladamente, porque el más ligero ruido los
volvía locos", escribió. Uno de ellos era César Vega, un
voluntario del Proyecto Whitecoat, de Riverside, California.
Dijo que estuvo bien durante una semana después de ser
contaminado en Dugway, pero que luego cayó enfermo con una
fiebre terrible y perdió el conocimiento. Despertó dos días
más tarde para encontrarse con que el personal médico le había
cubierto de hielo en un intento por bajarle la fiebre. Estuvo
enfermo durante las siguientes tres semanas. Los experimentos
con la fiebre Q en Dugway se llevaron a cabo al comienzo del
Proyecto Whitecoat, mientras las pruebas subsiguientes se
efectuaron en el cuartel general de USAMRIID en Fort Detrick,
Maryland.
"No se nos dijo que
éste era un proyecto de 'guerra bacteriológica', como yo
entiendo que realmente lo era", escribió Harry V. Wiant, Jr.,
un veterano de Whitecoat que participó en los experimentos con
la fiebre Q en Dugway. [26]
Experimentos con
tularemia
Después de los
experimentos iniciales con la fiebre Q, el Proyecto Whitecoat
avanzó hacia otras enfermedades exóticas como la fiebre
amarilla, el ántrax, y la tularemia, todas potencialmente
fatales. Lester Bartholomew era un joven adventista de 20 años
cuando fue reclutado a mediados de la década de 1960. Le contó
a The WINDS que se ofreció como voluntario para el Proyecto
Whitecoat mientras estaba en adiestramiento básico en Fort Sam
Houston. Después de ser transferido a la unidad de Whitecoat
en Fort Detrick, participó en tres proyectos en los cuales fue
contagiado con tularemia, peste negra, y fiebre de conejos
[sic]. Durante el primer proyecto, se contagió respirando de
una máscara facial. Las siguientes dos infecciones le fueron
administradas en inyecciones.
Bartholomew dijo que
enfermó gravemente, con fiebre de 106 grados en cierto punto.
El personal médico le cubría de hielo y le tomaba muestras de
sangre con frecuencia. Bartholomew fue hospitalizado y se
recuperó, pero experimentaba fiebre recurrente y fatiga
después de haber sido dado de alta.
Thomas Ford es otro
veterano de Whitecoat que fue infectado con tularemia. Él
también se recuperó después de ser hospitalizado, pero después
de ser dado de alta, experimentó una recaída de "fiebre alta,
escalofríos, y malestar", así como "latidos rápidos crónicos".
[27]
Aproximadamente 2.300
adventistas estuvieron involucrados en el Proyecto Whitecoat
entre 1954 y 1973. Se dice que la Administración de Veteranos
no ha reconocido ninguna afirmación relacionada con el
programa.
La gran mentira
"Mi
primera objeción al proyecto de la fiebre Q era que nos
fue representada falsamente como una empresa humanitaria,
no de guerra bacteriológica". Harry V. Wiant, Jr.
Tanto USAMRIID como
la Iglesia Adventista del Séptimo Día han asegurado que la
investigación llevada a cabo con voluntarios adventistas era
puramente defensiva, y que resultó en importantes vacunas e
información. Han subrayado la separación entre los aspectos
ofensivo y defensivo de la guerra biológica, llamando al
Proyecto Whitecoat "el estudio de las enfermedades
infecciosas", una frase que conlleva una connotación puramente
médica. Pero, ¿es la investigación "defensiva" de la guerra
química y bacteriológica (CBW) tan separada de la "ofensiva"
como lo blanco y lo negro? ¿No es "guerra bacteriológica" otra
manera de decir "guerra de enfermedades infecciosas"?
El advenimiento del
Proyecto Whitecoat en 1954 correspondía a la creciente
dependencia del Ejército de los Estados Unidos de CBW como un
componente viable de su estrategia general. En 1959, el
Ejército encargó una campaña de relaciones públicas llamada en
código "Operation Blue Skies" [Operación Cielos Azules], que
tenía el propósito de crear una imagen positiva de la guerra
química y biológica en la mente del público. Alarmado por esta
tendencia, el congresista por Wisconsin, Kastenmeir, presentó
un proyecto de resolución reafirmando la política de los
Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial de que este
país no sería el primero en usar CBW. Durante un discurso
después de haber tomado la palabra, advirtió que el ejército
estaba tratando de revertir esta política. Su proyecto de
resolución fracasó, mayormente a causa de la activa oposición
de los Departamentos de Defensa y de Estado.
En correspondencia
con la campaña "Blue Skies" del ejército, había una serie de
artículos escritos por Don A. Roth y publicados en el
periódico adventista Youth´s Instructor, en octubre de
1963. Roth relataba la historia del joven soldado raso Tom
Kopco, un voluntario de Whitecoat, que acababa de abordar un
transporte aéreo del ejército que se dirigía a Fort Dugway,
Utah. Sentado en su asiento, el joven soldado raso recordaba
su adiestramiento básico. Roth escribió:
El lugar era
Fort Sam Houston, Texas, y él casi había terminado su
adiestramiento básico post-reclutamiento. Un coronel y un
representante de la Organización del Servicio Militar
Nacional de la Conferencia General se presentaron en una
reunión especial, hablaron de un desusado proyecto de
investigación médica, y pidieron voluntarios. En ese
entonces, él no comprendió bien todos los pequeños detalles
del programa, pero le pareció que debía participar en el
proyecto. La respuesta plena y completa a sus inquietudes le
dio la certeza de que ésta era una empresa en la que valía
la pena participar. Su sangre patriótica le corrió por las
venas con fuerza al anticipar la posibilidad de hacer algo
de beneficio material por su país. Su nombre apareció en la
línea punteada. [28]
Cuando se lo compara
con la declaración de Kopco en 1989, es claro que este relato
era una versión endulzada de la participación adventista en la
investigación sobre guerra química y biológica. En un segundo
artículo, Roth escribió:
El proyecto
tiene que ver simplemente con experimentación médica. Pero,
como resultado de esta actividad, el Servicio Médico del
Ejército ha hecho progresos materiales en el desarrollo de
métodos apropiados para la prevención y el tratamiento de
enfermedades infecciosas. Al aproximarse estos estudios a su
conclusión, la información obtenida se comunica directamente
a la profesión médica de los Estados Unidos. Así, pues,
todos los ciudadanos se benefician del programa, no sólo los
miembros de las fuerzas armadas. [29]
Sin embargo, algunos
médicos del ejército tenían aparentemente más escrúpulos que
la Iglesia Adventista del Séptimo Día en cuanto a las posibles
implicaciones de la "experimentación médica". Esto llevó al
Cor. Tigertt, comandante de USAMRIID, a criticar, en un
artículo publicado en Military Medicine ese mismo año,
a los médicos que se negaron a participar en el programa a
causa de las implicaciones morales. Tigertt escribió:
Lo que sorprende
es que muchos médicos han rehusado tener algo que ver con el
problema [de la investigación]. Explican su apatía diciendo
que la ética prohibe su participación en cualquier esfuerzo
cuyos derivados puedan ser usados para causar sufrimiento
o la pérdida de la vida... Tales actitudes, ya sean
plenamente desarrolladas o no, no pueden ser ignoradas
porque estorban seriamente los esfuerzos para echar a
andar las investigaciones apropiadas. [30] (El subrayado es
nuestro).
Esta aparente
"apatía" a la que se refiere Tigertt era causada por el
juramento hipocrático, que dice:
Usaré
tratamientos para ayudar a los enfermos según mi capacidad y
mi juicio, pero nunca con el propósito de hacer daño ni
cometer mal. Tampoco administraré veneno a nadie cuando
se me pida hacerlo, ni sugeriré tal curso de acción.
(El subrayado es nuestro).
Quizás el Código de
Ética en Tiempo de Guerra de la Asociación Médica Mundial
apagó el entusiasmo investigativo diciendo: "Se considera no
ético que los médicos debiliten la fortaleza física y mental
de un ser humano sin justificación terapéutica, y que empleen
el conocimiento científico para poner en peligro la salud o
destruir la vida". [31] (El subrayado es nuestro).
¿Era éste el mismo Cor. Tigertt, que estaba tan ansioso de
subvertir el juramento de "no causar daño", el que entusiasmó
y convenció a los adventistas ofreciéndoles la oportunidad de
participar "en un estudio de la mayor importancia para la
salud de nuestra nación"? Lo era, y, sin embargo, la capa
superficial "humanitaria" es tan delgada que los colmillos de
este programa sobresalen casi en cada punto.
Un accidente con gas
nervioso,
y más mentiras
Cinco años después de
que aparecieron el Col. Tigertt y los artículos de Youth´s
Instructor, surgieron incómodas preguntas acerca de la
guerra química y biológica y el apoyo que recibió de la
"investigación médica". Esto comenzó con un aparente accidente
en el Campo de Prueba de Dugway, la misma instalación donde
los voluntarios del Proyecto Whitecoat fueron contagiados con
el virus de la fiebre Q.
El 24 de marzo de
1968, Associated Press informó que el 13 de marzo una neblina
del letal gas nervioso "fue empujada por el viento por 30
millas desde una supersecreta área de pruebas de guerra
química del ejército ... y mató a 6.400 ovejas en Skull
Valley, en la parte occidental de Utah". [32]
Este accidente puede
haber servido para despertar a algunas gentes acerca de los
efectos potencialmente devastadores de la guerra química y
biológica. Casi un año más tarde, el programa First Tuesday de
la NBC presentó un segmento sobre el tema de la guerra química
y biológica. El programa mostró los efectos de varios agentes
sobre los animales, y luego entrevistó a un joven Adventista
del Séptimo Día que había sido voluntario del Proyecto
Whitecoat.
En julio de 1969, el
programa "60 Minutos" de la CBS examinó el tema de la guerra
química y biológica. Nuevamente, fue entrevistado un joven
voluntario del Proyecto Whitecoat. Evidentemente, los medios
de comunicación no se tragaban el cuento de que "sólo estamos
involucrados en investigación defensiva". Esto preocupó a la
dirigencia adventista, que respondió con dos artículos en el Adventist
Review defendiendo la participación de la iglesia en el
Proyecto Whitecoat. El artículo en la edición del 20 de marzo
de 1969 dice:
El gobierno de
los Estados Unidos decidió que, tan pronto como pudiera
desarrollarse un tratamiento definitivo para la enfermedad,
se les podría dar a los descubrimientos amplia publicidad en
las publicaciones médicas alrededor del mundo. Esta
publicidad eliminaría efectivamente esa enfermedad del
arsenal potencial de la guerra biológica. Al mismo tiempo,
también diseminaría por el mundo entero los conocimientos
médicos sobre el tratamiento, de manera que los que están
actualmente afligidos por esa particular enfermedad puedan
ser ayudados.
El autor del artículo
de la Review defiende las investigaciones llevadas a
cabo en USAMRIID sobre la premisa de que, al desarrollar un
tratamiento para una enfermedad en particular, ésta sería
eliminada del arsenal potencial de guerra biológica.
Así, pues, los no combatientes y la Iglesia Adventista en
general ayudarían a erradicar la guerra biológica mediante su
participación en las investigaciones defensivas en USAMRIID,
según la Review. Quizás este autor también tenía en
venta un terreno pantanoso y un puente.
El "Proyecto
Whitecoat" es esencial
para la guerra biológica ofensiva
Un artículo de la
revista Spectrum invita a una conclusión muy
diferente, que sugiere que el Proyecto Whitecoat ha servido en
realidad para expandir el arsenal de guerra química y
biológica. Martin Turner escribió en 1970:
Como ya hemos
visto, no es seguro que la existencia de un tratamiento o
vacuna efectivos para una enfermedad sea suficiente para
asegurar su eliminación "del arsenal potencial de la guerra
biológica". La verdad es que debe existir ese
tratamiento para que la enfermedad sea incluída en ese
arsenal. (El subrayado es nuestro).
El Ejército de los
Estados Unidos aprendió bien en la Primera Guerra Mundial, una
guerra que produjo más de un millón de bajas sólo por medio de
armas gaseosas, que cualquier cambio imprevisto en el viento
trae el agente de vuelta a sus propios hombres. Con la guerra
biológica sucede lo mismo. La oficialidad de un ejército sería
criminalmente negligente al usar un agente biológico en
cualquier parte cerca de su propio personal, a menos que
estuvieran logísticamente en su lugar contramedidas
biológicas, como vacunas. Disparar armas químicas y biológicas
sin estas medidas sería lo mismo que dispararse uno mismo en
el pie, excepto que a una escala mucho mayor y mucho más
mortal.
El valor de las medidas "defensivas", como las vacunas, para
una ofensiva de guerra química y biológica fue subrayado por
el microbiólogo Ivan Malek, que dijo: "En caso de un
deliberado ataque microbiológico, es posible preparar al
propio personal, por ejemplo, vacunándolo contra
microorganismos seleccionados, de manera que no queden
seriamente expuestos al peligro cuando entren al área
infectada". [33]
En otras palabras, antes de lanzarle ántrax al enemigo,
nuestros soldados deberían ser inoculados con vacunas que
pueden haber sido probadas en voluntarios del Proyecto
Whitecoat en USAMRIID.
Martin Turner
confirmó esto con el comandante del Proyecto Whitecoat, el
Cor. Crozier, que admitió el papel integral que USAMRIID jugó
en la misión de guerra química y biológica. Escribió Turner:
La unidad
médica poporciona al laboratorio de investigación ofensiva
vacunas desarrolladas por medio de experimentos sobre
voluntarios de Whitecoat. El coronel Crozier reconoció
que estas vacunas son indispensables para el trabajo de los
investigadores en el área ofensiva, y que tendrían que
desarrollar las vacunas ellos mismos si no lo hacía el
servicio médico. No veía ningún problema ético, sin
embargo, y explicó que "estamos comprometidos solamente en
el estudio de enfermedades infecciosas, y no podemos
remediar qué uso puedan hacer otros de nuestro trabajo". (El
subrayado es nuestro).
La línea borrosa que
separa los lados aparentemente "ofensivos" y "defensivos" de
la guerra bacteriológica casi desaparece, dejando que los
observadores casuales lleguen a la conclusión de que son uno y
el mismo. Esta fue la conclusión del Dr. Malek, que dijo:
Uno de los
rasgos característicos de las armas biológicas es que es
difícil distinguir una obra efectuada para fines puramente
defensivos de la que es principalmente ofensiva ... Esta
es la razón de que los establecimientos militares que
trabajan en el desarrollo de estas armas lo hagan
mayormente bajo la etiqueta de defensa. [34] (El subrayado es
nuestro).
Turner también citó a
Elinor Langer, el experto en guerra química y biológica, que
dijo:
Con pocas
excepciones, como el desarrollo de equipo de detección y
protección, poco de la investigación sobre guerra química y
biológica puede describirse con precisión como defensivo...
A causa de la naturaleza de las armas químicas y biológicas,
la investigación aun de áreas aparentemente 'puras', como el
desarrollo de vacunas, tiene por lo menos implicaciones
iguales tanto para el uso ofensivo como para el defensivo. [35]
Quizás la evidencia
más clara que apunta a la verdadera misión del Proyecto
Whitecoat puede encontrarse en un manual del ejército sobre
guerra química y biológica, que dice claramente que "la
defensa química y biológica es un prerrequisito de la
capacidad de ataque". [36]
Mientras investigaba para un artículo destinado a Spectrum,
Turner entrevistó al congresista Richard McCarthy, que a
finales de la década de 1960 se opuso a la guerra
química y biológica. Turner escribió acerca de McCarthy:
Durante una
conferencia sobre guerra química y biológica en diciembre
[de 1969], Turner dijo que su invetigación lo había
convencido de que el Proyecto Whitecoat estaba siendo usado
para propósitos ofensivos, antes que defensivos. "En su
concepto esencial, todo el énfasis era disuasivo, ofensivo,
y de que nosotros amenazamos con usar una enfermedad contra
alguien más si ellos la usan contra nosotros. Ahora, lo que
ellos han hecho de naturaleza defensiva es mínimo, y hasta
ellos mismos lo admiten. No tenemos ninguna medida para
inocular al pueblo norteamericano contra esta clase de
guerra bacteriológica ... Lo que yo sé [del Proyecto
Whitecoat], y fundamento esto en las afirmaciones de
personas muy responsables, es que es ofensivo, no
defensivo, y que los Adventistas del Séptimo Día están
siendo engañados". (El subrayado es nuestro).
Blanqueo, obstruccionismo, y
mentiras, mentiras, mentiras
El 27 de noviembre de 1969, Adventist Review publicó
un artículo que contenía una entrevista con Clark Smith,
director de la Organización (Adventista) del Servicio Militar
Nacional. Los comentarios de Smith reflejaban las
declaraciones hechas en el artículo del Review de
marzo 20, que no sólo defendía la participación de la iglesia
en el Proyecto Whitecoat, sino que textualmente defendía todo
el programa de guerra química y biológica de Fort Detrick. El
aparente control de daños de Smith estaba extrañamente ausente
de la más ligera imparcialidad en relación con la acusación de
que el Proyecto Whitecoat podría estar ayudando a la capacidad
ofensiva de alguna manera. Ausente estaba hasta la más ligera
desaprobación del desarrollo de armas bacteriológicas que él
admitía que estaban siendo desarrolladas en Fort Detrick. Es
evidente que la dirigencia de la iglesia no tenía ningún
género de saludable desconfianza del programa secreto de guerra
bacteriológica del gobierno.
En su defensa del
Proyecto Whitecoat, Smith dependió mucho de la clintonesca
definición legal de investigación defensiva y ofensiva en Fort
Detrick, es decir, USAMRIID y la investigación ofensiva
estaban bajo diferentes comandos y tenían edificios
completamente diferentes en la base. Smith dijo que la única
conexión entre las dos era "una pieza de equipo experimental
que costaba más de un millón de dólares" y que ellos
compartían, y casi alabó la "prudencia financiera" del
ejército al no duplicar este gasto.
Smith también afirmó
que las instalaciones de USAMRIID estaban "abiertas" para
cualquier visitante "que tuviera un propósito", y que sus
descubrimientos investigativos estaban disponibles para el
público, mientras que la unidad de investigaciones ofensivas
estaba encerrada detrás de una cerca, abierta sólo para los
que tuvieran un permiso especial, pues sus descubrimientos
eran clasificados. Todo el papeleo oficinesco relacionado con
el Proyecto Whitecoat era completado por oficiales adventistas
"así que no hay nada secreto sobre el proyecto entero",
aseguró Smith. [37] Smith criticó la "actual agitación" de los
que cuestionaban la contribución de la iglesia a la
investigación sobre guerra química y biológica,
reprendiéndolos acerca de "la importancia de obtener los
hechos y obtenerlos con claridad".
Está bastante claro
que, si los Adventistas del Séptimo Día creían en sus líderes,
no obtuvieron los hechos con claridad. Sus dirigentes dejaron
de revelar la estrecha relación entre la investigación
defensiva y la ofensiva sobre la guerra química y biológica
evidenciada por expertos calificados. Cuando surgieron
preguntas en el seno de la denominación, la Conferencia
General nombró a un comité para que investigara. En 1969, este
comité visitó al entonces comandante de USAMRIID, Cor. Dan
Crozier, quien les aseguró que el Proyecto Whitecoat era
puramente defensivo. El Cor. Crozier hasta afirmó que "ningún
soldado ha recibido jamás ninguna vacuna sino hasta que él y
algunos de su grupo de investigadores la hubiesen probado en
sus propios cuerpos en busca de cualesquiera efectos
adversos", una falsedad absurda que Smith le trasmitió a las
congregaciones de la iglesia sin el menor rubor.
En vez de investigar
más a fondo, el comité se detuvo en su entrevista con el Cor.
Crozier, y emitió una conclusión de que "el trabajo de los
voluntarios adventistas en USAMRIID es enteramente en el área
defensiva de la guerra biológica, y, por lo tanto, es de
naturaleza humanitaria". Es opinión de algunos adventistas que
esta es la conclusión que la dirigencia de la iglesia buscaba.
En otras palabras, era un blanqueamiento.
No es necesario decir
que la separación entre los dos programas de guerra química y
biológica no era tan hermética como la iglesia les hizo creer
a sus miembros. En su declaración de 1989, el veterano de
Whitecoat Tom Kopco dijo que los experimentos de fiebre Q en
los cuales participó eran "secretos" o clasificados, y ocultos
a los ojos del público, lo mismo que el programa ofensivo. "Se
nos ordenó no decir nada durante diez años", dijo. En
realidad, todos los voluntarios adventistas del Proyecto
Whitecoat tenían que recibir un permiso de seguridad "secreto"
antes de entrar "en el proyecto".
El veterano de
Whitecoat, Lester Bartholomew, le dijo a The WINDS que tuvo
que esperar cinco meses antes de recibir su permiso de
seguridad. Él y otro adventista fueron asignados para trabajar
en el edificio 427, que alojaba la división de virología de la
unidad de investigación ofensiva sobre la guerra química y
biológica, un "área caliente" que requería un permiso
supersecreto. Ésta era su "estación de servicio" entre
proyectos. Bartholomew dijo que su trabajo consistía en
despachar el "material malo", ampolletas de vidrio que
contenían agentes químicos, a puestos militares alrededor del
mundo, incluyendo Fort Dugway, Utah, y Guam, ésta última un
área de estacionamiento de suministros para la guerra de
Vietnam. Bartholomew sospecha mucho que el "material malo" que
él empacaba y despachaba era usado en Vietnam. En cierta
ocasión, un miembro del personal de virología le dijo que, si
dejaba caer las dos ampolletas que estaba manipulando,
"borraría del mapa el estado de Maryland".
Cuando estuvo "en el
proyecto", Bartholomew se dio cuenta de que el Proyecto
Whitecoat era en realidad de naturaleza ofensiva. En la
clínica, pasó una semana entera delante de una caja en la cual
parpadeaban luces y números, y se requería que él hiciera
cálculos rápidos para probar sus reflejos mentales. Las
pruebas se repetían después de haber sido contagiado de
tularemia. En cierto punto, Bartholomew le preguntó a una de
las personas que administraban la prueba de qué se trataba
todo aquéllo. "Bueno, si enfermamos al enemigo, podemos
calcular cómo los afectará", fue la respuesta. "Le digo que,
desde entonces, no confío en el gobierno, y no confío en la
iglesia, porque los dos me mintieron", le dijo Bartholomew a
The WINDS.
¿Por qué la Iglesia
Adventista?
La Iglesia Adventista
del Séptimo Día hace gran énfasis sobre la salud, quizás más
que cualquier otra denominación cristiana. Su sistema de
hospitales y clínicas puede encontrarse en muchos países, y la
iglesia está orgullosa de sus logros en la investigación
médica y la educación sobre la salud. Las enseñanzas
adventistas advierten contra el uso del alcohol, el tabaco y
la carne de animales, y a los miembros de la iglesia
generalmente se les requiere que se abstengan de estas cosas.
Históricamente, la iglesia ha anticipado una amenaza a sus
libertades religiosas de parte de los círculos
gubernamentales, haciendo aun mayor la siguiente dicotomía:
¿Cómo puede una iglesia cristiana que hace un énfasis tan
grande sobre la salud, que anticipa una amenaza de parte del
gobierno, encontrarse a la vanguardia de un programa de
investigación sobre la guerra bacteriológica en sociedad con
el gobierno?
"Parecía que
estuviesen tratando de llevarse bien con el gobierno y darle
palmaditas en el hombro al gobierno para no tener ningún
problema", le dijo Bartholomew a The WINDS. "Como iglesia,
queremos realmente llevarnos bien con usted, no queremos ser
conocidos como una secta, y por eso le proporcionamos
conejillos de indias", era el razonamiento de la iglesia.
Otros adventistas
señalan al período de mediados de la década de 1950, cuando
ocurrió este cambio en el modo de pensar de la dirigencia
adventista. Históricamente, la iglesia ha permanecido separada
de las otras denominaciones cristianas, pero cambió esa
postura cuando ingresó a las conferencias evangélicas de
1955-1956. Esta entrada al movimiento ecuménico coincidió con
el advenimiento del Proyecto Whitecoat, ambos como resultado
de la búsqueda por parte de la iglesia de la aceptación en la
corriente principal.
"Ninguna otra iglesia
se habría salido con la suya en esto", le dijo Neil Livingston
a The WINDS. Livingston señala casos en las décadas de 1970 y
1980 que establecían que "la Iglesia Adventista del Séptimo
Día es la más centralizada de las principales denominaciones
cristianas de este país". [33] Livingston afirma que la iglesia es jerárquica, más
bien que congregacional, y en ella el poder fluye desde arriba
hacia abajo, más bien que al revés. Esto convirtió a los
dirigentes adventistas de Takoma Park, Maryland, en agentes
útiles para los oficiales militares de alto rango de las
cercanas ciudades de Frederick y Washington. El gobierno
centralizado de la iglesia dio a los oficiales de NSO la
influencia que necesitaban para reclutar muchachos adventistas
para el Proyecto Whitecoat. "Otras denominaciones jamás
habrían tolerado este tipo de interferencia externa" por parte
de los dirigentes de la iglesia, dijo Livingston, citando el
tipo de estructura congregacional abierta de otras
denominaciones protestantes.
Livingston también
citó el impacto del sistema educativo adventista sobre la
cultura de la iglesia como otra de las razones para su
utilidad para el ejército. "Desde el momento en que estos
jóvenes entran a la escuela superior, están lejos de casa",
dijo. Muchos niños adventistas a una escuela de internado
adventista y luego a la escuela preparatoria, donde viven en
dormitorios. "La iglesia los tiene desde corta edad ... y esto
hace que miren a los dirigentes con admiración", haciendo a
estos niños más vulnerables a sugerencias de las autoridades
superiores, como sucedió con el Proyecto Whitecoat.
Responsabilidad
El Proyecto Whitecoat
concluyó hace 25 años con el fin del reclutamiento. Parecería
que el tiempo ha relegado a este sujeto al archivo de los
"casos cerrados", una nota al pie de la era de Vietnam y la
Guerra Fría. Puede que así sea, pero todavía proporciona una
interesante lección sobre cómo las iglesias cristianas de los
Estados Unidos se han vendido a los poderes gobernantes tras
bastidores. El Proyecto Whitecoat fue sólo un paso en el
camino en el cual la Iglesia Adventista y las iglesias
protestantes han andado lejos. Puede decirse sin peligro de
equivocarse que estas iglesias han llegado al fin de ese
camino -- el fin de su utilidad para los que están en el
poder.
Otra razón de que el
Proyecto Whitecoat continué siendo digno de examen es el
asunto de la responsabilidad, de la cual ninguna persona ni
iglesia puede escapar. Aunque una convención de armas
biológicas (BCW) se firmó en 1972, carece de verificación y
cunplimiento, y permite la investigación "defensiva". Esta
investigación se acelera, produciendo armas de pesadilla como
la "bala étnica" de Israel, que ataca sólo a blancos de
estructura genética árabe. Las biotecnologías como éstas son
la vanguardia, y ¿cuánto de ellas se construyen sobre la
investigación que se llevó a cabo en USAMRIID antes de 1973?
Hay enormes arsenales
de una vieja generación de armas químicas y biológicas, muchas
de las cuales fueron producidas durante el apogeo del Proyecto
Whitecoat. Estas armas son ahora inestables, como lo son las
estructuras políticas del mundo. Una sola calamidad, o cierto
número de calamidades que funcionaran juntas, podrían
desencadenar una mortal pestilencia. La Iglesia Adventista del
Séptimo Día, a causa de su falsa pretensión de buena salud y
buenas obras, compartiría una gran porción de una maldición
como la que acarreraría un desastre como éste.
Los puntos en disputa
que rodean a la guerra química y biológica son innumerables.
Hay en juego puntos morales acerca de la manipulación de
formas de vida para fines de asesinato en masa. Hay puntos en
disputa acerca de cuándo usar estas armas si están
disponibles. Hay puntos en disputa sobre compensaciones para
sus víctimas, tanto civiles como militares. Todos estos puntos
permanecen sin dilucidar, lo mismo que las misteriosas
enfermedades y muertes que rodean a varios veteranos de
Whitecoat y, más recientemente, miles de veteranos de la
Guerra del Golfo.
Hipocresía
El punto en disputa
que sobresale por encima de todos los demás es el espectro de
la hipocresía, el crimen más grave en la escala cósmica. Puede
que algunos no vean ningún punto en disputa. Los adventistas
simplemente cambiaron el campo de batalla por un laboratorio
de investigación. Aunque puede que esto sea cierto para los
que creen en la guerra, no es verdad para los Adventistas del
Séptimo Día, que históricamente han rehusado participar en la
guerra. En 1864, su Conferencia General le escribió a Austin
Blair, gobernador de Michigan, afirmando que los adventistas
toman la Biblia como su guía, y "creen unánimente que sus
enseñanzas son contrarias al espíritu y la práctica de la
guerra... De aquí que nuestro pueblo no se haya sentido libre
para ingresar al servicio militar".
Al año siguiente, su
Conferencia General emitió una declaración en el sentido de
que los adventistas "reconocen la justicia de rendir tributo,
usos, honor, y reverencia al poder civil, como se ordena en el
Nuevo Testamento. Aunque con alegría damos a César lo que las
Escrituras muestran que le pertenecen, nos vemos obligados a
declinar toda participación en actos de guerra y derramiento
de sangre por ser inconsistentes con los deberes impuestos
sobre nosotros por nuestro divino Maestro hacia nuestros
enemigos y hacia toda la humanidad".
Este es el verdadero
significado del "objetor de conciencia" -- el que rehusa
participar en la guerra por razones de conciencia, pero los
adventistas estiraron este significado con el correr del
tiempo para permitir el servicio como enfermeros de campo y
voluntarios de Whitecoat, aunque el manual de campo del
ejército establecía claramente que "la misión del servicio
médico en un teatro de operaciones es la de contribuir al
éxito del esfuerzo militar". [38] Así, pues, al mantener un exterior benevolente
mientras compraban paz del gobierno, los adventistas se
abstenían de tener que matar algunos de los enemigos en el
campo de batalla, en favor de ayudar en la matanza de
potenciales millones. Esto es digno de nuestra más enérgica
condena. Tomaremos prestados los párrafos finales de Martin D.
Turner en el artículo de Spectrum, en los cuales dice:
Una conciencia que es tan sensible a los peligros
del café y los anillos de matrimonio, pero no se preocupa
por las implicaciones morales de la participación en la
investigación de la guerra biológica, y de la guerra misma,
debe parecer paradójica a mucha gente pensante. [Luego
Turner cita al Dr. Malek:]
Los guardianes de la Iglesia Adventista ... están
satisfechos con una moralidad de forma sin sustancia, en la
cual las artes de la enfermedad pueden ser presentadas como
las artes de la curación, y en la cual la guerra
bacteriológica puede ser abrazada en piadosa obediencia al
mandato divino contra la muerte. [39]
* Bata blanca. Alude a la que usan los que manipulan gérmenes
patógenos.
Notas:
1. Los adventistas
debaten el papel de la iglesia en la investigación sobre la guerra
en la era de Vietnam. David Dshneau, Associated Press, octubre 8,
1998.
2. All Things
Considered, National Public Radio, octubre 13, 1998. (Requiere
RealAudio Player)
3. PROJECT
WHITECOAT, Martin D. Turner, revista Spectrum, Verano de
1970.
4. Ibid.
5. PROJECT
WHITECOAT. Los enfermeros adventistas en los Estados Unidos se
ofrecen como voluntarios para servir a la humanidad, Adventist
Review, marzo 20, 1969.
6. OPERATION
WHITECOAT (part II), Don A. Roth, The Youth´s Instructor,
octubre 15, 1963.
7. PSYCHOCHEMICAL
WEAPONS. Sydney Katz, Associate Editor of Macleans, abril
21, 1962.
8. Véase la
referencia 1.
9. PROJECT
WHITECOAT. Una entrevista con CLARK SMITH, director of the
National Service Organization, Adventist Review, noviembre
27, 1969.
10. Véase la
referencia 3.
11. Véase la
referencia 9.
12. Seventh-day
Adventist Encyclopedia, Second Revised Edition, Art.
"Noncombatancy".
13. Véase la
referencia 9.
14. Véase la
referencia 6.
15. Cartas y
declaraciones relacionados con el Proyecto Whitecoat obtenidas de
Neil C. Livingston, que facilitó parte de su investigación para
este informe.
16. Carta de César
Vega fechada octubre 12, 1989 (ref. 15).
17. Entrevista
telefónica con G. R. Bietz, nov. 9, 1989 (ref. 15).
18. OPERATION
WHITECOAT (part I), Don A. Roth, The Youth´s Instructor,
ctubre 8, 1963.
19. Declaración por
el veterano de Whitecoat Thomas Kopco, firmada en octubre 10, 1989
(ref. 15).
20. Véase la
referencia 1.
21. Carta de Wilson
Wyn fechada octubre 12, 1989 (ref. 15).
22. Lester
Bartholomew, de Oregon, en una entrevista telefónica con The
WINDS, 19 oct. 1998.
23. Carta de John
E. Keplinger, Capellán (Cor.) AUS, Ret. fechada 12 oct. 89 (ref.
15).
24. Carta del
Coronel Dan Crozier, USA MC, Ret. Commanding Officer, USAMRIID
[Project Whitecoat] fechada nov. 7, 1989 (ref. 15).
25. Véase la
referencia 19.
26. Carta de Harry
V. Wiant, Jr., fechada nov. 15, 1989 (ref. 15).
27. Véase la
referencia 1.
28. Véase la
referencia 18.
29. Véase la
referencia 6.
30. W. D. Tiggert,
Status of Medical Research Effort, Military Medicine, pp.
142, 143, (Febrero 1963) en Turner (ref. 3).
31. World Medical
Association, Code of Ethics in Wartime (New York: 1956) en
Turner (ref. 3).
32. Associated
Press, como fue impreso en el Newark Sunday News, Sec. 1,
marzo 24, 1968.
33. Dr. Ivan Malek,
citado por Stephen Rose (editor), CBW: Chemical and Biological
Warfare (Boston: Beacon Press 1969), p. 124, en Turner (ref.
3).
34. Ibid.
35. Elinor Langer,
Chemical and Biological Warfare, Science 155, 174-179 y
299-305 (enero 13 y 20, 1969) en Turner (ref.3).
36. United States
Army Field Manual FM 101-140, Armed Forces Doctrine for
Chemical and Biological Weapons Employment (1962), p. 10.
37. Véanse las
referencias 3 y 9.
38. Army Field
Manual FM 8-10, Medical Service Theater of Operations.
39. Referencia 3,
Turner también cita la referencia 33 en el párrafo final.
Escrito en nov. 11,
1998.
De vuelta arriba
Iglesia
Adventista