EL BECERRO DE ORO
Las tradiciones de Sinaí

Traducido de
Internet



Hay dos versiones de la historia de la recepción de las tablas de los Diez Mandamientos. La versión del becerro de oro ha sido inmortalizada en las producciones de Hollywood.

Después de la división entre Israel y Judá, esta última tribu permaneció en posesión del templo en Jerusalén, e Israel se vio obligado a tener culto en Betel en el norte. En la lista de las tribus de Israel en Jueces, no se menciona a Israel, lo que indica una temprana existencia separada de esta tribu, una separación que se extiende muy lejos en el pasado y para la cual no hay explicación.

Jeroboam se convirtió en rey de Israel después de la división, y se preocupó por mantener la cohesión nacional de su nuevo reino, en particular cuando el pueblo continuó identificado con sus antiguas costumbres y con el templo de Jerusalén.

"Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la casa de David [en Judá], si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en Jerusalén; porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá. ... Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto". (1 Reyes 12:26). "Y también designó sacerdotes que no eran de los levitas". (1 Reyes 12:31).

Se ordenaron sacrificios y fiestas para sus nuevos centros religiosos, poniendo un becerro en Betel y el otro en Dan.

Otro nombre para Israel en el norte fue 'Samaria'. Oseas testificó de los becerros, diciendo:
"Tu becerro, oh Samaria, te hizo alejarte; se encendió mi enojo contra ellos, hasta que no pudieron alcanzar purificación. Porque de Israel es también éste, y artífice lo hizo; no es Dios". (Oseas 8:5).
Y nuevamente se refiere a la costumbre de ofrecer
"sacrificios humanos y besar los becerros" (Oseas 13:2).
No hay duda de que las bembas de esos dos becerros quedaron pulidas y desgastadas a causa de todos esos siglos de besos. Así también, uno pensaría que, cuando aquellos dos becerros sacaron al pueblo de Egipto, deben haber sido más transportables que en los santuarios de Jeroboam. Sin duda, esos becerros corrían por el campo dando órdenes a todo el mundo y levantando sus pezuñas de oro para bendecir a todo el mundo. Basándose en el testimonio de un disgustado y escandalizado Oseas, Jeroboam efectivamente erigió dos becerros.

La historia del becerro de oro se halla en Éxodo 32. Moisés desapareció por largo tiempo, y el pueblo le dijo a Aarón:

"Este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya pasado. Haznos dioses (plural) que vayan delante de nosotros". (Éxodo 32:1).

Aarón hizo un (solo) becerro de oro, y lo presentó al pueblo, que dijo:

"Israel, éstos son tus DIOSES (plural), que te sacaron de la tierra de Egipto". (Éxodo 32:4).

las palabras exactas
atribuidas a Jeroboam en el libro de Reyes.

La tradición del capítulo 24 presenta una alternativa al relato familiar del becerro de oro sobre Moisés y el monte. Parece ser bien una fusión de fuentes en conflicto o bien ha sido fuertemente corregido y modificado en un intento por hacerlo consistente con la segunda tradición de las tablas, aquélla con la cual todo el mundo está bien familiarizado.

La tradición que se halla en Éxodo 24 describe a una gran muchedumbre que sube al monte. Esto crea dos conflictos. Primero, hay un conflicto obvio dentro del relato mismo, que demuestra claramente el desgarbado proceso de revisión que se usó para crear la Biblia. La historia comienza con una estricta prohibición de que nadie podía subir al monte, excepto Moisés. Esto es consistente con la versión becerro de oro de los sucesos, en la cual Moisés subió al monte solo, como recordará cualquiera que haya visto aquellas películas. Se hace un torpe intento por editar este material para hacerlo consistente, y cualquiera que lea cuidadosamente Éxodo 24 debería notar que dice que toda esta gente subió al monte, y luego, más tarde, otra revisión editorial indica que no lo hicieron, porque sólo Moisés subió al monte. La fuente original del incidente contiene una referencia a la tradición sabática en el sentido de que Moisés permaneció en el monte durante seis días y se encontró con Dios al séptimo día, con una revisión editorial posterior para referirse a cuarenta días (un intento, como el comentario diciendo que David tocaba el arpa, para reconciliar relatos inconsistentes). Nótese que primero se dice que nadie debía subir al monte con Moisés. (La cursiva no debería ser necesaria, pero se incluye).

"Dijo Jehová a Moisés: Sube ante Jehová, tú, y Aarón, Nadab, y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y os inclinaréis desde lejos. Pero Moisés solo se acercará a Jehová; y ellos no se acerquen, ni suba el pueblo con él. Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todas las leyes; y todo el pueblo respondió a una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho". (Éxodo 24:1-3).

Sin embargo, algunos versículos más adelante, salen a la superficie algunos trozos de la anterior tradición (es característico de la inusual revisión y corrección de la Biblia que algunas partes no sean descartadas, sino que se hace un intento por sumergir y 'armonizar' los varios relatos que discrepan entre sí. Nótese que, en la tradición del becerro de oro, se insiste constantemente en que nadie (incluyendo a Moisés) puede ver a Dios jamás, pues de lo contrario moriría. Esta doctrina teológica no tiene nade que ver con la tradición alterna del capítulo 24.

"Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno. Mas no extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron". (Éxodo 24:9-11).

En la famosa tradición del becerro, ni siquiera a Moisés se le permitió ver a Dios,

"porque no me verá hombre, y vivirá". (Éxodo 33:20).

La tradición alterna prohibe que alguno suba al monte con Moisés y luego todos suben al monte con Moisés.

"... y os inclinaréis desde lejos.Pero Moisés solo se acercará a Jehová; y ellos no se acerquen, ni suba el pueblo con él". (24:1).

"Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; ... vieron a Dios, y comieron y bebieron". (24:9).

El conflicto entre esta afirmación y las frases iniciales del relato es obvio, e indica que la introducción fue una interpolación editorial posterior.

Después de visitar el cielo y sentarse allí para almorzar con Dios, Moisés recibió por primera vez las tablas que contenían los Diez  Mandamientos. Más tarde se introduciría una tradición durante el proceso editorial para permitir que la segunda versión se entrelazara en el relato, inventando un dispositivo ficticio conector que afimaba que 'Moisés dejó caer y rompió' el primer juego de tablas, de este modo haciendo 'necesario un segundo viaje a la cima del monte'. Ésta no es una descripción de un suceso histórico, sino meramente el resultado de revisar y corregir juntas dos dispares tradiciones de Sinaí, en un intento por entrelazarlas y hacer de ellas una sola narración ficticia pero armoniosa.

"Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles. Y se levantó Moisés con Josué su servidor, y Moisés subió al monte de Dios. ... Entonces Moisés subió al monte, y una nube cubrió el monte. Y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube". (Éxodo 24:12-13; 15-16).

La historia comienza con una referencia a que 'nadie puede ver a Dios', un motivo de la tradición alterna, y después de que Moisés se encontró con Dios 'al séptimo día' (una alusión al sábado), se incluye una referencia a 'cuarenta días', nuevamente en un intento por 'armonizar' las dos versiones conflictivas de los sucesos, mezclando trozos y pedazos de cada tradición.

Éxodo 19 puede considerarse un preludio de Éxodo 32 y el incidente del becerro de oro. Es un doblete de la introducción a la otra versión del relato de las tablas. Tanto en Éxodo 19 como en Éxodo 24, Dios anunció un pacto y el pueblo respondió:

"Todo lo que Jehová ha dicho, eso haremos". (Éxodo 19:8, 24: 3).

En la primera versión, una gran muchedumbre subió al monte a comer y a beber y a ver a Dios. En la última versión, Éxodo 19, el pueblo tiene que hacer algunos ritos de purificación especialmente ordenados. El monte está estrictamente prohibido, siendo demasiado santo.

"No toquéis sus límites. Cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá. No lo tocará mano, porque será apedreado o aseteado; sea animal o sea hombre, no vivirá". (Éxodo 19:12-13).

Finalmente, varios días más tarde, se le permitió al pueblo acercarse al pie del monte. Dios dijo a Moisés que advirtiera al pueblo solemnemente que no verían a Dios, pues de lo contrario morirían. (Éxodo 19:21). Luego, sólo a Moisés y a Aarón se les permitió acercarse más. Hasta a los sacerdotes se les prohibió subir al monte. El pueblo no podía subir al monte, y se establecieron estrictos límites,

"no sea que haga en ellos estrago". (Éxodo 19:24).

Como es tan común en Éxodo, la narración es interrumpida constantemente por Dios, que hace largos discursos explicando cómo deben llevarse a cabo prolongados ritos, cómo debe sacrificarse apropiadamente un animal (como Dios había ordenado a aquel pueblo cuando Dios les sacó de Egipto, sin duda). En realidad, usted notará que, cada vez que se abre la boca de Dios, el largo monólogo ritualista debe continuar durante muchos capítulos antes de que se reanude cualquier narración. Esto se hacía para justificar tanto las leyes levíticas posteriores como las leyes estatales de la antigua teocracia hebrea al sugerir el imprimátur divino. Estos conflictivos segmentos narrativos están entrelazados un poco torpemente, haciendo los editores lo mejor que podían para reconciliar las inconsistencias, lo cual resultó, debo añadir, en un ejercicio de futilidad, pero ellos hicieron el intento resueltamente.

El pueblo comenzó a hacer ofrendas completas al becerro, y Dios le dijo a Moisés que bajara del monte rápidamente, pues el pueblo estaba adorando a un becerro. Dios le dijo a Moisés:

"Déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande". (Éxodo 32:10).

Moisés logró convencer a Dios de que no hiciera esto, recordándole cuán embarazoso sería que las naciones oyeran decir que Dios había sacado a un pueblo de Egipto y que luego los había matado a todos. (Éxodo 32:12).

"Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo había de hacer a su pueblo". (Éxodo 32:14).

Cuando Moisés llegó al pie de la montaña, oyó cantos y vio gente danzando alrededor del becerro, y dejó caer las dos tablas de piedra, que se rompieron. Molió el becerro e hizo con él 'aguas amargas', las cuales obligó al pueblo a beber, y luego se volvió contra Aarón. Y se nos dice que Dios estaba tan enojado que podría haber matado a Aarón.

"¿Quién está de parte de Jehová?" (Éxodo 32:26),

preguntó Moisés, y los levitas se pusieron de pie a su lado. Moisés luego les ordenó:

"Matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente" (Éxodo 32:27).

Luego anunció que éste era el día en que se instituía el sacerdocio levítico a causa de haber matado a sus hermanos, amigos, o parientes:

"Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano" (Éxodo 32:32:29).

Moisés subió al monte una segunda vez, y esto está precedido por lenguaje que imita el del capítulo 19, indicando nuevamente una conexión original entre estos dos segmentos narrativos.

"No suba hombre contigo, ni parezca alguno en todo el monte; ni ovejas ni bueyes pazcan delante del monte" (Éxodo 34:3).

El becerro de oro como alegoría polémica

La historia del becerro de oro es una tradición alterna, y el material en Éxodo 24 es contradictorio. La primera contiene referencias a sacrificios animales, levitas, ritos sacerdotales de purificación y ablución, preocupaciones sobre ver a Dios y morir, y más notablemente, una referencia a un becerro de oro, todo lo cual fecha el material en un tiempo después de la institución de las leyes levíticas después del período de los reinos divididos. Aarón fabricó uno de los becerros, pero luego se le hace decir 'dioses' (plural) para repetir las palabras que Jeroboam usó cuando ordenó la erección de centros religiosos para adorar becerros.

¿Cuán estúpido podría haber sido Jeroboam para fabricar becerros y luego usar las mismas palabras que usó Aarón para ordenar los centros para la adoración de becerros, cuando era bien sabido, y hasta era el factor motivante, que la razón para el establecimiento de los centros para adorar becerros era que el pueblo había permanecido fieramente fiel a sus antiguas tradiciones? Jeroboam dijo para sí: "Me matarán". No podría haber sido lo bastante estúpido como para fabricar dos becerros, pues entonces el pueblo le habría matado, si supusiéramos que las historias de los becerros se conocían en aquel tiempo.

El relato del becerro de oro y el material que lo rodea no es histórico, sino más bien una polémica. Los lectores que eran extemporáneos con la parábola habrían entendido exactamente lo que el relato quería decir. El escritor presenta una pregunta, y la responde: ¿Qué habría hecho Moisés si estuviera vivo para ver a aquel pueblo besando los becerros? Que un grupo de levitas sacerdotales y descontentos escribió la historia queda también demostrado por las preocupaciones sacerdotales incrustadas en la narración, como observé arriba, y hay también una amenaza implícita en que el pueblo 'beberá aguas amargas', aguas contaminadas con el becerro ídolo molido.

Un mito alterno de los orígenes

Los levitas estaban preocupados con más que simplemente atacar el nuevo culto de los becerros que les había excluido y les había dejado sin empleo. Los levitas en el norte, en Silo, fueron desposeídos por Jeroboam y reemplazados con otros. De este modo, tenemos a los levitas como los únicos leales a Moisés en el relato. Sin embargo, se hace una distinción en la narración al emplear el simbolismo de Aarón como un 'levita fracasado' y el único responsable de fabricar el becerro. La nada lisonjera referencia a Aarón en la historia fortalece la conclusión de que fueron levitas del norte los que escribieron esta versión de los sucesos, porque se aceptaba que el sacerdocio en el templo de Jerusalén era de ascendencia aarónica. Los levitas del norte estaban dando a entender que Dios estaba lo bastante enojado como para matar a aquellos sacerdotes del templo.

Según el dogma 'ortodoxo' del templo de aquellos días, sólo los miembros del sacerdocio 'aarónico' del templo en Jerusalén eran verdaderos levitas, y esta distinción, que se halla codificada en los libros de la ley, excluía a los levitas del norte y menospreciaba su derecho a llamarse sacerdotes. Los 'verdaderos' levitas eran descendientes en línea directa de Aarón y sus hijos, y esto excluía a los levitas del norte de Silo. En el siguiente pasaje, se notará cómo la genealogía del sacerdocio se concentra y se enfoca en Aarón.

"Y Amram tomó por mujer a Jocabed su tía, la cual dio a luz a Aarón y a Moisés. Y los años de la vida de Amram fueron ciento treinta y siete años. ... Y tomó Aarón por mujer a Elisabet hija de Aminadab, hemana de Naasón; la cual dio a luz a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. ... Y Eleazar hijo de Aarón tomó para sí mujer de las hijas de Futiel, la cual dio a luz a Finees. Y estos son los jefes de los padres de los levitas por sus familias. ... Este es aquel Aarón y aquel Moisés, a los cuales Jehová dijo: Sacad a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos". (Éxodo 6:20, 23, 25, 26).

Además, el sacerdocio era hereditario y seguía estrictas líneas familiares. Habría de ser así "para siempre" y esto excluía a extraños permanentemente.

"Y constituirás a Aarón y a sus hijos para que ejerzan su sacerdocio; y el extraño que se acercare, morirá". (Números 3:10).

"Harás llegar delante de tí a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; a Aarón y a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar hijos de Aarón". (Éxodo 28:1).

"En el tabernáculo de reunión, afuera del velo que está delante del testimonio, las pondrá en orden Aarón y sus hijos para que ardan delante de Jehová desde la tarde hasta la mañana, como estatuto perpetuo de los hijos de Israel por sus generaciones". (Éxodo 37:21).

"Las vestiduras que harán son éstas: el pectoral, el efod, el manto, la túnica bordada, la mitra y el cinturón. Hagan, pues, las vestiduras sagradas para Aarón tu hermano, y para sus hijos, para que sean mis sacerdotes". (Éxodo 28:4).

"Y con ellas vestirás a Aarón tu hermano, y a sus hijos con él; y los ungirás, y los consagrarás y santificarás, para que sean mis sacerdotes... Y estarán sobre Aarón y sobre sus hijos cuando entren en el tabernáculo de reunión, o cuando se acerquen al altar para servir en el santuario, para que no lleven pecado y mueran. Es estatuto perpetuo para él, y para su descendencia después de él ... Les ceñirás el cinto a Aarón, y les atarás las tiaras, y tendrán el sacerdocio por derecho perpetuo. Así consagrarás a Aarón y a sus hijos". (Éxodo 28:41, 43; 29:9).

No debería sorprendernos que este tema ocurra en el documento sacerdotal de Levítico, indicando así que este libro está conectado estrechamente con los levitas del sur relacionados con el culto del templo en Jerusalén.

"Y el sacerdote que en lugar de Aarón fuere ungido de entre sus hijos, hará igual ofrenda. Es estatuto perpetuo de Jehová". (Levítico 6:22).

Se deja claro que este estado de cosas es 'autorizado', al mostrar a Moisés como participante en un complicado ritual de ordenación que incluye elementos de los sacrificios de culto llevados a cabo en el templo.

"Después hizo que trajeran el otro carnero, y el carnero de las consagraciones, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero. Y lo degolló; y tomó Moisés de la sangre, y la puso sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el dedo pulgar de su mano derecha, y sobre el dedo pulgar de su pie derecho. ... Luego tomó Moisés del aceite de la unción, y de la sangre que estaba sobre el altar, y roció sobre Aarón, y sobre sus vestiduras, sobre sus hijos, y sobre las vestiduras de sus hijos con él; y santificó a Aarón y sus vestiduras, y a sus hijos y las vestiduras de sus hijos con él". (Levítico 8, 22, 30).

Se nos dice una y otra vez que el sacerdocio es un oficio hereditario, y que pertenece exclusivamente a Aarón 'y a sus hijos' para siempre.

"Fuera del velo del testimonio, en el tabernáculo de reunión, Aarón las dispondrá desde la tarde hasta la mañana delante de Jehová; es estatuto perpetuo por vuestras generaciones. ... Cada día de reposo lo pondrá continuamente en orden delante de Jehová, en nombre de los hijos de Israel, como pacto perpetuo". (Levítico 24: 3, 8).

No sólo se requiere la pena de muerte si cualquier persona 'se acerca', a excepción de Aarón y sus hijos, sino que las leyes, reglamentos, prohibiciones y tabúes que rodean los derechos, deberes, y privilegios atinentes al sacerdocio son tan severos que ni siquiera Aarón y sus hijos están seguros, como queda ilustrado en la historia del 'rito no autorizado'. Si hasta los 'legítimos' sacerdotes autorizados estaban bajo una interdicción tan severa, se deduce que los 'usurpadores' (como los 'ilegítimos' levitas del norte) ciertamente merecían la muerte también, como se requiere en los reglamentos sacerdotales.

"Y constituirás a Aarón y a sus hijos para que ejerzan su sacerdocio; y el extraño que se acerque, morirá". (Números 3:10).

"Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová". (Levítico 10:1, 2).

Bajo el código sacerdotal no existe tal cosa como una falta trivial, y cada una de las leyes era permanente e inalterable, habiendo sido de 'origen divino'. El tema es recogido nuevamente y se hace énfasis en él en la historia del 'sacrificio del macho cabrío no autorizado'.

"Y Moisés preguntó por el macho cabrío de la expiación, y se halló que había sido quemado; y se enojó contra Eleazar e Itamar, los hijos que habían quedado de Aarón". (Levítico 10.16).

No hay duda de que éstos apenas escaparon con sus cuellos intactos, lo cual es notable, cuando se considera que sus dos hermanos fueron quemados vivos por Dios por una violación similar de las leyes sacerdotales.

Cuando se compara a la mitología aarónica con el mito del becerro de oro, es obvio que hay dos pseudo-historias en competencia que pretenden describir la ordenación del sacerdocio. En la versión favorecida por el sacerdocio del sur en Jerusalén (como sería de esperarse), el sacerdocio era un oficio divinamente ordenado, hereditario, y establecido oficialmente por Moisés, siguiendo instrucciones explícitas de Dios, según leyes y reglamentos 'ordenados divinamente', cualquiera que interviniese sería castigado con la muerte. Se espera que creamos que esto no era porque el sacerdocio de Jerusalén tenía un interés personal en proteger su derecho hereditario, sino que Dios era muy, pero muy estricto acerca de sacrificar sólo carneros y así sucesivamente y que sólo profesionales adiestrados podían conocer los intrincados detalles y así salvar sus vidas. Cualquier 'lego' que se acercase tendría que ser ejecutado 'por temor de que Jehová se volviera contra el pueblo', tan feroz era Dios en estas cuestiones de hacer sacrificios de carneros sólo en el momento exacto y siguiendo exactamente la metodología divina.

En la tradición alterna, que se halla en la historia del becerro de oro, el sacerdocio levítico se concedía basándose en 'méritos'. El día en que los representantes de los levitas (del norte) 'mataron a sus hermanos, amigos y parientes', atrajeron sobre sí mismos bendición' y fueron nombrados en el sacerdocio. No se hace ninguna mención de 'derechos hereditarios', y Aarón es presentado en la luz más desfavorable. Los levitas del norte expresaban su odio por el culto a los becerros en los términos más extremos (querían matar a sus hermanos, amigos y parientes, y sarcásticamente indicaban que Dios les recompensaría ricamente por hacerlo). El significado de la polémica no se habría desperdiciado en sus contemporáneos que también habrían recogido el sarcasmo.

No sólo es esta versión un mito alterno de los orígenes del sacerdocio, una versión más favorable para los levitas del norte no conectados con el culto del templo en el sur, sino que caen salpicaduras sobre la legitimidad de los reclamos de los sacerdotes en el templo de Jerusalén, salpicando el carácter de Aarón. Primero se nos dice que 'Aarón' era un candidato inadecuado para el sacerdocio, y lo demostró al permitir una conducta tolerante entre el pueblo, y hasta ayudándole a fabricar el becerro. Ciertamente, el becerro de oro fue sugerencia de Aarón. Luego, presentó una
excusa poco convincente cuando fue confrontado por Moisés. Aquí se hace un comentario político y religioso sobre sucesos que eran contemporáneos con el tiempo de los levitas del norte, y sobre el muy odiado y novedoso culto del becerro que les había dejado sin empleo, y también están involucrando a los sacerdotes del culto del templo en Jerusalén.

"Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado al mal. ... Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos ... Jehová hirió al pueblo, porque habían hecho el becerro que formó Aarón". (Éxodo 32: 22, 25, y 35).

CONCLUSIÓN

La Biblia es una compleja maraña de tradiciones, no un todo coherente. Por lo menos en algunos casos, es posible desenredar las varias hebras e identificar autores específicos, trabajando con una agenda específica. El relato del becerro de oro es una de las historias en que es posible entresacar una hebra, y la evidencia indica fuertemente que la historia fue escrita por levitas, en particular levitas del norte, durante el tiempo de los reinos divididos. Es su versión de los sucesos la que se ha convertido en 'oficial' de modo que, por medio de innumerables películas y libros de historia, todo el mundo está familiarizado con 'la historia del Éxodo' y el becerro de oro, pero pocas personas están familiarizadas con el grado al cual estas tradiciones son realmente complejas, ni con el hecho de que realmente hay múltiples versiones de los sucesos, y que esta historia de los Diez Mandamientos y Sinaí es sólo uno de muchos ejemplos de la misma clase de cosa.

En cuanto a historia en todo esto, hay ciertamente 'historia' en la Biblia, pero es la historia de divisiones sociales y enemistades políticas y religiosas, y no es en absoluto la historia 'oficial' del Éxodo, ni de nada más. El perro Spot no puede tener cuatro patas y tres patas al mismo tiempo. O le falta una pata o no. La cuestión de la historicidad surge cuando se presentan múltiples visiones y versiones de sucesos. La versión del becerro de oro del relato de las tablas de piedra es polémica y su propósito es una respuesta a la nueva religión del becerro de oro de Jeroboam, escrita por levitas del norte desempleados y resentidos, que habían quedado sin empleo por causa de estos dos becerros.

Arriba

Heterodoxos

Sección de Libros1

Index1