EL ADVENTISMO TRADICIONAL
Y LA LEY
John Mann
Traducción
Un ex-adventista, al que llamaremos
"Kevin", ha expresado claramente tres cosas respecto a su
"mudanza" del adventismo: Lo primero que dijo es que, cuando
trabajaba de colportor, a menudo se encontraba con personas que
le presentaban argumentos contra el adventismo, que él no sabía
cómo responder. Cuando esto ocurría, respondía de manera franca,
liberal, como diciendo "todo el mundo tiene derecho a creer lo
que quiere". Por supuesto, la verdad es que no pensaba así en
absoluto. Lo que realmente pensaba era: "Caramba, no entiendo
esa doctrina muy bien, pero si la entendiera podría contestar a
esa objeción". Lo segundo es que, cuando le dijo a algunos
miembros que se iba de la iglesia, la reacción fue de lástima.
Naturalmente, supusieron que lo estaban descarriando y que
estaba errado. Lo tercero es que, cuando trataba de explicarle
sus razones al pastor (por ejemplo), éste no parecía entender lo
que le estaba diciendo, y en general, tenía la impresión de que
los miembros encontraban difícil entender lo que decía.
Todos estos tres puntos tienen la misma moraleja. Cuando Kevin
era adventista y escuchaba un argumento contra el adventismo, su
reacción era que él mismo no había entendido la doctrina lo
suficientemente bien. Nunca se imaginó que la doctrina en
realidad pudiera ser errónea. Más bien, se culpaba a sí mismo
por no "entenderla" bien; cuando un miembro oye decir que Kevin
ya no cree en el adventismo, no se detiene a pensar: "Bueno,
Kevin era un buen adventista. Quizás tenga algunas razones muy
buenas, que yo debería escuchar", porque ni siquiera puede
comenzar a imaginarse que el adventismo pueda estar errado.
Cuando Kevin explica sus razones para irse, los miembros no
logran ponerse en lugar de él y entender lo que él está
diciendo, porque nuevamente no pueden imaginarse que el
adventismo esté errado.
Y, sin embargo, ¿no es esto falso orgullo? "Dios es Dios" (Karl
Barth), y ¡quiénes somos nosotros para imaginarnos que hemos
acabado de entenderle, o que no tenemos nada que aprender de los
que están fuera de nuestro grupo! "Dios no ha de ser buscado en
su inescrutable altura" (Calvino), Dios es Dios, nosotros somos
el hombre, y debemos tratar todo conocimiento de Él como un
humilde recibimiento de gracia, no como alguna especial posesión
que nos coloca por encima de los demás de tal modo que podamos
mirar su "ignorancia" con lástima (sin duda, cuando lo hacemos,
Dios nos mira a nosotros con lástima). Dios es sorprendente e
inquietante. ¿Quiénes somos nosotros para limitar lo que Él hace
o no hace? Quizás esté diciendo: "¿Por qué crees que te he
permitido ser adventista por 30 años? Quizás sea tiempo de que
avances hacia una verdad mayor". Dios está haciendo más de lo
que podemos concebir; así que ¡debemos renunciar a cualquier
orgullo tonto que piensa en limitar lo que Dios decida hacer!
Eché un vistazo a las "Creencias Fundamentales de los
Adventistas del Séptimo Día", y puedo describir la totalidad del
punto de vista adventista en El Gran Conflicto diciendo que está
por encima de la ley. Vea usted si concuerda con este bosquejo
de las creencias adventistas:
La ley está dividida en dos partes: La ley ceremonial,
que fue cumplida en Cristo, y la ley eterna de Dios, de
obligatorio cumplimiento por todos los creyentes.
La ley eterna de Dios consiste de los Diez
Mandamientos.
El "Gran Conflicto" entre Cristo y Satanás está
por encima de la ley de Dios, los Diez Mandamientos. La
acusación de Satanás es que esta ley es injusta.
Cristo vino a refutar la acusación de Satanás
relativa a los Diez Mandamientos, a demostrar que el hombre sí
podía guardar la ley de Dios.
Los Diez Mandamientos son la definición de
pecado ("el pecado es transgresión de la ley").
La redención en Cristo significa que somos
salvos aunque no hayamos guardado los Diez Mandamientos
perfectamente, porque Cristo los guardó por nosotros.
El cristiano guarda los Diez Mandamientos
porque no desea pecar, y porque quebrantarlos es pecado.
La historia de la iglesia desde los tiempos de
Cristo es la de que Satanás intenta ocultar los Diez
Mandamientos, y lo ha hecho cambiando el mandamiento del
sábado.
En los "últimos días", la observancia del
mandamiento del sábado será la señal del pueblo de Dios
("guardan los mandamientos de Dios").
Si usted no está de acuerdo con alguna de
estas afirmaciones, por favor diga qué punto he entendido mal.
Dado que éste es básicamente un resumen correcto de las
creencias tradicionales adventistas, una de las áreas más
importantes que podemos estudiar en la Biblia con relación al
adventismo es la pregunta: "¿Qué es la ley?" Yo espero responder
a esa pregunta.
Tal como lo tenemos hoy, el Antiguo Testamento está dividido en
tres partes: La Ley o Torah (el Pentateuco, los primeros cinco
libros de la Biblia), los Profetas (Josué, Jueces, Samuel,
Reyes, Isaías, Jeremías, Ezequiel, y los diez profetas menores)
y los Escritos (Salmos, Job, Cantar de los Cantares, Rut,
Lamentaciones, Eclesiastés, Ester, Daniel, Esdras, Nehemías, y
Crónicas). Para Jesús, las Escrituras eran la Ley y los
Profetas. Por lo tanto, un buen lugar para comenzar podría ser
los libros de la Ley. ¿Qué dicen ellos mismos?
Aunque el Pentateuco incluye el libro de
Génesis, hay en realidad cuatro libros que contienen la Ley:
Éxodo, Levítico, Números, y Deuteronomio. Éxodo comienza con la
historia de Moisés guiando a los israelitas fuera de Egipto, y
no es sino hasta el capítulo 19 que arribamos al monte Sinaí,
donde Dios da la ley a Moisés. Cuando llegan al monte Sinaí,
Dios le dice a Moisés: "Así dirás a la casa de Jacob, y
anunciarás a los hijos de Israel: Vosotros vísteis lo que hice a
los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he
traído a mí. Ahora, pues, si diéreis oído a mi voz, y guardáreis
mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los
pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un
reino de sacerdotes, y gente santa". (Éx. 19:3-6). Después de
prepararse, el pueblo oye a Dios hablarles (lo que, según
Deuteronomio, son los Diez Mandamientos, aunque aquí no se les
llama por ese nombre), pero sienten temor, y le piden a Moisés
que hable él mismo con Dios. Entonces Dios le da a Moisés su ley
para los israelitas (Éx. 21-23). Moisés escribe en el libro del
pacto lo que Dios ha dicho (Éx. 24:3-7) y se lo lee al pueblo,
que está de acuerdo en obedecer las leyes. El pacto es acordado,
se ofrece un sacrificio, y Moisés dice: "He aquí la sangre del
pacto que el Señor ha hecho con vosotros sobre todas estas
cosas" (Éx. 24:8).
Luego, Dios le dice a Moisés que regrese al monte, donde le dará
"las tablas de piedra y la ley y mandamientos que he escrito
para enseñarles" (Éx. 24:12). Moisés permanece en el monte
cuarenta días y cuarenta noches. Esta vez, Dios le da
instrucciones concernientes al Tabernáculo, y cuando termina de
hablar, le da "dos tablas del testimonio, tablas de piedra
escritas por el dedo de Dios" (Éx. 31:18). Pero cuando Moisés
regresa del monte, el pueblo se ha apartado de Dios y adora un
becerro de oro. Moisés rompe las tablas y el pueblo es
castigado. Moisés entonces regresa al monte, donde Dios inscribe
dos nuevas tablas de piedra. Dios habla nuevamente del pacto que
está haciendo con Israel: "He aquí, yo hago pacto delante de
todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda
la tierra, ni en nación alguna" (Éx. 34:10). "Escribe tú estas
palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto
contigo y con Israel. Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días
y cuarenta noches; no comió pan ni bebió agua; y escribió en
tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos" (Éx.
34:27-28). Ahora bien, todas las instrucciones que Dios da
concerniente al tabernáculo le son dadas a Israel por medio de
Moisés. "Esto es lo que el Señor ha mandado", dice una y otra
vez (Éx. 35:1, 4, 10; 36:1, 5; 39:42-43; 40:16, 19, 21, 23, 25,
27, 29, 32).
Habiendo establecido el tabernáculo, termina Éxodo. En Levítico,
Dios le habla a Moisés en el tabernáculo de reunión y le da
instrucciones relativas a las ofrendas para Dios (Lev. 1-7).
Dios da también instrucciones relativas a los sacerdotes (Lev.
8-10), y reglas sobre la salud (Lev. 11-15). Levítico 16 da
instrucciones para el día de expiación, y después de eso (Lev.
17-27), Dios da a Moisés varias otras leyes. En Números, Dios le dice a Moisés en el tabernáculo
de reunión que tome un censo de Israel (Núm 1:2), y esto dura
los primeros cuatro capítulos. Dios da luego a Moisés varias
otras leyes, y en Núm. 10:12, han terminado las leyes de Sinaí,
y los "israelitas partieron del desierto de Sinaí" (Núm. 10:12).
La mayor parte del resto de Números es la historia del
peregrinaje de Israel por el desierto, aunque se dan otras leyes
durante el camino. (Núm. 15, 18, 28-30, 35).
Deuteronomio es el resumen de la ley que Moisés da a los
isarelitas después de que han estado vagando por el desierto
durante cuarenta años. En los primeros tres capítulos, Moisés
les recuerda su peregrinaje, pero desde el capítulo 4 en
adelante, les da la ley nuevamente: "Ahora, pues, oh Israel, oye
los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los
ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que Jehová el
Dios de vuestros padres os da. No añadiréis a la palabra que yo
os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los
mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno" (Deut.
4:1, 2). Este tipo de orden se repite a menudo (Deut. 4:5-14;
23-24, 31, 39-40). En el capítulo 5, tenemos los Diez
Mandamientos: "Oye, Israel, los estatutos y decretos que yo
pronuncio hoy en vuestros oídos; aprendedlos, y guardadlos, para
ponerlos por obra. Jehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros
en Horeb . No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino
con nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos. Cara a cara
habló Jehová con vosotros en el monte de en medio del fuego"
(Deut. 5:1-4). Después de que los Diez Mandamientos son dados,
Dios le dice a Moisés: "Quédate aquí conmigo, y te diré todos
los mandamientos y estatutos y decretos que les enseñarás, a fin
de que los pongan ahora por obra en la tierra que yo les doy por
posesión". (Deut. 5:30). Luego, Deuteronomio repasa las leyes
nuevamente.
En esto, pues, consiste la ley, órdenes relativas a cada uno de
los aspectos de la vida judía, desde religión hasta los
alimentos y la propiedad, la economía y la salud. Todos estos
aspectos están incluídos en estas listas de leyes. Levítico 19
es un buen ejemplo de cuán variadas son estas leyes: "No
hurtaréis, y no engañaréis ni mentiréis el uno al otro. No
retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana.
No harás ayuntar tu ganado con animales de otra especie; tu
campo no sembrarás con mezcla de semillas, y no te pondrás
vestidos con mezcla de hilos. No haréis tonsura en vuestras
cabezas, ni dañaréis la punta de vuestra barba". (Lev. 19:11,
13, 19, 27). A través del resto de la Biblia, estos libros se
conocen como la Ley. Por ejemplo: "Esfuérzate y sé muy valiente,
para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés
te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra,
para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca
se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y
de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a
todo lo que en él está escrito". (Josué 1:7-8).
"Después de esto, leyó todas las palabras de la ley, las
bendiciones y las maldiciones, conforme a todo lo que está
escrito en el libro de la ley. No hubo palabra alguna de todo
cuanto mandó Moisés, que Josué no hiciese leer delante de toda
la congregación de Israel, y de las mujeres, de los niños, y de
los extranjeros que moraban entre ellos". (Josué 8:34-35).
"Esforzaos, pues, mucho en guardar y hacer todo lo que está
escrito en el libro de la ley de Moisés, sin apartaros de ello
ni a diestra ni a siniestra". (Josué 23:6).
"Luego ordenó Joiada los oficios en la casa de Jehová, bajo la
mano de los sacerdotes y levitas, según David los había
distribuido en la casa de Jehová, para ofrecer a Jehová los
holocaustos, como está escrito en la ley de Moisés". (2 Crón.
23:18).
"Venido el mes séptimo, los hijos de Israel estaban en sus
ciudades; y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la
plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a
Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés, la
cual Jehová había dado a Israel. Y el sacerdote Esdras trajo la
ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres y
de todos los que podían entender, el primer día del mes séptimo.
Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la
puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en
presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían
entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro
de la ley". (Neh. 8:1-3).
"El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está
en medio de mi corazón". (Sal. 40:8).
"Él estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel, la
cual mandó a nuestros padres que la notificasen a sus hijos".
(Sal. 78:5).
"Guardaré tu ley siempre, para siempre y eternamente". (Sal.
119:44).
Claramente, entonces, "la ley" significa la Torah, la Ley de
Moisés, los 613 supuestos mandamientos del Pentateuco, y cuando
leemos "la ley" en el Antiguo Testamento no hay duda de esto.
Pero, ¿y el Nuevo Testamento? ¿A qué creen los escritores del
Nuevo Testamento que se refiere "la ley"?
Al principio de Mateo, leemos: "No penséis que he venido para
abrogar la ley o los profetas" (Mat. 5:17), y ya sabemos que
"los profetas" se refiere a los libros de Isaías, Jeremías,
Ezequiel, etc., y "la ley" a los libros de Moisés: Génesis,
Éxodo, Levítico, Números, y Deuteronomio; la misma división se
hace más tarde (Mat. 7:12). Cuando leemos acerca de los maestros
de "la ley", entendemos que significa la ley de Moisés (Mat.
5:20; 7:29). En Mateo 15, cuando Jesús está disputando con los
"maestros de la ley", cita a Éxodo, Levítico, y Deuteronomio
("Honra a tu padre y a tu madre" viene de Éx. 20:12 y Deut.
5:15; "el que maldijere a su padre o a su madre, morirá" viene
de Éx. 21:17 y Lev. 20:9). En Mateo 19, algunos fariseos le
preguntan a Jesús si es lícito que un hombre se divorcie de su
esposa. Jesús contesta citando a Génesis (un reconocido libro de
la ley, como observamos antes, pues es parte del Pentateuco, uno
de los cinco libros de Moisés). Gén. 1:27 y 2:24. Más tarde, en
Mateo 19, aparece la historia del joven rico. Este hombre
pregunta qué tiene que hacer para obtener la vida eterna (Mat.
19:16), y Jesús contesta diciéndole que obedezca "los
mandamientos". El joven pregunta: "¿Cuáles?", y Jesús cita la
Torah: "No asesines, no cometas adulterio, no robes, no des
falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre" (Éx. 20:12-16,
Deut. 5:16-20), "ama a tu prójimo como a tí mismo" (Lev. 19:18.
Es claro que Jesús no está diciendo que se ignore el resto de la
Torah y que se guarden sólo estos mandamientos, sino que se
refiere a "la Torah y a los mandamientos de Dios". Mateo
22:23-33 registra la disputa de Jesús con los saduceos, los
cuales sostenían que sólo la Torah y no los Profetas eran la
palabra de Dios. Jesús contestó su pregunta sobre la
resurrección demostrándola por medio de la Torah, citando a Éx.
3:6: "Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de
Jacob". Luego, en Mateo 22:34-40, tenemos otra disputa acerca de
la ley. Un "experto en la ley" (obviamente refiriéndose a la
Torah) le pregunta: "¿Cuál es es el gran mandamiento en la
ley?". Por su respuesta, Jesús muestra que Él considera a la
Torah, la Ley de Moisés, como la ley, contestando: "Amarás al
Señor tu Dios de todo tu corazón y con toda tu alma y con toda
tu mente" (Deut. 6:5) y "a tu prójimo como a tí mismo" (Lev.
19:18). Jesús habla nuevamente sobre "la Ley y los Profetas"
(como observamos más arriba, "la ley" aquí significa la Torah).
Quizás sería tedioso continuar. Hemos establecido claramente
que, con las palabras "la ley", la Biblia siempre quiere decir
"la Torah" y no los "Diez Mandamientos". En cada una de las
citas que hemos dado del Antiguo y del Nuevo Testamento es la
Torah, los cinco libros de Moisés, el Pentateuco (como se quiera
llamarlo) a lo que se alude con la frase "la ley". Habiendo
establecido que "la ley" siempre significa "La ley de Moisés" o
"La Torah" y no los Diez Mandamientos, ¿qué exactamente tiene
que decir la Biblia sobre los Diez Mandamientos?
La frase "Los Diez Mandamientos" ocurre sólo en tres lugares,
hasta donde pude encontrar. "Y él estuvo allí con Jehová
cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan ni bebió agua; y
escribió en tablas las palabras del pacto, los diez
mandamientos". (Éx. 34:28).
"Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los
diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra".
(Deut. 4:13).
"Y escribió en las tablas conforme a la primera escritura, los
diez mandamientos que Jehová os había hablado en el monte".
(Deut. 10:4). Con más frecuencia, se usa el término "tablas de
piedra" o "el testimonio": "Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube
a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la
ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles". (Éx.
24:12).
"Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca
pondrás el testimonio que yo te daré". (Éx. 25:21).
"Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte
Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con
el dedo de Dios". (Éx. 31:18).
"Y volvió Moisés y descendió del monte, trayendo en su mano las
dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados;
de uno y otro lado estaban escritas. Y las tablas eran obra de
Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las
tablas". (Éx. 32:15-16).
"Cuando yo subí al monte para recibir las tablas de piedra, las
tablas del pacto que Jehová hizo con vosotros, estuve entonces
en el monte cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni
beber agua". (Deut. 9:9). Como se puede ver, no se dice mucho de
los Diez Mandamientos en la Ley, excepto que eran "las palabras
del pacto" escritas por Dios. No se les da a los Diez
Mandamientos ninguna categoría especial, que indique que son
separados de las otras leyes, o que durarían más que las otras
leyes (por lo que concierne a la Torah, no se dice que cesaría
ninguna de las otras leyes. "Estatuto perpetuo es por vuestras
edades en dondequiera que habitéis", le dice Dios a Moisés
concerniente a la fiesta de las primicias (Lev. 23:14), la
fiesta de las semanas (Lev. 23:21), el día de expiación (Lev.
23:31), la fiesta de los tabernáculos (Lev. 23:41), poniendo en
orden las lámparas (Lev. 24:3) y así sucesivamente (Lev. 24:8).
Hay otras referencias a las tablas de piedra en la Biblia, pero
nada que indique que son eternas, ni que deben ser tratadas
separadamente del resto de la Torah: "En el arca ninguna cosa
había sino las dos tablas de piedra que allí había puesto Moisés
en Horeb, donde Jehová hizo pacto con los hijos de Israel,
cuando salieron de la tierra de Egipto". (1 Reyes 8:9).
"En el arca no había más que las dos tablas
que Moisés había puesto en Horeb, con las cuales Jehová había
hecho pacto con los hijos de Israel, cuando salieron de Egipto".
(2 Crón. 5:10).
"Siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por
nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios
vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del
corazón". (2 Cor. 3:3). Si usted conoce algunas otras
referencias que se me hayan escapado y que respalden lo que
dicen los adventistas sobre los Diez Mandamientos, por favor
hágamelas saber.
Lo que hemos visto es que, cuando la Biblia se refiere a "la
ley", significa la ley de Moisés, la Torah, y no sólo los Diez
Mandamientos. Hemos visto que esto es cierto, no sólo en el
Antiguo Testamento, sino en el Nuevo Testamento también. Debido
a que el Adventismo del Séptimo Día ha supuesto que la frase "la
ley" algunas veces significa los Diez Mandamientos y algunas
veces la ley ceremonial, ha creado una gran confusión sobre la
naturaleza de la salvación. Para aclarar lo que quiere decir
cuando habla de la ley, quizás sea mejor reemplazar la palabra
"ley" con la palabra "torah", para recordar que nos referimos a
la totalidad de la Ley de Moisés. "¿Recibísteis el Espíritu por
las obras de la Torah, o por el oír con fe?" (Gál. 3:2).
"Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas
entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la Torah, o por el oír
con fe?" (Gál. 3:5).
"Pero venida la fe, ya no estamos bajo la Torah". (Gál. 3:25).
"Porque el fin de la Torah es Cristo, para justicia a todo aquel
que cree". (Rom. 10:4).
"Pero ahora estamos libres de la Torah, por haber muerto para
aquélla en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el
régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la
letra". (Rom. 7:6).
"¿Luego por la fe invalidamos la Torah? En ninguna manera, sino
que confirmamos la Torah". (Rom. 3: 31). Así que, al decir la
ley, queremos decir tanto los Diez Mandamientos como el resto de
la Ley de Moisés, todo lo cual está incluido en el antiguo
pacto. Si usted dice: "Los cristianos tienen que guardar la ley"
porque el pecado es transgresión de la ley (por ejemplo), está
malinterpretando el texto. "El pecado es transgresión de la
Torah" lo explica. Mientras usted entienda que "ley" sólo
significa Torah y no algunas veces la Torah y algunas veces los
Diez Mandamientos, el Nuevo Testamento es claro, ¡pero pensar
que un cristiano tiene que guardar una parte de la Torah (los
Diez Mandamientos) es realmente malentender todo el Nuevo
Testamento!
Así que, ¿cómo sirve a Dios un cristiano? Esta es una
pregunta tan grande, que dejaré los detalles para otra ocasión.
Lo que hay que recordar es no ver la ley en dos partes, sino
como un todo, la totalidad de la Torah. Bajo el Nuevo Pacto,
Cristo nos da nuevos mandamientos (que es de lo cual se trataba
la Torah, Mat. 7:12), el del amor, porque "el amor es el
cumplimiento de la Torah" (Rom. 13:10). Éstos son mandamientos
"internos", no escritos, sino que, habitando el Espíritu de
Cristo en nuestra nueva vida, estamos "en" Cristo.
Así que, si miramos nuevamente el punto de vista del adventismo
sobre la salvación, podemos ver que es totalmente erróneo. Los
Diez Mandamientos no son la Ley Eterna de Dios. No hay un solo
texto en la Biblia para sustentar esa posición. Los Diez
Mandamientos son las palabras del Antiguo Pacto. Son parte de la
Torah, y los mandamientos de Cristo, que revelan a sus
verdaderos seguidores (Apoc. 12:17), son sus nuevos mandamientos
de amor, y mientras el testimonio del Antiguo Pacto era la ley
de piedra, el testimonio de Jesús es su Espíritu que habita en
nosotros (Apoc. 19:10). Los adventistas tradicionales hablan a
menudo del "texto que falta", que cambió el sábado por el
domingo; podemos ver que esto ignora las muchas afirmaciones en
el Nuevo Testamento diciendo que los cristianos son libres de
guardar el día que gusten (Rom. 14:5; Gál. 4:10; Col. 2:16-17).
Podríamos preguntar a los adventistas tradicionales por el texto
que falta: ¿dónde dice que debemos tratar los Diez Mandamientos
de modo diferente al resto de la Torah?